Nueva tendencia

El consumo colaborativo ayuda a reconstruir la confianza entre las personas

El consumo colaborativo ayuda a reconstruir la confianza entre las personas

Una nueva tendencia en Europa le está haciendo competencia a las formas clásicas de consumo. En vez de comprar en un supermercado u hospedarse en un hotel, existe la posibilidad de comerciar mediante el trueque, o quedarse en lo de un desconocido que alquile una habitación. De este tema habló En Perspectiva con el español Albert Cañigueral, fundador del blog ConsumoColaborativo.com. Cañigueral explicó que prácticas como estas pueden mejorar las condiciones de la vida de la gente "de manera muy eficiente". Según él, se ha perdido la confianza entre las personas, por lo tanto estos mecanismos sirven para reconstruirla. "Poder confiar en desconocidos es un cambio social de los mayores que podemos llegar a pensar" reflexionó Cañigueral.

(emitido a las 8.50 hs.)

EMILIANO COTELO:
"Una nueva tendencia económica se abre paso en la agotada cultura del consumo"
"El capitalismo tal y como lo conocemos va a desaparecer"
"Guerra total entre los sectores tradicionales y las nuevas plataformas de consumo colaborativo"

Estos son algunos de los titulares que en los últimos meses se han ocupado de la economía colaborativa, un sistema económico en el que se comparten e intercambian bienes y servicios a través de internet y de las plataformas digitales.

En términos concretos, esto puede ir desde compartir un viaje en auto para ir al trabajo hasta compartir una casa particular para pasar las vacaciones. Sin embargo, el alcance simbólico de esta tendencia parece mucho más poderoso. La revista Time la consideró en 2011 como una de las 10 ideas que cambiarían el mundo, y este año el famoso economista Jeremy Rifkin la describió como el primer sistema económico que entra en escena desde el capitalismo y el socialismo de principios del siglo XIX.

¿Cómo funciona el consumo colaborativo? ¿Es realmente un cambio que amenaza los cimientos del capitalismo tal como lo conocemos hoy?

Vamos a conversar de estos temas con uno de los expertos en esta materia. Nos vamos a España para dialogar con Albert Cañigueral, ingeniero multimedia, fundador del blog ConsumoColaborativo.com, portal pionero en el desarrollo de la economía colaborativa en idioma español.

¿Qué es esto del "consumo colaborativo" o la "economía colaborativa"?

ALBERT CAÑIGUERAL:
Son términos aún un poco confusos. La manera más sencilla de definirlo es que es lo que se ha hecho toda la vida en los círculos de confianza: la familia, los amigos, el equipo de fútbol, la gente del trabajo. Si se va uno el fin de semana al monte, desde luego se comparte coche de manera muy natural. O cuando nace un niño o una niña nos pasamos la ropa, porque a mí ya no me sirve, a ti te va a servir. O vamos a dormir a casa de un amigo de un amigo porque está en esa ciudad.

En esto que en círculos de confianza es muy natural y se ha hecho toda la vida, ¿qué ocurre cuando ponemos la tecnología y las redes sociales de por medio? Esto explota, se convierte en unos mercados muy grandes y muy exigentes. Esos son algunos ejemplos, puedo compartir auto con desconocidos, voy a dormir a casa de otra gente a quien no conozco pero que conocí a través de internet, o puedo organizar campañas de crowdfunding.

EC - En la página ConsumoColaborativo.com, que tú has venido desarrollando, se puede ver una larga lista de ejemplos de consumo colaborativo que hoy en día están en funcionamiento en España y en América Latina. Ahí se encuentran opciones como compartir autos o compartir determinados trayectos en auto. También la posibilidad de reservas y alquiler de estacionamiento entre particulares, sistemas para compartir taxi, para alojamiento temporal, y podríamos seguir. ¿Qué evaluación o qué diagnóstico hay sobre cuán desarrollado está este sistema hoy en el mundo?

AC - Los sectores que están funcionando mejor son la movilidad, todo lo relativo a moverse de manera colaborativa. La gente ya ha entendido que el objetivo es desplazarse del punto A al punto B, no tiene por qué ser en mi propio auto, que es muy ineficiente. Y si me he comprado un auto, es muy probable que lo tenga estacionado un 95% del tiempo, esa es la media; por tanto, si no lo estoy usando yo, en vez de estar perdiendo dinero, voy a poder alquilarlo a otra gente y al menos compensar ese gasto que tengo.

