Ernesto Talvi: "Perdimos 10 años de un boom espectacular (...) para hacer los cambios que se necesitaban"
En una nueva edición de las conferencias del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), Ernesto Talvi planteó el escenario que se daría en caso de un tercer Gobierno del Frente Amplio (FA). El economista disertó, entre otras cosas, sobre temas políticos, el estado de la educación, desarrollo social y economía. En Perspectiva entrevistó a Talvi, quien aseguró que sin mayoría parlamentaria, el FA "aseguraría la continuidad (...) de una línea socialdemócrata en materia de política económica". En cuanto a la matriz productiva del país, Talvi sostuvo que "es de muy baja sofisticación, no requiere de mano de obra calificada" y esto trae como inconveniente no haber "sentado las bases para un desarrollo autosostenido".
(emitido a las 8.48 Hs.)
EMILIANO COTELO:
¿Qué características tendría un eventual tercer gobierno del Frente Amplio (FA)? ¿Consolidaría su conducción socialdemócrata o daría un viraje hacia más izquierda? Esas preguntas, que muchos se hacen cuando está empezando una nueva campaña electoral, fueron analizadas ayer por el economista Ernesto Talvi. Dijo: "Si el Frente gana con mayoría parlamentaria se crearán las condiciones para un giro a la izquierda en la política económica". Y justamente, la política económica –evaluó– es lo poco que hoy se mantiene en la línea de la socialdemocracia.
Ese fue uno de los planteos polémicos que Talvi realizó ayer, en una nueva edición de las conferencias que Ceres (Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social) organiza cada seis meses. Como ya es tradicional, la disertación fue más allá de lo estrictamente económico y abarcó también análisis sobre política, educación y desarrollo social.
Como hemos hecho en otras ocasiones, recibimos al doctor Ernesto Talvi para conversar de algunas de las conclusiones que presentó en esta ocasión.
Empecemos por el título de la charla: "Ante la incertidumbre económica global y regional, ¿cómo impactará en Uruguay? ¿Cuán vulnerables estamos?". Las condiciones no parecen haber cambiado mucho con respecto a las que usted examinó en la conferencia de principios de año. ¿Qué podemos actualizar con respecto a lo que ve que puede ocurrir?
ERNESTO TALVI:
Creo que el cambio más importante que se dio es la posibilidad de que en el futuro previsible –no es algo inminente ni inmediato– las condiciones de acceso al crédito y al capital externo se endurezcan, que el crédito se vuelva más escaso y caro. Hemos disfrutado 10 años de crédito muy abundante y barato.
EC - Alude al anuncio que hizo la Reserva Federal de Estados Unidos de que este año tiene la intención de comenzar a retirar los estímulos a la economía norteamericana.
ET - Dieciocho condicionales antes del anuncio y sin embargo generó un impacto furibundo en los mercados emergentes: depreciación cambiaria, Uruguay depreció un 20%, caída en el precio de los activos, los bonos uruguayos, brasileños, de la India, Indonesia, Sudáfrica, etcétera, cayeron 13, 14%, en fin, generó reverberaciones. Los países que están gastando por encima de sus ingresos –que es nuestro caso, tanto en lo público como en lo privado– van a tener que, si se encarece el crédito, desacelerar el ritmo de crecimiento del consumo y la inversión, eso va a ser inevitable.
Pero la pregunta más importante es qué tan fuertes estamos desde el punto de vista financiero para enfrentar una circunstancia como esa. Y yo diría que por suerte estamos con grandes fortalezas, con una liquidez internacional muy superior a la que teníamos en el año 98 cuando empezó la recesión que terminó en la crisis del 2002, y balances de empresas, familias mejor capitalizados, menos dolarizados y por ende más resistentes a una eventual depreciación del tipo de cambio, y eso nos debe dar una gran tranquilidad. Por eso nos gusta decir que si llega la hora de tener que ajustarnos un poco los cinturones, porque cambia el entorno externo, va a ser un ajuste que duele pero que no mata.
