"La verdadera historia no la escriben Chávez ni Morales sino Chile, Brasil y, quizás, Uruguay"
Para el periodista Andrés Oppenheimer "la lección es muy clara": "Nadie puede nombrar un país que haya reducido la pobreza ahuyentando el capital y cerrándose al mundo". Mientras Chávez y Morales se roban los titulares, "la verdadera historia de América Latina la escriben Chile, Brasil y quizás, cuando resuelva qué quiere ser cuando sea grande, Uruguay", afirmó.
(Emitido a las 9.06)
EMILIANO COTELO:
China, Irlanda, España, Vietnam, Polonia, Chile, India, Botswana son algunos ejemplos de países que están creciendo de manera importante y que logran avances notables en la reducción de la pobreza. ¿Cuáles son las claves de ese éxito?
Están ubicados en distintos lugares del planeta, vienen cargados de historias y culturas muy diferentes y tienen gobiernos de orientaciones ideológicas diversas. ¿Sus caminos en materia económica y social tienen algo en común, que pueda servir de referencia, por ejemplo, a un país como Uruguay?
Esas son algunas preguntas que el periodista Andrés Oppenheimer se plantea en su libro "Cuentos chinos. El engaño de Washington, la mentira populista y la esperanza de América Latina".
En busca de respuestas, durante tres años Oppenheimer recorrió una docena de países donde se entrevistó con autoridades, dirigentes políticos, empresarios, trabajadores, académicos y ciudadanos comunes y corrientes.
El resultado: un éxito editorial hoy en todo el continente. Un libro muy provocativo y también muy cargado de información, del cual vamos a ocuparnos en los próximos minutos en diálogo, desde Miami, con su autor, el periodista Andrés Oppenheimer.
Andrés Oppenheimer nació en Argentina pero desde 1976 vive en Estados Unidos, donde se desempeña como columnista del Miami Herald. Además es analista de la cadena CNN en Español, donde conduce su propio programa, "Oppenheimer presenta".
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Andrés, en tu libro, en tus columnas y en las conferencias de presentación del libro tú te resiste a hablar de izquierda y de derecha. En especial te empeñas en no categorizar a los gobiernos que analizas en la izquierda o en la derecha. ¿Por qué?
ANDRÉS OPPENHEIMER:
Porque hasta hace dos años sí hablaba de izquierda y derecha, pero el año pasado fui a China, a la China supuestamente izquierdista, supuestamente comunista y me cambiaron todas las nociones que tenía antes. Me encontré con un país con 1.300 millones de habitantes que es el que más éxito está teniendo en el mundo en la reducción de la pobreza y lo está haciendo con un vuelco al capitalismo impresionante. Entonces me di cuenta de que toda la ideología o todos los letreros de izquierda y derecha que usamos en América Latina son totalmente obsoletos porque hoy en día lo que hay en el mundo es una división entre los países que captan capitales y los países que ahuyentan capitales, y entre los primeros te encuentras con países comunistas como China o Vietnam, que le está siguiendo los pasos, socialistas como la India, socialistas democráticos como Chile, la misma España. Todos estos países, que van desde la izquierda hasta la derecha del espectro político, están captando capitales como locos y reduciendo la pobreza a pasos agigantados.
Por otro lado tienes los países que ahuyentan capitales, como Venezuela, Cuba, Corea del Norte, que tienen en común que están aumentando o masificando la pobreza. En el caso de Venezuela, por ejemplo, (pasa esto) a pesar de estar gozando del mayor boom petrolero de su historia reciente.
Entonces la división que hago del mundo es entre los países que captan capitales y los países que ahuyentan capitales, y entre los que captan capitales tenés todo el color, todo el espectro político, desde la China comunista hasta la Irlanda capitalista, pasando por el Chile del Partido Socialista, por la España de Rodríguez Zapatero, por Polonia y tantos otros.
EC - De todos modos, pese a esa resistencia tuya a hablar de izquierda y derecha, tu libro se publica justo cuando en América Latina se viene consolidando un giro notorio "a la izquierda".