En segundo lugar, el tema de los viajes y el turismo. La empresa más conocida es la americana Airbnb.es, que permite alojarse en casas de desconocidos, aunque también hay opciones gratuitas, como Couchsurfing, o incluso intercambiando casas. En este contexto son muy interesantes las experiencias turísticas, cómo otra gente local puede convertirse en tu guía, y también puedes llegar a comer a casa de desconocidos y conocer bien la cocina y la sociedad.

Y finalmente todo el tema de las finanzas. Desde campañas de crowdfunding, monedas alternativas. Ahora salió mucho en los medios todo el tema de cripto-monedas –Bitcoin es el más conocido–, que es un sector que está empujando muy fuerte.

EC - Cuando hablamos de economía colaborativa puede haber lucro de por medio, de hecho en varios de estos sistemas que has mencionado se paga y alguien gana algo.

AC - Sí, hay un debate abierto sobre la taxonomía, la clasificación, qué palabra usamos para decir qué es una cosa. Cuando hablo del consumo colaborativo incluyo un abanico de opciones; para mí lo interesante es que antes solo tenía una opción, que era usar moneda para comprar algo nuevo o ir a alojarme en un hotel. Ahora puedo hacerlo de manera gratuita a través de Couchsurfing o puedo hacer un intercambio, porque la persona tiene un interés recíproco, o bien puedo pagarle a alguien para que me aloje.

Lo interesante es que esa transacción sea directamente entre personas, a través de una plataforma, pero el proveedor del servicio final es otra persona, no es una empresa. Si esa persona llega a ganar algo de dinero por proveer ese servicio, no lo encuentro mal, lo ponemos dentro de la economía colaborativa. Evidentemente hay servicios en los que lo que se hace es compartir gastos puramente, el caso más conocido aquí en Europa es Blablacar.es compartir trayectos entre ciudades. Ahí los usuarios lo único que hacen es compartir los gastos del desplazamiento: la gasolina y los peajes, si existen, ahí no hay un lucro. Pero lo interesante es que se están ampliando estas opciones, veremos cuáles se consolidan y cuáles no.

EC - De hecho hoy algunos de esos sitios, algunas de esas plataformas han terminado siendo verdaderas multinacionales, y poderosas.

AC - Sí, es una de las críticas que está habiendo, si nos hemos pasado un poco, porque realmente estamos intentando cambiar el sistema y lo único que hemos hecho ha sido reemplazar un tipo de empresa por otro, la mala paradoja de los monopolios. Esto ocurre mucho en la colonia digital, todos acabamos dependiendo del delivery de Amazon, de Facebook, de Gmail, realmente se concentra mucho el poder en unas pocas plataformas. Pero a la vez en este momento de transición, de cambio de cultural, cuando hay también batallas legales, porque toda esta innovación no acaba de encajar con la legalidad existente, estas mismas y grandes empresas son las únicas capaces de ir abriendo camino e ir ayudando este cambio cultural y legal.

EC - ¿Qué tan desarrollado está aquí en América Latina este modelo? Desde España, donde tú coordinas también con esta zona, ¿qué impresión tienes?

AC - Me gustaría visitarla un poco más. Tuve ocasión de estar allá hace un año y medio, pero ahora hace ya un tiempo que no voy, espero poder hacerlo el año que viene. Lo interesante es cómo se ha ido desarrollando, empezó bastante fuerte en Argentina y en Chile, ahora han salido también bastantes proyectos en el ámbito algo más social en Colombia y en México. De Uruguay particularmente no tengo muchísima información, pero sí que existen particulares; creo que es adaptar estas ideas al contexto local. Una de las cosas interesantes de esta economía no es replicar de manera exacta el mismo modelo, sino tomar las ideas y ver cómo se pueden adaptar al contexto y a las condiciones locales.

Me interesa mucho en América Latina todo el tema del impacto social de esta economía, que no es tan grande, sino cómo incluso a nivel de barrios, ciudad, puede aplicarse para mejorar las condiciones de vida de la gente de una manera muy eficiente.

EC - ¿Qué ventajas tiene el consumo colaborativo? Se ha hablado de ventajas económicas, ecológicas, sociales. Me gustaría repasarlas y al mismo tiempo ir viéndolas con ejemplos.

