Entrevista con el presidente del BCU, Walter Cancela, tras la Asamblea Anual en Singapur.

La reforma del FMI vista por Uruguay

El Fondo Monetario Internacional analiza una reforma en sus estructuras en busca de recuperar legitimidad tras varios fracasos. De vuelta de la Asamblea Anual realizada en Singapur, el presidente del BCU, Walter Cancela, describió este proceso. Agregó que en su relación con Uruguay, los técnicos del organismo han pasado de "alguna desconfianza" a la "satisfacción".

(Emitido a las 9.09)

ANDRÉS GIL:
El gran promotor de reformas ahora se reforma a sí mismo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) se propone asumir cambios profundos.

El FMI avanza en el mayor proceso de reestructura desde su creación en 1944, empujado en buena medida por los cambios que se han venido dando en el mundo en el orden geopolítico y en el orden económico.

JOSÉ IRAZÁBAL:
El organismo que la semana pasada desarrolló en Singapur la Asamblea Anual.

AG - Y ahí mismo se aprobó una primera fase de esta reforma, con la que se asignó más peso en las decisiones a cuatro países emergentes que hasta ahora estaban sub-representados: México, China, Corea del Sur y Turquía.

JI - Una reforma que tuvo un amplio respaldo. El 90,6% de los votos parece un porcentaje muy significativo.

AG - Es significativo, pero esconde disconformidades de todo tipo, por ejemplo la discrepancia de los países de nuestra región, incluido Uruguay, que no votó esta reforma.

¿Qué problemas tiene este proyecto de reforma? ¿Es sólo un cambio cosmético o ya hay un cambio en profundidad? ¿Cómo quedan parados los países de nuestra región? Vamos a analizarlo con uno de los representantes de nuestro país en ese encuentro en Singapur, el presidente del Banco Central (BCU), economista Walter Cancela.

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Economista Cancela, para comenzar, esta no es la primera vez que se habla de reformas en el FMI, sin embargo este proceso que está en curso se ha destacado especialmente. ¿Qué es lo que lo hace sobresalir por sobre el resto?

WALTER CANCELA:
Se viene hablando de una reestructura de las instituciones financieras internacionales desde hace mucho tiempo, por lo menos desde la crisis del Sudeste asiático y sucesivos problemas que han tenido las instituciones financieras para hacer frente a las crisis internacionales. En este caso lo que pone más de relieve los aspectos en discusión son los efectos sobre el reparto de poder en el FMI. Reparto de poder que está asociado con las cuotas que cada país tiene en el capital de ese fondo común que es el FMI y que se refleja en la capacidad de voto. En este caso no es como ocurre en otros órganos del Sistema de las Naciones Unidas donde cada país tiene un voto, aquí cada país tiene casi tantos votos como capital aporta.

AG - Vale la pena aclarar cuál es el criterio actual para definir ese porcentaje que juega tanto a la hora de votar como a la hora de acceder a créditos por parte del organismo.

WC - Efectivamente, la cuota es una cantidad de dinero que cada país aporta al Fondo, al fondo común que se usa para respaldar situaciones de crisis. Esa cuota está en relación con una serie de indicadores de carácter económico que tienen que ver con el tamaño del producto, con el volumen del comercio exterior, etcétera. Es una fórmula bastante compleja, bastante complicada, que ha tenido algunas variaciones a lo largo del tiempo pero se mantiene más o menos incambiada. Ese es uno de los puntos presentes en este proyecto de reforma.

AG - Es interesante que la apertura de la economía pondera más que el tamaño, el Producto Bruto Interno (PBI).

WC - Efectivamente, y eso hace que países de escasa representación individual a nivel internacional en materia económica, pequeños países europeos como Bélgica y Holanda, en la medida que se considere el comercio intraeuropeo como comercio exterior, resultan con coeficientes de apertura muy elevados y por lo tanto cuotas muy superiores a su importancia económica internacional.

AG - Eso está en el origen de algunos de los reclamos que han estado como trasfondo en este proyecto de reforma. ¿Cuáles son las motivaciones? ¿Son motivaciones políticas, motivaciones económicas o una mezcla de las dos cosas?

WC - Es una mezcla de las dos cosas. El mundo ha cambiado bastante desde que el FMI se instaura en 1945, hay una dinámica de movimientos entre los países que hace que los poderes relativos en materia económica hayan ido cambiando. No es la primera vez que hay una readecuación de poder de voto y de cuotas. Originalmente Estados Unidos, que es la potencia que surge dominante luego de la Segunda Guerra Mundial, tenía cerca de 25% de los votos en el FMI, hoy tiene el 17% de los votos, sin embargo mantiene capacidad de veto en la medida que las decisiones importantes requieren la aprobación del 85% de los votos, o sea que si Estados Unidos se opone no se alcanza ese 85%.