EC - Duele pero no mata. ¿Qué tipo de ajuste sería?
ET - No vamos a poder seguir con los niveles de consumo que tenemos hoy, o con los niveles de gasto público, va a haber que ajustar el ritmo de crecimiento. Pero eso va a llegar en el momento en que el crédito internacional se vuelva escaso y caro.
EC - Usted hizo una comparación con el ajuste en Chile a fines de la década del 90. ¿Qué características son trasladables?
ET - Es sumamente parecida la situación en la que estaba Chile en el año 98 a la que tenemos nosotros ahora: un exceso de gastos sobre ingresos parecido al nuestro y fuerte dependencia del financiamiento exterior para financiar ese exceso de gasto. Chile tuvo que hacer un ajuste macroeconómico muy importante, el peso chileno se depreció 50%, y hubo una contracción económica bastante importante; el producto cayó 5%, la inversión cayó 25%, y aun así no tuvo crisis financiera ni tuvo que reestructurar la deuda pública. Tenía una posición de liquidez internacional y balances de empresas, familias y gobierno muy sanos. Y la situación financiera de Uruguay es muy parecida.
EC - ¿"Madurez"; le llamaría usted?
ET - Diría que quizás financieramente el Uruguay ha madurado a la Chile, así que desde el punto de vista macroeconómico podemos dar un mensaje tranquilizador. Estamos fuertes para enfrentar cambios adversos en las circunstancias externas.
EC - Sigamos hablando del futuro, ahora con una connotación política muy fuerte. Pasemos a hablar de política más que de economía.
ET - Los economistas le llamamos economía política, porque es parte del abanico analítico con el que trabajamos.
EC - Hablemos del escenario electoral que se viene.
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EC - Yendo al escenario político de nuestro país de cara al próximo Gobierno, usted analizó cómo se caracterizaría una eventual tercera presidencia del Frente Amplio, con Tabaré Vázquez, dentro de los candidatos posibles, al frente de esa administración. ¿De qué escenario partió? ¿Qué diferencias entiende que tuvieron los Gobiernos de Vázquez y de Mujica?
ET - Nosotros dividimos en cuatro áreas para analizar las características de los dos Gobiernos: política exterior, política económica, relaciones laborales y derechos sociales. Y dijimos: en política exterior y política económica el Gobierno de Vázquez fue típicamente socialdemócrata. Aceptó que la inversión privada es el motor del crecimiento y del desarrollo, pero promovió políticas de redistribución por medio de la introducción del impuesto progresivo a la renta, programas focalizados del Ministerio de Desarrollo Social, mediante la inclusión en el Fonasa de gente que antes no estaba cubierta con DISSE. Es decir, apuntalar al sector privado para apuntar al crecimiento, pero tratando de mejorar la distribución. Eso es típicamente socialdemocracia. En derechos sociales –quizás la palabra es fuerte, pero creo que caracteriza– la administración Vázquez fue más bien conservadora, porque fue prohibicionista.
EC - Prohibicionista; ¿a qué se refiere?
ET - La ley antitabaco, el veto al aborto, en fin, no fue una administración abierta a liberalizar en esos aspectos. En lo que sí fue típicamente de izquierda fue en las relaciones laborales, ahí hubo cambios muy significativos, un conjunto de leyes que cambiaron de manera muy importante el balance de poder entre empresas, gobierno y sindicatos. Además de la ley de educación, que les dio una participación muy importante en la conducción a los gremios, con lo cual hubo un traspaso importante de poder a las corporaciones sindicales. Pero diría que esa es la única política típicamente de izquierda.
Con el Gobierno del presidente Mujica la política exterior toma un giro más latinoamericanista, hay más acercamiento a los países ideológicamente afines, la política de derechos sociales toma un giro liberalizador. Podríamos decir que en política exterior y derechos sociales el Gobierno de Mujica mantiene el perfil de izquierda en las relaciones laborales, incluso con esta nueva ley de responsabilidad penal empresarial por accidentes de trabajo. Entonces lo único que se mantuvo en la línea socialdemócrata, a pesar de las propuestas continuas del equipo económico alternativo, algunas de las cuales se colaron –el impuesto a la tierra, la ley que modifica el régimen de AFAP, etc.–, fue la política económica.