AC - Sobre todo te argumentaría por qué la gente participa en esto. Hay varios estudios que demuestran que el interés principal de unirse o de probar estos servicios es económico. A un altísimo porcentaje de la gente lo que la motiva es o bien compartir gastos o bien conseguir algo gratuito. O, si soy quien está ofreciendo ese trayecto o esa casa o esa pieza de ropa, voy a poder ganar un dinero extra. Por lo tanto la primera motivación es económica.

Por ejemplo, aquí en Barcelona hay una empresa que se llama Social Car, que alquila autos entre personas, y la media de ganancia de las personas que están alquilando su auto de manera regular está entre 200 y 250 euros mensuales. No hay muchísimos datos aún consolidados, pero son pequeñas fuentes de ingresos. El trabajo ya no es un trabajo de ocho horas, sino que como persona estoy generando una red de fuentes de ingresos.

En la parte social es interesante que cuando la gente ha participado tres, cuatro, cinco veces en distintas iniciativas se encuentra a gusto, porque encuentra gente con quien conversar, con quien comparte valores, con quien comparte necesidades e intereses, y esta es la parte que engancha, desde la experiencia. Lo más claro es el tema del turismo, cuando viajo puedo conocer la ciudad de destino desde los ojos y las opiniones de una persona que vive ahí, que me puede aconsejar esos sitios a los que los turistas no acaban llegando, sino que solo conoce la gente de ahí. Y esto se ve en las opiniones que la gente deja en los portales. Después de haber viajado hay una evaluación forzada del viajero al que lo ha hospedado y del que ha hospedado al viajero; podéis observar algunas de estas reviews. Esta parte social es para mí la más interesante, probablemente porque está ayudando a reconstruir la confianza entre privados. La hemos perdido en las grandes instituciones, y estos mecanismos nos están ayudando a reconstruir la confianza entre nosotros.

Y finalmente, también comentaba los beneficios medioambientales, que van en el tercer lugar y para muchos de los usuarios no son una motivación principal a participar en este tipo de servicios. Aquí pondría el ejemplo de todo el tema de la compraventa de segunda mano. Aquí en España hay una aplicación de móvil que se llama Wallatop que está funcionando muy bien, donde puedes comprar y vender cualquier objeto de segunda mano de manera geolocalizada. Me ubico en la ciudad y puedo ver a mis vecinos en un radio de 5 a 10 kilómetros qué están dispuestos a vender y los puedo contactar. Poder hacer esta compraventa de estos objetos, que son miles de objetos que están en las casas sin usarse, sería un beneficio medioambiental bastante evidente, porque hay que fabricar menos cosas y hay que transportar menos cosas.

EC - Parece bastante claro que un aspecto clave para el desarrollo de esta forma de economía es la confianza, la confianza entre las partes que se vinculan. ¿Cómo se hace? ¿Cómo se va construyendo la confianza en este tipo de intercambios?

AC - Puedes tener algo que compartir, puedes tener gente que lo quiera compartir, una masa crítica, pero si no hay confianza entre esta gente no van a ocurrir las transacciones, porque no voy a poder confiar en un desconocido. Esa es un poco la cuestión de todo el sistema.

EC - Vayamos a la posibilidad de que alguien que tiene una casa, supongamos en un balneario, ponga a disposición una o dos habitaciones para que allí se alberguen turistas. ¿Cómo sabe esa persona que esos turistas que llegan son gente honesta, que no le va a romper sus muebles, que no va a dejar en mal estado los colchones o las frazadas? ¿Cómo sabe que no la van a robar? Ese es un buen ejemplo de lo delicado del tema confianza.

AC - Evidentemente. Ahí hay dos elementos claves. Una cosa es la identificación digital, y estas plataformas se cuidan mucho. En el pasado en e-Bay y en otras plataformas había muchos seudónimos, no había usuarios personales, eran muy anónimos. Aquí la gente tiene que usar su nombre real. Algunas plataformas llegan al extremo de pedir el pasaporte escaneado, también te verifican el mail, te verifican el teléfono celular y puedes conectar la cuenta de Facebook u otras cuentas sociales. Esto tiene otra ventaja: cuando estás buscando apartamentos puedes ver amigos de amigos, por ejemplo ves una casa que es de un amigo de un amigo –al final estamos a seis grados de separación–, con cierta facilidad puedes encontrar amigos de amigos que estén ofreciendo su apartamento en esta plataforma. Una parte es la identificación digital, que la gente es quien dice ser, es un primer paso.