AO No sé si es tan así, porque aunque Chávez que hay que ver si es izquierda o es un Mussolini tropical, como lo describió hace pocos días Carlos Fuentes y Evo Morales se están llevando todos los titulares, la verdadera historia de América Latina la están escribiendo Chile, Brasil y quizás, una vez que resuelva para qué lado quiere ir, qué quiere ser cuando sea grande, Uruguay. Estamos viendo que Chile, con un gobierno socialista democrático, es el único país de América Latina que ha reducido la pobreza a la mitad, y Brasil, gracias a la continuidad de las políticas de Fernando Henrique Cardoso y después de Lula, está empezando a reducir la pobreza con bastante éxito, mientras que Venezuela ha sido un desastre colosal. Es el único país que conozco que a pesar de tener un boom petrolero, un ingreso petrolero impresionante cuando Chávez entró al poder el petróleo estaba a ocho dólares el barril y hoy está a 68, aumentó la pobreza, según las cifras que dio el año pasado su propio Instituto Nacional de Estadísticas antes de que Chávez lo censurara y le hiciera cambiar los números de un plumazo.
Entonces estamos viendo que hay dos izquierdas, una que está atrayendo capitales y reduciendo la pobreza, una izquierda moderna, globalizada, y otra izquierda, que no sé qué tanto tiene de izquierda y qué tanto tiene de mecanismos de consolidación de un poder unipersonal. Creo que en lo de Venezuela, como en lo de Cuba, todo ese discurso pseudoizquierdista no es más que una excusa para crear conflictos internos y externos de modo de justificar que el líder máximo se encarame en el poder por 20, 30 o 50 años como en el caso de Cuba.
EC Antes de volver al libro me queda esta pregunta: ¿a qué atribuyes tú este cambio político que se está dando en nuestra región con el triunfo de partidos o de candidatos de esas dos izquierdas de las que recién hablábamos?
AO Es una ley del péndulo que ha pasado siempre y va a seguir pasando. Pero ojo, porque tampoco es cien por ciento así, porque a Uribe, en Colombia, yo no lo calificaría como un presidente de izquierda, como tampoco a la mayoría de los centroamericanos. En América del Sur se da la ley del péndulo, cada 10 años cambia de un lado a otro, y lo interesante es que la izquierda ganó pero se corrió a la derecha. Si comparamos lo que están diciendo un Ricardo Lagos, una Michelle Bachelet con lo que la izquierda chilena decía hace 10 años, o lo que está diciendo Lula hoy con lo que decía hace tres años, vemos que se han corrido a la derecha impresionantemente. Por eso todo eso son rótulos que significan cada vez menos, porque la principal prioridad de eso hablo en mi libro para los países latinoamericanos tiene que ser una sola: reducir la pobreza. ¿Y cuáles son los países del mundo que están reduciendo la pobreza? Son China, India, Polonia, Hungría, toda la Europa del Este... Todo el mundo en desarrollo, con excepción de América Latina, está teniendo un éxito impresionante en la reducción de la pobreza.
El eje del libro es que el principal cuento chino que cuentan en América Latina los políticos y muchos presidentes es que la pobreza en el mundo ha aumentado en los últimos años, porque en realidad ocurrió todo lo contrario, la pobreza mundial se redujo del 40 por ciento al 21 por ciento de la población del mundo en los últimos 20 años, según cifras del Banco Mundial. ¿Por qué? Por un motivo muy sencillo: porque los países más poblados, como China, India, toda Europa del Este, se abrieron al mundo, abrieron sus economías, adoptaron el sistema capitalista, entonces empezaron a reducir la pobreza como locos. Eso está ocurriendo en todo el mundo, menos, lamentablemente, en nuestros países de América Latina, con la salvedad de Chile y, ojalá, de Brasil, que pareciera estar tomando ese camino.
