Análisis Económico

La industria cárnica uruguaya, luces y sombras en su momento de mayor dinamismo

Análisis del economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.

(Emitido a las 8.30)

EMILIANO COTELO:
Como ustedes saben, las exportaciones uruguayas de carne se encuentran en un momento excepcional. En ese contexto, se han ido observando importantes inversiones extranjeras en el sector, que comenzaron con la compra de tierras y que han seguido con la adquisición de frigoríficos.

Por eso nos pareció que valía la pena dedicar nuestro espacio económico de hoy a examinar en detalle la situación de la ganadería uruguaya. ¿A qué se debe la expansión del sector de los últimos años? ¿Cuáles son las perspectivas? ¿Y en qué medida todo este proceso de inversiones no supone, como se ha señalado desde el Ministerio de Ganadería, algunos riesgos? Enseguida, el diálogo es con Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.

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Si te parece, Pablo, comencemos comentando las principales cifras del sector para situar a los oyentes en el contexto.

PABLO ROSSELLI:
Podemos manejar dos datos que marcan el momento por el que está pasando el sector. La faena vacuna se encuentra en torno de los 2.600.000 cabezas por año, lo cual supone un nuevo récord histórico. Y por otro lado, las exportaciones también se encuentran en niveles récord, totalizando en los 12 meses a setiembre más de 530.000 toneladas por una cifra de 955 millones de dólares.

Recordemos que hace tan solo tres años, los niveles de faena anuales no alcanzaban a 2.000.000 de cabezas y las exportaciones vacunas eran inferiores a las 200.000 toneladas y a los 400 millones de dólares.

EC - ¿Cómo se explica ese salto que ha dado la industria cárnica uruguaya? ¿Estamos ante una mejora permanente del sector o en realidad se trata de una coyuntura transitoriamente favorable?

PR - Seguramente hay de las dos cosas. En primer lugar, los precios de exportación de la carne uruguaya están en niveles muy altos, del orden de los 3.000 dólares por tonelada en los últimos meses, lo que supone un salto de 50% en relación a los precios que teníamos a inicios de esta década. Y una parte de ese salto obedece al ciclo favorable que en general han mostrado los precios internacionales de las materias primas y en particular a la salida del mercado de Argentina y Brasil. Aunque las perspectivas para el año próximo siguen siendo positivas deberíamos asumir que más tarde o más temprano veremos cierta corrección cíclica a la baja de los precios.

De todas maneras, también es cierto que parte de los mejores precios obedecen a las buenas condiciones sanitarias de nuestro país, que nos han permitido acceder a más y mejores mercados.

EC - ¿Qué otros factores explican este auge de la industria cárnica?

PR - En la década pasada se procesaron algunos cambios estructurales favorables para la ganadería. El más importante tiene que ver con una liberalización de los mercados internos que terminó por dar mayores garantías a los inversores acerca de que la rentabilidad ganadera no se vería afectada por políticas de intervención como había sucedido en el pasado.

EC - Pablo, en este contexto tan favorable han surgido preocupaciones por la creciente participación de inversores extranjeros en el sector. En concreto, hay cierto temor en el gobierno de que la compra de frigoríficos por parte de empresas del exterior pueda terminar afectando negativamente a los productores a través de menores precios por el ganado. ¿Cómo ven este punto?

PR - Hay al menos tres aspectos a tener en cuenta sobre ese punto. El primero tiene que ver con la nacionalidad de las inversiones. Estamos observando inversiones extranjeras en el sector a través de compras de frigoríficos en marcha y tenemos desde hace unas semanas el anuncio de instalación de un nuevo frigorífico en Durazno.

A nivel académico, el tema de la propiedad nacional o extranjera de los recursos motivó muchas investigaciones, sobre todo en las décadas del 60, 70 y 80. Hoy por hoy, a nivel de la academia, hay un consenso bastante amplio, aunque no unánime, en el sentido de que la propiedad de los recursos (sean inversores nacionales o extranjeros) no parece demasiado relevante. En todo caso, más que ver si la propiedad de la inversión es nacional o extranjera, deberíamos mirar la estructura del mercado comprador, que justamente es el segundo aspecto que queríamos considerar.

