¿Qué pautas fijó el Poder Ejecutivo para las negociaciones colectivas de salarios? ¿Cuáles son los principales desafíos que al Poder Ejecutivo le presenta este marco de negociación salarial?
Análisis de Pablo Rosselli, de Tea, Deloitte & Touche.
(Emitido a las 8:20)
EMILIANO COTELO:
El Poder Ejecutivo dio a conocer el viernes algunas pautas orientadoras de las negociaciones salariales que se iniciaron este mes, en el marco de la convocatoria a los Consejos de Salarios.
Se trata de un tema por demás relevante, sobre el cual surgen varias preguntas. ¿Cuáles son, específicamente, las pautas dadas por el gobierno? ¿Cómo se concilian esas pautas con las aspiraciones de los trabajadores? ¿Cuáles son los desafíos que se le presentan al Poder Ejecutivo en esta instancia? O, en otras palabras, ¿cuáles son los equilibrios que el Poder Ejecutivo debería tratar de preservar? Enseguida, estaremos conversando sobre estos temas con el economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.
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Pablo, si te parece bien, comencemos explicando cuáles son las pautas dadas a conocer por el gobierno, a partir del acuerdo entre el Ministerio de Economía y el Ministerio de Trabajo.
PABLO ROSSELLI:
En primer lugar, Emiliano, debemos decir que el gobierno dio en realidad pocas pautas para las negociaciones salariales. Esa decisión seguramente estuvo basada en el propósito de que sean las partes (empresarios y trabajadores) quienes acuerden los términos salariales.
De todas maneras, hubo algún anuncio específico en materia de salario mínimo y hubo, además, lo que podríamos llamar algunas "señales".
EC - Veamos entonces esos anuncios y señales...
PR - El Poder Ejecutivo anunció que establecerá un nuevo aumento del salario mínimo nacional, desde los 2.050 pesos actuales hasta 2.500 pesos. Recordemos que el gobierno anterior ya había resuelto un primer ajuste, desde los 1.310 pesos. Este nuevo salario mínimo, de 2.500 pesos, deberá ser el piso de remuneración y se aplicará a todos los sectores, incluyendo el sector rural.
EC - Además de ese anuncio de un nuevo ajuste del salario mínimo, decías que el Poder Ejecutivo emitió lo que llamaste algunas "señales".
PR - Es cierto, Emiliano. En concreto, Emiliano, el PE señaló que esperaba una recuperación del salario real de entre 2% y 4% para el año móvil junio 2005-mayo 2006. Decimos que se trata de una señal porque el Poder Ejecutivo no está diciendo explícitamente que esos deban ser los porcentajes de recuperación salarial a acordar entre las partes. De todas maneras, ese anuncio del Poder Ejecutivo de alguna manera está sugiriendo implícitamente el tipo de ajuste, de recuperación, que el Poder Ejecutivo tiene en mente o que considera razonable.
Y una señal adicional, que no debería pasar inadvertida, es el anuncio en simultáneo de que el Poder Ejecutivo tiene como propósito llegar a un desempleo de 10% en 2006. En síntesis, y me adelanto a los desafíos que tiene el gobierno en este marco de negociación colectiva, el gobierno está señalando implícitamente un camino de recuperación salarial moderada (sobre todo en relación a la caída que se observó durante la crisis) y un objetivo de disminución del desempleo. Si los salarios subieran mucho más en términos reales, el cumplimiento de ese objetivo de reducción del desempleo podría verse en riesgo.
EC - ¿Cómo se concilian esos anuncios con los objetivos de recuperación salarial de los trabajadores? Y en particular, Pablo, me refiero al tema el salario mínimo, que según el PIT-CNT debería llegar a 3.000 pesos
PR - Lógicamente, estos son temas opinables. El Poder Ejecutivo señaló que aspiraba a ir ajustando el salario mínimo a partir de los 2.500 pesos fijados a partir de julio.
De todas maneras, un aspecto central a tener en cuenta es que una suba mucho más fuerte del salario mínimo si bien podría tener efectos positivos para algunos trabajadores, también podría tener algunos efectos adversos. Hay que tener presente que en la actualidad un 40% de los trabajadores señalan no tener cobertura de seguridad social y eso habla de un nivel extremadamente alto de informalidad. Entonces, aumentos fuertes del salario mínimo nacional podrían alentar una mayor informalidad en la economía. Por otra parte, para algunas categorías de trabajadores la suba del salario mínimo podría desalentar la contratación de parte de las empresas. Este riesgo, es particularmente relevante para los trabajadores de menor calificación y sobre todo si además se trata de jóvenes o mujeres, que son quienes más sufren la problemática del desempleo. Por lo tanto, la fijación del salario mínimo debe hacerse con mucha cautela.