EC Me gustaría profundizar en esto último que señalabas. En definitiva tú propones una división de los modelos de gobierno simplemente entre aquellos que atraen capitales y los que los ahuyentan, y dices que la clave de los buenos resultados no está en la ideología política de sus presidentes o de sus partidos. ¿Dónde está entonces la clave? Algo ya mencionaste, pero ¿qué cosas debe hacer un país para atraer inversiones extranjeras, generar puestos de trabajo y mejorar la situación social, reducir la pobreza?
AO Varias cosas. En el libro hago este recorrido por China, Irlanda, España, Polonia, por todos estos países que no tienen nada que ver uno con el otro ideológicamente. Tú me dirás: "¿Qué tiene que ver China con Irlanda?" Cero, nada. Sin embargo todos tienen dos o tres cosas en común: primero, son países que captan capitales, que han tenido una ola de inversiones extranjeras porque las han cortejado, no las han ahuyentado; segundo, tienen un énfasis enorme en la competitividad, cosa que no tenemos en muchos países de América Latina, donde estamos concentrados en debatir el tema del libre comercio, algo que está bien, pero nos olvidamos de la competitividad. ¿Y de qué te sirve a ti, a Uruguay por ejemplo, firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, si después no vas a poder competir con China, Pakistán o la India? Hay que hacer las dos cosas al mismo tiempo, firmar acuerdos de libre comercio para conquistar mercados, para tener acceso preferencial a mercados muchísimo más grandes, y al mismo tiempo aumentar la competitividad para, una vez que uno gana acceso preferencial a esos mercados, poder ganarles a los demás competidores.
EC - ¿Y cómo se mejora la competitividad?
AO Ahí viene la tercera pata de la silla que es la educación. En materia educativa lo que me impresionó en China, en Irlanda, en España, en todos esos países que cuento en el libro, es que están miles de años adelante de nosotros en ese tema. El ejemplo más clásico son las universidades: ¿cómo te explicas tú que en el ranking inglés de las mejores 200 universidades del mundo haya una sola latinoamericana y esté al final de la lista, cuando hay decenas de universidades chinas, paquistaníes, de Taiwán, de todos lados, pero de muchísimos países en desarrollo? ¿Cómo te explicas tú que en China, un país comunista, las universidades sean pagas, los estudiantes universitarios paguen y mucho, no es una cuota simbólica y con ese dinero de los que pueden pagar subvencionen a los que no pueden pagar?
Mientras tanto en Argentina, en México, en Uruguay con el cuento de la autonomía universitaria estamos subvencionando a los ricos mientras que los de clase trabajadora que quieren ir a la universidad no pueden hacer las dos cosas, no aguantan y dejan de estudiar. Estamos subvencionando a los ricos. El modelo educativo que existe en todo el resto del mundo está basado en la calidad, el mérito y la rendición de cuentas a la sociedad, por ejemplo en materia de exámenes de ingreso.
Todos esos países, países comunistas como China, socialistas democráticos como España, hasta países capitalistas como Irlanda, tienen exámenes de ingreso rigurosísimos, tienen acreditación de las universidades, son meritocracias. La educación los convierte en países mucho más competitivos porque en el mundo de hoy y esa es la cuarta pata de la mesa que encontré en mi gira por todos esos países que cuento en el libro eso te permite tener una clase trabajadora y profesional muchísimo más capacitada, que produce bienes de mucho mayor valor agregado, porque en América Latina, lamentablemente, seguimos siendo exportadores de materias primas. Y eso es muy lindo, está muy bien, es muy cómodo, pero cada vez vale menos en el contexto internacional, sólo el 4 por ciento del producto bruto mundial está compuesto por materia prima, todo el resto es servicios y propiedad intelectual.
Si tú miras las empresas más grandes del mundo, hace 20 o 30 años eran las empresas de petróleo, de alimentos, todas las empresas de materias primas, pero si hoy miras en la revista Fortune, las cien empresas más grandes del mundo son Microsoft, IBM, Google, que producen todas aire porque hoy día lo que vale es el conocimiento, estamos en la economía del conocimiento y para tú fabricar productos para la economía del conocimiento necesitas una población educada. No educada masivamente regalando títulos sino como están haciendo en India, con universidades súper rigurosas en las que se gradúa una elite intelectual impresionante que compite con las mejores del mundo. Esas son las cuatro patas de la mesa.
