Entrevistas

China, una amenaza y una oportunidad

Desde hace décadas, Uruguay busca incrementar su comercio con China. Si bien durante años la balanza fue favorable, tiempo atrás comenzó a ser desfavorable. Ya no compiten sólo en precio sino también en calidad. Eduardo Pietra, director de la Cámara de Comercio Uruguay-China, explicó las actuales características del intercambio con el gigante asiático y cuáles son los desafíos y cuidados de cara a aumentarlo.

(Emitido a las  9.10)

ANDRÉS GIL:
A esta altura no quedan dudas: sea por motivos políticos, económicos, incluso culturales, pero especialmente comerciales, la necesidad de fortalecer nuestra relación con China es evidente.

Seguramente algo de esto está detrás del viaje que a invitación del gobierno chino un grupo de legisladores uruguayos de distintos partidos está realizando por estos días al gigante asiático.

JOSÉ IRAZÁBAL:
Repasemos la lista de viajeros. Están por tierras chinas los diputados nacionalistas Nelson Rodríguez, Gustavo Borsari, Carlos González Álvarez y Julio Cardozo, los frenteamplistas Diego Cánepa, Edgardo Ortuño, Enrique Pintado y José Carlos Mahía y el colorado Washington Abdala.

AG - Al margen de este viaje y teniendo en cuenta que hace más de un año el ministro Danilo Astori ponía sobre la mesa la idea de trabajar en un tratado de libre comercio (TLC) con China, la propuesta hoy es mirar a aquel país, en especial a las relaciones actuales entre China y Uruguay.

JI - Y nada mejor para hacerlo que con alguien que ya tiene un buen camino recorrido en materia de trato comercial y empresarial con el gigante asiático. Vamos a dialogar con el ingeniero agrónomo Eduardo Pietra, director de la Cámara de Comercio Uruguay-China.

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Ingeniero Pietra, además de ser el director de la Cámara de Comercio Uruguay-China, usted es presidente de Central Lanera Uruguaya. Supongo que por ahí puede venir la afinidad con ese país.

EDUARDO PIETRA:
Exactamente, tenemos una muy larga relación con China porque el negocio de la lana se ha establecido con China desde hace muchísimos años. Es más, la lana precedió al establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Uruguay y China y ha tenido mucho que ver con ese establecimiento de relaciones diplomáticas. Los que estamos en el comercio de la lana hace aproximadamente 25 años que viajamos permanentemente a China para vender nuestros productos, es decir, desde principios de los ochenta, las relaciones diplomáticas se establecieron en 1986, o sea que hacía ya varios años que estábamos viajando y tuvo mucho que ver porque eran muchísimos los contactos que desde el inicio establecimos, no sólo a nivel empresarial sino también político.

JI - La "diplomacia de la lana" estaba vigente mucho antes que las conversaciones entre gobiernos.

EP - Exactamente, siempre decimos que fue un puente de lana el que hizo posible el establecimiento de relaciones diplomáticas.

JI - ¿Podemos repasar cómo anda la balanza comercial con China?

EP - La balanza comercial con China es ahora ampliamente deficitaria para el país. Comenzó siendo una balanza totalmente superavitaria porque exportábamos mucho y ellos nos exportaban muy poquito, pero China ha tenido un desarrollo económico absolutamente asombroso y espectacular en los últimos 25 a 30 años, ha inundado el mundo con productos que en principio competían exclusivamente por sus bajos precios pero que lentamente pero en forma permanente fueron incorporando calidad y hoy un porcentaje enorme de las cosas que compramos está fabricado en China. Eso llevó a que la balanza se fuera transformando progresivamente en deficitaria para el país, con la excepción de los años 2003 y 2004, cuando como consecuencia de la crisis profunda de 2002 fue superavitaria para el país, luego volvió a ser deficitaria. En esto influye no sólo el hecho de que China ha tenido un crecimiento espectacular y un desarrollo tecnológico comercial enorme, sino también que los chinos defienden la producción nacional, su propia producción, con políticas económicas sectoriales, mientras que el país ha atravesado durante todos estos años larguísimos períodos de pérdida importante de competitividad por el famoso problema de la inflación en dólares.

AG - Según cifras oficiales, entre enero y octubre de 2006 Uruguay le vendió a China bienes por un total de 129 millones de dólares, al tiempo que compró por 274 millones de dólares. Ahí queda claro el déficit. Algo parecido pasó en 2005, exportamos 120 millones e importamos 242 millones en total, por lo que tuvimos un saldo negativo de 122 millones de dólares. En 2004 la relación había sido bastante más equilibrada pero en 2005 las importaciones uruguayas de productos chinos aumentaron 40%.

EP - El país es deficitario en su balanza comercial de bienes con absolutamente casi todo el mundo, es un problema de pérdida de competitividad que padecimos toda la década de los noventa y hemos vuelto a padecer en los últimos años.