EC - ¿A qué te referís concretamente?

PR - Los precios que recibe el productor por su ganado dependen de condiciones de oferta y de condiciones de demanda. Las condiciones de demanda reflejan la situación del mercado internacional pero también pueden reflejar las condiciones vigentes en materia de rivalidad entre los frigoríficos o, dicho de otra manera, la intensidad de la competencia entre los frigoríficos por la compra del ganado. Desde esta perspectiva, la cantidad de frigoríficos (más que si son nacionales o extranjeros) podría ser un hecho relevante. En ese caso, tendríamos que preocuparnos eventualmente de posibles fusiones entre frigoríficos o de que varios frigoríficos tengan los mismos accionistas. Pero el hecho en sí de que un frigorífico cambie de manos, no debería resultar preocupante. Por el contrario, que las empresas cambien de dueños es algo que debe ser visto como parte del proceso de reasignación de recursos, que permite aumentar la productividad de la economía.

A fin de cuentas, cuando un empresario vende a otro su empresa es porque el precio ofrecido por el comprador es suficientemente bueno. Y eso supone que el comprador entiende que puede sacar mayor provecho de la empresa que su actual dueño.

EC - ¿Pero cuántos frigoríficos operan en el país? ¿No es cierto acaso que los frigoríficos tienen bastante poder para fijar los precios del ganado?

PR - En el país operan más de 30 frigoríficos y ninguno por separado tiene más del 10% de la faena. De hecho, si miramos los mercados de otras materias primas agropecuarias (como lana, cebada, arroz, leche, cueros), vemos que en todos esos casos hay muchos menos compradores de esas materias primas que en el caso del mercado del ganado para faena.

En segundo lugar, la cantidad de compradores no es el único factor que determina cómo se forman los precios. Las regulaciones juegan un papel clave. En la medida que Uruguay preserve la libertad de exportar, sin impuestos, el ganado en pie como ocurre desde los años 90, el productor siempre tendrá esa posibilidad y eso limita la capacidad de la industria de fijar precios bajos por la materia prima.

EC - Para terminar, Pablo, qué otro aspecto deberíamos tener en cuenta.

PR - Es posible que en ciertas circunstancias los mercados no funcionen de la forma deseada. En el caso que nos ocupa hoy, aunque no es nuestra opinión actual, alguien podría pensar que no hay suficiente competencia entre los frigoríficos por el ganado y que eso determina precios bajos para el productor.

Para esos casos, hay un marco institucional vigente en nuestro país que establece que la Dirección General de Comercio es quien debe velar por que haya competencia efectiva en los mercados.

EC - ¿Y por qué hacés esa precisión, Pablo?

PR - Ese es un punto importante por lo siguiente. Todas las intervenciones públicas en los mercados (o la posibilidad de que ocurran) pueden, al menos hipotéticamente, afectar los intereses de los inversores. Si los inversores temen que en el futuro se puedan aplicar regulaciones o sanciones que no estén debidamente fundamentadas, a la larga el país recibe menos inversiones. Por eso, en el mundo hay una tendencia muy marcada a definir órganos especializados responsables de velar por el cumplimiento de buenas prácticas de competencia entre las empresas. Esos órganos actúan sobre premisas eminentemente técnicas y con alta independencia del poder político, y es importante que esos órganos vayan generando una reputación de que sus decisiones están bien fundamentadas, que son ecuánimes y predecibles.

Nuestro país tiene un marco previsto para este tema y en el Parlamento hay un proyecto enviado por el Poder Ejecutivo que procura un fortalecimiento institucional de ese órgano y que le da mayores atribuciones que las actuales, incluyendo cierta obligación de notificar a la autoridad de las fusiones que ocurran en una industria.