Entrevistas

Talvi: conflictiva relación entre "feudos" del gobierno desalienta la inversión

Para el director de Ceres, Ernesto Talvi, el gobierno está dividido en feudos socialistas. Uno "moderno", otro "tradicional" y el tercero "popular". En la articulación de esos tres sectores, según él, se pierde una política macroeconómica acertada que en lo micro toma decisiones que desfavorecen la inversión.

(Emitido a las 8.52)

EMILIANO COTELO:
¿Qué conclusiones dejan, en materia económica, estos primeros nueve meses de gobierno del Frente Amplio (FA)?

En los próximos días, al acercarnos al final del año, iremos conociendo diferentes balances. Hoy les proponemos escuchar el enfoque del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES).

La semana pasada, su director, Ernesto Talvi, presentó su diagnóstico en una conferencia que tuvo lugar en el Club del Golf ante una sala colmada de empresarios. Ahora, el economista Talvi nos acompaña en estudios.

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Economista Talvi, el gobierno de Tabaré Vázquez acaba de cumplir sus primeros nueve meses de gestión, es un lapso suficiente como para trazar un primer balance, entonces, muy en general, para después ir hilando más fino. ¿Cuál es su opinión sobre la política económica que se está ejecutando?

ERNESTO TALVI:
Sin dejar de reconocer una conducción macroeconómica muy eficaz, muy prolija, no podría hacer una evaluación positiva del programa económico del gobierno porque creo que a nivel de las decisiones micro, que a la postre en última instancia también importan y mucho a la hora de la toma de decisiones de inversión, generación de riqueza y empleo en el país, se están introduciendo muchas distorsiones que en mi opinión están sentando las bases de un estancamiento productivo cuando la bonanza externa que hoy está empujando a nuestra economía se disipe.

EC - Usted se queda con la orientación macroeconómica y discrepa con lo se impulsa en la microeconomía. No sé si todos los oyentes entienden la distinción entre una cosa y la otra, ¿a qué se refiere con macroeconomía, a qué con la micro? Algunos ejemplos.

ET – Por ejemplo, la macroeconomía hace a todo lo que tiene que ver con la conducción fiscal, con el manejo de los dineros públicos, con la conducción monetaria, con la conducción financiera, es decir con todo lo que tiene que ver con la solvencia, la solidez y los incentivos a canalizar el ahorro hacia la inversión productiva en el sistema financiero.

Como micro normalmente nos referimos a cosas que tienen más que ver con aspectos que, en ese marco macro, llamémosle monetario ordenado, hacen a las decisiones de producción, o sea lo que tiene que ver con si el país apuesta a insertarse o no en las corrientes globales de comercio, inversión y producción, si las relaciones laborales se orientan a modernizarse, flexibilizarse, descentralizarse, si el tratamiento fiscal de los individuos y de las empresas es el apropiado para tener una orientación pro ahorro, pro inversión, pro trabajo. Esos serían ejemplos concretos de cosas que pueden constituir un estímulo o un desestímulo para la inversión productiva, para la localización de inversiones en Uruguay, para la generación de empleos y de buenos empleos y para eventualmente el crecimiento de la productividad, la mejora en la competitividad y la mejora de los niveles de vida y de los salarios en el país.

EC – Vamos a ir viendo cada uno de los ámbitos por separado. En cuanto a la macroeconomía, allí es donde usted ve los resultados más positivos; lo que no quiere decir que comparta todo lo que se está haciendo, usted señaló, de todos modos, algunas objeciones macroeconómicas. Entonces, ¿qué es lo que está bien y qué es lo que está encaminado de una manera riesgosa desde su punto de vista en macroeconomía?

