El futuro ministro de Economía analiza las reuniones con el BID y el FMI.

Astori: Uruguay debe tener un superávit primario "importante"

El ministro de economía designado, Danilo Astori, destacó que los organismos internacionales perciben el aumento de la pobreza. "Bienvenido sea ese cambio si va ayudar a construir un futuro mejor para la gente que ha sufrido tanto", afirmó. En otro orden, negó que exista atraso cambiario y adelantó su intención de reducir la inflación en dólares.

(Emitido a las  9.05)

ALFREDO DANTE:
El gobierno electo tuvo la semana pasada sus primeros contactos con los organismos multilaterales de crédito después de las elecciones.

Si bien es cierto no hubo negociaciones en el sentido estricto de la palabra –los organismos sólo negocian con gobiernos ya en funciones–, es evidente que se conversó a fondo de las principales líneas de política económica de la próxima administración. Reuniones que tuvieron además la particularidad de incluir a un número importante de futuros jerarcas de la nueva administración, ministros, presidentes de los bancos estatales, en fin, una delegación completa.

ANDRÉS GIL:
Sí, todo un desafío para un primer encuentro, especialmente si se tiene en cuenta la aversión a los organismos internacionales de crédito que ha dominado a buena parte de la izquierda durante los últimos años.

AD - Sobre los resultados de estos encuentros con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y algunos otros temas que hacen a la marcha de la transición económica vamos a conversar con el contador Danilo Astori, futuro ministro de Economía y Finanzas.

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Contador Astori, si bien todavía resta la reunión con la delegación del Banco Mundial (BM) que está prevista para fines de esta semana, ¿qué balance hace usted de estas primeras reuniones pos elección con el FMI y el BID?

DANILO ASTORI:
Muy positivo, sin ninguna duda. Este es un proceso que comenzó en el mes de julio cuando bastante antes de la elección visitamos junto al doctor Tabaré Vázquez los tres organismos. Ya en esa ocasión pudimos percibir un reconocimiento hacia Uruguay como país, ya no hacia un partido en particular, ni mucho menos hacia un futuro gobierno, hacia el país. Y un deseo de ayudar a un Uruguay que obviamente –no necesito fundamentarlo mucho– está fuertemente endeudado.

Las conversaciones continuaron inmediatamente después de las elecciones del 31 de octubre. Ya en el mes de noviembre estábamos tomando contacto con los bancos Interamericano y Mundial, y enseguida con la misión del Fondo que venía a hacer el seguimiento del actual programa, del programa que está en vigencia. Ahí ya delineamos como gobierno electo el cronograma, la trayectoria a seguir en las relaciones con los organismos, que precisamente comenzaron la semana pasada con las reuniones con el BID y el FMI y continuarán en ésta con el BM. Y ya estamos definiendo los próximos pasos porque el 15 y el 16 de febrero vamos a estar recibiendo aquí a Agustín Carstens, del FMI –el número tres del Fondo–, nos vamos a estar reuniendo con él y también va a estar concurriendo algún especialista en áreas especialmente importantes para el gobierno. Hemos definido la realización de talleres de profundización con el BID que van a tener lugar en los meses de abril y mayo, y el próximo jueves comenzaremos a definir el paso subsiguiente con el BM.

En suma, es un proceso que viene con balance muy positivo, hay deseo de ayudar y colaborar con un país que es visto por todos los organismos como un país que se ha sacrificado para cumplir con sus compromisos, que está recuperándose del fuerte trauma sufrido en 2002 y que vale la pena ayudar.

AD - Jornadas intensas entonces nada más ni nada menos que para el 15 de febrero, cuando se produzca el cambio de Legislatura y además Uruguay se encuentre con el número tres del Fondo. Hubo sí contactos, acuerdos, satisfacción por parte del gobierno del Encuentro Progresista (EP), pero también hubo algunos disensos. ¿Cómo los evaluaría usted, por dónde estuvieron básicamente?

