Entrevistas

Impulsan producción de bioetanol en Treinta y Tres

En 2008 se podría estar produciendo combustible a partir de la paja de arroz en Treinta Tres. Si se concreta una producción a escala, el ahorro en divisas por la importación de petróleo iría de 21 a 75 millones de dólares. Además, se agregan beneficios ambientales y el aumento de rentabilidad de los productores. Alex Berlin es uno de los impulsores de la idea y explicó sus muchas ventajas.

(Emitido a las 9.35)

EMILIANO COTELO:
¿El motor de un auto puede andar con base en residuos de la producción de arroz?

La respuesta es: sí, puede. El combustible se llama bioetanol, un concepto que no es nuevo en el mundo pero que de a poco va "prendiendo" en Uruguay. Parece que nos costó abrir la cabeza, pero ahora, espantados por los altos precios del petróleo, comenzamos a atender ideas y asesoramientos que llegan desde afuera.

Lo cierto es que el departamento de Treinta y Tres podría albergar la primera planta de bioetanol, que por el momento sería la única biorrefinería de residuos arroceros del país.

Claro, hay una cantidad de preguntas: ¿es rentable la producción de bioetanol con residuos de arroz? ¿Está preparado nuestro parque automotor para el cambio? ¿Cuánto habría que esperar para empezar a ver automóviles funcionando por lo menos con una mezcla de este combustible?

Nos acompaña el doctor Alex Berlin, que es uruguayo, tiene 35 años y es investigador de la Universidad British Columbia, en Vancouver, Canadá. Es miembro de la Sociedad Americana de Química, está especializado en la bioconversión para la producción de bioetanol y lleva 12 años dedicado a estos asuntos. Desde 2004 desarrolla en Uruguay una estrategia para la producción y el uso generalizado del bioetanol producido a partir de residuos arroceros.

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Doctor Berlin, en primer lugar, ¿podemos recordar qué son los biocombustibles?

ALEX BERLIN:
En el mundo tenemos hoy dos opciones claras, una serían los combustibles fósiles o derivados de petróleo o gas, y otra serían los combustibles renovables o biocombustibles, que se producen a partir de residuos o de productos de la industria agrícola e incluso se pueden manejar residuos forestales.

EC – Estamos acostumbrados a escuchar hablar del biodiesel. ¿Cuál es la diferencia con el bioetanol?

AB – Son combustibles completamente diferentes. El biodiesel por lo general es producido a partir de una oleaginosa, girasol o alguna otra. El bioetanol, además de ser compatible con las naftas, o sea que se puede mezclar, es por lo general producido a partir de un grano, en el caso de Estados Unidos utilizan principalmente maíz y en Brasil utilizan la caña de azúcar. En Uruguay estaríamos manejando una opción que hoy en día está en auge, la tecnología es pionera en Canadá: es a partir de residuos de la industria agrícola, que tiene la ventaja obvia de que no requiere tierras ni cultivos dedicados, sino que estaríamos aprovechando residuos que hoy están disponibles y no están explotados, no tienen un alto valor agregado.

EC - ¿Cuál es ese residuo, cómo se llama?

AB – En este caso estaríamos considerando el uso –que fue parte del estudio que hicimos en colaboración con técnicos nacionales y canadienses– de la paja de arroz.

EC – Para que el oyente que no conoce el tema se ubique, ¿qué es la paja de arroz?

AB – La paja de arroz es un residuo que queda en el campo después de cosechar el arroz. Hoy en día ese residuo no tiene un uso real, se deja en el campo para que se degrade o se quema, lo cual conlleva una serie de implicaciones ambientales. Esto le daría a esa paja, a ese residuo, un altísimo valor agregado, lo cual se reflejaría en un beneficio para el cultivador o el dueño del campo.

EC – Es interesante. Has ingresado en los beneficios que tendría producir bioetanol, estaríamos aprovechando un residuo que hoy tiene el destino que mencionabas. ¿Qué más, qué otros beneficios?