EC - A partir de esos antecedentes, ¿qué visualiza como orientación de un eventual tercer gobierno del FA?
ET - Nosotros decimos que la política económica es la única área relevante en la cual no se han logrado instalar las ideas de los grupos más ortodoxos del FA –el Partido Comunista (PCU) y el Movimiento de Participación Popular (MPP) –. Es el área de disputa, y eso se vio claramente en el congreso del FA. Entonces creo que si el electorado opta por darle la mayoría parlamentaria al FA, Vázquez como presidente va a quedar cautivo de las mayorías parlamentarias y gobernabilidad de los grupos más ortodoxos, que van a procurar que sus ideas en política económica se pongan en marcha. Y en esa configuración política el presidente Vázquez va a tener que hacer concesiones para asegurarse la gobernabilidad y las mayorías parlamentarias.
EC - ¿Qué tipo de concesiones?
ET - Hay que mirar las cosas que ha propuesto el equipo económico alternativo y las cosas que vienen proponiendo el MPP y el PCU: más redistribución, subir la franja más alta del IRPF, subir los impuestos a la renta empresarial, quizás eliminar regímenes de exoneraciones que hoy están destinados a promover la inversión, quizás más dirigismo –que la ley de inversiones esté orientada a promover determinados sectores y no otros–, acuerdos de precios, control de márgenes de ganancia, se ha propuesto crear nuevas empresas estatales, como un frigorífico nacional. Nosotros creemos que el PCU y el MPP han apoyado a Vázquez de manera decidida en su candidatura, han hecho concesiones programáticas en el congreso porque saben que abrir una división en el flanco interno compromete la posibilidad de obtener la mayoría parlamentaria, y esa es la única vía por la cual van a poder promover y eventualmente introducir sus ideas.
EC – Eso es quizás lo más provocativo que usted formuló en este capítulo de la conferencia del otro día. Para usted la clave está, a los efectos de definir si va a haber o no un giro a la izquierda en un tercer gobierno del FA, en que tenga o no mayoría propia.
ET - Así analizamos la situación: si el FA gana pero sin mayoría parlamentaria, el presidente Vázquez va a tener que acordar con la oposición para obtener las mayorías parlamentarias necesarias y la gobernabilidad. Eso va a tener un poder neutralizador sobre el poder que adquirirían los grupos más ortodoxos de tener el FA mayoría propia, y aseguraría la continuidad de una línea de centro, de una línea socialdemócrata en materia de política económica, que de hecho es la que la mayoría de los uruguayos quieren. Si uno mira, el 75% de los uruguayos no quieren un giro a la izquierda, pero por la manera en que está configurada la arquitectura política podría ocurrir que tengamos un giro a la izquierda simplemente porque el próximo gobierno del FA con mayorías parlamentarias quede cautivo de grupos que no tienen en materia económica las ideas que la mayoría de la sociedad quiere.
EC - Qué paradoja, resulta que hay sectores dentro del Frente, los del astorismo, el Frente Líber Seregni, que según su análisis se beneficiarían de una peor votación del FA que ganara pero que no lograra la mayoría absoluta. Podrían estar incluso haciendo esa apuesta a efectos de que sus ideas fueran las que efectivamente primaran.
ET - Está haciendo análisis político, no se me había ocurrido pensarlo en esos términos. Pero podría ocurrir que a ciertos sectores del FA no les parezca una mala idea el contrapeso que le daría no tener mayoría parlamentaria a una línea de centro en materia económica. Pero eso no lo puedo decir yo.