DA - Yo no he percibido hasta ahora disensos, porque además las reuniones no se plantearon como para que los hubiera. En estas reuniones que han sido cualitativamente diferentes, porque por ejemplo en la reunión con el BID ha sido el banco el que ha venido a presentar algunos trabajos sobre Uruguay muy importantes que al mismo tiempo han dado lugar a comentarios por parte nuestra; en la reunión con el Fondo, en cambio, no diría que fue al revés, pero con una metodología diferente fue el gobierno electo el que expuso y el FMI el que hizo los comentarios, y al mismo tiempo después especialistas del Fondo en algunos temas específicos hicieron una exposición que también estuvo sujeta a comentarios por parte nuestra.

Los temas en este caso fueron la banca pública, su necesidad de reformas, la reforma tributaria y la necesidad de una reforma no sólo del sistema tributario sino de la administración tributaria, en el sentido de que –como todos compartimos– no sólo es importante hacer una reforma tributaria, también es absolutamente imprescindible capacitar a la administración tributaria para poder llevar a la práctica esa reforma.

AD - Ya vamos a eso. Antes, el superávit fiscal primario para el próximo año, ¿no es un disenso con el FMI?

DA - No, no, al menos no todavía, porque no hemos entrado a negociar. Nosotros simplemente presentamos un ejercicio macroeconómico de perspectivas en el que lo importante más que los números son los conceptos, entonces no se puede decir que haya habido lugar a disensos o discrepancias por la sencilla razón de que no hubo discusión sobre esos números. Lo que hay son coincidencias en conceptos fundamentales, como por ejemplo la necesidad de crecer, la necesidad de invertir mucho, el hecho de que este es el único camino a recorrer para hacer compatible el cumplimiento de los compromisos con los compromisos sociales que tiene la izquierda, esto es con la necesidad como fuerza de izquierda de priorizar los objetivos de carácter social, a corto plazo el plan de emergencia, pero a mediano y largo plazo cambios estructurales en la calidad de vida de los uruguayos, y como conclusión –esto es fundamental– el orden macroeconómico –para usar palabras de Enrique Iglesias– que tiene que conducir a una estabilidad sólida, y en términos de cuentas un superávit importante, un superávit de tipo primario, antes del cómputo de los intereses a pagar. Eso es absolutamente una conclusión inexorable para el país, nos guste o no, porque es la única manera de hacer compatibles todos estos conceptos que acabo de exponer.

AG - Usted hablaba justamente de los compromisos sociales del EP, del gobierno electo. El viernes pasado entrevistamos aquí En Perspectiva al futuro subsecretario de Ganadería, el ingeniero Ernesto Agazzi, un dirigente del MPP que no ocultaba su sorpresa a propósito de la buena disposición del FMI a discutir y aceptar planes vinculados a los temas sociales.

Agazzi decía concretamente lo siguiente:

"Yo nunca había estado en una reunión con representantes del FMI, es la primera vez que lo hago, igual que muchos de los integrantes de los distintos ministerios. Me quedé con la impresión de que el FMI también ha cambiado, no sólo el gobierno uruguayo; me quedé con la impresión de que las opciones de política que fueron expuestas por el equipo económico y fundamentadas por algunos de nosotros, fueron tomadas con buen agrado por los técnicos del Fondo".

Usted ya se había reunido en varias oportunidades con la gente del Fondo; ¿cree que la visión de Agazzi es correcta y que el FMI ha ido cambiando en este sentido? Se lo pregunto porque sorprenden estas declaraciones tan amistosas de una izquierda que desde algunos sectores venía siendo muy crítica respecto del rol del FMI.

DA - Ante todo y para contestar directamente la pregunta: comparto totalmente los comentarios del futuro subsecretario Agazzi, quien, dicho sea de paso, tuvo una actuación destacada en estas reuniones porque hizo comentarios muy pertinentes, muy precisos, que le hicieron bien a la reunión.