Luego hay que generar esta confianza en este perfil digital. Ahí lo más importante es esto llamado en inglés los reviews o las opiniones sobre lo que ha hecho esa persona en la plataforma. Si se ha alojado en otras casas habrá recibido opiniones de otra gente que la ha alojado. O si ha alojado a gente, habrá otras opiniones. Como TripAdvisor para el tema de los hoteles. Pero en este caso solo se puede poner la opinión si se ha ido a dormir. El sistema está hecho de tal manera que no se puede opinar sobre una persona con la que no se ha estado.

La última modificación que ha hecho es que esa publicación de opiniones es simultánea. Para no poder influenciar uno en el otro, es decir, yo voy a dejar mi opinión acerca del viajero si lo estoy alojando y el viajero va a dejar una opinión acerca de mí como host, y se van a publicar a la vez, tenemos un mes para hacer eso. De manera que se evitan ciertas suspicacias. Es un tema que está evolucionando, estamos ahora al principio, esto es la punta del iceberg, y eso será un cambio. Poder confiar en desconocidos es un cambio social de los mayores que podemos llegar a pensar.

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EC - Han llegado muchos mensajes de los oyentes.
    
ROMINA ANDRIOLI:
Por ejemplo, Cecilia cuenta que tiene 55 años, "desde 2008 soy miembro de Couchsurfing. Lo leí en un diario inglés y me encantó. Ese mismo año tuve viajeros en mi casa, quedándose allí", y aclara que vive en un monoambiente. "Viajé por las Islas Británicas durante un mes yo misma. El mejor viaje que hice. No conocía a ningún dueño de casa y mis huéspedes fueron todo tipo de gente. La relación es como de familia, yo ayudaba a cocinar, nos sentábamos a charlar, me presentaron sus amigos, salíamos al pub del barrio".

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EC - En un dossier realizado en España por Economistas sin Fronteras, en el que tú participaste, la profesora de la Universidad Pontificia Comillas Carmen Valor plantea algunos reparos o desafíos que presenta este nuevo modelo económico y que no necesariamente tienen respuesta al día de hoy.

El primer problema que ella menciona es el del trabajo: "una economía basada en el uso implica menos oportunidades de empleo ligadas a la producción". Al generalizarse este modelo, el consumo caería y, con él, el empleo. ¿Qué respondes sobre este aspecto?

AC - Es un análisis muy acertado y es uno de los retos que están identificados. Somos una sociedad muy centrada en el trabajo productivo, pero tenemos que empezar a entender que están creciendo la población y las necesidades de consumo. Si seguimos entendiendo el consumo con un formato de producción y compra, esto no es sostenible; ya está más que demostrado por muchos estudios científicos que estamos llegando a un punto de no retorno en temas medioambientales. Tenemos que pensar que el consumo es el acceso a los bienes y a su uso y replantear por ejemplo el tema del trabajo.

En vez de trabajos adonde yo vaya ocho horas a una fábrica está empezando a ocurrir que la gente está teniendo varias fuentes de ingresos con aquello que sabe hacer, con aquello que tiene, a veces monetizado, a veces no, a veces a través de intercambios o bancos de tiempo. Por tanto vamos a ver un cambio fuerte, y ese es uno de los miedos más grandes que puede presentar un cambio hacia una sociedad colaborativa.

EC - El segundo problema que la profesora Valor menciona tiene que ver con la brecha digital. Si alguien no tiene acceso a internet (o, teniéndolo, no sabe cómo manejarse en la red) está frente al mismo problema que los desposeídos en el mundo actual: no contará con los medios para integrarse al mundo de esta economía, por más colaborativa que sea. ¿Qué opinas sobre esa objeción?

AC - En estos momentos la economía colaborativa –hay varios artículos publicados al respecto– es un tema aún bastante elitista, de gente con un nivel sociocultural bastante elevado, las clases media y media-alta, que tiene esta cultura digital y que es capaz, sobre todo, volviendo a la confianza, de dar confianza y de recibir confianza. En otros segmentos de la población, todos estos mecanismos, tanto el acceso a la cultura digital como la generación y recepción de confianza son importantes, y de nuevo, otro de los retos que hay que trabajar para que la economía colaborativa despliegue todo su potencial. Si se tiene que limitar a una clase social determinada no creo que sea la solución que estamos buscando.