EC - Tampoco entiendo cómo haría un sector del Frente para jugar al filo de las posibilidades de esa manera: buscar un triunfo del Frente, pero no con mayoría absoluta. De su análisis se puede concluir que usted da como un hecho un triunfo del Frente. ¿Ese es el escenario en el que se coloca? ¿Está haciendo estas consideraciones porque Vázquez va a ser presidente de nuevo y la cuestión es si lo hace con mayoría propia o no?
ET - Nosotros hicimos el análisis ante la eventualidad de que gane un tercer mandato el Frente. No estamos haciendo ningún pronóstico de si va a ganar o no, pero nos parecía que era por ahora el análisis más interesante y más innovador que podíamos hacer. Creemos que este análisis va a dar a la audiencia material para pensar el tema y las posibilidades que tenga. Pero no excluyo la posibilidad de que en una futura conferencia analicemos cómo luciría una conducción de una coalición entre los partidos tradicionales o los partidos de oposición. Creo que eso de por sí sería interesante.
EC - Usted dice: de esta forma aparece material para que la audiencia reflexione, discuta, analice. Y de la audiencia llegan algunas respuestas.
ROMINA ANDRIOLI:
Gabriel: "Talvi está sacudiendo cucos. Es un actor político y juega para la oposición";.
EC - Y otros preguntan: "Bueno, pero ¿entonces qué pasa? ¿Ahora es politólogo también?";.
ET - Los economistas estamos entrenados para hacer análisis del comportamiento social, entre ellos el político. En cuanto a la otra pregunta, hacemos análisis de datos, hechos; las conclusiones pueden no gustar, el método puede ser cuestionado, pero no acepto que se nos atribuya intencionalidad, porque no la tenemos, y tenemos una trayectoria de 16 años en la que lo hemos demostrado. De hecho, hace muy poco Ceres salió a decir que la baja en la edad de imputabilidad de los adolescentes era pan para hoy y hambre para mañana, que es una propuesta que proviene del sector Vamos Uruguay y apoyada por los partidos tradicionales. Esto claramente habla de que nuestro trabajo pretende ser riguroso e independiente.
EC - Enseguida continuamos la entrevista. Vamos a detenernos en otros capítulos de la disertación de Talvi. Por ejemplo cuando observó que esta larga bonanza que vivió el país en los últimos años mejoró la productividad pero no dejó cambios significativos en la matriz productiva ni en el tejido social.
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EC - Retomamos la entrevista con Ernesto Talvi, doctor en Economía, director académico de Ceres, Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social.
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EC - En otro pasaje de la conferencia de ayer usted hizo una especie de "paréntesis" en el orden del día que estaba desarrollando para referirse a algo muy concreto que dijo la semana pasada el ministro de Economía, Fernando Lorenzo, en el foro de ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas), cuando defendió lo que invierte el Estado (o sacrifica de recaudar) para incentivar o apoyar a los sectores productivos. Lorenzo hablaba así:
(Audio Fernando Lorenzo.)
"Estrictamente, todos los estímulos fiscales son gastos tributarios y además hay que sumarles los subsidios directos, con partidas presupuestales explícitas. Todo eso forma parte de la batería de instrumentos con la que Uruguay ha caminado y está caminando".
(Fin.)
EC - En ese discurso, Lorenzo, cuando evaluó el costo total de las políticas productivas a través de apoyos sectoriales, regímenes especiales y exoneraciones fiscales, indicó que el año pasado sumaron 1674 millones de dólares, o el equivalente de 3,3% del PIB. ¿Cuál es su discrepancia con esto que señaló el ministro Lorenzo?