ET – El tipo de evaluación que hicimos fue leer con mucho cuidado los grandes lineamientos programáticos del programa del FA que se presentó antes de la elección y tratar de comparar lo que se está haciendo en el área macroeconómica y en el área micro con lo que sería con un programa socialista moderno, es decir, programas de socialistas inspirados en experiencias económicas exitosas de socialismos democráticos, estilo Chile, España, Nueva Zelanda, etcétera, y ver si esas políticas son compatibles con lo que planteaban las grandes líneas programáticas 2005-2010. Y en la macro, a grandes rasgos, lo que uno encuentra, es decir en lo fiscal, monetario y financiero, es que lo que se está haciendo es consistente con un programa socialista de corte moderno y muy poco consistente con lo que planteaban las grandes líneas programáticas del programa del FA, al menos en nuestra opinión. (Ver diapositiva)

Dicho esto, en la macro puedo tener algún desacuerdo de tipo técnico, por ejemplo en lo que tiene que ver con el manejo de la política cambiaria, pero no tengo desacuerdos de fondo ni conceptuales con respecto a la forma como se está conduciendo la política.

EC – Por ejemplo, usted se refiere a los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) o con los otros organismos internacionales.

ET – Los acuerdos con el FMI, me refiero a eso, estoy perfectamente de acuerdo con ello y le diría más: este gobierno ni cualquier otro que hubiera asumido hubiera tenido otra posibilidad más que la de firmar y llegar a acuerdos relativamente rápidos con los organismos multilaterales, con el FMI en particular, porque como resultado de la crisis quedamos con un volumen de endeudamiento muy grande y con vencimientos de deuda en 2005 y 2006 de arriba de 2.000 millones de dólares, fundamentalmente con los organismos multilaterales que nos prestaron mucha plata para ayudarnos a resolver la crisis, pero aun después de la reestructuración de deuda pública había amortizaciones cuantiosas de bonos que había que renovar. Entonces un gobierno que entra, nuevo, no hubiera podido plantearse la posibilidad de no llegar a un acuerdo con el FMI porque eso hubiera implicado la imposibilidad de renovar los vencimientos, que no estábamos en condiciones de pagar. Además un acuerdo con el FMI era la llave para poder luego salir a colocar al mercado los bonos que, por cierto, se colocaron en el mercado internacional, se han hecho cuatro emisiones por montos superiores a los 1.000 millones de dólares, y diría que eso, independientemente de que se hubiera querido o no, por virtud o por necesidad hubiera sido inevitable, y me congratulo de que se haya hecho con tanta celeridad, ya en abril la carta intención con el FMI estaba acordada entre el staff y el equipo económico y en junio fue aprobada por el directorio.

En eso no veo ninguna contraindicación, por el contrario, y gracias a eso, el Estado uruguayo pudo renovar la totalidad de los vencimientos de 2005 y prácticamente adelantar la renovación del 75 por ciento de los vencimientos de 2006, lo que nos asegura un horizonte de tranquilidad financiera que claramente es muy bueno para darle estabilidad al país.

EC – Está implícito también que usted comparte el manejo fiscal que se ha venido haciendo, en línea con los acuerdos con el FMI.

ET – Con el manejo fiscal desde el punto de vista del planteo de las metas de superávit primario, es decir el superávit antes de los pagos de intereses, lo que se necesita generar para servir con regularidad la deuda que el Estado tiene, estoy totalmente de acuerdo. Se han establecido metas ambiciosas que no solamente permiten servir la deuda que está vigente con puntualidad, sino que además se proponen reducirla significativamente a lo largo del quinquenio. Eso me parece acertado, definitivamente es exigente e impone sacrificios, ha quedado una deuda grande con la que hay que cumplir para evitar males mayores.

EC – Estamos con un superávit fiscal primario de 3,9 por ciento del Producto Bruto Interno.

ET – Casi 4 por ciento del producto, lo que implica que, estimando que los recursos necesarios para pagar los intereses de la deuda, servir la deuda en términos netos, andan alrededor de 3, estamos generando un punto más a los efectos de contribuir a la reducción del endeudamiento y por ende reducir la vulnerabilidad del país.

Ahora, en el presupuesto para el quinquenio, por ejemplo, se plantea un aumento de ingresos del orden del 22 por ciento. Y si uno mira qué está previsto que ocurra con los gastos, está previsto que aumenten peso por peso junto con los ingresos. Entonces un aspecto que me preocupa, sobre todo a la luz de la reforma tributaria, es que no hay ni siquiera el intento de aliviar la carga fiscal que hoy pesa sobre la clase media uruguaya. Es decir, que cada peso que le va a entrar al Estado, si se materializa de acuerdo con las proyecciones del presupuesto, va a ser utilizado en gasto adicional y no va a ser utilizado –esa es una decisión de política– para reducir, aunque sea gradualmente, la carga fiscal, algo que creo indispensable en nuestro país porque ninguna reforma tributaria –en mi opinión– puede tener éxito si la carga fiscal que pesa sobre los uruguayos no se alivia.

