La Real Academia Sueca le otorgó el premio Nóbel de Economía al economista francés Jean Tirole: ¿cuáles fueron sus principales contribuciones?
Análisis de la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte, sobre los aportes del nuevo Nóbel de Economía.
(emitido a las 8:36 hs.)
EMILIANO COTELO (EC):
La semana pasada se conoció el Premio Nobel de Economía, que fue otorgado al francés Jean Tirole.
Tirole es un economista doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, que se desempeña en la Universidad de Toulousse. Según la Academia Sueca, Tirole ha sido uno de los economistas más influyentes de nuestro tiempo.
Para entender un poco más cuáles fueron esas contribuciones, estamos en diálogo con la economista Tamara Schandy, de la consultora Deloitte.
ROMINA ANDRIOLI (RA):
Para empezar, ¿qué les pareció la noticia del premio a Tirole? ¿Era esperable?
TAMARA SCHANDY (TS):
Siempre es difícil saber quién ganará en cada año un premio Nobel. Los académicos que están bien inmersos en ese mundo suelen hacer sus apuestas con éxito muy diverso.
Pero, francamente, la contribución de Tirole a la ciencia económica ha sido formidable. Era uno de esos nombres que más tarde o más temprano tenían que recibir el premio.
RA - ¿En qué áreas fueron sus principales contribuciones?
TS - Tirole revolucionó la Teoría de la Organización Industrial. Revolucionó también la Teoría de la Regulación de mercados donde las empresas operan con poder para fijar precios (por falta de competencia). Realizó sus trabajos a partir del desarrollo de modelos matemáticos teóricos que trataban de aportar recomendaciones para la política económica y a pesar de la alta complejidad matemática de sus modelizaciones, siempre se preocupó porque sus modelos fueran lo más realistas posibles. Muchas veces, la ciencia económica peca de modelizaciones demasiado abstractas y simplificadoras. Ese no fue el caso de Tirole.
Y a su vez, para resolver esos modelos lo más ajustados a la realidad posible, desarrolló técnicas importantes en el campo de la teoría de los juegos, un herramental matemático que sirve para estudiar situaciones en las cuales diversos actores toman decisiones estratégicas, contemplando que sus acciones tienen consecuencias sobre las acciones de los demás actores.
Entonces, generó muchas contribuciones en la Teoría de la Organización Industrial, en la Teoría de la Regulación y en la Teoría de Juegos, y para completar ese trabajo académico escribió excelentes libros de texto en esos tres campos destinados a estudiantes de posgrado, y que resumen gran parte del conocimiento desarrollado en esas tres áreas.
RA - Entremos un poco más en detalle. Decías que había hecho contribuciones importantes en la Teoría de la Organización Industrial, ¿cómo es eso?
TS - La teoría de la organización industrial es la parte de la economía que estudia cómo se organiza la producción en los mercados: ¿cuántas empresas operan en un mercado? ¿Cómo se comportan? ¿Pueden fijar precios altos en relación a sus costos o la competencia lo termina impidiendo?
Hasta fines de los años 70, la economía sólo tenía un marco teórico fuerte para entender situaciones de monopolio (cuando en una industria hay una sola empresa que atiende el 100% de la demanda) y situaciones de muy alta competencia (que en la jerga de los economistas se denomina "competencia perfecta").
Eso le quitaba realismo a la teoría porque con mucha frecuencia hay situaciones de Oligopolio, en las cuales hay unas pocas empresas que compiten entre sí, pero que pueden fijar precios altos porque la competencia no es demasiado intensa, pero no tan altos como si fueran monopólicas. Para comprender esas situaciones mucho más frecuentes en la vida real eran necesarios nuevos desarrollos.
Hasta fines de los 70, las situaciones de Oligopolio se analizaban con enfoques bastante esquemáticos y eso planteaba muchos problemas a los gobiernos, que discutían si el gobierno debía o no debía regular una industria oligopólica, y sobre cómo se debía regular. Tirole modernizó el análisis de la organización industrial y eso a su vez, a instancias de sus propios trabajos (junto con otro economista francés, Jean Jaques Laffont, que falleció muy joven), permitió desarrollar una teoría mucho más robusta sobre cómo se deben regular los oligopolios.
RA - ¿Y cuáles son las recomendaciones más importantes en esa materia?
TS - La conclusión más importante es que regular es muy difícil, mucho más difícil de lo que está implícito en muchos debates políticos.
Y esas dificultades surgen del hecho que el gobierno no tiene información sobre los costos verdaderos de las empresas y sobre su capacidad para bajar esos costos. Los regulados procurarán mostrar siempre que los costos son altos y que son difíciles de bajar.