ET - No tengo discrepancia con los números. La discrepancia es semántica, y se juegan cosas importantes. Tengo un desacuerdo conceptual al llamarle "renuncia fiscal";, porque imaginemos que yo tengo un régimen de promoción de inversiones, que así se llama, digo "renuncio a cobrar tal cantidad de impuestos";, pero lo mido sobre la base de las empresas que se instalaron y de las inversiones que ya se hicieron. Pero supongamos por un instante que si yo no le doy la exoneración fiscal o el beneficio tributario esa empresa no se habría instalado, esa inversión o el proyecto de ampliación no se habrían hecho. Entonces no hay una renuncia fiscal, porque yo no puedo renunciar a cobrar IRAE o impuesto al patrimonio sobre una empresa que no se instaló o un proyecto que no se hizo. Ese es el verdadero punto de comparación. Uruguay tiene unos impuestos groseramente grandes sobre las empresas, 25% de IRAE, 7,25% a la distribución de utilidades, impuesto al patrimonio. Si uno suma todo y lo transforma en el equivalente a la ganancia andamos cerca del 40%. Es tan disparatadamente alto que los regímenes de exención se hacen para promover inversiones que normalmente y muchas veces no se habrían hecho.
EC - Usted dice que no se habrían hecho esas inversiones de no haber existido estos instrumentos de beneficio.
ET - Muchas podrían no haberse hecho, muchas tendrían una escala mucho menor. Por ende, uno no está perdiendo de recaudar, está posibilitando que una empresa o un proyecto que no existe ahora existan, y por ende está ganando recaudación porque esa empresa existe, y recaudo IRAE, impuesto al patrimonio.
EC - Recuerdo que esa observación la hizo el ministro a propósito del régimen de zonas francas. En algún momento de la disertación planteó: "Se podrá discutir si queremos o no que vengan al Uruguay este tipo de inversiones que generan este tipo de empleo, pero para que vengan tiene que existir esta ley, tienen que existir estos beneficios".
ET - Estoy de acuerdo con eso. Pero además el Gobierno nos ha hablado de la ley de inversión como una ley de promoción de inversiones. Lo que está implícito en eso es que si esa ley no diera los beneficios que da las inversiones podrían no ocurrir, por ende yo no estoy renunciando fiscalmente a algo que no habría existido si no hubiera dado la exoneración. Pero además el lenguaje es inadecuado, hablar de renuncia fiscal es casi como hablar de una dádiva: el Estado generosamente renuncia a algo que le pertenece para dárselo al sector privado. No es una política de Estado –como creímos que era con la ley de inversiones– para promover inversiones que de otra forma sería muy difícil que se hicieran.
Le da un tono verbal como que es una dádiva que hoy la tenés y mañana capaz que no, me desperté de mal humor y no te la quiero dar. Son dos cosas muy distintas, una cosa es decir: tengo una ley destinada a promover inversión en el país. Y por último, cuidado que el aspecto recaudación no es la única dimensión que tiene el hecho de que una empresa venga, se instale en el país, o un proyecto se amplíe y se produzca en el país. Eso genera empleo, atrae tecnología, genera experiencia productiva y por ende tiene beneficios sociales que van más allá de los beneficios que le pueda generar a la empresa que se instala. En esto tengo discrepancias no solo conceptuales, sino en el tono en que esto fue expresado en la cara misma de los empresarios que eventualmente arriesgan su capital y hacen las inversiones en el país.
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EC - Seguimos repasando temas que se trataron en la conferencia de Ceres en el día de ayer.
Uno de los puntos novedosos que trajo su planteo fue un análisis a propósito de la sofisticación y diversificación de la matriz productiva uruguaya. ¿Por qué hicieron este estudio? Porque hubo un trabajo especial.
ET - Sí, un trabajo de orfebrería, analizamos 110 países y 1000 productos para tratar de entender cuál es el grado de sofisticación que tiene cada producto adaptando una metodología que diseñaron tres profesores de la Universidad de Harvard, y definido producto sofisticado como aquel que requiere de una mano de obra altamente calificada para producirse. Nos preocupamos de este tema porque lo que caracteriza al desarrollo económico es un alto nivel educativo que permite desarrollar y utilizar tecnología de punta; alto nivel educativo más tecnología de punta permiten producir cosas complejas y sofisticadas que tienen alto valor de mercado y permiten diversificar la matriz productiva. De hecho es una regularidad que uno encuentra: los países que se desarrollan no solo hacen mucho mejor lo que ya hacen, sino que hacen cosas nuevas y cosas complejas que tienen alto valor de mercado, y que luego venden en los mercados mundiales. Por eso la inserción internacional es tan importante como parte de la estrategia de desarrollo.