EC – Usted acaba de detallar algunos de los matices, algunas de las reservas que tiene incluso en este capítulo, el manejo macroeconómico, pero hace un rato señalaba que, en general, en ese sector usted ve al gobierno bien orientado. Y hacía la comparación con las políticas que suelen seguir gobiernos que se guían por un socialismo moderno, se está en línea con lo que es en el mundo un gobierno socialista moderno. Pero agregaba que no encuentra este tipo de políticas reflejadas fielmente en el programa de gobierno que el FA presentó en la campaña electoral. ¿A qué conduce esa contradicción? ¿Por qué hace esa observación?

ET – Hago esa observación porque me parece interesante que en la conducción macroeconómica, financiera, monetaria y fiscal se está haciendo lo que hoy los países exitosos, incluyendo los socialismos exitosos, lo que yo podría definir como una política de orientación moderna que apunta a la modernización del país, más allá de señalarle algunas discrepancias. No hablamos de la política cambiaria. Pero son discrepancias legítimas, yo no pretendo ser el dueño de la verdad en esto, tengo mi opinión, y la dialéctica consiste en eso, en que cada uno emita su opinión y luego, sobre la base del debate podamos llegar a mejores conclusiones. Pero estamos discutiendo matices técnicos dentro de una orientación conceptual moderna.

Sin embargo cuando ve las políticas en el área laboral, en el área de la inserción internacional, en el área de la provisión de bienes públicos, como la salud, por ejemplo, encuentra que la gran mayoría de las iniciativas que se tomaron en ese sentido es total y absolutamente consistente con los lineamientos programáticos que planteó el FA previo a la elección (ver diapositiva).  Entonces lo que parece haber, y es algo que hay que explicar, es una contradicción bastante severa entre un conjunto de políticas que son coherentes con un programa socialista moderno, por caracterizarlo de alguna forma, con políticas que en mi opinión representan retrocesos significativos respecto de ese paradigma de modernidad que uno tiene en la cabeza. Esa contradicción no es fácil de explicar en términos políticos, porque no es usual que ocurra en un gobierno de coalición.

EC – Y aquí entra su lectura en cuanto a que el gobierno está funcionando feudalizado. De este tema vamos a hablar en la segunda parte de esta entrevista.

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EC - ¿Cómo es esto de que el gobierno funciona feudalizado?

ET – Hay que partir de la base de que este es un gobierno de coalición, integrado por varios bloques o sectores, uno que podríamos caracterizar a los efectos del análisis como un bloque socialista moderno, otro que sería un bloque socialista más tradicional y otro que sería un bloque socialista popular, y cada uno de ellos tiene representación parlamentaria y determinadas áreas de influencia.

EC - ¿Cómo está integrado cada uno de estos bloques? ¿A qué grupos coloca en cada uno de ellos?

ET – A grandes rasgos, el bloque socialista moderno estaría conformado por Asamblea Uruguay y Alianza Progresista, que tiene a su cargo el manejo fiscal, monetario y financiero, es decir la parte macro (ver diapositiva). En el bloque socialista tradicional tendríamos el Partido Socialista y el Partido Comunista, que tiene a su cargo las relaciones exteriores, la defensa y las áreas sociales; esto estilizadamente a los efectos del análisis. Y el bloque socialista popular, integrado por el MPP, tiene a su cargo el manejo laboral y algunos temas sectoriales. Entonces tenemos tres bloques, cada uno de los cuales tiene representación parlamentaria y áreas de influencia. Es perfectamente normal que en un sistema electoral de representación proporcional, como es el nuestro –esto ocurre en la mayor parte de los países del mundo–, haya varios partidos, varios bloques o varios sectores representados en el Parlamento y que por ende los gobiernos tengan que funcionar con coaliciones, tratando de consensuar y arbitrar diferencias entre grupos distintos.