AB – Los beneficios son múltiples, están ampliamente estudiados, es política de Estado en los países desarrollados ampliar el uso de biocombustibles. En el evento que presentamos ayer tuve oportunidad de interactuar con algunos representantes nacionales, en particular con los de Ancap, y ellos tienen una comisión de biocombustibles que está promoviendo e implementando diferentes estrategias que son totalmente compatibles con este proyecto, como la producción de etanol a partir de caña de azúcar en Artigas y la producción de biodiesel en Paysandú.

EC - ¿Cuáles son las otras ventajas?

AB – Por un lado estamos hablando de un combustible renovable, de origen nacional, producido con materia prima nacional, lo cual reduciría la dependencia del petróleo. El profesor Roberto Orta, de la Universidad Católica, hizo junto con nosotros un estudio socioeconómico del impacto de este proyecto que será publicado en breve en la revista de la Sociedad Americana de Química Biotechnology Progress.

EC - ¿Se puede adelantar algunas conclusiones?

AB – Sí, algunas de las conclusiones que fueron presentadas ayer en el evento resumen que adicionar este biocombustible a las naftas –y también al diesel, con la ayuda de un aditivo– en proporciones que irían del 5 al 15 por ciento representaría un ahorro en divisas para compra de petróleo que iría de 21 a 75 millones de dólares anuales. Ese es uno de los grandes beneficios, que se resume en lo que llamamos una mejora en la seguridad energética nacional.

EC – Ya tenemos unos cuantos indicios de por dónde vienen los beneficios, las ventajas. ¿Alguno más?

AB – Hay beneficios ambientales. El uso de biocombustibles en una proporción del 10 por ciento –en el caso del bioetanol– implicaría una reducción sustancial de las emisiones de monóxido de carbono y de compuestos orgánicos volátiles y partículas. Esto fue presentado ayer en el evento y creo que el mensaje llegó.

EC - ¿Por qué?

AB – Por la reacción del público, hubo muchas preguntas y mucho interés en el tema. Captamos una receptividad positiva.

EC – Quiero enfatizar que esto no es algo nuevo. Tengo aquí algunos datos, por ejemplo, en Estados Unidos existen al día de hoy 84 fábricas de etanol operando y 16 en construcción, la producción de bioetanol crece a una tasa anual de 30 por ciento. En Brasil desde 2003 se venden autos con motores que pueden funcionar con cualquier mezcla de etanol y nafta, en 2004 el 60 por ciento de los autos cero kilómetro vendidos fue de ese tipo, con motores mixtos.

Tú has trabajado este tema en Canadá; ¿cuál es la experiencia en ese país con el uso del bioetanol?

AB – Se han tomado diferentes decisiones últimamente. Por ejemplo Ontario, una de las principales provincias canadienses, adoptó recientemente una ley que exhorta al uso de 5 por ciento de etanol en las naftas, que será progresivo hasta llegar a 10 por ciento en 2010. Por otra parte debo remarcar que Canadá fue pionero en esta tecnología. Y quiero aclarar que prácticamente la totalidad del etanol que se produce en Estados Unidos y en Brasil se produce a partir de cultivos dedicados, como maíz y caña de azúcar, que están en cierta competencia con la industria de alimentos.

EC - ¿Qué ocurre en el caso de Canadá? ¿Cuál es la base de producción de bioetanol?

AB – Inicialmente la tecnología que se está implementando en Canadá está basada en el uso de paja de trigo, porque no contamos con paja de arroz. Pero el estudio nuestro demuestra que esa tecnología es compatible con la paja de arroz uruguaya, nosotros exportamos a través de la empresa uruguaya que financió el estudio, Salunor SA, este residuo y el estudio se hizo sobre la base de un sustrato nacional.

EC – Tú remarcas que, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos y en Brasil, el bioetanol en Canadá no se produce cultivando especialmente para eso, sino que la materia prima es un subproducto, un residuo de la producción de trigo.