EC - El trabajo que ustedes armaron estudia qué pasó con esa matriz productiva uruguaya en los últimos años.
ET - Exactamente.
EC - ¿Cuál es la conclusión?
ET - Si uno mira el grado de sofisticación del paquete productivo del Uruguay, alrededor del 40% es de muy baja sofisticación, no requiere de mano de obra calificada para producirse, y solo el 10% es de muy alta sofisticación. Eso en los últimos 10 años no ha cambiado, se ha mantenido completamente estable. Uno podría pensar que esto se puede deber a que el Uruguay es un país agroexportador y por ende estamos muy basados en los productos agropecuarios. Pero si uno mira Nueva Zelanda, que es muy país pequeño agroexportador, la matriz productiva se invierte; también produce carne, lana, madera y vinos, como nosotros, pero el 43% de su paquete productivo es altamente sofisticado.
EC - ¿Por ejemplo?
ET - Maquinaria agrícola, maquinaria industrial. Y solo el 10% es de baja sofisticación. En Irlanda ocurre lo mismo, otro país pequeño y agroexportador: el 40 y pico por ciento de su matriz productiva es de productos altamente sofisticados, por ejemplo cables de fibra óptica, compuestos químicos.
EC - Usted está indicando que, pese a las buenas condiciones que se han dado en los últimos años y al crecimiento que tuvo la producción nacional, no hemos avanzado ni en sofisticación ni en diversificación de la producción. ¿Por qué?
ET - Porque no hemos avanzado nada en 10 años, en primer lugar en el nivel educativo que tiene la fuerza de trabajo: ocho años y medio en promedio, contra arriba de 13 o 14 años en los países desarrollados, nos llevan unos seis años de diferencia. Seis años son una carrera universitaria, un máster y un posgrado, para que nos hagamos una idea de la diferencia que nos separa de los países desarrollados en cantidad educativa. Segundo, no hemos mejorado nada en calidad educativa; al revés, hemos empeorado. Y en tercer lugar, no hemos logrado acceso preferencial a los principales mercados del mundo, el Uruguay sigue hoy exportando el 25% de lo que produce en bienes y servicios, algo parecido a lo que ocurría hace una década.
EC - En ese terreno parece bastante claro que se han hecho avances.
ET - Avances muy pequeños.
EC - ¿Cómo los evalúa usted?
ET - Hemos quedado anclados dentro del Mercosur, sin posibilidades de hacer acuerdos con los principales mercados del mundo.
EC - Pero el Mercosur pesa menos en las exportaciones uruguayas que antes, han aparecido otros mercados.
ET - Eso fluctúa. Han aparecido otros mercados, como el chino, por su propio crecimiento, pero no porque nosotros hayamos tenido una política de inserción internacional muy distinta a lo largo de los años.
EC - ¿Qué estaría faltando?
ET - Una política explícita como la que está proponiendo por ejemplo el ala socialdemócrata del FA, la posibilidad de incorporación a la Alianza del Pacífico, la posibilidad de reconsiderar tratados de libre comercio con los principales mercados del mundo: Estados Unidos, Europa, Japón y Corea. Todas esas cosas que Chile, México, Colombia y ahora también Perú han logrado y esa similitud han hecho que formen una alianza que en conjunto va a tener el tamaño económico de Brasil.
EC - ¿Cuáles son los inconvenientes de que hayamos avanzado tan poco en sofisticación y diversificación?
ET - Hemos tenido un crecimiento de la producción y de los ingresos en buena parte impulsado por un entorno externo extraordinariamente favorable, pero no hemos sentado las bases para un desarrollo autosostenido. Además estos fracasos o falta de progreso que hemos tenido en materia educativa han tenido sus consecuencias sobre el tejido social. Porque si bien la pobreza medida por nivel de ingresos ha bajado muchísimo porque han subido los ingresos, la pobreza como a nosotros nos gusta medirla, que es por destrezas, por capacidad educativa, por capacidad de generar ingresos, no ha cambiado nada en los últimos 10 años.
