La Rendición de Cuentas y el último dato del mercado laboral.
German Deagosto siguió en su columna con los últimos datos del PIB y los motivos detrás del contraste entre la reactivación económica y el mercado laboral.
Uruguay creció 4,3% respecto al primer trimestre del año anterior y 1,5% respecto al trimestre inmediatamente anterior. En ambos casos, el dato fue muy bueno y estuvo por encima de lo esperado, pese a que las expectativas ya eran optimistas a la luz del desempeño reciente que venían mostrando los indicadores adelantados. Con este último dato, parece confirmarse la tendencia favorable que se viene insinuando desde la segunda mitad del año pasado.
Sin embargo, cuando haces un doble click hay algunas particularidades del crecimiento reciente que merecen atención. Por ejemplo, es un repunte asimétrico y concentrado en pocos sectores de actividad. A modo de ejemplo, el sector "Trasporte, Almacenamiento y Comunicaciones"; explicó un 40% del crecimiento en el primer trimestre, y sólo las telecomunicaciones fueron responsables del 70% del crecimiento anual en 2016. O sean Uruguay se recupera y acelera pero el impulso viene dado por muy pocos sectores de actividad, y esa es una de las explicaciones detrás de la disociación entre la realidad del crecimiento y la del mercado laboral (que no revierte el deterioro que comenzó años atrás).
A este respecto, el jueves pasado el INE publicó los datos del mercado laboral correspondientes al mes de abril, que pautaron una pausa en ese proceso de deterioro que se viene arrastrando desde el 2014. Sin embargo, y esto ya lo hemos destacado en más de una oportunidad, hay que tratar con mucho cuidado los datos mensuales del mercado laboral porque tienen un margen de error importante que se traduce en una elevada volatilidad. Por ello, lo que se mira habitualmente es la tendencia-ciclo de las series, que permite depurar todo ese ruido inherente a la medición de los principales indicadores. En efecto, cada vez que tenes un dato nuevo, la innovación de ese dato puede ser buena o mala en términos de esa tendencia, pero no la altera significativamente (porque justamente la tendencia representa una señala más firme de la evolución de cada variable, ya sea desempleo, empleo o actividad). En otras palabras, ni el dato de marzo había sido tan malo (el desempleo se había ubicado en 9%) ni el actual es tan bueno. Sin embargo, este último dato supone uno innovación positiva que habrá que esperar se confirme en los próximos meses. De hecho, si comparas los datos con los datos de abril 2016, el desempleo crece pero no por destrucción de empleos sino porque hubo más gente que buscó trabajo y que no pudo ser absorbida por ese aumento del empleo.
Ahora bien, el capítulo que resta analizar es el que refiere a la situación fiscal: ¿Cómo cuadra este mayor crecimiento, con una rendición de cuentas que si bien no profundiza el déficit tampoco ayuda a revertirlo?
A este punto se abren varias dimensiones para analizar, que por tema de tiempo no pudieron ser abordadas en su totalidad: (i) ¿Cuáles son los principales números de esta nueva Rendición de Cuentas?, (ii) ¿cuál es el contexto en el que se enmarca? y (iii) ¿qué se espera para los próximos años?. O lo que es lo mismo, ¿se van a cumplir las metas trazadas hacia 2019?
Responder lo anterior es clave para discutir la dimensión del endeudamiento del país, que fue motivo de debate la última semana producto de la emisión histórica de deuda que realizó Uruguay en los mercados internacionales. Hay que recordar que el corazón del problema no es el endeudamiento en sí mismo sino las crecientes necesidades de financiamiento que supone el desequilibrio de las cuentas públicas.
(i) Los números de la Rendición de Cuentas 2016.
Comenzando por el lado de los ingresos, y dado que el crecimiento 2017/18 va a ser mayor del que estaba previsto en la Rendición de Cuentas anterior, hay cerca de USD 200 millones anuales más de lo programado. Sin embargo, como resultado de cambios regulatorios y del impacto de menores tasas de crecimiento económico sobre la rentabilidad del negocio, el BROU no va a poder distribuir utilidades por varios años, lo que supone una pérdida de ingresos para el Gobierno Central de aproximadamente USD 90 millones anuales a partir de 2017. De esta manera, por el lado de los ingresos quedan USD 110 millones.