Pero eso ha ido cambiando, por ejemplo la emergencia de los países petroleros durante la década de los setenta hizo que estos países incrementaran su poder de cuota y su poder de voto en el Fondo. En la medida que el Fondo fue incrementándose desde los originales algo más de 50 países que lo componían hasta los 118 que lo componen actualmente también hubo una redistribución de cuotas.

AG - Una redistribución de cuotas que en esta oportunidad se da de la mano del crecimiento de países como China y la India, que a partir de su mayor injerencia en la economía mundial reclaman mayor poder de decisión dentro del Fondo.

WC - Precisamente, la India no está contemplada en esta primera etapa, en esta primera etapa están México, Corea del Sur, China y Turquía. La India votó en contra de esta propuesta, al igual que Egipto.

AG - El ministro de Finanzas de la India dijo en Singapur que la credibilidad y la legitimidad del FMI están en juego, lo que no parece algo demasiado lejos de la realidad cuando su país tiene hoy una cuota inferior a la de países como Bélgica u Holanda.

WC - A eso iba, le expliqué la razón económica de por qué esto ocurre, la dinámica modifica la posición relativa de los países, pero también hay una razón política para plantear este tipo de reforma: como lo ha manifestado el propio presidente del FMI Rodrigo De Rato, hay una pérdida de legitimidad del FMI a nivel internacional, lo que lleva a que pierda también capacidad de acción. Y el adecuar el poder de voto a las dimensiones económicas y los poderes económicos de los países en parte tiende recuperar esa legitimidad que el director gerente del Fondo entiende que está lesionada.

AG - Una legitimidad que está lesionada no sólo por estos cambios en la estructura geopolítica internacional, sino también por los resultados que en algunos casos puntuales y muy paradigmáticos ha obtenido la aplicación de las recetas del Fondo. Estoy pensando en casos como el de Argentina. ¿Cómo ha jugado ese elemento de cierto desprestigio que ha ido cobrando el FMI a la hora de pretender reimpulsarlo?

WC - Ese tipo de cuestiones son las que Felisa Micheli en representación de la jurisdicción que integra Uruguay marcó en su exposición en el Comité Monetario y Financiero del Fondo, en el sentido de que la legitimidad del organismo está herida no sólo por esta inadecuación de los votos a los poderes relativos sino también por la inflexibilidad en algunos casos, la rigidez que ha mostrado a la hora de tratar situaciones críticas, en particular la de Argentina pero no solamente, nos podemos ir un poco más atrás y encontramos la crisis de Rusia, la crisis del Sudeste asiático, en esos casos el FMI no encontró fuentes de legitimidad sino todo lo contrario.

AG - Algo de este proceso también está corriendo por el lado de los programas stand by que el FMI mantiene con distintos países. Son muy pocos, se cuenta con los dedos de una mano la cantidad de programas que hoy mantiene el Fondo. Esto ha llevado a que el organismo atraviese su propia crisis, hay una necesidad de relegitimarse también para tener más clientes, porque una parte de su financiamiento surge de los créditos que entrega a los países.

WC - Ahí aparece una especie de contradicción. El FMI declarativamente, y creo que también desde el punto de vista del concepto original de su fundación, es una institución que a diferencia de un banco prefiere no prestar, un banco tiene su negocio en prestar, el FMI asiste crediticiamente cuando hay crisis, cuando hay problemas de balanza de pagos. Lo lógico sería que no hubiera necesidad de recurrir a los créditos y que la fuente de financiamiento del presupuesto viniera por la aplicación de sus recursos a inversiones.

AG - Pero la realidad marca otra cosa.

WC - La realidad ha marcado que el Fondo se ha ido financiando fundamentalmente con lo que pagamos quienes utilizamos sus recursos. En este momento hay pocos acuerdos stand by, aunque algunos son importantes, como el acuerdo con Turquía, y también el acuerdo con Uruguay en términos relativos, y los países que más aportan al financiamiento del Fondo son aquellos que menos poder de voto, menos poder de decisión tienen porque son los que utilizan recursos, no los más poderosos que no necesitan recurrir a los fondos del FMI.

AG - Vinculado con eso está sobre la mesa la discusión que llevaba la delegación de países sudamericanos, algo que se reclamaba concretamente desde el Mercosur. Por ahí pasaron los planteos de la última cumbre de ministros de Economía del bloque en Río de Janeiro a principios de este mes, en cuanto a que se reoriente la misión del Fondo y de sus operaciones. Esto estuvo arriba de la mesa, ¿pero es parte de este proceso de readecuación del organismo?