EC Consolidar esas cuatro patas, llevar adelante una gestión de gobierno apoyada en esos pilares no siempre es sencillo en un país.
AO - Pero es más fácil de lo que parece.
EC Tú manejas dos grandes alternativas para avanzar en esa dirección: una, la de aquellos países que han optado por un acuerdo social, un pacto social; y otra, la de aquellos que han recurrido a la opción supranacional. Me gustaría que viéramos esas dos alternativas.
AO Con gusto, hablo de las dos en el libro. Uno de los motivos por los cuales soy optimista es lo que vi en Irlanda. Irlanda tiene todas las falencias o todos los estereotipos negativos que tenemos los latinoamericanos. Los irlandeses son los latinoamericanos de Europa. Tienen la fama de ser impuntuales, bebedores, malos para el trabajo en equipo, individualistas, excelentes para la música, para la poesía, para el fútbol, para todo menos para el trabajo serio en equipo. Mientras, los ingleses, que viven al lado, son los serios, los que trabajan en equipo, los puntuales, etcétera. Sin embargo en doce años, que no es nada, Irlanda se dio vuelta y pasó de ser el segundo país más pobre de la Unión Europa al segundo país más rico, más rico hoy en día a nivel per cápita que Inglaterra.
Entonces no creo que los países ni los pueblos estemos biológicamente condenados al fracaso ni al subdesarrollo, Irlanda es una prueba viviente de que un país se puede dar vuelta de una manera impresionantemente rápida.
EC Claro, pero para dar esos pasos al principio es necesario adoptar medidas duras, amargas, severas, que espontáneamente no son aceptadas por la mayoría de la población. ¿Entonces?
AO Al principio del libro largo esa tesis un poco provocadora, como dijiste al principio, sobre la base de entrevistas que tuve con Felipe González y Fernando Henrique Cardoso, que cuento allí. Me llamó la atención que Felipe González, por ejemplo, cuando le pregunté: "¿Cómo hizo usted para globalizar a España? ¿Cómo hizo, tras recibir un país anquilosado, bastante pobretón hace 20 o 30 años, para meterlo en la Unión Europea, en el mundo y hacerlo crecer como creció, triplicar su producto bruto per cápita, convertirlo en un país de gente que vive bien?". Ahí entró el factor supranacional.
Lo que interpreto de lo que me dijo Felipe González es que es mucho más fácil para un país como Uruguay, para el presidente de un país como Uruguay, salir a la televisión y decirle a su gente: "Miren, tenemos que ajustarnos el cinturón, hacer sacrificios en esto, esto y lo otro, porque si lo hacemos y nos adecuamos a este esquema supranacional, el 31 de diciembre del año 2007 nos van a abrir el 30 por ciento de la cuota de exportación de zapatos, el 40 por ciento de la cuota de exportación de lana..." Cosas concretas.
Los presidentes hasta ahora tenían que salir a la televisión a vender entelequias. "Tenemos que ajustarnos el cinturón porque hay unos sabios en Washington, en Londres que dicen que si lo hacemos nos va a ir bien". Eso es vender una abstracción y los pueblos no compran abstracciones. Entonces América Latina y las Américas en general necesitan un acuerdo supranacional por el cual, así como hay un pacto democrático, haya un pacto económico que asegure a las empresas contra el riesgo político, que a un presidente le agarre la locura y expulse a una empresa, todo ese tipo de cosas generarían confianza inmediata y harían crecer la inversión impresionantemente.
EC Desde ese punto de vista, ¿el Mercosur es suficiente, sirve, o tú estás pensando en otro esquema supranacional?