EC – Ha ocurrido en el pasado, en el último gobierno, el del doctor Jorge Batlle, también se funcionaba en coalición y también se puede decir que había una distribución de los ministerios entre grupos políticos, incluso con grupos del Partido Nacional.

ET – De acuerdo. ¿Cuál es la diferencia? Que un gobierno de coalición que normalmente funciona sobre la base de un programa único, que se arbitra entre esos grupos, pero luego de arbitrado y consensuado todos los grupos se encolumnan detrás de ese programa. En noviembre del año pasado anticipamos que el gobierno del FA iba a ser una expresión parecida a la del gobierno de Lula, en Brasil, es decir, la expresión de un socialismo relativamente moderno pero muy ortodoxo en la parte macro porque las circunstancias no dejaban más remedio, pero que en lo micro, en las reformas estructurales como a veces se le llama, íbamos a ver mucho quietismo, mucho status quo, mucha gradualidad, porque iba a ser muy difícil consensuar un programa entre grupos tan disímiles.

EC - ¿Ese pronóstico se cumplió?

ET – Ese pronóstico se cumplió en lo macro, es decir que efectivamente la ortodoxia macroeconómica y el manejo prolijo de las finanzas se ha llevado a cabo con creces, pero no se cumplió en lo micro, porque en lo micro no estamos viendo ni un encolumnamiento o alineamiento detrás de un programa único ni lo que sería un corolario natural, una suerte de status quo, porque es muy difícil poner a estos tres bloques, que tienen desacuerdos conceptuales serios, de acuerdo. Alternativamente uno podría decir, quizás estamos ante un gobierno socialista de coalición pero de carácter más tradicional, que en realidad se le hacen concesiones a la macro, al manejo financiero, porque no queda más remedio que ponerle buena cara a los organismos multilaterales y a los acreedores privados porque el Estado está muy endeudado, para evitar males mayores hay que manejar eso con prolijidad. Entonces se pone a cargo de la macro al grupo capaz de producir esa ortodoxia.

Esta otra forma de entender lo que está pasando para mí tampoco es totalmente coherente con los hechos porque si uno sigue la historia de las decisiones y de los pronunciamientos públicos de la Presidencia de la República ve que en general están muy alineados con lo que sería un socialismo de corte más moderno.

EC – Esa es una de las preguntas que me habían quedado pendientes mientras lo escuchaba hacer la descripción de cómo estarían conformados esos feudos: ¿en qué lugar ubica usted al presidente Tabaré Vázquez?

ET – La Presidencia está equidistante, jugando un rol interesante desde el punto de vista analítico, que es el de arbitrar las diferencias entre estos feudos. Que es muy distinto de tratar de consensuar entre ellos un programa único y común, más bien lo que se hace es tratar de arbitrar diferencias entre estos bloques. Y la Presidencia se reserva para sí la única política –la de Derechos Humanos– que no implica discrepancias entre los distintos bloques sino que prácticamente hay acuerdos.

EC – Usted dice que en general termina volcándose hacia la orientación del socialismo moderno.

ET – Desde el punto de vista de sus pronunciamientos, pero en los hechos de alguna manera a estos tres bloques se les han asignado áreas de responsabilidad de la política gubernamental que se están conduciendo por carriles independientes y paralelos, y por ende se han echado a andar tres dinámicas no necesariamente coherentes entre sí, porque esto no nace de un programa único que ha sido arbitrado y consensuado entre los sectores, sino que se han distribuido las responsabilidades. Por ende asistimos a permanentes disputas entre los feudos por las decisiones en que se toman en cada uno de ellos, asistimos a una sensación generalizada de que falta una dirección, y eso crea muchísima incertidumbre entre quienes a la postre tienen que tomar decisiones de inversión.

EC – Justamente, ¿cuál es, para usted, la consecuencia de un gobierno que opera de esa manera, si es que el análisis es correcto, si efectivamente están pasando las cosas como usted las describe? ¿Cuál puede ser el efecto, en qué puede derivar esto?

ET – El problema de estar operando de esta manera es que en ciertos carriles y decisiones se están produciendo, en mi opinión, retrocesos significativos que van a tener consecuencias inevitablemente dañinas para la inversión y para el empleo en el futuro, y eso se va a ver recién cuando la bonanza externa que hoy estamos viendo para nuestra economía se disipe.