WC - No está incorporado precisamente en esta decisión pero está planteado en relación con la discusión que ha puesto sobre la mesa el director gerente y que se ha dado en el Directorio Ejecutivo, la creación de una línea de crédito contingente de liquidez de rápido acceso. Desde el momento que se plantea una modificación en las líneas de asistencia crediticia del Fondo, eso abre la posibilidad de discutir este tipo de asuntos que ustedes referían y que se conversaron en Río de Janeiro.

AG - Esta mayor participación en las cuotas para México, China, Corea del Sur y Turquía que se resolvió en Singapur es sólo el primer paso de un proceso que tiene su fecha límite en el año 2008.

WC - Efectivamente, lo primero que hay es un aumento inmediato de las cuotas de estos cuatro países, y luego hay un segundo paso que deberá terminar probablemente en la Asamblea Anual de setiembre de 2007, cuando se establezca una nueva fórmula para calcular la cuota de los países, que tiene que tener ciertas condiciones, por ejemplo ser transparente y de aplicación automática, de forma de evitar cualquier tipo de interpretaciones dudosas.

AG - La idea es cambiar los criterios, por ejemplo, que la apertura no pese tanto y pese más el PBI.

WC - En el caso de apertura qué tipo de consideración se tiene cuando se trata de áreas de mercado único, por ejemplo el caso de la Unión Europea, donde el comercio exterior de cada país, si se computa el que realiza con sus socios de la Unión puede llegar a coeficientes altísimos mientras se trata de una zona que, al menos en el caso de la zona euro, de los países que utilizan la misma manera, desde el punto de vista del FMI en tanto monetario, es prácticamente una sola zona. Ese tipo de cuestiones técnicas tiene importancia para evitar que se dé una mayor concentración de poder en el G-7 por una parte, y una reducción o una insatisfacción entre los países en vías de desarrollo en el sentido de que mientras algunos pueden aumentar su poder de votación otros lo disminuyen, una redistribución de la pobreza de votos.

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AG - Ustedes vivieron la asamblea de Singapur in situ. ¿El clima del encuentro es el que trasluce la información que ha llegado a través de las notas de prensa? En esta reunión se notaron más choques que en otras asambleas.

WC - Discursos un poco más duros. Normalmente ocurre así, tal vez el hecho de que este tema de la distribución de cuotas y de votos estuviera sobre la mesa fue lo que puso la salsa periodística, entre otras cosas porque la propuesta provenía de Rodrigo de Rato, un español, y se encontró con oposición de América del Sur. Era un aspecto por lo menos notorio y de destaque.

AG - Una América del Sur que había apoyado la nominación de Rodrigo de Rato y promovido.

WC - Sí, la había respaldado desde el comienzo. No es una cuestión para perder el sueño lo que ha ocurrido y lo que se señala en las notas de prensa como una reunión de mayor confrontación. En lo sustantivo, lo que tiene que ver con la discusión sobre el rol que tiene que cumplir el FMI en el sistema financiero internacional, sobre cómo resolver los desbalances globales que existen en el mundo, que son los asuntos de sustancia, los asuntos más de fondo que se trataron y que no han tenido tanta difusión, cómo resolver el problema de los déficits de Estados Unidos, el superávit de China, la flexibilización de la política cambiaria china, el endurecimiento de la política fiscal estadounidense, las reformas estructurales en Europa, todo ese tipo de cuestiones estuvo planteado en los tapetes de los comités del Fondo y del Banco Mundial en forma bastante profunda, manteniendo las mismas posiciones de confrontación entre quienes reclaman ajustes a los demás y no hacen los propios.

AG - Es imposible desligar eso del reparto de cuotas de poder dentro del Fondo, porque cuando el FMI habla con países como Estados Unidos o China no tiene fuerza, no tiene peso específico y algo de eso es lo que está de por medio.

WC - Por supuesto, con Estados Unidos es histórico. Estados Unidos siempre fue el único país que tiene problemas de balanza de pagos y no necesitaba recurrir al FMI porque emitía la moneda internacional, podía pagar sus déficits emitiendo en su propia moneda, cosa que no puede ningún otro país en el mundo. Esa situación de asimetría se refleja en este tipo de cosas. De todas maneras la situación de desbalance internacional es tan importante y complicada que lo que se nota es una mayor disposición al menos a considerar una resolución suave y acordada de estos puntos en la medida que está en juego la estabilidad de la propia economía internacional.

AG - La analista Liliana Rojas Suárez, del Centro para el Desarrollo Mundial en Washington, opinaba que la mayoría de los países de América Latina lleva las de perder con este proyecto de redistribución del voto en el seno del FMI en la medida que hoy no están sub-representados. ¿Qué opina usted? ¿Cómo se ha estado viendo esto desde las delegaciones de los países sudamericanos?

