Análisis Económico

¿Cómo se está comportando el sector cárnico de nuestro país? ¿Cuáles serán las consecuencias de la apertura del mercado mexicano?

Análisis del economista Pablo Rosselli, de la consultora Tea Deloitte & Touche.

(Emitido a las 08.33)


EMILIANO COTELO (EC):
Luego de largas negociaciones y de varias marchas y contramarchas, la semana pasada se concretó la apertura del mercado mexicano a las carnes uruguayas. Por esa razón nos pareció oportuno dedicar nuestro espacio económico de hoy a examinar en detalle el comportamiento del sector cárnico para ver, por ejemplo, qué está ocurriendo con la producción o cómo se están comportando las exportaciones.

Por otra parte y aunque se trata de una buena noticia para el país, algunos han señalado su preocupación por las consecuencias que el dinamismo exportador tiene sobre los precios al consumidor. Y esa preocupación plantea otros interrogantes. Por ejemplo, ¿en qué nivel se encuentran los precios de la carne a los consumidores desde una perspectiva histórica? O, ¿debe la política económica evitar la suba de precios de la carne?. O esta otra: ¿tiene sentido bajar las tasas impositivas, como plantea el Poder Ejecutivo, para compensar las subas de precios? El diálogo es con el economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.

Comencemos repasando los números del sector cárnico.

PABLO ROSSELLI: - El sector cárnico uruguayo está hoy en su mejor momento, gracias a un contexto internacional muy favorable que lo encuentra, a su vez, con una capacidad productiva récord, que permite responder a esa coyuntura con mayores exportaciones.

La faena bovina, por ejemplo, ha venido creciendo de forma ininterrumpida desde 2002. En 2005 alcanzó un récord de casi 2,4 millones de cabezas y este año ha seguido creciendo. De hecho, al ritmo que ha venido creciendo la faena en estos últimos meses prevemos que supere holgadamente los 2,5 millones de cabezas al cierre de 2006. Para ponerlo en una perspectiva histórica, eso significa un nivel de faena 50% superior al que teníamos 10 años atrás. 

Y lo más importante es que ese nivel de faena se realiza sin comprometer el stock vacuno.

EC: - ¿A cuánto asciende el stock vacuno?

PR: - En realidad, las existencias se encuentran en torno a los 12 millones de cabezas. De hecho, desde hace tres años el stock vacuno se ha estabilizado en torno a esos valores, que son máximos históricos.

Como los nacimientos están por encima de los 2,5 millones de cabezas por año, los niveles actuales de faena resultan consistentes con el mantenimiento del stock.

EC: - ¿Y cómo se están comportando las exportaciones? Creo que todos tenemos presente que las exportaciones de carne han subido mucho en los últimos años, pero vale la pena ver las principales cifras para situar a los oyentes...

PR: - El mercado externo es, sin dudas, el motor de crecimiento de la cadena cárnica. Después de superados los problemas sanitarios que enfrentó nuestro país a comienzos de esta década, las colocaciones de carne vacuna han venido mostrando una expansión realmente sin precedentes y en 2005 superaron los 780 millones de dólares; una cifra que es 80% superior a la que -por ejemplo- teníamos en 1998 y que casi triplica los valores de la primera mitad de los años 90.

Ese desempeño de las exportaciones se encuadró en un contexto internacional que, como decía, ha sido muy favorable para la carne. Y con esto no sólo me refiero a la suba de los precios internacionales sino también a la apertura de mercados. Esto es particularmente importante porque el comercio mundial de carne se encuentra sujeto a restricciones sanitarias muy fuertes, que determinan que el precio de exportación también presente diferencias para nada despreciables de un mercado a otro.
En definitiva, lo que sucedió con la carne uruguaya es que además de recibir el efecto positivo de los mayores precios internacionales que se observan por la expansión de la demanda mundial, la posibilidad de ingresar a mercados de elevada exigencia sanitaria y que pagan mejores precios, como Estados Unidos, potenció el efecto de la suba de los valores internacionales. Y, como es lógico, las ventas a ese mercado crecieron de forma muy importante; al punto que hoy Estados Unidos es el principal destino de la carne uruguaya.
 
EC: - ¿Y qué impacto tendrá la reapertura de México en el sector? ¿Se prevé que este mercado vuelva a ser un cliente importante para la industria frigorífica uruguaya?

PR: - Sin duda que las connotaciones de poder ingresar nuevamente a México son positivas porque abrir nuevos mercados amplía las opciones de diversificación y porque a largo plazo mejora las condiciones de precios.
 
De todos modos, hoy por hoy, los cortes que compra México se están cotizando a mejores precios en otros mercados. Por lo tanto, tal vez no sea inmediata la expansión de las ventas a ese país. De todas maneras, las ventajas arancelarias de Uruguay en ese país frente a competidores como Nueva Zelanda y Australia son significativas. Además, México es un mercado de un tamaño muy importante. Antes del rebrote de la aftosa en nuestro país, allá por 2001, México llegó a adquirir cerca de un 10% del total exportado.

