Análisis Económico

El acuerdo comercial con Estados Unidos: ¿qué beneficios y qué problemas traería para el país?

Análisis del economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.

(Emitido a las 8.31)

EMILIANO COTELO:
Como ustedes saben, ayer se realizó la conferencia "Uruguay en la economía global", organizada por el Consejo de las Américas y la Cámara de Comercio Uruguay – Estados Unidos. El presidente Tabaré Vázquez señaló con claridad su disposición a avanzar en las tratativas con Estados Unidos al señalar que "El tren, algunas veces, pasa sólo una vez".

Se trata de un tema de intenso debate en la interna del gobierno, a pesar de lo cual parece que el presidente Vázquez procura seguir avanzando en las conversaciones. Por eso nos pareció oportuno dedicar nuestro espacio económico de hoy a este tema.

¿Para qué debería firmar nuestro país un acuerdo con Estados Unidos? ¿Qué beneficios y qué problemas traería? ¿Podemos hablar de libre comercio con Estados Unidos cuando ese país sigue subsidiando la producción agrícola, que compite en forma desleal con nuestros productos? Sobre esas y otras preguntas, el diálogo es con el economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.

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Pablo, antes de entrar de lleno en la temática de hoy, sería bueno repasar las principales cifras del intercambio comercial con Estados Unidos.

PABLO ROSELLI:
Está bien, Emiliano. En 2005, las exportaciones a Estados Unidos alcanzaron a 760 millones de dólares, representando un 22% de las exportaciones totales del país. Para tener una referencia de comparación, las exportaciones al Mercosur fueron de 780 millones de dólares, un  poquito más.

Si miramos la apertura de las ventas por producto, a Estados Unidos le vendimos carne por unos 460 millones de dólares (60% del total). El segundo rubro de exportación son los combustibles (por 130 millones en 2005) y luego le siguen, de lejos, los cueros, lácteos, productos del mar y textiles, con cifras que van desde los 15 millones hasta los 30 millones. En lo que va de este año se ha producido un descenso de las exportaciones, básicamente por menores ventas de carne que se explican por el hecho de que la industria frigorífica encontró otros mercados más atractivos.


EC - Queda claro por qué se insiste en que Estados Unidos se ha vuelto un cliente importante de nuestro país, en forma coincidente con un mal momento del Mercosur. Justamente, para muchos, el mal funcionamiento del Mercosur le dio un impulso a la búsqueda de nuevos acuerdos comerciales. ¿Comparten esa visión?

PR - Sin dudas, Emiliano. Es notorio que el Mercosur está funcionando mal. El comercio bilateral entre los socios bajó luego de la devaluación brasileña de 1999 y las posteriores crisis regionales y después de varios años de recuperación económica en la región, el comercio entre los socios no ha llegado a recuperar los niveles previos. Pero más relevante que ese descenso del comercio entre los socios, que no obedece exclusivamente ni principalmente a los problemas entre los socios (sino que está sobre todo asociado a la evolución de los tipos de cambio y a la reducción de las importaciones agrícolas de Brasil), es que la institucionalidad del Mercosur está funcionando mal. Aún si dejamos al margen el episodio de la celulosa (que para los uruguayos es crítico), esa institucionalidad débil se traduce en que se observan frecuentes interrupciones en los flujos comerciales entre los socios, sin que se cuenten con mecanismos ágiles de resolución de esos problemas.

Además, todos los socios han ido aceptando la postergación de regímenes de excepciones sectoriales que limitan el comercio y han ido aceptando la introducción de nuevas limitaciones al comercio.

Lógicamente, todo esto incide en la búsqueda de otras opciones. Sin embargo, a nuestro juicio se está observando en nuestro país una polarización entre Mercosur y Estados Unidos que es inconveniente.

EC - ¿Por qué decís eso?

PR - Por dos grandes razones. La primera es que Uruguay necesita del Mercosur. Dicho de otro modo, el Mercosur seguirá siendo un mercado clave para Uruguay.

Y la segunda razón es que aunque el Mercosur estuviera funcionando muy bien, nuestro país igual necesitaría mejorar su inserción comercial fuera de la región. Hay que tener en cuenta que Uruguay es un país pequeño, con poco mercado interno (que está limitado por su población). Por eso, inevitablemente, el crecimiento económico a largo plazo requiere de una expansión sustancial de las exportaciones. Además, nuestra economía es muy abierta frente a los socios del Mercosur pero bastante cerrada o protegida frente a terceros países, lo cual tiende a generar desvíos de comercio negativos para el país que en muchos casos termina comprando bienes caros en la región en lugar de comprarlos más baratos en el resto del mundo (gracias a que esos bienes ingresan desde los socios sin aranceles).

Entonces, la celebración de acuerdos comerciales bilaterales permitiría simultáneamente abrir más la economía, permitiendo una mayor especialización en los sectores con más ventajas para competir, abaratando importaciones que hoy se realizan desde la región y expandiendo las exportaciones.

Un último aspecto relevante es que cuando vienen los momentos de crisis regionales, recordamos que nuestro país es muy dependiente de los vecinos (y que esos vecinos tienen economías bastante inestables). Bueno, una de las formas de reducir esa dependencia regional excesiva es incrementando el comercio con otros países.

EC - Entre quienes se oponen a un acuerdo con Estados Unidos, se escucha con frecuencia el argumento de que no se puede hablar de libre comercio con Estados Unidos, cuando ese país no está dispuesto a eliminar los subsidios a la producción agrícola. ¿Cómo evalúan ese punto, ustedes?