Estos comentarios pueden parecer medio simples y decepcionantes para los oyentes, pero vale la pena poner algún ejemplo más concreto.
RA - A ver…
TS - Supongamos que hay una industria en la que por alguna razón el gobierno quiere influir en los precios de venta. Puede ser porque hay pocas empresas que podrían fijar precios muy altos si no se les pusiera ningún límite o porque la regulación no deja que haya mucha competencia. Por ejemplo en Uruguay se fija el precio del boleto de ómnibus, el precio del taxi, el margen que cobra la estación de servicio cuando vende combustible.
Lógicamente una respuesta fácil es fijar precios tratando de evitar que las empresas obtengan ganancias desmedidas. Pero la realidad es que el regulador no conoce a ciencia cierta los costos de las empresas y más importante, no conoce, cuánto esfuerzo están poniendo las empresas en ser eficientes.
La falta de información del regulador es una restricción muy importante. Si el regulador fija un precio a partir de una paramétrica de costos, reconociendo el costo de producción y un margen de ganancia que se considere razonable, la regulación reduce los incentivos que tienen las empresas a ser más eficientes. No hay tanta necesidad de ser eficientes si al final el gobierno me dejará recuperar siempre mi suba de costos. Y además las empresas tratarán de reportarle costos altos al regulador.
En el otro extremo, el gobierno puede fijar un precio máximo y no ajustarlo en absoluto por la suba de costos. De ese modo, se establece un incentivo fuerte para que las empresas sean más eficientes. Pero aquellas empresas que logren ser más eficientes, terminarán ganando demasiado dinero, y en general a los gobiernos les preocupa el impacto redistributivo de sus políticas. No está bien que las empresas ganen mucho a expensas de sus consumidores. Planteado el problema así, el gobierno enfrenta un dilema: ninguna solución luce atractiva.
RA - ¿Y ante ese problema qué planteó Tirole?
TS - Que en general es mejor encontrar un camino que combine un poco de ambas alternativas. En lugar de reconocer la totalidad de los costos, es mejor reconocer una fracción de los costos. Entonces en lugar de tener paramétricas que reconozcan todos los costos más un margen, se pueden fijar paramétricas que contemplen una parte del precio fija y una parte asociada a los costos. En Uruguay tenemos muchos casos donde las paramétricas reconocen la totalidad de los costos más un margen de ganancia, según Tirole podríamos regular bastante mejor.
Y Tirole también dice que es mejor cuando hay varias empresas ofrecerles un menú de opciones. Por ejemplo, si el gobierno va a pagar un subsidio al boleto de ómnibus, en lugar de que todas las empresas reciban el mismo subsidio por pasajero, es mejor ofrecerle alternativas diferentes que combinen distintos niveles de subsidio por pasajero y distintas formas de ajuste de ese subsidio… y que cada empresa elija. Un resultado poco intuitivo pero que Tirole demostró que es mejor.
RA - ¿Qué otros resultados obtuvo Tirole en sus investigaciones?
TS - Francamente, trabajó en muchas cosas. En temas de competencia entre empresas a través de patentes, en la regulación de mercados específicos como telecomunicaciones.
Pero quizás vale la pena mencionar el tema de los acuerdos de distribución exclusiva. Antes de los trabajos de Tirole, se pensaba que si una empresa era monopólica en su industria por ejemplo la fabricación de un producto, obtendría ganancias monopólicas en la actividad de fabricar ese producto pero se pensaba que no podría obtener ganancias monopólicas en la comercialización, si en la fase de comercialización había muchos competidores vendiendo el producto. Tirole demostró que las restricciones o acuerdos de exclusividad en la distribución bajo ciertas condiciones pueden permitir a la empresa aumentar aún más sus ganancias, limitando la venta de su producto, incrementando el margen de comercialización y repartiendo ese mayor margen con sus distribuidores exclusivos. Entonces esos acuerdos de exclusividad pueden limitar la competencia y llevar a mayores precios al consumidor. Pero por otro lado, también sucede a veces que los acuerdos de exclusividad permiten realizar más inversiones y desarrollar mejor la oferta y la innovación. Y de nuevo Tirole nos dice que no hay respuestas generales que nos permitan regular siempre igual. De todos modos, a instancias de estos trabajos, la regulación y las políticas de defensa de la competencia prestan mucha atención a los acuerdos de exclusividad y en muchos casos no los permiten. No los permiten si no hay fundadas y claras razones para creer que la exclusividad permite más innovación y mejores productos.
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