EC - ¿Podemos profundizar en ese análisis de la pobreza desde el punto de vista educativo?
ET - Nosotros definimos a alguien que es pobre desde el punto de vista educativo a aquel que no tiene secundaria completa. Puede no tener educación formal o tener primaria incompleta, primaria completa o secundaria incompleta. Nos alarmó la cifra: el 65% de la población del Uruguay de entre 18 y 65 años no tiene secundaria completa; eso no cambió en los últimos 10 años. Se podrá decir que eso incluye gente hasta 65 años. Pero entre 18 y 25 años el porcentaje es el mismo: 63% no tiene secundaria completa, por ende los definimos como pobres en materia educativa. Y algo que es peor aún: la desigualdad en materia educativa empeoró en estos últimos 10 años. En los quintiles inferiores de ingreso el 9% tiene secundaria completa, entre los jóvenes de 18 a 25 años, 8%. Y entre los quintiles más elevados ese número de secundaria completa es de 66% y se ha elevado a 69% en los últimos 10 años.
EC - Este contraste usted lo hace con los números que marcan una caída en la pobreza y la indigencia medidas en términos de ingresos.
ET - Hay caída en la pobreza medida en términos de ingresos, caída en la indigencia y en la desigualdad medida en términos de ingresos. Los ingresos del quintil superior hoy son seis veces mayores que los del quintil inferior, hace 10 años eran 8 veces mayores. Eso por las políticas de transferencias focalizadas hacia grupos vulnerables que estamos haciendo y que vamos a tener que seguir haciendo. La desigualdad educativa nos lleva a remar contra la corriente. La presión es para que se vayan generando más desigualdades de ingresos que van a tener que ser compensadas con políticas sociales asistenciales que transfieran ingresos a los grupos más vulnerables. Para nosotros eso son curitas, la solución de fondo viene por resolver el problema de la calidad y la equidad en materia educativa. Debiera ser un derecho universal de todos los ciudadanos de nuestro país a una educación de buena calidad. Es una inversión que se paga sola, porque lo que invirtamos hoy en calidad y equidad de educación es lo que no vamos a tener que invertir en las cárceles de mañana.
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EC - Pese a este panorama pesimista que trazaba recién, en la conferencia usted terminó la disertación con un mensaje de algún modo optimista, dijo –palabras textuales–: "La buena noticia es que nos queda todo por hacer, y por tanto el destino está en nuestras manos". ¿Cómo es eso?
ET - Si hubiéramos hecho los deberes en materia de logros educativos, de inserción internacional, y no hubiéramos obtenido resultados, estaríamos condenados a la mediocridad. Pero no hemos hecho los deberes, por ende las posibilidades de mejorar están ahí, intactas.
EC - No entiendo eso. Están las posibilidades de mejorar pero, de acuerdo a esta lectura que usted hace, hemos perdido varios años.
ET - Perdimos 10 años de un boom espectacular, el más grande de que tengamos noticia desde la posguerra, un volumen de recursos fiscales absolutamente espectacular y mayorías parlamentarias para hacer los cambios que se necesitaban. Yo no puedo recuperar los 10 años, nadie puede. Mirando para adelante la buena noticia es que si nos ponemos a ello y estamos dispuestos a hacer los deberes… Para eso va a haber que pagar costos políticos importantes, porque son reformas complejas. En la reforma educativa de México se intentó hacer evaluación de la calidad docente para asegurarse –que es por donde empieza todo– de que en las aulas los chicos tengan docentes de una calidad mínima, y por eso el país se paralizó por meses enteros. Estas reformas son políticamente muy complejas, pero están dentro de lo que el sistema tiene que plantearse seriamente hacia el futuro. Es una deuda enorme que el sistema político tiene con la ciudadanía.
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Transcripción: María Lila Ltaif
Foto de Talvi: Archivo
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