AO El Mercosur en la nueva economía del Siglo XXI es un club de pobres. En el Siglo XXI hay tres grandes bloques en el mundo. El primer bloque es América del Norte ahora, Canadá, Estados Unidos, México y América Central a partir de este año. El segundo bloque es la Unión Europea, 25 países más tres o cuatro que se van a unir en los próximos tres o cuatro años. Y el bloque asiático, que empieza el año que viene, el 1 de enero de 2007, cuando China y los 10 países de la Asociación de Países del Sudeste Asiático, entren en su Tratado de Libre Comercio (TLC).
Esos tres son los bloques regionales que se están formando a principios del siglo XXI y el que se quede afuera se queda afuera del juego. Entonces el Mercosur tiene que entrar en un bloque mucho más grande. ¿Cuál? Cualquiera. Yo no digo que tenga que entrar en el ALCA, pero sí digo que si no entra en uno de los tres va a ser un club de pobres que van a ser cada vez más pobres.
EC ¿Esa herremienta puede ser la Comunidad Sudamericana de Naciones que se viene generando?
AO Repito, el producto bruto de América del Sur no llega a los talones de ninguno de estos tres grandes bloques regionales. Uruguay le puede vender a Argentina y le puede vender a Brasil pero estás hablando de economías que comparadas no alcanzan a ser un ápice de lo que son el bloque de Estados Unidos, Canadá, México o América Central o el de China más los 10 países del Sudeste asiático, o el de toda la Unión Europea. En un mundo donde hay una competencia mundial por las inversiones y por los mercados de exportación, ¿cómo vas a atraer inversiones? Te doy un ejemplo. Vietnam, país comunista que hoy día es la nueva perla de Asia y todas las multinacionales están yendo a instalarse allí. ¿Por qué? Porque a partir del año que viene tu vas a poder establecer una fábrica en Vietnam y gracias al Acuerdo de Libre Comercio de los países asiáticos vas a poder exportar a China, a Malasia, a países de cientos y miles de millones de habitantes.
Si tu te quedas en Sudamérica, hoy en día, Uruguay qué puede ofrecer... Puede ofrecer: "venga y ponga una fábrica en Uruguay y va a exportar a Argentina y Brasil". Está bien, no está mal. Pero comparado con el mercado europeo... Comparado con tener una fábrica en Polonia desde donde tienes acceso a 450 millones de personas en Europa, una de las regiones más ricas del mundo. O a Vietnam, China o Malasia, donde tienes acceso a 2.000 millones de personas. O instalar una fábrica en Honduras donde gracias al TLC con Estados Unidos tendrás acceso a un mercado de 500 millones de personas y la economía más grande del mundo... Va a ser mucho más difícil.
EC En ese cuadro, ¿cómo juega Estados Unidos, en particular su gobierno actual? En el libro eres bastante crítico con la administración Bush, no sólo en el plano político sino también en el económico-comercial. ¿Por qué?
AO No nos alcanzaría este programa para criticar al gobierno de Bush, ha hecho casi todas las cosas mal, empezando por el fiasco de Irak. En el mundo de hoy tú cuando buscas socios comerciales, si te alías con China te estás aliando con una dictadura espantosa, si te alías con la Unión Europea te estás aliando con una vieja Europa que se está cayendo cada vez más; para un país latinoamericano todas las opciones son igualmente malas. Entonces los países tienen que elegir la que sea económicamente más redituable, porque, repito, la principal prioridad de cualquier persona que sea presidente de un país latinoamericano o de cualquier país en desarrollo tiene que ser reducir la pobreza. Y cuando tú hablas de reducir la pobreza no te detienes a pensar si estás de acuerdo con la política ambiental del país con el que vas a hacer un acuerdo de libre comercio sino cuánto te va a comprar y cuánto te va a pagar.
EC - ¿Cómo ha manejado la administración Bush la relación comercial y económica con América Latina?
AO Mal porque lo ha centrado todo en el libro comercio, como si el libre comercio fuera la varita mágica que hace que un país progrese. Como decíamos antes, hace falta mucho más. Hace falta libre comercio pero también aumentar la competitividad, mejorar la educación, transparentar las cuentas, es mucho más que el libre comercio. Ahí ha errado el gobierno de Bush y se está encontrando ahora con oposición al libre comercio tanto en América Latina como en su propio Congreso.