EC: - Es claro que este impulso que viene mostrando el sector cárnico es muy positivo, pero. (siempre hay un pero) como contrapartida, a nivel local, el dinamismo exportador se traduce en mayores precios al consumo. ¿Es así?

PR: - Sí. El aumento de los precios de exportación en los últimos años generó una suba de los valores a lo largo de toda la cadena que –obviamente- se reflejó en los precios al consumo.

Medidos en dólares los precios de la carne al consumidor relevados por el Instituto de Estadística, crecieron en el orden del 30% en 2004 y entre el 15% y el 20% en 2005; dependiendo de los cortes. Y obviamente en términos reales (del poder adquisitivo de la población) la carne se encareció mucho en los últimos años.
Entre 2001 y 2006, la carne medida en términos reales experimentó una suba del orden del 40%. Para tener una mejor idea de lo que eso significa, los precios de la carne al consumidor se ubican en los mayores registros desde 1988.

EC: - ¿Y como repercutió la suba del precio de la carne sobre el consumo local?

PR: - Lamentablemente no disponemos de una serie estadística oficial que en forma actualizada nos permita medir con exactitud cómo evoluciona anualmente el consumo de carne en nuestro país. De todos modos, algunos cálculos que hemos realizado indican que el consumo de carne per cápita cayó bastante en los últimos años, como consecuencia de los mayores precios y también como consecuencia de la caída del salario real y de las pasividades observadas durante la crisis. Aún a pesar de la reactivación económica de los últimos tres años, el consumo de carne no ha vuelto a los niveles previos, aunque igualmente es alto en las comparaciones internacionales.

EC: - Ahora, ese encarecimiento de la carne es un factor que muchos ven con preocupación. Si se quiere, como un efecto no deseado del éxito exportador. Entonces, ¿qué se debe hacer desde la política económica? ¿Debe el gobierno incidir de alguna manera para que los precios internos sean más bajos?

PR: - Lógicamente, la respuesta a esa pregunta puede diferir en función de los objetivos que cada uno entienda se deben perseguir. De todas maneras, hay dos aspectos a tener en cuenta. En primer lugar, se debe considerar que el desarrollo del sector cárnico de los últimos años ha sido impulsado por el dinamismo exportador. Las oportunidades crecientes de colocación en los mercados externos (por los mejores precios internacionales y por la apertura de mercados), se traducen en mayores precios en toda la cadena cárnica. Si bien esos precios más altos tienen como consecuencia negativa que los consumidores vemos encarecer el producto, al mismo tiempo los precios más altos son los que estimulan a los productores agropecuarios y a la industria a realizar más inversiones; lo que a su vez permiten incrementar la producción.
Si el gobierno tomara medidas para reducir los precios del mercado interno, eso repercutiría en menores precios de venta de los frigoríficos, que en parte lo trasladarían a los productores. Y esos menores precios para la industria y para los productores redundarían en menores niveles de inversión.

EC: - Decías que hay dos factores a tener en cuenta. ¿Cuál es el segundo?

PR: - El segundo es más general. Un país con un mercado interno muy reducido solo puede crecer sistemáticamente a través de la exportación. Medidas que desalienten la exportación terminan afectando la inversión en los sectores exportadores y -a la larga- son perjudiciales para el crecimiento económico. Esto es muy relevante en este caso. Porque en realidad no hay muchas formas de lograr que la industria venda carne en forma sostenida y en cantidad suficiente en el mercado interno a precios menores que los de exportación. Si los precios internos son bajos, cada frigorífico buscará una salida en el comercio exterior para esa producción.

EC: - Ahora, sin afectar las exportaciones, el gobierno podría modificar los impuestos. De hecho, hay un proyecto de ley del Poder Ejecutivo para bajar la tasa de IVA y para eliminar el Cofis a la carne vacuna. ¿Es razonable eso?

PR: - Dos comentarios. Primero, ese proyecto en realidad no hace más que anticipar los efectos que tendría la Reforma Tributaria, si se aprobara como está planteada en el proyecto del Poder Ejecutivo. Desde ese punto de vista, no hay inconvenientes en adelantar una rebaja de impuestos que de todas maneras ocurriría. Pero, el segundo comentario: de allí no deberíamos pensar que la respuesta ante cambios importantes de los precios de algún producto relevante en la canasta de consumo de las familias sea modificar las tasas de impuestos. Porque los sistemas tributarios (incluyendo las alícuotas de los impuestos) deben ser predecibles y estables, mientras que los precios tienden a subir o bajar con bastante frecuencia. Si con frecuencia se revisaran las alícuotas de los impuestos para neutralizar movimientos no deseados de los precios, entonces se generaría una incertidumbre importante en el sistema tributario y se alterarían los equilibrios que debe haber entre la tributación a la que están sometidos todos los bienes.