EC - El ministro Astori, cuando le preguntan por esas diferencias que pueden darse dentro del gobierno, cuando se lo consulta por la preocupación que genera entre los empresarios, entre los inversores tal o cual política del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), por citar un ejemplo, insiste en destacar que esas inquietudes no se compadecen con los números, que las tendencias de la economía no muestran que haya allí riesgos o inconvenientes. Menciona: el Producto Bruto Interno (PBI) se encamina a crecer este año en el orden del 6 por ciento, las exportaciones están mostrando un crecimiento, si consideramos los primeros 11 meses del año, de 16 por ciento con respecto al mismo período del año pasado y van a terminar el año 2005 alcanzando un nuevo récord, el riesgo país se encuentra en su nivel mínimo en la era pos canje de deuda. ¿Usted qué responde?

ET – Respondo que es cierto, está creciendo la producción, está creciendo el consumo, están creciendo las exportaciones, y estamos pagando niveles de riesgo país muy bajos, pero convengamos que ha bajado el riesgo país para todos los países emergentes y de hecho para el resto bajó más que para nosotros. Cuidado con cómo unn mide el éxito cuando están mejorando las cosas para todo el mundo. América Latina en su conjunto está en medio de un enorme boom de producto, de inversión, de exportaciones, nosotros no somos la excepción. Tenemos los más altos precios de los commodities que se hayan visto en los últimos 30 años, tenemos las mejores condiciones financieras externas para las economías emergentes y para América Latina en particular que se hayan producido en los últimos 15 años, entonces tenemos como resultado de eso un boom en toda América Latina, incluyendo también Argentina y Brasil, que nos ayudan mucho. Pero todo este conjunto de condiciones si uno las pone en un modelo y pronostica cuánto hubiera crecido Uruguay solamente por esa mejora en las condiciones externas este año, hubiera crecido entre 5 y 5,5 por ciento. Quiere decir que la mayor parte de lo que estamos viendo es la bonanza externa. Entonces, cuidado con este asunto, porque tenemos disciplina macro –con la que estoy muy de acuerdo– y bonanza externa que crean la impresión de una expansión interminable que a la postre puede terminar cuando estas cosas terminen, o puede durar cinco, seis, siete años, pero pueden terminar, y cuando estas cosas se terminan nos quedamos con lo que hemos hecho nosotros para transformarnos en un país atractivo para que vengan los inversores, arriesguen su capital y creen emprendimientos productivos para que se genere empleo. Si uno tiene la macro en orden eso puede terminar siendo la coartada para ir corroyendo, con decisiones micro y desde abajo, de a poquito, y nos vamos a dar cuenta del daño que hemos hecho una vez que la bonanza externa se disipe, aunque ya hay síntomas de lo que esto está produciendo ahora.

EC – Un par de ejemplos de esas medidas que usted entiende que son peligrosas en el lado de la microeconomía.

ET – Ya ha sido más que hablado, pero lo que se ha hecho en materia laboral en este país va absolutamente a contramano de la dirección en la que va el socialismo moderno. No estoy poniendo como punto de comparación algún programa deseable por algún grupo, estoy poniendo el socialismo moderno, vaya y mire el proyecto de ley de adaptabilidad laboral que presentó el presidente Lagos al Congreso chileno, que básicamente moderniza, flexibiliza y descentraliza las relaciones laborales para adaptarlas a los cambios tecnológicos, a los acuerdos de libre comercio, para facilitar la creación de empleo, siguiendo los ejemplos exitosos de disminuciones drásticas del desempleo de Irlanda, Finlandia, Nueva Zelanda, España. Nosotros vamos, con los consejos de salarios, con la derogación del decreto que regulaba las ocupaciones de establecimientos, con esta llamada ley de libertades o antidiscriminación sindical, en dirección opuesta, en la dirección de centralizar, de crear rigideces en el mercado y, peor aun, de poner en entredicho un principio muy básico: que quien debe gestionar las empresas es quien arriesga el capital. Eso está en la tapa del libro.

