Análisis Económico

En tiempos de debate sobre la política comercial del país: ¿Cuáles son las cifras claves del comercio exterior? ¿Cómo está funcionando el Mercosur?

Análisis del economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.

(Emitido a las 8.29)

EMILIANO COTELO:
Durante el viernes y el sábado pasados visitó nuestro país el canciller de Brasil, Celso Amorim. En su visita, Amorim prometió un "new deal" en el Mercosur para los países más pequeños del bloque.

Como no podía ser de otra manera, la visita del canciller brasileño acaparó la atención de todos nosotros y revivió algunos temas de debate nacional. En particular, ¿debe el país apostar al Mercosur? ¿O es tiempo acaso de ensayar otros acuerdos, por ejemplo con Estados Unidos? En este marco nos pareció oportuno dedicar nuestro espacio económico de hoy a esta temática, que plantea varias preguntas. Por ejemplo, ¿cuánto comerciamos con los socios del Mercosur y cuánto exportamos a Estados Unidos y Europa? ¿Cómo son las balanzas comerciales con cada uno de esos socios? ¿En base a qué parámetros deberíamos evaluar la conveniencia de los diversos cursos de acción que se le presentan al país? Enseguida, el diálogo es con el economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.

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Pablo, comencemos con las principales cifras. ¿Cuánto comerciamos con los socios del Mercosur? ¿Cuánto exportamos a otros socios comerciales como Estados Unidos?

PABLO ROSSELLI:
Considerando las cifras de cierre de 2005, nuestro país realizó exportaciones de bienes por 3.400 millones de dólares. De ese monto, un 23% fue de exportaciones al Mercosur, por 781 millones de dólares, con la siguiente apertura por país: 458 millones a Brasil, 267 millones a Argentina y 56 millones a Paraguay.

A Estados Unidos, en tanto, exportamos 761 millones de dólares (una cifra 20 millones menor que las colocaciones al Mercosur) y a la Unión Europea le vendimos 587 millones de dólares. Nos quedan todavía otros 1.270 millones de dólares que se reparten en muchísimos mercados, entre los que se destacan México (con casi 140 millones), China (con 120 millones), y Canadá e Irán con 90 y 80 millones, respectivamente.

EC - ¿Y cómo son las balanzas comerciales con cada socio?

PR - La balanza comercial registró un déficit total de 474 millones de dólares el año pasado. A nivel de las balanzas bilaterales, las situaciones son variadas pero para resumir podemos decir que con Estados Unidos el país tiene un superávit comercial de unos 500 millones de dólares; con la Unión Europea también tiene un superávit, de unos 180 millones, mientras que con el Mercosur el saldo es deficitario en casi 850 millones de dólares.

De todas maneras, hay que preguntarse cuál es la relevancia de calcular las balanzas comerciales bilaterales. Me adelanto a decir que es poco relevante a pesar de que habitualmente se hacen este tipo de cálculos.

EC - ¿Por qué es poco relevante, Pablo?

PR - Hay dos tipos de razones. La primera tiene que ver con que, como indicador de resumen, la balanza comercial es de por sí un mal indicador del comercio exterior de un país. En 2005, nuestro país tuvo un déficit comercial de 474 millones de dólares. Importamos más bienes de los que exportamos. Pero nuestro país es superavitario en el comercio de servicios. Por eso es más relevante la cuenta corriente, que en 2005 mostró un déficit de 88 millones de dólares, muy inferior al déficit comercial.

EC - Pero decías que hay dos tipos de razones que hacen poco relevante el cálculo de las balanzas comerciales bilaterales.

PR - Es cierto. A nivel de los cálculos bilaterales, tenemos cifras del comercio de bienes pero no tenemos cifras del comercio de servicios. Pero aunque las tuviéramos, la medición de los saldos comerciales bilaterales es muy poco relevante porque bien podría ocurrir, por ejemplo, que un socio comercial fuera un importante proveedor de algunos insumos y que esos insumos se utilizaran en producciones para terceros mercados. En ese caso, nuestro país tendría un déficit con ese proveedor de insumos y un superávit con el país al que se le exporta la producción. Eso no depararía ningún problema... También puede ocurrir en cierto momento que las posibilidades de exportación hacia otro mercado, como Estados Unidos, sean más atractivas que exportar a un socio del Mercosur. En ese caso, las exportaciones al MERCOSUR serían más bajas solamente porque hay oportunidades más atractivas en otros mercados.

Justamente, las fluctuaciones del tipo de cambio real y de las competitividades bilaterales afectan los flujos comerciales y los saldos comerciales en forma importante, sin que por eso debamos cambiar nuestra evaluación sobre el funcionamiento de un acuerdo comercial particular, como puede ser el Mercosur. Esa evaluación debe basarse en aspectos más sustantivos.


EC - ¿En qué debe basarse la evaluación del funcionamiento de los acuerdos comerciales? O más concretamente, ¿qué debemos mirar para evaluar la marcha del Mercosur?

