¿Cómo sería el "catalexit"?
Si Cataluña se independizara, ¿cuáles serían las consecuencias económicas para esa comunidad y para España? ¿Podrían seguir siendo parte de la UE? Germán Deagosto lo analizó en esta columna.
El tema económico no ha sido uno de los pilares sobre los que se ha centrado el debate, que tiene como ejes temas culturales, políticos y de identidad. Sin embargo, las consecuencias económicas de la independencia de Cataluña son sumamente relevantes, no sólo para la región y para España, sino también para el bloque europeo en su conjunto que hace una década intenta recomponerse.
Al igual que sucedía con el brexit, es imposible dimensionar y cuantificar las consecuencias que tendrá este episodio, y naturalmente las dos partes tienen una visión diametralmente opuesta.
Para los defensores de la independencia Cataluña se verá beneficiada económicamente, eliminará un déficit fiscal que lo obliga a endeudarse y podrá reinvertir lo que hoy desvía hacia el resto de España (casi 10% de su PIB), ganando autonomía para decidir cuáles son las mejores políticas y estrategias para su desarrollo.
Para los opositores, la independencia es una locura que terminaría significando una muerte temprana, que podría llevarse puesto la recuperación de España y la estabilidad del bloque.
Sin embargo, trataremos de organizar un poco la información para intentar dimensionar el impacto económico de la independencia catalana.
Una cosa fundamental que hay que tener en cuenta es que además de la importancia que tiene Cataluña para España, la región tiene más población, más territorio, más PIB y más riqueza per cápita que muchos países europeos. Eso puede hacer pensar que sería sencilla su subsistencia como nuevo estado, pero son varias las dificultades en el camino.
Pensando en el proceso, a priori se abrían dos grandes escenarios, dependiendo de qué tan conflictivo fuera el divorcio.
Divorcio de terciopelo
El primer escenario, era el de "divorcio de terciopelo"; con una independencia consensuada. Pero ese tren ya partió. En este caso, la independencia podía ser reconocida y Cataluña se podría mantener como miembro de la UE sin mucho más problemas. Este hubiera sido un escenario de impactos, pero limitados, dado que conservaría su moneda, sus socios comerciales y todo lo que implica seguir bajo el paraguas de la UE. Sin embargo, para España sería una pérdida sustancial porque:
Cataluña representa 20% del PIB de España, por lo que de separarse dejaría la economía española muy vulnerable en un momento donde necesita todo lo contrario. Incluso perdería posiciones en el ranking de tamaño, pasando a la sexta posición por PIB dentro de la UE. Para tener una idea, Escocia representa menos del 10% del PIB del Reino Unido.
Sin Cataluña, el gobierno central perdería capacidad de financiar el gasto y de contribuir con regiones españolas más frágiles. Cataluña es un contribuidor neto para España, da más de lo que recibe. Ese es uno de los argumentos que han esgrimido los que promueven la independencia, que Cataluña está maltratada fiscalmente, o con un eslogan más radical, "España nos roba";. (recursos que recibe Cataluña están por debajo de la media, algo que también sufre Madrid o la Comunidad Valenciana).
Es cierto que los catalanes pagan más que el resto, pero también es cierto que Cataluña es una comunidad rica y por lo tanto, es lógico que en un sistema fiscal progresivo contribuya más que Extremadura por ejemplo, la región con mayor desempleo y menor ingreso PIB per cápita. En realidad, hay un cierto consenso en que Cataluña contribuye según sus capacidades y riqueza lo que le corresponde; pero recibe mucha menor inversión que la adecuada para el peso de su PIB y de su población en ambos parámetros globales. En efecto, y más allá de ese argumento, que es fuente de debate, los impuestos de Cataluña representan aproximadamente el 2% del PIB español.
Cataluña produce cerca del 50% de las exportaciones con mayor valor agregado, y es la región más productiva del país.
Su pérdida afecta la confianza y eleva la incertidumbre respecto a la capacidad del país para consolidar el crecimiento luego de una década complicada. Esto afecta la estabilidad en el resto de los mercados europeos.
De hecho, eso ya estaría aumentando el costo de financiamiento del país, dado que es un reflejo de la percepción del riesgo. Por ejemplo, JP Morgan ha recomendado a los inversores que vendan los bonos de deuda española y los sustituyan por los de Portugal y Alemania
Divorcio agrio
Un "divorcio más agrio";, con una secesión unilateral. A juzgar por el curso de los eventos, es en este mundo en donde nos vamos a mover. Y dentro de este mundo, la clave es el éxito que pueda tener España para marginar a Cataluña de la Unión Europea.
El principal problema es que Cataluña no tiene derecho automático a integrar la UE. Al contrario, la nueva región se convierte en un Estado Independiente, y los tratados dejan de aplicarse a esa parte del territorio. Su independencia la convierte en un país tercero que debe de pedir nuevamente el ingreso.