EC – El gobierno e incluso desde el MEF se defiende lo que se está haciendo en esta materia, sosteniendo que el gobierno que asumió el 1 de marzo se encontró con unas relaciones laborales muy deterioradas en Uruguay, con problemas muy serios de informalidad, por ejemplo, y por otro lado de persecución o dificultades para el desarrollo de la actividad sindical, que había que actuar en esa materia, por eso los consejos de salarios, por eso una iniciativa legal como la que todavía sigue discutiéndose en el Parlamento. ¿Usted reconoce que había un déficit, que había un problema sobre el cual había que actuar?

ET – El problema de la informalidad no se puede negar y no tiene que ver sólo con el tema laboral, con las normas que regulan las relaciones laborales, tiene muchísimo más que ver con una desmesurada carga fiscal que soportan las actividades productivas y las personas en Uruguay, que inducen a la informalidad y a la evasión porque esa carga fiscal que soporta la clase media del país luego no se traduce en servicios públicos de la calidad adecuada como para pensar que uno recibe algo de lo que paga como contrapartida. La clase media uruguaya tiene que pagar impuestos desmesurados y a su vez luego tiene que contratar educación privada porque la educación pública no le resulta satisfactoria, contratar salud privada porque la pública no le resulta satisfactoria, contratar seguridad privada porque la pública es insuficiente. Entonces un sistema en que la carga fiscal es desmesurada y los servicios públicos que se ofrecen a cambio no son de buena calidad, de manera que la clase media termina pagando todo dos veces, se pervierte con rapidez porque no tiene legitimidad, entonces se evade, se perfora y es una fuente inagotable de injusticia. Por eso le decía que si no hay un intento al menos de ir bajando gradualmente la carga fiscal o mejorando notablemente la producción de los servicios públicos, es muy difícil que cualquier reforma tributaria termine teniendo éxito en este país.

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EC – Para redondear el tema que veníamos tratando antes, ¿no había que encarar al comienzo de este gobierno un reordenamiento de las relaciones laborales para solucionar inconvenientes que se arrastraban desde hacía años?

ET – Sí, pero en otra dirección, en la dirección de la modernización, de la flexibilización y de la descentralización, de manera de permitir un marco adaptable en los tiempos que corren, donde la tecnología avanza a pasos agigantados, donde los acuerdos comerciales implican determinado tipo de restricciones. Esto es lo que los países modernos hacen y lo que ha dado resultado en materia de generación de empleo, porque estas restricciones se introducen probablemente con el propósito compartible de proteger el trabajo, pero se termina destruyendo la posibilidad de crear empleo, y eso es muy importante que lo tengamos en cuenta, Uruguay hoy, donde el empleo ha crecido enormemente en número de personas con la recuperación económica, ya el número de personas más o menos hoy es el mismo que cuando empezó esta prolongada recesión en 1998. Pero con relación a la población en edad de trabajar todavía estamos bastante debajo de los niveles de 1998, aun cuando la producción este año va a terminar en los niveles de 1998. Quiere decir que estamos produciendo lo mismo que en 1998, pero con menos empleo que antes.

EC – Me quedan varias preguntas y pocos minutos, vamos a ver si podemos incluirlas todas. Por un lado, ese diagnóstico que usted hace de un gobierno funcionando feudalizado, ¿no es quizás demasiado esquemático? El propio MTSS, que usted coloca en la categoría de socialismo popular, ha ido teniendo cambios en sus posiciones, ahora tenemos, por ejemplo, al ministro Bonomi impulsando que la ley de fuero sindical que salió de Diputados no sea la que finalmente se apruebe, y a su grupo político, el MPP, respaldándolo en esa postura. ¿Entonces?

Otra pregunta: ¿dónde ubica usted a la Vertiente Artiguista en este esquema?

ET – Es un esquema analítico que es útil para racionalizar esta falta de sensación de dirección, hay bloques que pendulan, o sea que en ciertos temas están en un lado y en otros están en otro, yo identifiqué los bloques que están más claramente identificados con cada una de estas posiciones. Después uno tiene la libertad completa y total de absolutamente lo que quiere en cada una de estas áreas, primero porque hay una dialéctica interna, pero segundo porque la realidad también impone límites, los contrarios también juega. Estas reformas han sido resistidas de manera virulenta por quienes a la postre son los que tienen la responsabilidad de generar empleo en este país, que son los empresarios. Yo interpreto que es una adaptación natural a la dinámica de poder interna entre los grupos y a las restricciones naturales que impone la realidad.