Digo esto porque –voy a un concepto que me parece fundamental plantear– nosotros decidimos, el equipo económico decidió y fue aceptado por nuestro presidente electo, el doctor Tabaré Vázquez, invitar a todo el gobierno a estas reuniones, creo que por primera vez en la historia del país. Nos pareció fundamental que todo el gobierno tuviera una versión directa de cómo es el planteo de estas conversaciones y en el futuro de las negociaciones, que no tuviera la versión que nosotros le pudiéramos dar, nos pareció mucho mejor que hubiera ahí un contacto absolutamente claro, transparente, que al mismo tiempo nos permita a todos –no sólo a quienes estamos trabajando en la economía– hacer nuestra experiencia al respecto: ver los conceptos que se manejan, las observaciones que se hacen, los trabajos que se presentan.

Quiero subrayar una vez más que tanto el BID como el FMI y el próximo jueves el BM traen trabajos hechos sobre el país, trabajos muy recientes hechos por técnicos muy solventes que vienen a presentarse en estas reuniones para enriquecer la discusión. No es que viene el organismo, se sienta, nosotros del otro lado y comenzamos a conversar. No, el punto de partida es un trabajo hecho recientemente y especialmente para la reunión. Por ejemplo un trabajo sobre el estado de la banca pública en Uruguay, por ejemplo un trabajo sobre las perspectivas fiscales de la política económica en el futuro, y así sucesivamente. Ha sido fundamental, yo diría que uno de los balances más positivos que tenemos que hacer de esta reunión es la participación de todo el gobierno electo que, vuelvo a repetir, como lo señalé para el subsecretario Agazzi, tuvo una actuación destacada, hizo comentarios pertinentes, nos ayudó a seguir avanzando hacia el futuro.

Y finalmente, el Fondo ha cambiado, por supuesto que ha cambiado. Yo sintetizo el cambio fundamental en el hecho de que a diferencia de lo que ocurría en el pasado, ahora lo primero que dice es que el programa lo hace el gobierno. Por eso a la salida de las conclusiones de la reunión enfaticé tanto: nosotros no vamos a aplicar el programa del FMI, vamos a aplicar el programa del gobierno electo, por supuesto a partir de un acuerdo con el Fondo. Pero el programa es nuestro programa. Por otra parte la reunión se abrió con el equipo económico exponiendo el programa de gobierno del FA.

AD - ¿Siente que la gente, que los frenteamplistas son conscientes, que hizo carne en ellos eso de que el Fondo cambió?

DA - No lo sé, no podría decir si esta afirmación hizo carne a nivel de grandes mayorías. Creo que en materia de dirigentes y militantes muy cercanos a la estructura se está percibiendo el cambio, y no sólo del Fondo –cuidado–, de todos los organismos, que hoy están mucho más preocupados por una pobreza que ha aumentado, se ha multiplicado, por una desigualdad que no sólo no se ha superado sino que se ha profundizado. Sería una ceguera muy grande no percibir esa realidad. Los organismos la están percibiendo –desde ya hace unos cuantos años, debería decir yo–, y eso se comprueba cuando uno conversa con ellos. Bienvenido sea ese cambio si va ayudar a construir un futuro mejor para la gente que ha sufrido tanto.

AD - Lo llevo a algunos de los temas que se manejaron en la reunión con el Fondo. El organismo internacional ha recomendado –entre otras cosas– centralizar la tarea de recaudación, ha dicho que hay muchas cajas en el Estado que trabajan incluso en forma ineficiente. ¿El gobierno del EP ya tiene en mente cómo puede instrumentar esta recomendación? ¿Estaba en los planes del EP?

DA - Sí, partamos de un concepto fundamental: en realidad no hay una recomendación de centralizar, unificar, fusionar; lo que hay es el punto de partida de que eso debe estar coordinado. En el futuro veremos cuál es la mejor forma de coordinarlo.