PR - En este punto se debe ser muy cuidadoso. Más allá del contenido que cada uno quiera darle al término "libre comercio", no podemos perder de vista que las distorsiones al comercio son de dos tipos. Por un lado están los subsidios a la producción y exportación de bienes agropecuarios. Esos subsidios nos perjudican porque bajan los precios de exportación en los mercados internacionales en los cuales competimos. Pero ese tema no puede estar en la mesa de negociaciones entre Uruguay y Estados Unidos por una razón sencilla. Se trata, esencialmente, de una disputa entre la Unión Europea y Estados Unidos. El ámbito de negociación de esa temática, entonces, debe incluir a esos dos actores, mal que nos pese a nosotros que quisiéramos poder resolver este tema en una negociación bilateral.

EC - Los subsidios son un tipo de distorsión. ¿Cuál es el otro tipo de distorsión a que hacías referencia?

PR - El otro tipo de distorsión relevante para el comercio de bienes agrícolas está dado por los aranceles y por las cuotas a las importaciones. Como consecuencia del conjunto de políticas comerciales aplicadas por Estados Unidos, los precios de los productos agropecuarios dentro de Estados Unidos son muchas veces mayores que los precios internacionales a los que accede nuestro país en otros mercados. Por eso, un acuerdo con Estados Unidos que ampliara considerablemente nuestra capacidad de exportación de productos de origen agropecuario tendría un efecto muy beneficioso en materia de precios. En esta situación se encuentran fundamentalmente la carne, los lácteos y los textiles. Con el nivel de exportaciones de carne a Estados Unidos, solamente en este rubro, un acuerdo que permitiera un acceso enteramente libre de la carne uruguaya a ese país generaría una mejora de precios equivalente a los 100 millones de dólares anuales. A eso habría que sumarle impactos importantes en los otros rubros que mencionábamos después, donde si se eliminaran las restricciones podríamos ver una suba expresiva de las exportaciones.

EC - Se trata de impactos importantes. De todas maneras, me imagino que muchos oyentes se preguntarán si se trata de un acuerdo que exclusivamente beneficiaría a los sectores agropecuarios. ¿No debería el país buscar acuerdos que tengan más impacto en sectores intensivos en mano de obra para generar más empleo?

PR - Esa pregunta es particularmente relevante, Emiliano. Y a nuestro juicio hay dos aspectos clave a considerar.

El primero es que no debemos pensar que con un acuerdo comercial con Estados Unidos solo venderíamos carne y leche. Probablemente habría una expansión importante en otros rubros. En particular, dependiendo del contenido de los acuerdos, podría haber un impacto relevante en la industria textil, que es muy intensiva en mano de obra.

El segundo aspecto a considerar es más cualitativo y tiene que ver con el hecho de que si el país contara con un acuerdo amplio de comercio con Estados Unidos, junto con el Tratado de Inversiones, probablemente eso constituiría cierto estímulo para la radicación de inversiones dispuestas a aprovechar ese marco para celebrar negocios con ese país.

EC - El tiempo se nos ha ido, Pablo, pero no quería dejar de mencionar que junto con los beneficios que traería un acuerdo comercial con Estados Unidos también habrá sectores perjudicados.

PR - Ese es un punto importante. Inevitablemente, en los acuerdos comerciales cada país debe resignar algo a cambio de lo que obtiene. Y en ese sentido corresponde esperar, efectivamente, una mayor competencia en algunos rubros.

EC - ¿En qué sectores se observaría más competencia?

PR - Es difícil aventurar con precisión una respuesta porque en parte eso dependerá del contenido específico del acuerdo y de cómo el país logre defender sus sectores más sensibles. Pero en términos generales, podemos pensar que los sectores bastante intensivos en capital sean más sensibles a este cambio del entorno. En base a algunos indicadores parciales, pensamos por ejemplo que entre los sectores relativamente más sensibles podrían estar algunos productos químicos, productos plásticos y fabricación de algunas autopartes. Pero como te decía recién, todavía es temprano para dar una respuesta certera.
EC – Ahora, también se está emitiendo señales de alerta con respecto a lo que un TLC o una variante podría implicar como riesgo en cuanto a las compras del Estado o propiedad intelectual por mencionar dos ejemplos.

PR – Ese es el otro punto de la respuesta. Recién hacíamos referencia a los sectores manufactureros o de producción industrial. Hay un conjunto de otros capítulos. Efectivamente la negociación abarcará temas de propiedad intelectual donde Uruguay ya tiene algún marco normativo. Compras estatales es otra área que en general es sensible a todos los países. Tenemos el tema de los monopolios estatales que en el caso de los acuerdos con México fueron aceptados los monopolios en la industria petrolera. Pero eso son temas de contenidos de los acuerdos que en definitiva serán importantes y los tendremos que ir viendo en las próximas finales.

EC – Pablo, algunas consideraciones para terminar...

PR – Sí, tenía un par de apuntes. El primero es que los acuerdos comerciales pueden ser beneficiosos para el funcionamiento de la economía pero eso no significa que sean beneficiosos para todos los agentes. Y, por esa razón, es habitual que los países discutan en torno de sus políticas comerciales.

Y el segundo es que con el comercio internacional sucede algo similar a lo que ocurre con las innovaciones tecnológicas.

EC - ¿Qué ocurre?

PR - Generan oportunidades de contar con más bienes a menor costo y mejor calidad, pero obligan a algunos actores a reconvertirse. La historia del avance tecnológico nos muestra eso con total claridad. Eso no significa, sin embargo, que como sociedad debamos resistirnos indefinidamente al avance tecnológico o al avance del comercio. En cambio, hay un espacio muy grande de discusión acerca de a qué velocidad se debe promover la profundización del comercio y acerca de qué acciones pueden desarrollar las políticas públicas para facilitar los procesos de reconversión.