EC – Dentro del bloque del socialismo tradicional usted ubica al Ministerio de Desarrollo Social, al frente del cual se encuentra Marina Arismendi, ex senadora del Partido Comunista. ¿Eso quiere decir que no comparte lo que se está haciendo con el Plan de Emergencia, por ejemplo, que CERES no comparte?

ET – Comparto plenamente la necesidad de un plan de las características del Plan de Emergencia dada la situación social del país. Ceres propuso algo similar, un subsidio similar; el Plan de Emergencia consta de varias partes, pero su núcleo es un subsidio en efectivo para las familias que están viviendo en condiciones de indigencia, condicionado a que los chicos de estas familias, los niños y los adolescentes asistan a la escuela y al liceo y que el grupo familiar se haga chequeos periódicos para asegurar buenas condiciones de salud junto con algunas contraprestaciones en materia de trabajo comunitario. Estas experiencias de tratar de usar el subsidio del Estado a los efectos de incorporar capital humano, es decir educación, en la gente que de otra manera quedaría condenada a mantenerse en un círculo vicioso de pobreza, se ha hecho en otros países, en México, por ejemplo, el Programa Progresa Oportunidades, hace muchos años, ya han sido evaluados y con éxito, aunque mucho del éxito de estos programas se juega en el diseño. Así que no estoy en desacuerdo, simplemente señalo algunos problemas de implementación en lo que tiene que ver con el control de las contraprestaciones que los beneficiarios del sistema tienen que tener y, sobre todo, con la evaluación eventual de los resultados, para que no se transforme en un mero programa asistencial en el que uno transfiere dinero y lo único que hace es perpetuar la condición de los beneficiarios y aumentar y perpetuar la dependencia del Estado, sino que en última instancia les permita a los beneficiarios salir de esa condición. Y para ello va a haber que evaluar si los beneficiarios no solamente están asistiendo a la escuela sino además si están aprendiendo, o sea no sólo importa si van, que hay que ver cómo se controla de manera efectiva, sino también si están aprendiendo; y hay que ver si asisten a los chequeos médicos y si eso se traduce en progresos en el estado sanitario de la familia. Una serie de cuestiones de implementación que me parece que va a haber que ajustar para que el programa a la postre consiga los objetivos loables que se propone.

EC – Usted dijo que comparte a grandes rasgos los lineamientos que se están siguiendo en materia macroeconómica, pero al pasar señaló que tiene, de todos modos, algunas discrepancias o matices, en particular con la política monetaria, tema de gran y fuerte discusión. En pocas palabras, ¿qué hay que corregir en esa materia?

ET – En pocas palabras, en una economía con el grado de dolarización que tiene la nuestra, donde todos los pasivos de la gente y de las empresas son en dólares, una economía donde es muy difícil asegurarse contra los riesgos cambiarios, es muy caro asegurarse contra los riesgos cambiarios, por ejemplo cambiando dólares a futuro, etcétera, el Banco Central (BCU) tiene la responsabilidad de darle una cierta estabilidad al dólar. Esto no implica fijarlo, implica darle una cierta previsibilidad y una cierta estabilidad.

EC – El BCU hoy está preocupado por darle certeza al nivel de inflación.

ET – El BCU está preocupado, con acierto, por darle certeza al nivel de inflación, pero si se toma eso como una meta muy rígida, yo no digo que uno no tiene que tener objetivos de inflación muy moderados, los tiene que tener, pero los márgenes de flexibilidad alrededor de esos objetivos en mi opinión deben ser más amplios para darle una cierta estabilidad al valor del dólar. Yo nunca hubiera dejado que el dólar cayera a la velocidad que lo hizo, esa caída, que es inevitable porque está ocurriendo en todas partes, debió haberse administrado a menor velocidad...

EC - ¿...comprando dólares, con el BCU interviniendo en el mercado?

ET - ...interviniendo en el mercado cuando las circunstancias lo requieran y eventualmente aceptando dos o tres puntos más de inflación de los que esta política monetaria está aceptando.

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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe
Fotos: Alexandra Hahn