AD - Todavía no está claro.

DA - Para nuestros oyentes vamos a decir que estamos hablando de la Dirección General Impositiva (DGI), la Dirección Nacional de Aduanas (DNA) y el Banco de Previsión Social (BPS). Tenemos clarísimo, está en nuestro programa, que vamos a tener que coordinar mucho mejor que hasta ahora la labor de los tres organismos recaudadores. Esto puede incluir diferentes modalidades posibles.

AD - ¿A ver?

DA - La modalidad posible será definida oportunamente, no está definida. Pero sí está definido el objetivo, el objetivo es que no pueden funcionar como hasta ahora, con graves descoordinaciones entre sí o, para ser un poquito más exacto, con graves faltas de comunicación, carencias hasta de tecnología de la información coherente entre los organismos. Por ejemplo, están trabajando frecuentemente con bases de datos distintas, y cuando se trabaja con bases de datos distintas pero se está cumpliendo la misma función y al mismo tiempo es objetivo del país combatir la evasión, como lo es para todos los uruguayos, se comprueba que hay una grave falla. Eso no puede ser en el futuro.

Desde superar ese tipo de fallas hasta la posibilidad de integrar todo el funcionamiento de esas tres oficinas en lo que refiere a la función recaudadora, hay un amplio margen que se puede utilizar. Lo veremos oportunamente, es un objetivo muy claro del equipo económico del gobierno electo.

AD - ¿Se puede decir que el objetivo final de esta administración es justamente lograr esa única ventanilla?

DA - Yo diría que en primer lugar es hacer la reforma tributaria, ponerla en práctica y tener una administración tributaria coherente con esa reforma. Que al mismo tiempo combata la evasión con éxito, la reduzca; yo creo que hablar de eliminarla es un mito imposible de alcanzar, pero es un objetivo viable reducirla.

AD - ¿En cuánto?

DA - No puedo darles una cifra, como es lógico, pero reducirla sustancialmente. La evasión con respecto al Impuesto al Valor Agregado (IVA) es imponente, los técnicos de los organismos nos mostraban, particularmente los del BID, pero también los del Fondo, que Uruguay tiene el IVA más alto de América Latina y también el menos eficiente por el grado de evasión que sufre. Entonces reducir esto es también objetivo.

En suma, repito, realizar una buena reforma tributaria orientada por los criterios de justicia, eficiencia, coherencia con el estímulo a la inversión productiva y tener una administración tributaria capaz de llevar a la práctica eficientemente esta reforma son los objetivos a perseguir.

AG - Vinculado a ese tema -el funcionamiento de los organismos de recaudación–, desde el Fondo se hicieron algunas críticas a la forma como vienen funcionando algunos de ellos, y sin duda se destacaron las que refieren a la DNA. Se dijo que este organismo está funcionando "con visos de corrupción" y controles muy poco efectivos. En este escenario llama la atención particularmente la decisión del gobierno electo de nombrar a una figura extrapartidaria para que se haga cargo de esa Dirección, más alguien como el capitán de navío retirado Luis Salvo, que ya estuvo al frente de la Aduana en la actual administración. ¿Cómo explica usted la decisión de no tomar las riendas, de no aplicar un cambio radical en la forma de gestión de la Aduana?

DA - En primer lugar en realidad el organismo que más preocupa es el BPS, no la Aduana, desde el punto de vista de la recaudación. En 2004 la recaudación del BPS cayó muchísimo, ahí está la preocupación principal.

En segundo lugar, hay que mejorar obviamente el funcionamiento de la Aduana, las funciones que cumple, entre ellas la recaudatoria. Pero no es la única, creemos por ejemplo que hay que mejorar mucho el sistema de valoración de las mercaderías que ingresan al país, lo que se vincula con otro objetivo, que no es meramente recaudatorio sino que se asocia a tener una política comercial en Uruguay que proteja la producción nacional contra la competencia desleal. La valoración en la Aduana es una herramienta fundamental para cumplir este objetivo. Planteo este ejemplo para que se vea que en la Aduana hay cosas a lograr que trascienden la función meramente recaudatoria. Pero ésta es importante y hay que mejorarla.