PR - Como decía recién, las balanzas comerciales bilaterales nos dicen muy poco sobre el funcionamiento de un acuerdo comercial. Los países hacen acuerdos comerciales para incrementar el comercio, las exportaciones y las importaciones, y para atraer inversiones orientadas a explotar los beneficios de esa expansión del comercio pero diversos factores pueden hacer que los saldos bilaterales sean positivos o negativos. Si para decir que un acuerdo comercial es beneficioso para un país tuviésemos que obtener un superávit comercial importante, entonces nunca habría acuerdos. Porque todo superávit importante para un país supondría un déficit para el otro país y obviamente con ese criterio el otro país no debería aceptar el acuerdo.

EC - ¿Cuáles son esos otros factores a tener en cuenta para evaluar la marcha de un acuerdo comercial como el Mercosur?

PR - El crecimiento del comercio de los socios, mucho más que los saldos comerciales bilaterales, es una variable relevante. Pero además, se debe tener en cuenta un conjunto de aspectos que inciden en el funcionamiento de los mercados. En este sentido, el Mercosur está mostrando problemas en lo que hace al régimen de solución de controversias. No hay un buen marco de solución rápida de controversias en el Mercosur.

El episodio de los cortes de puentes es bastante claro pero es frecuente en el Mercosur que se observen interrupciones en los flujos comerciales entre los socios. En Uruguay siempre mencionamos el caso de las trabas a las exportaciones de arroz o de lácteos a Brasil o el caso de las exportaciones de bicicletas a Argentina.

EC - Ahora, Pablo, del lado uruguayo no ponemos trabas a veces.

PR - También hay trabas al comercio desde el lado uruguayo. Algunas son muy notorias. Por ejemplo, Uruguay tiene una regulación que impide la importación de pollos desde Brasil alegando restricciones sanitarias, a pesar de que Brasil es uno de los principales productores y exportadores del mundo. Uruguay tiene un esquema de protección muy fuerte a la industria vitivinícola que ha sido aceptado por los socios del Mercosur, que incluye la prohibición de importación de vino en envases de más de un litro de capacidad. Con esto no estamos emitiendo opinión sobre la conveniencia y eficacia de estas medidas, pero es claro que contravienen el espíritu del Mercosur.

En general, cuando el comercio entre los socios no fluye libremente debido a la presencia de barreras y debido a las dificultades que se observan para la solución de controversias, entonces los países miembros no se ven favorecidos por mayores inversiones derivadas de la expansión del comercio. En ese sentido, inclusive las restricciones voluntarias de exportaciones que han acordado en algunos sectores Argentina y Brasil (o la protección aceptada para la industria vitivinícola uruguaya) trasmiten al mercado una señal clara de una vocación débil por el libre comercio dentro de la región. Esas señales terminan desalentando en alguna medida las inversiones orientadas a explotar las ventajas del mercado ampliado. Se terminan realizando las inversiones que son viables en cada uno de los países por separado y eso afecta negativamente a todos los socios pero mucho más a los socios pequeños que no tienen un mercado interno grande.

EC - Pablo, el tiempo se nos ha ido, pero queda una pregunta clave que está instalada en el debate. ¿Debe el país apostar al Mercosur o debe buscar otros acuerdos, por ejemplo, con Estados Unidos?

PR - Es difícil responder esa pregunta en pocas palabras. Además, las respuestas pueden variar en función de una serie de valoraciones políticas que no nos corresponde a nosotros evaluar.

Lo que sí podemos mencionar es que para un país pequeño como el nuestro, sin un mercado interno importante, el crecimiento económico pasa por poder exportar más. A su vez, para exportar más, el país también requiere importar más para poder reasignar recursos hacia los sectores con mayor capacidad de competencia. Por eso, es conveniente a nuestro juicio explorar mecanismos que permitan en forma pragmática ir abriendo más la economía al comercio internacional, aprovechando el acceso a mercados que se obtiene con los acuerdos comerciales. No se trata entonces para Uruguay de una dicotomía Mercosur versus otros acuerdos. Tampoco debería tratarse de que Brasil y Argentina mejoraran el funcionamiento del Mercosur para evitar que Uruguay busque otros acuerdos. Uruguay necesita tener acceso a más mercados externos aún si el Mercosur funcionara mejor.

EC - Ahora, ¿cómo se compatibiliza ese interés de Uruguay con el Mercosur?

PR - En realidad, una estrategia de crecimiento exportador seguramente también es conveniente y es buscada por los países vecinos. Hay que tener presente que Brasil sólo vende en el Mercosur un 10% de sus exportaciones totales. Y Argentina vende en el Mercosur un 23% de sus exportaciones totales... Parece claro que todos los miembros del Mercosur necesitan exportar a otros mercados.

Si es así, el punto clave es si los socios del Mercosur pueden negociar juntos y con eficacia nuevos acuerdos comerciales. Por ahora, parece difícil ese camino porque los intereses ofensivos y defensivos de cada país miembro son diferentes. Esas dificultades le darían sustento a una opción de negociación por separado de los socios, como de hecho ya se hizo con México, aunque en estas decisiones los aspectos políticos juegan un papel insoslayable, sobre todo si hablamos de acuerdos con Estados Unidos.