AB – Debo remarcar que si bien también hay producción a partir de cultivos dedicados en Canadá, esta otra alternativa es compatible y viable y hoy en día es una realidad industrial.

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EC – Ustedes tienen un proyecto para construir una planta de bioetanol en Treinta y Tres, más concretamente en Vergara. ¿Cómo surgió esta iniciativa? Porque no es algo muy frecuente esto de tener un grupo de especialistas canadienses trabajando en un proyecto para Vergara, departamento de Treinta y Tres.

AB – Hay dos tipos de intereses, por un lado hay un interés económico y por otro hay un interés científico. Si vemos los modelos de aplicación de esta tecnología hoy en día, el 99 por ciento es aplicado a países desarrollados, no hay una experiencia de implementación en países en desarrollo, dependientes 100 por ciento del petróleo, en los cuales yo personalmente y nuestro grupo pensamos que tendría un impacto aun mayor. No olvidemos que Canadá tiene petróleo propio en grandes cantidades.

El proyecto surge a partir de una iniciativa privada, y encontramos interés en UBC, la universidad de la que vengo yo, ellos apoyaron por lo menos en la fase inicial, lo que permitió desarrollar un proceso de evaluación que duró un año y que termina con esta publicación.

EC - ¿Ya han hecho los estudios de viabilidad y de impacto en la zona?

AB – Sí.

EC - ¿Qué dicen los resultados?

AB – Hay implicaciones técnicas, socioeconómicas y ambientales. Técnicas, la tecnología es compatible aplicada a la paja de arroz; socioeconómicas, implicaría un desarrollo de la zona rural por un lado, y por otro el ahorro de divisas para la importación de petróleo; y ambientales, también tendría un impacto positivo en todos los niveles porque estaríamos utilizando un residuo y además generando una industria basada en biocombustibles renovables.

EC - ¿De qué volúmenes de producción estamos hablando en ese proyecto de planta?

AB – Este proyecto inicial que hemos considerado como modelo sería una planta que procesaría unas 300 toneladas diarias de paja con un rendimiento aproximado de 270 litros por tonelada. Es una idea inicial para una primera fase, pero tenemos planeada una expansión que implicaría la instalación de otras plantas en el Este, en el Norte en Artigas y quizás también aprovechar con esta misma tecnología el excedente de paja de trigo en el litoral. Esto cambiaría la situación en el interior porque se generaría un recurso exportable. Dése cuenta de que el consumo de este tipo de combustibles se duplicó en los últimos cinco años en el mundo, países chicos como Jamaica y Costa Rica están exportando bioetanol a Estados Unidos y compitiendo con países como Brasil, que también está exportando. Por ejemplo, Costa Rica duplicó sus exportaciones de bioetanol a Estados Unidos entre los años 2003 y 2004. De ahí que veamos totalmente viable la participación de Uruguay en esa misma dirección.

EC - ¿Por qué salta tan rápidamente a la exportación? ¿No hay que aprovechar primero para mezclar ese bioetanol con las naftas y por lo tanto bajar el monto de divisas que destinamos a la importación de petróleo, etcétera?

AB – Sí, la razón por la cual salto a la exportación es que el potencial de Uruguay para la producción de estos biocombustibles es enorme. A partir de nuestra evaluación, sólo sobre la base de paja de arroz estaríamos produciendo, si utilizamos la utilidad de ese residuo, 500 millones de litros anuales. Eso es el doble del consumo nacional de gasolina, según datos de Ancap. O sea que se generaría un excedente que tiene un mercado, porque está en crecimiento, y podría ser exportado perfectamente.

EC – Eso si se utilizaran todos los residuos actuales de la industria arrocera. ¿Cuándo se podría llegar a emplear todos los residuos anuales de la producción de arroz?

AB – Nuestro objetivo inicial es instalar una primera planta que apuntaría más que nada a la demanda interna.

EC – O sea que la planta de Vergara podría satisfacer la demanda interna, previendo una mezcla al 5 por ciento con la nafta.