En tercer lugar, hemos designado al capitán de navío Salvo porque estamos convencidos de que reúne todas las condiciones necesarias para hacer un cambio muy profundo en la Aduana. Queremos hacer un cambio profundo y por eso hemos designado al capitán Salvo, como fue muy bien dicho en la pregunta, una figura extrapartidaria. No está convocada por razones de militancia partidaria, sino por razones de condiciones personales para el cargo que nosotros compartimos. Precisamente teniendo en cuenta su corta presencia al frente de la Aduana –si no recuerdo mal fue de entre ocho y nueve meses–, teniendo en cuenta las características de su trabajo en ese corto lapso, hemos llegado a la conclusión de que se trata de la persona indicada.

AD - Pero un frenteamplista se puede preguntar: ¡Pucha!, ¿no tenemos en el FA una persona con las condiciones necesarias para reestructurar, cambiar la DNA?

DA - No digo que no, seguramente puede haberla para esa y para tantas otras funciones, pero nosotros modestamente estamos, a la luz de nuestros conocimientos y de nuestra experiencia, convocando a los que creemos son los mejores. Con ello no estoy afirmando que no haya en el FA gente capacitada para hacerlo, simplemente estoy diciendo que creo que el capitán Salvo es el más indicado y por eso lo hemos convocado.

En segundo lugar, como siempre lo hemos dicho, no sólo queremos convocar a la gente que entendamos mejor capacitada, sino que es de fundamental importancia que en el gobierno haya un planteo nacional que trascienda las fronteras partidarias. Lo vengo sosteniendo desde hace años y ahora estoy tratando de llevarlo a la práctica, por supuesto con el apoyo del presidente electo, con el apoyo total del presidente electo, que comparte este criterio.

AD - Pero se podrá imaginar que eso como que le rechina al votante frenteamplista, porque puede pensar: "si tienen tanto interés en que salga la reforma tributaria, en que haya una buena coordinación y es tan sustancial que la DNA funcione bien, ¿por qué no ponemos gente de nuestra confianza en esos rubros?"

DA - Es que yo tengo total confianza en la labor que va a desarrollar el capitán Salvo. La confianza no se basa sólo en las coincidencias partidarias. Si basamos la confianza sólo en las coincidencias partidarias estamos haciendo un planteo que incluso podría ser calificado de sectario.

Yo creo que el país tiene que vencer esas limitaciones que muchas veces nos han llevado a fragmentar el sistema político y caer en la inacción, en la imposibilidad de avanzar en cuanto a temas nacionales muy importantes. Ahora que la izquierda tiene la oportunidad de conducir los destinos del país tiene que practicar aquello que postuló tantas veces y que reclamó para sí tantas veces. Si lo hemos reclamado para nosotros tantas veces, porque hemos entendido que podíamos hacer un aporte para solucionar los temas que naturalmente tiene todavía pendientes el país, ahora que nos toca decidir a nosotros, tenemos que ser coherentes con lo que hemos postulado en el pasado.

AD - Se lo preguntaba porque hay dirigentes del FA y del sector sindical que han dicho que estos nombres les resultan extraños.

DA - Yo respeto mucho esas opiniones, por supuesto, como no podía ser de otra manera, pero estoy convencido –por las razones que ya expuse– de que este es el camino que más conviene al país.