EC - De tus comentarios, ya surgen entonces algunas advertencias. Pero qué otros desafíos se le presentan al gobierno en este nuevo marco de negociaciones colectivas.
PR - En términos generales, podríamos decir que los resultados de la negociación salarial deben ser consistentes con los demás objetivos de política económica. Lo que recién decíamos del salario mínimo se encuadra dentro de ese objetivo más general.
Debe perseguirse una doble consistencia. Una consistencia con las demás políticas macroeconómicas, que impactan en el desempeño de corto plazo, y una consistencia microeconómica, con impacto en el comportamiento de la economía a mediano plazo.
EC - Veamos primero esa consistencia con las políticas macroeconómicas. ¿De qué se trata eso, Pablo?
PR - En primer lugar, hay un impacto fiscal a considerar... Cuanto mayor la suba del salario real fruto de las negociaciones, mayores serán luego los ajustes de las pasividades (que evolucionan según el Indice Medio de Salarios). Y a mayor ajuste de pasividades mayor será el déficit de la seguridad social, lo cual afectaría el cumplimiento de las metas fiscales acordadas con el FMI. Un segundo impacto a considerar tiene que ver con la inflación y el tipo de cambio (o la competitividad). Si los salarios subieran mucho en pocos meses (esto es, más de ese rango de 2% a 4% sugerido por el gobierno), entonces podríamos tener presiones inflacionarias mayores. Y como el Banco Central tiene un objetivo de inflación de entre 5% y 7% para este año, un aumento de las presiones inflacionarias podría obligar al Banco Central a apretar su política monetaria, lo cual provocaría una nueva disminución del tipo de cambio, afectando la competitividad, el ritmo de recuperación de la actividad económica y, en última instancia, el empleo.
Por eso, debe haber una consistencia entre las políticas macroeconómicas. No es posible procesar una fuerte suba del salario real y mantener al mismo tiempo un elevado nivel de competitividad y una trayectoria declinante de la desocupación. Por eso, el PE señaló que aguardaba una recuperación moderada del salario real (de entre 2% y 4%), un descenso del desempleo y señaló también que teníamos un objetivo de inflación de entre 5% y 7% para este año y en descenso para los años siguientes.
EC - Decías, Pablo, que también se debería preservar una consistencia de índole microeconómica. ¿A qué hacías referencia?
PR - Hacía referencia al funcionamiento del mercado de trabajo en este nuevo marco de negociaciones colectivas. Este marco supone en cierta medida una oportunidad y a la vez un riesgo.
Hay una oportunidad de que en un marco de negociación saludable empresas y trabajadores puedan recorrer un camino de entendimiento en temas que son muy importantes para la competitividad de las empresas y para la creación de empleos a largo plazo. Se trata de temas que no tienen que ver directamente con el nivel de salario real. Aquí entran en juego temas como buscar una mayor polivalencia de los trabajadores o una mayor flexibilidad en los temas de jornada laboral, que son aspectos que a mediano plazo son importantes para la competitividad de las empresas y, en última instancia, para la inversión y la creación de empleos.
EC _- ¿Y cuáles son los riesgos?
PR - Hay un riesgo de tener negociaciones prolongadas, con acuerdos por períodos demasiado cortos, que conlleven a un aumento de la conflictividad laboral por repetición de negociaciones. Hay cierto riesgo de que en los procesos de negociación no se tenga debidamente en cuenta las diferencias que existen a nivel de las distintas empresas, lo cual podría generar aumentos de costos difíciles de administrar para algunas empresas en particular. Y por último, hay un riesgo asociado al hecho de que la economía de hoy es mucho más abierta al comercio internacional de lo que era en los años 80, cuando funcionaron los Consejos de Salarios por última vez. En los 80 un aumento de salarios demasiado fuerte para los costos de las empresas se "solucionaba", entre comillas, con un traspaso a los precios en el mercado interno. Hoy, con la competencia de importados, eso podría no ser posible. Una suba de costos, si es traspasada a precios puede causar al final una pérdida de ventas y consiguientemente de empleos, si la competencia de importados es muy fuerte en ese sector.
En síntesis, Emiliano, si bien las negociaciones colectivas serán entre privados, el gobierno deberá procurar preservar una serie muy importante de equilibrios económicos.