Creo que se van a adaptar las ideas, se van a ver maneras distintas, a veces con menos tecnología, a veces adaptando los modelos de negocios a distintas circunstancias. Va a haber una evolución. Es como cuando apareció internet. Cuando yo la empecé a usar estaba estudiando en la universidad y era una cosa un poco elitista en ese momento, y ahora se ha desplegado en todo el mundo. Y nos podemos enseñar unos a los otros, esto se irá normalizando. Ahora mismo todo va muy rápido, pero es que estamos justo empezando, muchas veces decimos que la economía colaborativa está en la pubertad, porque está justo empezando y es normal que tenga esos problemas de crecimiento. Está en un momento de cambios hormonales y es normal que haya todos estos desequilibrios y disfunciones; tenemos que ayudar a que crezca en la dirección correcta.

EC - Del trabajo de la profesora Carmen Valor elijo un punto más, una preocupación central con respecto al modelo: ¿qué pasa con lo público? Una extensión de este modelo de la economía colaborativa puede implicar, dice ella, "una desinstitucionalización completa de la economía". ¿Qué pasaría por ejemplo con los ingresos fiscales? ¿Cómo sostendríamos el funcionamiento del Estado si este modelo se propagara?

AC - Ahí hay dos puntos importantes. Dentro del colectivo OuiShare, con el que trabajo –que se llama sharetories, "share" de ‘compartir’ y "tories" de ‘territorios’–, y en esto hay que entender cómo la economía colaborativa puede beneficiar, puede ayudar a cumplir los objetivos que hemos mencionado, medioambientales, ecológicos y sociales en los territorios. Al igual que las empresas que están pensando ofrecer productos tienen que pensar en vender servicios; por ejemplo en el caso de Spotify y la música, ya no estoy comprando algo, estoy comprando el acceso a la música. Lo mismo ocurre con los sistemas de bicicletas compartidas, no compro una bicicleta, compro acceso a las bicicletas durante el tiempo que necesito. Las empresas y administraciones se tienen que replantear su papel. Estamos viendo que la administración empezará a ser un facilitador, porque ya hay muchos usuarios, hay muchos ciudadanos que pueden ser proveedores de servicios de los unos a los otros con la intermediación, con el control de la administración. Por tanto hay un replanteamiento del papel de la administración, que también dará mucho para hablar.

Por otro lado, en cuanto a los impuestos, la economía colaborativa está muy basada en transacciones digitales, por tanto es muy fácil dar seguimiento a estos pagos, porque la mayoría de ellos se hacen con tarjetas de crédito u otros medios de pago digital. Es simplemente cuestión de regular, primero de reconocer la existencia de toda esta actividad económica, de reconocer que las personas pueden ser entes económicos a varias escalas, que no tienen por qué ser autónomas o empleadas, pueden ser microempresarios o microemprendedores y facilitar el pago de estos impuestos. De nuevo, como todo esto va tan rápido hay un desajuste, pero creo que la mayoría de las empresas, la mayoría de los usuarios están dispuestos a pagar estos impuestos, porque evidentemente se benefician de la infraestructura que existe, a nivel de las comunicaciones, a nivel de las carreteras, a nivel de mucha infraestructura pública, sin la cual no sería posible desarrollar esta actividad.

EC - Allí en España se ha abierto un debate muy profundo en torno a este tema. De hecho, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia lanzó el mes pasado una consulta pública para, según dice en la página web de ese organismo, "alcanzar conclusiones y recomendaciones que faciliten un desarrollo de la regulación eficiente de estos nuevos modelos económicos". Principalmente, ese organismo regulador ha decidido centrar esta iniciativa en turismo y transporte, ya que son los sectores que por ahora van creciendo más, los que más han sentido el impacto de esta alternativa. ¿Cómo se está procesando este fenómeno de la regulación en España?

AC - Estoy sorprendido de manera positiva por la actividad que está llevando a cabo la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia intentando hacer este estudio. Muchas veces la reacción ante las innovaciones es regular de una manera limitante o prohibitiva, extender los mecanismos regulatorios para prohibir la nueva actividad. Una reacción, diría, natural. Pero esta gente de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia quiere hacer un análisis y quiere evaluar si la regulación actual beneficia de la manera que está prevista a los ciudadanos, en sentido de darles mayor oferta, mayor competencia y seguridad en la participación en estos procesos.