AB – Eso podría, no toda la demanda interna, un 50 por ciento, mezclando un 5 por ciento con diesel, lo que también es posible, aunque se requiere un aditivo especial. Para la nafta no se requiere un aditivo especial, se puede mezclar directamente.

EC – En el motor común y corriente.

AB – Sí; es más, la mezcla de este biocombustible con la nafta se hace en el camión cisterna, no se necesita un proceso especial. En esa primera fase estamos apuntando más que nada a la demanda externa, no a la exportación. Nos planteamos como objetivo que este proyecto pueda iniciarse en 2008 en Treinta y Tres, recién empezamos a recorrer un camino largo de aproximaciones a las autoridades locales.

EC – Ya tuvieron contacto con el intendente de Treinta y Tres, Gerardo Amaral, que, según usted mismo nos comentaba, se mostró entusiasmado con un emprendimiento así. También han tenido contactos con la Asociación de Cultivadores de Arroz y con directivos de Saman, que incluso aportó las muestras de arroz para los testeos. Entonces, ¿cuál es el modelo de negocio que ustedes están proponiendo?

AB – Estamos proponiendo la organización de un consorcio. El doctor Olivera García, del estudio Olivera Delpiazzo, está diseñando una fórmula que será propuesta en breve a las autoridades. Esto está aún en estado embrionario, es una primera propuesta, y queremos ver cuál va a ser la respuesta. La idea sería la organización de un consorcio en el cual empresas canadienses o estadounidenses podrían ser las proveedoras de tecnología, en lo local Ancap podría ser el consumidor, el distribuidor o el exportador de esta producción, y participarían cultivadores u otros inversores nacionales que aportarían parte del capital.

EC - Ancap concretamente, ¿tendría que poner algo?

AB – No, esa es una de las ideas, en nuestro modelo Ancap no tendría que aportar ningún capital para este emprendimiento.

EC – Ustedes están pensando en 2008 como fecha en la que ocurriría... ¿qué cosa?

AB – Nos gustaría ver una planta funcionando, pero esa perspectiva es muy optimista. Para ser más realista, estamos hablando de un proyecto que podría concretarse entre 2008 y 2010.

EC - ¿Cuántos puestos de trabajo generaría esa planta?

AB – Esta primera planta ocuparía tres turnos de 60 empleados a tiempo completo, más todos los trabajos indirectos que se generarían como consecuencia del uso de transporte, de la distribución, etcétera.

EC – Por último, ¿qué pasa con la rentabilidad de un combustible como éste? En otros países para promover el uso de combustibles alternativos se ha recurrido a exoneraciones tributarias. ¿En este caso eso es necesario?

AB – No sería necesario pero sería un buen estímulo, sobre todo para los inversores. La idea de usar bioetanol no es nueva, data de principios del siglo pasado, cuando Henry Ford sugirió usar este combustible en lugar de las naftas, pero en esa época el precio del petróleo era tan bajo que no se justificaba el uso de estos derivados. Hoy en día, con los precios de petróleo que tenemos, este tipo de emprendimientos es rentable, básicamente por la situación actual y futura. No esperamos una reducción sustancial de los precios de los derivados del petróleo, básicamente por el aumento del precio en el futuro y por la capacidad limitada de las refinerías. Porque no es sólo el hecho de que no haya suficiente petróleo, también hay que refinarlo.

EC – Más allá de que en definitiva, por último, el petróleo es un recurso finito, eso también debe ser tenido en cuenta.

AB – Tenemos muchas señales de petroleras que están invirtiendo en biocombustibles, que nos mandan ese mensaje.

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EC – Supongo que va a seguir yendo y viniendo, ¿no?

AB – Espero que sí. Vamos a estar en contacto con científicos y autoridades nacionales durante los meses venideros para sondear un poco más la situación y ver cómo se encamina el tema.

EC – Nos mantiene al tanto, nos entera de cómo sigue este proyecto, a ver si efectivamente se concreta, sobre todo en los plazos que recién manejaba; ¿de acuerdo?

AB – Por supuesto.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Alexandra Hahn