La competitividad de Uruguay y Brasil: riesgos y perspectivas
Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Deloitte.
(emitido a las 8:35 Hs.)
EMILIANO COTELO:
El dólar en Uruguay acumula varias semanas de caídas, que se acentuaron tras la decisión del Banco Central de subir la tasa de política monetaria (la TPM) a fines de setiembre, desde 8,75% hasta 9% anual. Sin ir más lejos, el viernes tuvimos una nueva baja del dólar, de 1,2%.
Al mismo tiempo, en Brasil el Banco Central aprobó la semana pasada un nuevo recorte de la tasa Selic, de 25 puntos básicos, y la situó en 7,25% anual.
En este contexto, las bajas del dólar en nuestro país dispararon entre los analistas luces de alerta en relación a la capacidad de competencia de Uruguay con Brasil, nuestro principal mercado. Por eso, nos pareció que ése era tema obligado para nuestro análisis económico de hoy con el economista Pablo Rosselli, socio de la consultora Deloitte.
ROMINA ANDRIOLI:
¿Cuánto cayó el dólar en nuestro país y qué sucedió en Brasil?
PABLO ROSSELLI:
Marcaban un hecho relevante que fue la decisión del BCU de subir la TPM a fin de setiembre, en octubre, con posterioridad a esa decisión, llevamos una baja del dólar en Uruguay de 4,5% aproximadamente, esa caída vino tras una baja de 2% en setiembre. En el mismo período, en setiembre y octubre, vimos pocos movimientos del dólar en Brasil (que ha oscilado entre 2 y 2,05 reales). Esta baja del dólar en Uruguay repercute enteramente en una menor competitividad.
Sin embargo, el deterioro de la competitividad con Brasil no empezó en setiembre de este año. Si tomamos una perspectiva un poco más larga y nos paramos en la primera mitad de 2011 (un año y medio atrás), la cotización del real medida en pesos uruguayos fluctuó entre 11,5 y 12 pesos. Al tipo de cambio del viernes, el real vale 9,80 pesos. Esa caída del valor del real medido en pesos es muy significativa y se dio como consecuencia de una tendencia de suba del dólar en Brasil en el último año y medio y de un ajuste también al alza del dólar en Uruguay (si comparamos contra aquellos niveles de la primera mitad de 2011), ajuste al alza que fue notoriamente menor aquí y que se ha revertido considerablemente en el último mes y medio.
RA- Con esas cifras, ¿cómo queda la competitividad de nuestro país con Brasil?
PR- Con los valores actuales, la capacidad de competencia con Brasil se sitúa un 14% por debajo de la media histórica. Hace poco más de un año, nuestra capacidad de competencia se encontraba un 5% por encima de la media histórica, esto quiere decir que en poco más de un año hemos perdido casi un 20% de competitividad con Brasil.
RA- ¿Cuán grave es esa situación? En tu cuenta de twitter decías el viernes que teníamos una luz amarilla "intensa".
PR- A nuestro juicio, la evolución de la competitividad con Brasil es un factor importante de preocupación. No estamos ante los valores dramáticos que tuvimos luego de la devaluación brasileña de 1999, pero son valores realmente bajos. Tenemos una luz amarilla que nos advierte con claridad que es necesario tomar medidas correctivas en el frente de nuestras políticas macroeconómicas.
Desde 2003 no veíamos un nivel de competitividad tan bajo frente a Brasil. Tenemos que tener en cuenta además que una buena parte de lo que exportamos a Brasil (productos químicos, papel, plásticos por poner algunos ejemplos) no encuentra acceso fácil a otros mercados porque son rubros en los que nuestra competitividad es limitada, y tenemos un dólar barato y un mundo complicado. Por último, este deterioro de nuestra competitividad frente a Brasil ocurre en simultáneo con todos los problemas que tenemos en Argentina, que se van a traducir por ejemplo en una caída (probablemente) de los visitantes argentinos en la próxima temporada. Con estos niveles de tipo de cambio, parece probable que también baje el número de visitantes brasileños.
RA- ¿Cómo se explica esta caída de la competitividad? ¿Cuánto juegan las políticas monetarias diferentes que siguen los bancos centrales de cada país?
PR- Por un lado, se puede señalar que hay algunos fundamentos que explican en parte una tendencia de relativo fortalecimiento del peso frente al real brasileño. Por un lado, nuestro país ha mostrado un mejor desempeño que Brasil en términos de crecimiento económico. También es cierto que los precios internacionales de los alimentos, que conforman el núcleo de la oferta exportable de Uruguay son muy altos. Eso puede justificar cierta apreciación del peso uruguayo frente al real porque aunque Brasil también es un fuerte exportador de commodities, tiene una base industrial mucho más importante que ha sentido con mucho más intensidad el impacto de la desaceleración de la economía mundial.