Es una consulta muy interesante, en la que yo y otros compañeros hemos podido participar, y empresas también han participado en dar nuestra opinión. Te diría sobre todo esto: recentrar en entender que los ciudadanos nos hemos vuelto entes productivos, ciudadanos creadores. En el espacio digital es muy fácil que cualquiera abra un blog, que cualquiera suba un video a YouTube, que cualquiera haga un podcast y lo ponga en su página o haga su pieza de música y la ponga en SoundCloud. Esto es muy evidente en el espacio digital.

Esta misma capacidad productiva del ciudadano está pasando a espacios que no son digitales. Nos tenemos que convertir en un pequeño hotelero, en un pequeño restaurante, en un pequeño banco, en un pequeño vendedor de ropa. Y evidentemente esto no estaba previsto en la legislación. Entonces hay que ver cómo encajar, dónde están los límites de esta actividad y cómo asegurar que la gente que participa tenga garantías de que el servicio funciona bien, y si hay algún problema, poder resolverlo.

EC - En ese sentido puede haber dificultades importantes. Habría que ir a controlar, a inspeccionar a nivel muy micro. Pienso por ejemplo en la posibilidad de utilizar economía colaborativa en el rubro comidas. Simplemente en una casa particular alguien ofrece comidas o eventualmente un servicio parecido a un restaurante. ¿Quién asegura que allí se están cumpliendo las normas bromatológicas, que esos alimentos son saludables, que no están vencidos?

AC - Tendemos a asumir que la gente no va a ser buena haciendo eso que está intentando hacer y se le ponen muchas normas a priori. Puede que el ejemplo más fácil de entender sea con los hoteles: no sé cuánta gente se fía de las estrellas, que es la regulación oficial cuando estás buscando un hotel; te fijas en la localización, en el precio y te vas a TripAdvisor a ver las referencias de la última gente que se ha hospedado en ese espacio. Lo mismo con los restaurantes, tienen tenedores, otro tipo de clasificaciones, pero vas a leer en varios portales de internet la opinión de la gente acerca de la comida. Es justo lo que ocurre en estas nuevas plataformas. ¿Quién asegura que eso está funcionando bien? Pues la gente que va y dice que funciona bien.

EC - Una especie de "control ciudadano" en vez de control del Estado.

AC - Una vez más, hay que encontrar el equilibrio. Tendemos mucho al blanco y negro, y creo que los grises son muy interesantes en este ámbito. Hay unos mínimos que sí hay que regular, por ejemplo la manipulación; en el caso español hay un carné de manipulación de alimentos. Probablemente que la misma actividad sea declarada, que se paguen unos impuestos, hay unos mínimos para activar esa actividad y que sea reconocida, y que esté publicada, para que no sea economía sumergida.

Y luego probablemente algún mínimo control. Pero el control del día a día es el de los propios usuarios, quienes van a decir si eso está funcionando o no. En inglés se llama peer police, el sistema se autorregula bastante bien. Al momento de regular no teníamos esta información, antes no era posible, pero ahora tenemos muchísima información que podemos pasarnos los unos a los otros y nos ayuda. Por tanto hay que tenerla en cuenta. No digo que sea la única que tengamos que tener en cuenta, pero sí que hay que tenerla en cuenta en algún porcentaje al momento de regular. Tendremos que crear nuevas maneras de regulación.

RA - Más preguntas. Diego plantea: "¿Este es el fin de la intermediación como negocio?".

AC - No creo. De hecho, la intermediación es más ligera en este caso, pero los portales de los que estamos hablando, las empresas, no dejan de ser intermediadores en sí, más ligeros y no toman un porcentaje de las transacciones que han facilitado, intentan facilitar el mayor número de transacciones posible, porque así ellos también se enriquecen más. Muchas veces los intermediarios lo que hacen es estrangular al proveedor e intentar sacar el máximo dinero de la persona que está vendiendo el producto o servicio. Ese es el peor mediador, que no aporta valor, que lo único que hace es intentar capturar el máximo valor para él mismo, sin compartirlo con el resto de la cadena. Ese intermediador va a tener problemas, ciertamente, porque eso se va a terminar. No es necesario, no aporta valor.