En la otra vereda, la de los egresos, conviene distinguir dos tipos de gastos que van a ser analizados: los gastos automáticos o endógenos y los gastos discrecionales. Los primeros son los que ya vienen dados, no surgen de esta rendición de cuentas sino que son consecuencias de decisiones tomadas en instancias anteriores. Los segundos, por su parte, son los que se incrementarían como resultado de decisiones tomadas dentro de esta nueva etapa presupuestal, son gastos incrementales definidos como prioritarios.
Entre los primeros tenemos: (I) USD 100 millones producto de un mayor gasto en pasividades del que se tenía previsto y (II) USD 50 millones a raíz de mayores transferencias a la caja militar de las que estaban contempladas.
En el caso de los segundos tenemos: (I) USD 62 millones para la educación (ANEP+UDELAR) y USD 10 millones por la cancelación de la primera cuota de la deuda generada a partir del conflicto con los trabajadores del Poder Judicial.
O sea, por el lado del gasto totalizamos USD 222 millones, mientras que del lado de los ingresos tenemos sólo USD 110 millones. Como anticipamos antes, esta Rendición es neutra en términos del déficit fiscal, lo que supone que esa brecha va a tener una fuente de financiamiento puntual. ¿Cómo vamos a financiar esos USD 112 que restan para igualar gastos con ingresos? Dos innovaciones impositivas: (a) USD 95 millones con un aumento diferencial de la tasa consular (impuesto se creó en la década del setenta, se eliminó con la creación del Mercosur en los 90´ y se volvió a implementar en el marco de la crisis del 2002) y (b) modificaciones tributarias asociadas a los juegos de azar (tanto en lo que refiere a renta personal como empresarial).
(ii) El contexto de la Rendición de Cuentas 2016.
Lo que refiere al contexto doméstico, ya fue analizado en la columna anterior: la economía se reactiva y hay mejoras en varios frentes claves como la inflación pero todavía persisten debilidades como ser la situación del empleo o de la competitividad. Lo que nos queda pendiente es presentar los principales rasgos del contexto internacional.
De forma breve, la Rendición actual se da en un contexto signado por:
- Pausa financiera en las principales economías avanzadas, principalmente en EE.UU. ante la decepción del crecimiento, la incapacidad de Trump para materializar su agenda "pro crecimiento"; y la confirmación de la gradualidad por parte de la Reserva Federal.
- Mejora de los fundamentos macroeconómicos en las economías emergentes, que combinado con lo anterior, supone un renovado flujo de capitales que busca rentabilidad en estas economías (la emisión inédita de deuda de Uruguay es muestra de ello, así como también la de Argentina o Chile dentro del concierto regional).
- Repunte heterogéneo de los precios de las materias primas.
- Una situación regional que permanece débil, pero con señales incipientes de recuperación (que un año atrás no estaban). Además, un escenario de precios relativos que genera derrames sobre Uruguay (exportaciones de bienes a Brasil y turismo a Argentina)
(iii) Las perspectivas fiscales hacia 2019
Considerando todo lo analizado previamente, la pregunta central que emerge es: ¿es suficiente la mejora del escenario macroeconómico para cumplir con los objetivos fiscales (llegar a un déficit global de 2,5% del PIB y un primario de 0,8%)?
La respuesta es no. Sin embargo, esto no quiere decir que el resultado fiscal no vaya a mejorar en los próximos años, sino que no lo hará en la magnitud necesaria para alcanzar ese objetivo. Además, la conjunción esta mejora prevista para las cuentas públicas, con el aumento de las perspectivas de crecimiento para 2017/19 contribuiría a estabilizar el ratio Deuda/PIB, lo que aleja las amenazas sobre el grado inversor.