AG - Hablábamos recién de la lana; ¿cuáles son nuestros principales rubros de venta a China?

EP - La lana sigue siendo el principal producto, especialmente los tops de lana, aunque vemos con preocupación que hay un aumento importante de la lana sucia, o sea lana con mucho menos valor agregado que los tops. Los cueros ocupan un segundo lugar muy destacado, con ventas muy importantes a las grandes trasnacionales que fabrican calzado de cuerdo en China. Y en tercer lugar está el pescado, desde hace ya muchos años hay importantes ventas de pescado a China.

AG - Soja se vende también, ¿no?

EP - Sí, la soja también ha crecido, ha tenido un desarrollo importante pero muy reciente como consecuencia del boom de este cultivo en los últimos años.

JI - Felipe, de Malvín, pregunta: "¿Qué es lo que hay que fortalecer con China?" Eso nos da pie para preguntarle cómo dan esos números de importaciones de productos chinos.

EP - Hay un desarrollo tecnológico enorme, ellos tienen en primer lugar una política económica muy firme orientada al desarrollo económico del país y un desarrollo basado en la exportación. Han defendido el valor de su moneda pese a que ha habido presiones de los países de Occidente, muy especialmente de Estados Unidos, para que China revalúe su moneda. Persistentemente se han negado a hacerlo, sólo últimamente lo han hecho de una forma muy limitada, ese es el primer punto en el que basa su competitividad.

En segundo lugar han hecho un desarrollo tecnológico enorme basado no sólo en una inversión extranjera directa enorme, buscando un país que ofrecía seguridad y mano de obra barata, sino también desarrollando sus propios recursos. Hay miles, miles y miles de estudiantes chinos en las principales universidades de Estados Unidos y de otros países. Es más, en Estados Unidos la nacionalidad extranjera frecuente en las universidades es la china. Todo eso, el desarrollo de la educación, etcétera, está posibilitando este desarrollo monumental que está teniendo la economía china.

JI - ¿Qué es lo que más le compra Uruguay a China hoy?

EP - Uruguay le compra de todo, productos químicos, productos eléctricos, un porcentaje enorme de los electrodomésticos que consumimos los uruguayos, aunque tienen marcas que parecen occidentales, está fabricado en China; herramientas, materiales, incluso algunos vehículos. Son enormes la gama y la variedad de productos que China le está vendiendo al país.

AG - Hablemos de la calidad del vínculo. Usted como presidente de Central Lanera Uruguaya, además de directivo de la Cámara de Comercio Uruguay-China, tiene su experiencia en el trato comercial y personal con los empresarios chinos. Estamos en un mercado que en principio suena bastante exótico; ¿cuán difícil es hacer negocios con ellos teniendo en cuenta las profundas diferencias culturales, de idiosincrasia que mantenemos?

EP - Lo fundamental es viajar, viajar, viajar y estar permanentemente en contacto. Por más que la tecnología ha llevado a un desarrollo enorme de los medios de comunicación vía mail, vía teléfonos celulares, vía lo que sea, y uno puede estar en contacto frecuente y diario con sus clientes, nada sustituye al contacto personal. Eso es lo que ha hecho no solamente Central Lanera sino todos los empresarios laneros. Recuerdo que hace ya 15 años, en el año 91, se realizó una gira organizada por el Ministerio Textil chino junto con autoridades de la embajada uruguaya y gente de algún ministerio de Uruguay, y fuimos todos los empresarios, estuvimos durante 15 días recorriendo en ómnibus fábrica por fábrica, poniéndonos en contacto con los empresarios chinos.

Tenemos un choque cultural importante, tenemos dos culturas enormemente diferentes, entonces ese contacto es lo que permite lograr un acercamiento. El que desconoce, teme, el que conoce empieza a confiar, y esa confianza es la que se va generando con ese contacto permanente.

AG - ¿En qué se notan esas diferencias culturales?

EP - En todo, ellos tienen un sentido del tiempo totalmente distinto del nuestro. Nosotros somos más bien ansiosos, nos gusta ir directamente al grano, al hombre de negocios en particular le gusta ir directamente al negocio y tratar de concretarlo rápidamente, mientras que los contactos en China van precedidos de larguísimos preámbulos, largos discursos, banquetes enormes con una cantidad de platos.

JI - Esa parte no está tan mal.

EP - No está tan mal pero también tiene su choque cultural, porque hay que ver que la cultura de alimentación china no tiene nada que ver con la uruguaya, muchas veces nos topamos con platos que desconocemos absolutamente.

JI - Hay que poner la mejor cara y tragárselos, no hay otro camino.