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AG - Usted ha dicho en más de una oportunidad que en los primeros tiempos de gobierno la izquierda debería mantener la confianza y la credibilidad en materia económica. Justamente, según trascendió, en estas reuniones con el FMI de la semana pasada Anoop Singh, que es el director del Departamento del Hemisferio Occidental del organismo, reclamó al gobierno entrante un shock de confianza sobre la economía. Incluso, según publicó el diario El Observador, en la misma reunión el director de la DGI, el contador Eduardo Zaidensztat, le preguntó a ese funcionario cómo se produce un shock de confianza y Singh le respondió: "Eso no lo tenemos que decir nosotros, lo tienen que decir ustedes".

¿Por dónde ve usted ese shock de confianza sobre la economía?

DA - Empezando por el final, esa respuesta es una demostración de que realmente el Fondo –como corresponde, por otra parte– les dice ahora a los gobiernos: "El programa lo hacen ustedes". Por supuesto el Fondo luego lo analiza, sobre todo analiza su consistencia, su coherencia interna, pero la orientación del programa es responsabilidad del gobierno. Ese comentario lo demuestra.

En segundo lugar, durante el almuerzo de la segunda jornada –porque se trabajó incluso durante el almuerzo, no se paró ni un segundo– precisamente Anoop Singh expuso la experiencia brasileña a la luz de su análisis, de su perspectiva –él ha venido trabajando mucho con Brasil–, y destacaba que una de las grandes virtudes que ha tenido hasta ahora el gobierno de Lula, uno de los grandes logros, es haber inyectado confianza desde el primer día de su gobierno. Más que mantener es inyectar confianza. Y obviamente, lo refería a la conducta fiscal que ha tenido el gobierno de Lula asegurando un superávit importante de las cuentas, imprescindible para enfrentar los compromisos de la deuda y al mismo tiempo hacer compatibles esas necesidades con los objetivos, que no se agotan precisamente en este lapso.

Cuando Lula inyecta confianza está pensando en el mediano y en el largo plazo, no está pensando solamente en los pobres de hoy, está pensando en los pobres de mañana y en cómo trabajar, ya no para tomar medidas de emergencia en el corto plazo, sino para tener un escenario propicio para transformar Brasil a mediano y largo plazo. Eso lo destacaba. Y contaba una conversación que tuvo Köheller –quien fue director del FMI– con Lula hace un tiempo, una conversación en la que Köheller le decía a Lula acerca de la necesidad de combatir la inflación, de tener estabilidad de precios, pero cuando empezó el razonamiento Lula lo detuvo: "Mire, no siga, porque nadie mejor que yo, que fui pobre, para entender la influencia de la inflación sobre el ingreso real de un pobre. Usted no fue pobre, yo fui pobre y sé lo que es eso".

¿Qué estaba planteando al recorrer esta experiencia, al recordar este ejemplo Anoop Singh? Estaba diciéndonos, salvando las distancias entre Brasil y Uruguay –creo que Uruguay está en una posición mejor en el punto de partida de lo que estuvo Lula, pero en todo caso salvando las distancias–, que para nosotros también es importante mostrar desde el primer día de gobierno prolijidad fiscal, rigurosidad fiscal en el sentido estricto del concepto, esto es cuentas ordenadas, orden macroeconómico como decía Enrique Iglesias, generando el resultado necesario para hacer compatible todo lo que tenemos que hacer.

AG - Lula en varias oportunidades superó las metas que se había propuesto con el FMI en materia de superávit fiscal primario. ¿Ese es uno de los objetivos del EP?

DA - No, no, no estoy diciendo eso, ésa es la experiencia de Lula. En todo caso la similitud puede venir no por el lado de los números, no por el lado de haber superado la meta con el Fondo, sino por el lado del concepto. Lo que queremos es compartir el concepto de la conducta muy prolija en lo que a la situación fiscal se refiere. Y hoy por hoy con un país que tiene la deuda que tiene Uruguay la conducta prolija debe entenderse de una sola manera: un superávit importante...

AG - ¿3,8 por ciento del producto?