WC - Efectivamente, por lo menos en el caso de nuestro país hay una reducción en el poder de voto. También tenemos que ser conscientes de que hay una pérdida de posiciones relativas de América del Sur, de América Latina, en relación con la economía mundial en su conjunto. América Latina ha venido creciendo mucho más lentamente que otras regiones del mundo y por lo tanto ha venido perdiendo poder relativo. Lo que no debería ocurrir –tal ha sido la posición de nuestra jurisdicción y de América del Sur en general– es que los países en desarrollo en su conjunto pierdan posición, porque no sólo deben conservarla sino que deberían incrementarla en la medida que también han incrementado su papel en la economía internacional.

AG - Este tipo de instancias son propicias para mantener contactos con nuestros principales referentes en un organismo como el FMI. Esta no fue la excepción. ¿Qué impresiones se llevó de los contactos que mantuvo por ejemplo con Agustín Carstens?

WC - Con Agustín Carstens existe una relación que se ha ido haciendo cada vez más fluida en la medida que Uruguay ha venido cumpliendo satisfactoriamente con los acuerdos que ha alcanzado con el Fondo. Más allá de los primeros encuentros que siempre son una situación tensa y dura en la cual el Fondo reclamaba determinadas cosas y Uruguay estaba proponiendo su programa, un programa seriamente pensado y orientado a disminuir las vulnerabilidades financieras del país, finalmente se llegó a ese acuerdo con alguna desconfianza por parte del Fondo, pero hemos ido ganando la confianza a lo largo de la ejecución del programa. Estas reuniones que hemos mantenido con Carstens han sido simplemente para monitorear los últimos acontecimientos macroeconómicos en el país y ratificar que existe satisfacción en el Fondo, en el staff, entre los técnicos, en cuanto a que la economía uruguaya se está manejando dentro de lo esperado y obteniendo resultados mejores que los esperados.

AG - Pero al mismo tiempo está sobre la mesa la discusión a propósito de si se mantiene el programa de Uruguay en el formato actual, el formato stand by, o se pasa a un modelo diferente que maneja el FMI que es el préstamo precautorio. ¿En qué está esa discusión? ¿Cuál es la posición del gobierno?

WC - Hubo algún planteo por parte de Carstens en cuanto a preguntar si estábamos considerando pasar a un acuerdo precautorio. Esto significa no desembolsar lo que Uruguay tiene para desembolsar en cada trimestre.

AG - No recibir esos fondos.

WC - Con lo cual tampoco se deben... Le trasmitimos lo que le trasmitimos a la misión que estuvo aquí hace poco tiempo para la revisión, que todavía no consideramos conveniente pasar a una modalidad de ese tipo en tanto las condiciones internacionales no se pueden considerar del todo estables y preferimos mantener el formato actual por el momento.

AG - ¿Ese es un movimiento que se negocia, o es una decisión unilateral de Uruguay de decir "a partir de ahora quiero otro tipo de programa"?

WC - Es una solicitud que hace el país y el Fondo considera y se toma el acuerdo.

AG - El propio ministro Astori ha dicho que el objetivo de mediano plazo es desligarse del Fondo en el sentido de ir cancelando los fondos que se están adeudando, siguiendo la línea de lo que han hecho Argentina y Brasil. ¿Esto estuvo sobre la mesa?

WC - No estuvo planteado específicamente, pero la política de Uruguay es la que ha manifestado el ministro en ese sentido: tratar de terminar cuanto antes con este tipo de deuda por las condiciones que tienen estos créditos. Son créditos condicionados y además caros, de muy corto plazo. Por otro lado desde el momento que tenemos el acceso asegurado a esos fondos y en condiciones de mercado internacional que hoy están bien pero mañana no sabemos, no consideramos conveniente renunciar a contar con esos fondos.

AG - Por los próximos dos años no hay que esperar cambios en la relación Uruguay-FMI.

WC - No sé, todo dependerá de cómo evolucionen las condiciones internacionales por una parte y de cómo se continúe afirmando la política macroeconómica del país, en especial de cómo la estabilidad macroeconómica se vaya reflejando cada vez más en tasas de crecimiento como las que estamos teniendo. Si eso se mantiene podremos tener capacidad no sólo de desligarnos del financiamiento del FMI sino también de reducir el nivel de endeudamiento público que tiene el país.

AG - Da la impresión de que somos el nuevo niño mimado del Fondo, ¿puede ser?

WC - Somos los únicos que quedamos prácticamente en América Latina, y después de muchos fracasos es uno de los acuerdos que está teniendo éxito.

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Edición: Mauricio Erramuspe