EP - Exactamente, hay que tratar de poner la mejor cara, ir con una propuesta positiva, "vamos a ver si esto no es riquísimo, por algo ellos lo comen", en vez de ir con una actitud de rechazo y decir "esto seguramente no me va a gustar". Uno se va acostumbrando y va descubriendo que hay un montón de platos realmente exquisitos.

AG - Esa imagen ritualista que uno tiene de la sociedad china se aplica totalmente a las relaciones comerciales.

EP - Sí, existe todo ese ritual. De todas maneras eso lentamente está empezando a cambiar, se está occidentalizando una serie de relaciones y las cosas ya no son como eran antes.

AG - ¿Qué pasa con el idioma? ¿Es un problema, es una barrera a la hora de hacer negocios?

EP - Al nivel al que nos movemos nosotros, en general con grandes corporaciones que tienen su sede en las grandes ciudades chinas, especialmente en Beijing y Shanghai, antiguamente también en Hong Kong, en Makao –ahora menos porque no hay más industrias textiles en esas regiones porque ya son muy caras–, hay gente que habla inglés fluidamente, no hay ningún problema, e incluso uno puede encontrar algún agente que hable español. Pero si uno quiere recorrer las fábricas al interior de China el idioma es una barrera y tendría que ir acompañado por un traductor para poder comunicarse.

AG - Hace unos meses en el suplemento El Empresario, del diario El País, Gabriel Rozman, presidente de Tata Consultancies Services para Iberoamérica, decía que la diferencia entre la India y China –él conoce muy bien los dos mercados– es que China es un país de arriba hacia abajo mientras que la India es de abajo hacia arriba, que en China el gobierno tiene mucha influencia y la mayoría de las empresas está todavía controlada por el gobierno, hay que tener mucho lobby político, mientras que en la India son las compañías privadas las que manejan la economía, por eso es más fácil hacer negocios. ¿Cómo ve este planteo de Rozman? ¿Es realmente necesario ese lobby político en China?

EP - Básicamente coincido con lo que dice Rozman, es así, pese a la enorme apertura de China desde el año 78, el gobierno sigue teniendo un peso muy grande en la mayor parte de los sectores económicos. Se ha dado una libertad muy grande a las empresas pero hay una política central del gobierno y hay directivas muy claras de los ministerios y de las autoridades, todo eso sigue pesando mucho. Uruguay siempre ha tratado de cultivar en forma muy importante todas las relaciones políticas, por ser China lo que es, una de las grandes potencias del mundo, y porque además es una de las formas de ayudar a la concreción de los negocios. Sigue siendo así, cada vez menos pero sigue siendo de esa manera.

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JI - Decíamos al comienzo de esta nota que hace más o menos un año el ministro de Economía, Danilo Astori, ponía sobre la mesa su intención bastante firme de avanzar en un TLC con China. ¿Ha habido alguna novedad con respecto a esto?

EP - Conozco lo que ustedes comentan, lo he leído en la prensa, esos son los comentarios que tengo, no tengo otros. Entre Uruguay y China desde hace ya muchos años funciona una Comisión Económica Mixta que sigue el relacionamiento comercial entre ambos países. Esa comisión se reúne todos los años, una vez en Beijing y otra en Montevideo, alternativamente, y en ella se tratan los problemas o las inquietudes que haya desde el punto de vista de la relación comercial. A ese nivel no he escuchado hablar del tema del TLC, aunque eso no descarta que se esté tratando a un nivel más alto. En esa Comisión Mixta hay autoridades oficiales de alto nivel, algunos privados concurrimos en calidad de observadores pero puede haber conversaciones a un nivel más alto que no pasan por esta comisión.

JI - ¿Le sorprendió la presencia en Uruguay del número dos del gobierno chino en setiembre de 2006? ¿Eso logró ser un impulso para este tipo de negociaciones? ¿Qué se alcanzó directamente con esa visita?

EP - Las altas autoridades chinas han visitado con mucha frecuencia Uruguay. El ex presidente Chang Tseming estuvo en Uruguay, el ex primer ministro Chu-Rongshi estuvo en Uruguay, el jerarca Li-pen estuvo en Uruguay, el actual presidente Ju-Jintao antes de ser presidente ya había visitado Uruguay, y altísimas autoridades del Comité Central del partido y del Politburó han estado en Uruguay en repetidas ocasiones. China ha viajado mucho y siempre le ha dado importancia a Uruguay porque en los foros internacionales Uruguay ha defendido algunos principios que le son muy caros, como el hecho de que hay una sola China, no hay un reconocimiento diplomático de Taiwán, Uruguay ha apoyado el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio. Es más, la primera relación que tuvo China con este tipo de organización, que en aquella época era el GATT, fue en Uruguay en ocasión de la Ronda Uruguay del GATT, que se hizo aquí. El gobierno uruguayo la invitó a asistir en carácter de observador. Y los chinos tanto reconocen eso que cada vez que viene una delegación se saca una foto frente al hotel San Rafael, de Punta del Este, porque fue allí que se hicieron aquellas reuniones de la Ronda Uruguay.

