Su frasco es un manifiesto que revela todas las ideas preconcebidas de su autor, sus convicciones, su soplo visionario y su exigencia. En un anuncio de azul puro, de volumen y de equilibrio. Un paralelogramo atravesado por un cono central que irradia el color azul en toda su intensidad.

Cuando se toma en la mano, la masculinidad de L’eau Bleue D’issey pour Homme se vuelve evidente por la fuerza sin ostentaciones que emana y por su absoluta sencillez.

La importancia del azul en la nueva fragancia masculina de Issey Miyake invoca a la historia de un misterio en el que la sombra y el color se unen en la profundidad del agua. Este azul, expresión afectiva y cromática de un mundo que se ha visto en todos los firmamentos, es el que Issey Miyake desea hacer vibrar.

Además, el agua, el elemento precursor de todas las cosas, es para L’eau Bleue D’issey por Homme, un agua infinita, un lago silencioso en el que juega el reflejo de la luna representada en el capuchón del frasco, grabado discretamente con el nombre de la marca.

En L’eau Bleue D’issey se perciben los aromas que despiertan cuando la tierra reposa: el aroma suave y chispeante de la mandarina, la nota aromática de los bosquecillos de romero y cindronela, el susurro de la badiana y una lágrima de resina de un árbol.

Además, las flores, tan poco frecuentes en una fragancia masculina. La rosa de mayo, la palmarosa, la rama geranio y la capuchina, mezcladas con las hierbas: el jengibre pimentado como un berro crujiente. Para componer el todo, el heno y el musgo, el pachulí, el sándalo de profundas raíces y las del abelmosco.