Para eso, Cataluña tiene que recorrer un periplo institucional e internacional complejo, con la ONU de por medio (porque debe ser reconocido como un estado), y lograr un SI unánime entre los 28 miembros, algo que parece difícil con España y sus aliados votando. Es un problema similar al que enfrentaba Escocia en el 2014.
En este sentido, Europa tiene muy claro que no puede sentar el precedente de una región rica que se separa con el argumento de que paga más de lo que debe y le sale gratis. Las complicaciones actuales del brexit ya debería haber dejado eso claro.
Entonces, si no logra acceder, o accede de forma limitada, problemática y con retraso, los costos de transición para Cataluña podrían ser demasiado grandes para una nación recién nacida que tiene que enfrentar, además de la potencial herencia de su salida, la creación de nuevas estructuras estatales.
¿Por qué? Porque la UE es determinante para la economía catalana y porque además tendría que enfrentar otros costos. A tener en cuenta:
1) 65% de las exportaciones de Cataluña van a la UE. Uno de los principales destinos es Francia. En 2016 exportó más a cualquiera de sus 5 principales destinos que a China, EE.UU. y Japón juntos. Además, con la separación España sería otro socio relevante, con poca disposición a mantener lazos comerciales.
2) 70% de la inversión extranjera que recibe la región es de la UE.
3) Los bancos con sede en Cataluña quedarían fuera del mercado interbancario europeo, perdiendo la inyección de liquidez que les da el Banco Central. Algunos bancos ya han anunciado que trasladarían sus sedes fuera de Cataluña para seguir dentro del sistema monetario europeo.
4) Además tendría que tener una nueva moneda, y sus autoridades no tendrían influencia en las decisiones monetarias del bloque, lo que agravaría el problema de las exportaciones y su competitividad.
Entonces el peor escenario es el de una independencia por fuera del mercado único europeo.
Dado que las exportaciones son una parte fundamental de la economía catalana, la incertidumbre jurídica, las potenciales nuevas regulaciones, el mayor costo administrativo y arancelario afectarían profundamente su futuro.
En el caso puntual de España, el país borraría los bienes y servicios catalanes, que representan aproximadamente un 20% de su PIB. En respuesta, los catalanes borran a España, aunque ahí los bienes y servicios españoles representan una porción mucho menor (3,1% del PIB español).
Ahí arranca una guerra comercial, y Cataluña podría bloquear o dificultar las conexiones terrestres principales de España con Europa dado Cataluña es un centro fundamental para el transporte que maneja cerca del 70% de las exportaciones de España. Si se abre Cataluña, los costos de mover mercadería serían mucho más altos, y agregaría otra fuente de fragilidad a la recuperación española.
Producto de todo lo anterior, el costo estimado para Cataluña de un divorcio complicado sería enorme. Por ejemplo, para el Ministro de Economía español, Luis de Guindos:
- El PIB de Cataluña se contraería entre un 25% y un 30%
- El desempleo se duplicaría hasta ubicarse por encima del 25%
- Su nueva moneda valdría entre un 30% y un 50% menos que el Euro
Un camino en el medio podría ser una independencia sin perder acceso al Espacio Económico Europeo. Por más que no sea miembro de la UE, Cataluña podría integrar el Espacio Económico Europeo (EEE), al que pertenecen los 28 países del bloque pero también los países miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), excepto Suiza. Esto es: Noruega, Islandia y Liechtenstein.
Acá podría quedar en una situación similar a la de Taiwan con China. España haría todo lo posible para evitar su ingreso a la UE pero Cataluña conservaría socios comerciales y todos los beneficios del mercado único.
Otras problemáticas transversales a esos escenarios: ¿Qué pasa con la deuda?
En caso de que España se quede con toda la deuda, enfrentaría un problema severo dado que tendría una capacidad menguada para honrarla, porque perdería el 20% de su ingreso con la salida de Cataluña. Como la porción de deuda catalana que tiene España es grande, eso le puede dar un arma importante de negociación, o una herramienta para tomar represalias ante eventuales boicots comerciales.
En caso de que no sea así, la carga de la deuda podría ser un lastre para la nueva nación que limitaría su potencial económico desde el vamos.
¿Qué pasa con el sistema previsional?
La Seguridad Social española perdería el 17% de sus cotizantes. Ignacio Conde-Ruiz, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y experto en pensiones, asegura en un artículo publicado en prensa digital que, al ser un sistema de reparto y existir una caja común, la Seguridad Social española perdería los actuales 3 millones de afiliados catalanes (un 17%), pero debería seguir pagando a todos los pensionistas, incluidos los de Cataluña. Esto supone que las pensiones bajarían considerablemente.
En síntesis
Dimensionar el impacto económico que podría tener la independencia es una tarea imposible, dado que ni siquiera sabemos que es lo que va a ocurrir, ni cómo podría materializarse ese divorcio. Además, los argumentos económicos que esgrimen ambas partes son contradictorios, cualitativa y cuantitativamente. Lo que no está en discusión es que el impacto será elevado y no estará restringido a Cataluña o España, sino que vuelve a generar un foco de inestabilidad e incertidumbre para un bloque que hace una década está luchando para recomponerse.