DA - No, no, no, no estoy adelantando cifras, ya lo veremos oportunamente; sería un error concentrarnos hoy en cifras. Para tener una idea simplemente, para que nuestros oyentes tengan referencias, Uruguay está terminando, terminó el año 2004, con un superávit primario de 3,9 por ciento y un déficit fiscal consolidado, global de 1,9 por ciento. No estoy adelantando la permanencia de estas cifras ni mucho menos, estoy diciendo que Uruguay va a tener que tener un superávit primario adecuado a la compatibilización de las metas que tenemos. ¿Cuáles son las metas? Cuidar ese capital que acumuló el país con mucho sacrificio que hoy es respetado por todo el mundo, que es la conducta cumplidora y al mismo tiempo cumplir con los compromisos que asumimos con la sociedad uruguaya.

AD - Me gustaría consultarlo a propósito de otros asuntos que se han sumado a este proceso de transición en el área económica. Por ejemplo sorpresivamente el precio del dólar. Usted ha insistido mucho en que a lo que asiste Uruguay de vez en cuando es inflación en dólares, no atraso cambiario. Pero estamos en 25 pesos, tocamos los 24 la semana pasada, 25 con algo ahora, sobre 26; ¿no estamos ante un atraso cambiario? ¿Cómo lo está viendo usted?

DA - No, no estamos en atraso cambiario. Es un fenómeno que nos trasciende totalmente, es un fenómeno mundial con características bastante inéditas respecto del pasado. El dólar se está desplomando en el mundo entero, lo que ha provocado por cierto, en Uruguay como en tantos otros países, inflación en dólares. Pero si ustedes comparan –porque estos son siempre conceptos relativos que hay que comparar respecto de una base– la evolución de la competitividad de la producción nacional en los últimos tiempos, no hay un daño significativo ni mucho menos, y por lo tanto no hay atraso cambiario. Pero es un fenómeno a seguir muy de cerca.

Lo estuvimos analizando sobre todo en la reunión con el BID, allí uno de los profesionales que expuso dijo con gran acierto: "Para esto no hay recetas, hay que analizarlo detenidamente". Nosotros lo vamos a hacer, no puedo adelantar ningún tratamiento específico para este tema, porque entre otras cosas hay factores que están totalmente fuera de nuestro control. Lo que sí tenemos que tratar este año es de tener una inflación en dólares mucho menor a la que tuvimos en 2004. En 2004 tuvimos una inflación en dólares que anduvo por el 16 por ciento aproximadamente, si no me fallan la memoria ni los números. Tenemos que bajar esto en 2005, sin duda. Entonces más que pronunciarme en términos de adelanto o atraso cambiario, les digo que es objetivo del gobierno electo disminuir en 2005 respecto de 2004 –insisto, se trata de conceptos relativos que siempre hay que manejar comparando con una base-, nuestro objetivo es reducir la inflación en dólares.

AG - Claro, pero siempre que hay objetivos, y dentro de esos objetivos está el tipo de cambio, se precisan herramientas de políticas monetaria y cambiaria a instrumentar.

DA - Sin duda.

AG - ¿Hay previsto algún tipo de cambio en las políticas que se están aplicando actualmente?

DA - Yo no puedo adelantar el manejo específico de herramientas, constituiría un error de mi parte, porque todavía no tenemos una noción exacta de cómo van a evolucionar estas variables. Sí puedo decir que el régimen de política monetaria se va a mantener. Cuando digo régimen me estoy refiriendo a una política monetaria de suficiente flexibilidad como para trabajar con metas de inflación.

 Ustedes saben que se ha fijado ya una meta de inflación para este año en cuya elaboración participó el nuevo presidente del Banco Central, o sea quisimos que el equipo actual y el equipo entrante trabajaran juntos en esa definición. Definiremos en su momento las herramientas específicas que iremos monitoreando permanentemente; sería un error anticiparlas. Podemos compartir el objetivo: vamos a trabajar para tener menor inflación en dólares en 2005.

