La crisis europea: mucho más que un problema de endeudamiento
La crisis financiera que estalló luego de la quiebra de Lehman Brothers en setiembre de 2008 interrumpió un ciclo de importante crecimiento a nivel global y sentó las bases para el progresivo declive del proyecto europeo.
En el caso de Europa, el shock negativo que implicó la crisis norteamericana terminó por traducirse en una crisis de sobrendeudamiento, que evidenció los problemas de diseño estructural asociados a una integración incompleta y al deficiente abordaje de la heterogeneidad estructural entre los miembros.
En lo que refiere al problema de la heterogeneidad, el Euro nuclea actualmente a 19 países que exhiben características muy distintas. Idealmente, al momento de la creación de la Unión Monetaria todos los países (11 en el comienzo) deberían ser medianamente homogéneos en algunas dimensiones claves. Naturalmente este no era el caso, pero se establecieron una serie de compromisos y tratados (Tratado de Maastrich) con metas a cumplir que de alguna manera igualaran la situación macroeconómica de los miembros, buscando cierto grado de convergencia.
Por ejemplo, esas metas establecían que el Déficit Fiscal no podía superar el 3% del PIB o que la Deuda Pública no podría ser mayor al 60% del PIB. No solamente eso no sucedió, sino que incluso llevó a situaciones más complejas como la manipulación o "maquillaje"; de datos y resultados (Grecia). En ese sentido, al momento de estallar la crisis en EE.UU. la situación macroeconómica era muy dispar entre los miembros, y en general, la mayoría se encontraban desalineados respecto de esos compromisos: mientras en Grecia la deuda superaba ampliamente el 100% del PIB y el déficit era de dos cifras, en Finlandia la deuda era 32% del PIB y no había déficit fiscal sino superávit (4,2%).
Por su parte, las principales carencias de diseño están asociadas a los siguientes problemas de una integración incompleta:
(i) Unificación de la política monetaria por sí sola no permite la absorción de shocks asimétricos.
(ii) Ausencia de integración a nivel fiscal opera como una restricción para paliar las carencias en la órbita monetaria.
(iii) Mercados imperfectamente integrados tienen asociados una serie de problemas como el desarbitraje de precios en el caso del mercado de bienes y los problemas de competitividad y productividad en el mercado de factores.
(iv) Falta de un supervisor bancario único y centralizado no permite gestionar adecuadamente los riesgos de carácter sistémico.
De este modo, si bien la crisis del Euro está ligada estrechamente a la problemática del sobreendeudamiento, son los problemas estructurales que el bloque postergó al inicio del proyecto los que constituyen la causa central del problema europeo actual.
Además de eso, el manejo político de la crisis y los liderazgos europeos no estuvieron a la altura y actuaron condicionados por sus electorados nacionales y por evitar generar problemas de riesgo moral. En el caso de Grecia, que representaba menos del 2% del PIB de la Eurozona, un rescate oportuno no hubiese sido tan costoso y se hubiese evitado un contagio hacia el resto de las economías periféricas, algo que terminaría amplificando las dificultades del bloque en su conjunto. Sin embargo, una decisión de este estilo tenía asociado un elevado costo político para los gobierno del norte, por ejemplo el alemán. Además, hubiese generado señales e incentivos inadecuados para el resto de los países en una situación similar (¿por qué respetar las metas y compromisos si al final no hay consecuencias?)
De este modo, una intervención oportuna, que hubiese antepuesto el interés europeo al interés nacional al interés probablemente hubiera supuesto un curso distinto para el bloque, aunque tendría consecuencias de otra naturaleza.
Contexto actual
Casi a una década después, las señales de reactivación económica comienzan a aparecer y la recuperación se va a afirmando. Por un lado, el PIB crece en ambos bloques, y en casi todos los países miembros. Además, varias economías comienzan a recuperar los niveles pre crisis en un contexto donde lentamente el mercado laboral va ganando terreno. Si bien esto último es cierto, el mercado de trabajo continúa siendo sumamente heterogéneo (mientras en Grecia el desempleo supera el 20%, en Alemania está por debajo del 4%). Asimismo, lo anterior comienza a traducirse en una mejora de la confianza, que está actualmente se ubica en su máximo desde 2007. Todo esto en un marco donde el Banco Central Europeo continúa con su programa de estímulos monetarios (programa de compra de título y tasa de interés en 0%) a pesar de que varios miembros ya están presionando para poner el freno en el acelerador y seguir el camino que comenzó la FED hace unos años.
Perspectivas y riesgos
Hacia adelante, crecimiento continuaría siendo moderado y por debajo del 2%. La incertidumbre derivada de las instancias electorales en países claves y de la materialización del Brexit continuará siendo un lastre para la actividad en el corto plazo. A más largo plazo, los principales desafíos económicos para potenciar el crecimiento tienen que ver con la productividad, los factores demográficos y la superación de la herencia de la deuda. Sin embargo, el principal desafío que tiene el bloque por delante es de naturaleza más política que económica: profundizar el compromiso por reconstruir el proyecto europeo.