EC - Yo mencionaba el comienzo de esta charla que la economía colaborativa fue nombrada por la revista Time como una de las 10 ideas que cambiarían el mundo. ¿Estamos hablando realmente de un posible "nuevo modelo económico"? Tenemos oyentes muy escépticos al respecto…

RA - Gonzalo dice: "Proclamar la decadencia del capitalismo a partir de esta nueva modalidad de organizarse para el consumo es una gran tontería. Por el contrario, el capitalismo se fortalece en nuevas formas de intercambio. Los agoreros del capital no encuentran razones lógicas para desacreditarlo, son pura ideología".

AC - Vuelvo a lo de los blancos y los negros y los grises. Es un sistema complementario que nos da opciones de consumo. No soy de quienes hacen estas afirmaciones radicales del fin del capitalismo, habitualmente no las hago, son más bien para titulares de periódicos, pero creo que hay que profundizar un poco más. Lo que estamos viendo son más opciones de consumo, podré decidir si sigo usando las opciones tradicionales para comprar o satisfacer mis necesidades de bienes y servicios, o si en algunos momentos me interesa más hacerlo de esta manera. Por ejemplo, cuando los bancos no dan créditos, como está ocurriendo aquí en Europa en general y en España en particular, puedo encontrar mecanismos de financiación a través de otras personas que sí confían en mi proyecto o en mi persona y me van a dar un crédito o bien para un proyecto o bien para una necesidad puntual.

Insisto en una complementariedad de todo. Pero sí que veremos una cierta evolución desde este capitalismo hiperconsumista, cuyo único objetivo es que crezca el producto interno bruto de un país a partir de producir, producir, vender, vender. Que es suicida, está bastante demostrado, y tenemos que replantearnos hacia otros destino. Y me parece una opción interesante la economía colaborativa; no digo que sea la única y la final, pero sí que está en una dirección más interesante que el capitalismo hiperconsumista.

EC - Y hablando de frases fuertes, ¿cómo ves lo que ha dicho el economista Jeremy Rifkins, quien sostiene que "es el primer sistema económico que entra en escena desde el capitalismo y el socialismo de principios del siglo XIX. Es la tercera revolución industrial"?

AC - Justo hoy he publicado un artículo en el blog que habla de esto. Hay también un cambio de valores, estamos aún en un momento de transición, estamos usando nuevos paradigmas económicos con herramientas tradicionales. El tipo de empresas de las que estamos hablando siguen siendo empresas muy tradicionales con inversores tradicionales. El siguiente cambio de marcha es cómo los propios usuarios en las plataformas se van a convertir en propietarios hasta cierto punto y van a entrar en la gestión y la gobernanza de estas empresas. Se van a convertir en especies de cooperativas modernas que van a proveerse servicios. Ya no será la propia empresa, sino los propios usuarios quienes organicen este tipo de plataforma. Este es el siguiente cambio que estamos empezando a intuir. Y para mí eso es más interesante a nivel de cambio social.

Como digo, estamos andando, es un camino, no hemos llegado a ningún sitio. Estamos avanzando y hay que ser un poco paciente y crítico ante cada opción en cada momento del camino.

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EC - Un último mensaje, de Juan: "Estas conductas económicas son antisistémicas en reacción al capitalismo, pero con la misma filosofía consumista". ¿Qué te parece?

AC - Como todo, es bueno recibir feedback en este caso de los oyentes. No lo catalogamos como antisistema, porque como quien dice usa muchos mecanismos del propio capitalismo. Una de las críticas que se le están haciendo es que estamos mercantilizando muchas de las opciones que tradicionalmente se han hecho de manera gratuita o a través de favores. Ahí sí hay una crítica que hay que evaluar.

Para mí lo más interesante de estos mecanismos es la reconstrucción de la confianza entre los ciudadanos. Hemos perdido la confianza en las grandes instituciones, en los gobiernos, en las empresas, por culpa de la crisis, y estamos buscando mecanismos para que la sociedad siga funcionando y en este caso de una manera más eficiente, haciendo más con menos, gracias a la conexión entre ciudadanos.

En algún momento seguiremos mecanismos más capitalistas, en otros momentos se establecerán mecanismos del ámbito más social, más cooperativista. Creo que la verdad está en el medio; vuelvo al tema de los grises, creo que es importante.

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Transcripción: María Lila Ltaif

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Infografía: Saca partido al consumo colaborativo