Sin embargo, a nuestro juicio la caída de la competitividad que vimos en el último año probablemente esté en una parte sustancial explicada justamente por la tónica diferente que siguen las políticas monetarias en uno y otro país. Mientras que en Uruguay hemos visto subas de la tasa de política monetaria (que pasó de 7,5% en la primera mitad de 2011 a 9% ahora), en Brasil el Banco Central promovió fuertes recortes de la tasa Selic, que pasó de 12,5% a mediados de 2011 a 7,25% actualmente, situándose así por debajo del 9% de TPM que tenemos en Uruguay.
De este modo, ahora quedan claras las consecuencias del carácter procíclico que tiene desde hace años la política monetaria en nuestro país.
RA- ¿Por qué decís eso?
PR- Varias veces comentamos en el programa que Uruguay mantuvo por mucho tiempo tasas de interés bajas en términos reales. De ese modo, el gobierno procuraba mantener un tipo de cambio más alto, pero la consecuencia de esa política monetaria expansiva, coincidente con una fuerte expansión del gasto público y de los salarios en momentos de fuertes tasas de crecimiento de la economía, fue que la inflación se alejó del rango meta y fluctuó en niveles elevados. Ahora, con una inflación subyacente arriba de 9% anual, está claro que el Banco Central de nuestro país no sólo no puede bajar la tasa de interés (y acompañar de ese modo a Brasil) sino que se vio en la necesidad de subir la tasa.
Brasil, en cambio, mantuvo en los últimos años una orientación contracíclica de la política monetaria. Subió las tasas de interés cuando la economía crecía más, combatió con más vigor la inflación (que está un poco por encima de 5%) y por lo tanto tiene ahora más espacio para bajar la tasa de interés en respuesta a la crisis internacional, para alentar una recuperación de su economía.
EC- Ante esa situación, ¿cómo quedan las perspectivas de competitividad para nuestro país? Recién decías que teníamos una luz amarilla y que son necesarios ajustes en las políticas macroeconómicas
PR- A nuestro juicio, es así. Con las presiones inflacionarias que vemos en Uruguay es impensable que el Banco Central pueda bajar la tasa de interés. Por el contrario, parece bastante probable que para evitar mayores presiones inflacionarias el Banco Central tendrá que seguir subiendo las tasas de interés.
Varias veces hemos comentado en el programa que era necesario moderar el gasto público y las subas de salarios. El nivel de competitividad que tenemos con Brasil no hace más que señalar con claridad esa situación. A nuestro juicio, el Poder Ejecutivo debería resolver no ejecutar la totalidad de los gastos previstos para lo que resta de este año y para 2013. Al mismo tiempo, es necesario pensar en aumentos de salarios mucho menores a partir de enero, los salarios deberían subir a lo sumo un 8% en el total del próximo año. Si no se corta la indexación salarial que de hecho tenemos actualmente corremos un riesgo serio de que el país se encamine a un escenario de inflación más alta, con deterioros adicionales de la competitividad que repercutirán en negativamente en el nivel de actividad y en la ocupación.
RA- ¿Cómo ven la solicitud del Ministerio de Economía a los supermercados de que congelen los precios hasta enero y bajen 10% una canasta básica de productos?
PR- Esa medida es confirmatoria de lo que veníamos diciendo, combate la suba del IPC pero no controla la inflacion, entendida ésta como el crecimiento de los precios generalizados. El Gobierno gana tiempo con esto, pero la pregunta es para qué, porque estas medidas distorsionan en los mercados, afectan las rentabilidad de las empresas con lo cual son una mala señal para la inversión y no cambia la trayectoria de la inflación. Son un síntoma de los problemas que enfrenta la política económica. No debemos acostumbrarnos a recurrir a estos mecanismos. Es necesario moderar el crecimiento del gasto público, el Gobierno debería decidir no ejecutar todos los créditos presupuestales que estaban aprobados para el año que viene.
En la década del 90 el país tenía un esquema cambiario extremadamente
rígido, que jugó un papel clave en la gravedad de la crisis económica
que vivimos entre 1999 y 2002. Hoy tenemos un esquema de flexibilidad
cambiaria, pero la rigidez que impone este esquema de indexación
salarial (que obliga a partir de aumentos de salarios muy elevados),
termina limitando la flexibilidad cambiaria que podemos usar que se traduce en estos problemas de competitividad que están apareciendo en nuestra relación con Brasil, nuestro principal mercado.
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