El Congreso de Estados Unidos está cada vez más reacio al libre comercio porque hasta ahora ha beneficiado mucho más a los países del Sur que a los países del Norte. México triplicó sus exportaciones a Estados Unidos desde que firmó el TLC. Ha puesto demasiado énfasis en un tema que... Está bien, yo soy favorable al libre comercio, creo que ayuda a los países más pobres, ha puesto demasiados huevos en esa canasta y descuidado muchas otras canastas.
EC Algo ya dijiste en alguna de tus respuestas anteriores a propósito del gobierno uruguayo, pero concretamente, ahora con un poco más de detalle, ¿cómo observas desde esta óptica que pauta tu libro la gestión del presidente Tabaré Vázquez, el primer gobernante del Frente Amplio que tiene nuestro país?
AO Me es difícil juzgarlo porque, ahora que lo pienso, debe ser uno de los poquísimos presidentes de América Latina, quizás el único de habla hispana por lo menos, que no he conocido. No tengo el gusto de conocerlo. Pero por lo que escuché en Uruguay hay un gobierno dividido. Hay una izquierda moderna que entiende para dónde va el mundo y hay una izquierda anquilosada que se aferra a eslóganes del pasado que han fracasado en todo el mundo. Yo te puedo citar decenas de ejemplos de países que han mejorado su estándar de vida y reducido su pobreza que, subrayo, es el gran objetivo, el norte de todos quienes queremos tener conciencia social y responsabilidad social desde que abrieron su economía y atrajeron capitales, y no te puedo nombrar un solo ejemplo, ni uno, nadie lo puede nombrar porque no hay, de un país que haya reducido la pobreza ahuyentando el capital y cerrándose al mundo, no hay un solo ejemplo. Entonces la lección es muy clara.
EC Tú dices que en definitiva, a pesar de las críticas varias de ellas tremendas, algunas lapidarias que haces al desempeño de algunos gobernantes del continente, tu experiencia, tu recorrida, tu análisis te lleva a ser optimista respecto del futuro de esta región del planeta. ¿Por qué? ¿Sobre qué se basa ese optimismo?
AO Soy nerviosamente optimista, ansiosamente optimista, te diría. Soy optimista por lo que estoy viendo en Chile, por lo que estoy viendo en Brasil, porque estoy viendo que hay países que están escapándole a la maldición latinoamericana que es por cierto el estereotipo que tienen de nosotros en China, donde nos ven como inestables, como adolescentes, que es ser países inestables, que cada cuatro año cambian el modelo, pasan de un lado a otro, que no respetan los reglas de juego, que reinventan la rueda con cada nuevo gobierno, que refundan el país como ahora están haciendo en Bolivia cada cinco años, etcétera.
Chile ha mantenido el Norte, ha mantenido su curso y le ha ido fenomenal, ha reducido la pobreza a la mitad. Y lo que me hace más optimista aun es lo que está ocurriendo en Brasil, donde la gente eligió a Lula hace cuatro o cinco años y Lula era una izquierda dura, yo lo entrevisté tres o cuatro semanas antes de que asumiera y estaba hablando de romper con el Fondo Monetario, etcétera, un izquierdista de la izquierda dura, de la vieja guardia y Lula asumió el gobierno y llevó adelante políticas económicas responsables, no hubo ninguna fuga de capitales, no hubo ninguna catástrofe. Por el contrario, empezó a volver la inversión, Brasil está empezando a reducir la pobreza y mantuvo el Norte, mantuvo el curso, no fue uno de esos países que dan bandazos. Yo veo un fenómeno de estabilidad en importantes países de América Latina te acabo de mencionar dos y creo y espero que ese ejemplo, en la medida que siga pasando lo que pasó hasta ahora, que están siendo exitosos en la reducción de la pobreza mientras que Venezuela está creando cada vez más pobres, sea seguido por sus vecinos cuando vean lo que está pasando.
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Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Mauricio Erramuspe