AD - Otro de los legados que va a dejar este gobierno es el fallo contrario del arbitraje en torno al Banco Comercial. ¿Se está negociando con los bancos extranjeros una fórmula de pago que sea beneficiosa o menos traumática para Uruguay?

DA - Obviamente vamos a buscar el mejor camino para el país, el camino de menor costo –son todos malos–, el menos malo que tenemos para transitar. No puedo adelantar cuál es por la sencilla razón de que recién mañana o pasado voy a recibir del actual ministro de Economía los antecedentes que se han venido acumulando por parte del gobierno actual sobre todo este caso, incluyendo algunos nuevos posteriores al fallo arbitral que obviamente supone un resultado muy negativo para Uruguay. Una vez en conocimiento de ese informe –que, repito, me va llegar esta semana, entre mañana y pasado para ser concreto– vamos a definir la estrategia a seguir, que no descarto ningún camino y por supuesto no descarto el camino de la negociación para intentar obtener un buen resultado o, como dije antes, el resultado menos malo para Uruguay.

AD - ¿No debió llegar antes esa información? ¿No se perdió un poco de tiempo?

DA - Yo estuve informado permanentemente sobre el desarrollo de los antecedentes previos al fallo arbitral. En segundo lugar quiero decir que con posterioridad al mismo se han acumulado otros antecedentes que también integran el conjunto que se le va a brindar al gobierno electo. En todo caso allí veremos si hay información que se pudo haber dado antes o no. Ahora nos importa mirar hacia adelante y obviamente elegir el camino que sea más coherente con el interés nacional.

AG - Es claro que la izquierda, el EP, va a asumir en medio de un contexto internacional y regional bastante favorable, tanto en materia de tipo de cambio bilateral con los principales socios –hablamos en términos de los precios de nuestros principales productos de exportación–, como a nivel de tasas de interés internacionales, que están subiendo pero todavía están en niveles relativamente bajos, históricamente bajos. ¿Está previsto algún tipo de medida, alguna salvaguarda para evitar que un cambio abrupto en estas condiciones internacionales favorables termine golpeando a la economía uruguaya, como ha pasado en otras oportunidades?

DA - Creo que no podemos hablar de salvaguardas, sería un tanto ambicioso de nuestra parte, porque precisamente en el contexto internacional, sea el general o el regional, operan muchos factores que están realmente fuera del control de las posibilidades de las autoridades uruguayas.

AG - Hablemos de precaución entonces; ¿qué precauciones se pueden tomar?

DA - Creo que de a poco la política económica, gradualmente y en la medida en que lo permita un margen de maniobra que no es muy amplio por cierto, y que por bastante tiempo no va a ser amplio, hay que ir dotando al país de mecanismos no de defensa, pero sí de amortiguación respecto de los efectos del exterior. Hace unos minutos yo mencioné uno cuando hablábamos de la Aduana: tener una política comercial que defienda a la producción nacional contra la competencia desleal. Ahora menciono otro: tendremos que tener complementariamente una política comercial que diversifique las posibilidades de Uruguay, que no apueste totalmente a la región olvidando que Uruguay tiene que seguir haciendo progresos fuera de la región, como los ha hecho en los últimos años. Por supuesto, sin contradecir ese objetivo prioritario que para nosotros es el Mercosur pero diversificando las posibilidades del país.

Esos son mecanismos importantes de amortiguación. Cometeríamos un error terrible si concentráramos todas nuestras posibilidades sólo en la región y nos olvidáramos del resto porque ahí el riesgo de tener efectos traumáticos en una región que tiene una alta volatilidad, aumentan mucho. En suma, por diversas vías, con la utilización de distintos instrumentos, se tratará de ir dotando gradualmente al país de mayor defensa, de mayor capacidad de amortiguación de los traumas que vienen del exterior.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición:  Mauricio Erramuspe