AG - Volviendo al tema económico, a propósito del TLC con China, por supuesto genera ilusión, expectativa, pero también asusta un poco, estamos hablando de un país con una capacidad competitiva muy fuerte. ¿Qué beneficios y qué riesgos podría acarrear una apertura comercial bilateral con un país tan grande y tan particular como China?

EP - Comparto totalmente, hay enormes oportunidades y enormes riesgos. Estamos hablando de un mercado que no sólo tiene 1.300 millones de habitantes sino que es una de las locomotoras de la economía mundial, que viene creciendo desde hace décadas a tasas de 7%, 8%, 9% anual, lo cual es enormemente apetecible, pero ese desarrollo la transforma en una potencia que puede vender sus productos tanto por precio como por calidad y constituye una amenaza. Todo radica en la habilidad con que se negocien los términos de un acuerdo de ese tipo.

AG - ¿Cómo se imagina una negociación con contrapartes del gobierno chino por un TLC?

EP - Ellos son sumamente experientes, ya tienen tratados hechos, por ejemplo tienen un TLC con Chile. El negociador de Chile, Carlos Furche, estuvo de visita en Uruguay para dar unas charlas en el Edificio Mercosur hace un par de años; sería interesante conversar con él, que es una persona conocida por los uruguayos, para tener un contacto con alguien que ha estado tratando directamente este tipo de cosas.

AG - De hecho el TLC entre Chile y China entró en vigor hace muy poco, el 1 de octubre de 2006.

EP - Exactamente. En general el mundo camina hacia economías abiertas con un mayor grado de apertura, pero eso no significa que todo se hace a ciegas, hay un montón de cosas a negociar porque hay que defender los intereses nacionales. En materia económica no se trata de defender los principios ortodoxos de la economía pura sino de aplicar aquellas medidas que defienden los intereses nacionales y el desarrollo de la economía de cada país.

JI - Un tema del que no hemos hablado y que es interesante en un país de esas dimensiones. El turismo, Uruguay no está en la lista de los países autorizados para ser visitados por la población china. Destrabar ese punto, entrar en esa lista podría ser un buen primer paso en materia comercial.

EP - Puede ser muy interesante, siempre teniendo en cuenta la enormidad del mercado chino y lo que una fracción minoritaria puede significar para nuestro país. Pero hay que ser conscientes de que estamos en las antípodas, viajar a China, que se hace vía Europa o Estados Unidos, en general lleva 36 horas. Si uno tiene que viajar 36 horas para ir a un lugar y llegar con una diferencia horaria de aproximadamente 12 horas, con todo lo que eso significa en términos de adaptarse, etcétera, no se convierte del día a la mañana en un destino turístico muy apetecible. Ellos en ocho o nueve horas están en Europa, en un tiempo similar están en la costa oeste de Estados Unidos, en Oceanía, en Australia o Nueva Zelanda o en todos los destinos turísticos del sudeste asiático que están a distancias mucho menores. No descarto que se pueda desarrollar eso teniendo en cuenta que hay una cantidad enorme de chinos y que con captar una fracción minoritaria para nosotros sería mucho, pero no se puede esperar un aluvión de turistas chinos.

AG - Quizás mucha gente no lo sepa, pero en China hay un listado de países a los cuales la población puede ir de visita.

EP - Sí, hay un listado preferencial, no sé exactamente cómo funciona. Sería muy interesante que Uruguay fuera incluido en esa lista teniendo en cuenta que ya hay en China una cantidad de millonarios enorme, hay decenas de millones de ciudadanos que han pasado a la categoría de millonarios en dólares, que tienen un poder adquisitivo enorme y están en condiciones de trasladarse y consumir por todas partes del mundo.

AG - Esa mayor potencia de consumo, ¿la han sentido en el negocio o ha costado un poco? Usted decía que se está dando un crecimiento de la lana sucia, de la lana sin procesar, ¿es más difícil llegar con productos más trabajados? Estoy pensando en los mercados más segmentados, de mayor poder adquisitivo. ¿No hay un segmento para explorar?

EP - Hay un segmento para explorar pero tenemos problemas de competitividad y de costos, lo que se llama el costo país. Además Uruguay no tiene una industria altamente sofisticada para vender ese tipo de productos. Las hay pero en proporciones relativamente chicas, los productos fabricados por Manos del Uruguay llegan a casas de enorme prestigio de Estados Unidos, como Donna Karam etcétera, el propio Ralph Laurent estuvo en un local de Manos del Uruguay y compró varios productos hace unos días. Pero son dimensiones relativamente chicas que no hacen un impacto económico importante.

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Edición: Mauricio Erramuspe