Entrevistas

La otra cara del debate sobre las negociaciones comerciales con Estados Unidos

En Uruguay hace meses se debate si avanzar en un acuerdo comercial con Estados Unidos. Mientras tanto, en la principal potencia ganan terreno posiciones más proteccionistas. Se cuestiona el déficit comercial de ese país y las negociaciones de TLC con países que representan el 5% del comercio estadounidense. El siguiente informe y la entrevista con el experto en comercio internacional Jorge Sienra dan un panorama sobre ese debate que será clave en las chances de Uruguay.

(Emitido a las 7.38)

EMILIANO COTELO:
El futuro de nuestras relaciones comerciales con Estados Unidos es un tema de discusión frecuente en distintos ámbitos. Es un debate que se da en el plano académico, que también tiene lugar entre la gente común pero, claro, alcanzó su clímax en la arena política, donde las posiciones muy apasionadas trajeron choques muy fuertes, tanto dentro del gobierno como entre el oficialismo y la oposición. Están los que preferirían ir a fondo y avanzar hacia un Tratado de Libre Comercio (TLC), están los que prefieren ser más cautos e ir hacia una negociación producto a producto, negociar en un formato multilateral o amparados en el marco regional. Y también están los que no quieren saber nada con Estados Unidos, muchas veces apoyados en argumentos de corte ideológico.

Pero lo cierto es que toda esta discusión que se da en nuestro país, si bien parece saludable que se dé, podría no tener sentido. Por lo menos es evidente que está totalmente subordinada, condicionada, a otra discusión, la que se da por estas horas en Estados Unidos.

Si miramos hacia Washington, el triunfo de los demócratas en las últimas elecciones legislativas y el dominio que obtuvieron en el Congreso que asumió en enero, son factores que reanimaron esta discusión, en especial porque faltan poco más de cuatro meses para que venza el "fast track" actual. ¿Qué es el "fast track"? Es lo que en términos técnicos se conoce como Autoridad de Promoción Comercial –TPA, por su sigla en inglés-. Es una ley de promoción del comercio que autoriza al Ejecutivo de Estados Unidos a negociar tratados comerciales sin que puedan ser enmendados por el Congreso estadounidense en el momento de su ratificación. Es un traslado de la autoridad de promoción comercial desde el Congreso a el Poder Ejecutivo con esa particularidad.

Las cuestiones comerciales siempre están en un primer plano en Estados Unidos, pero no es nada descabellado pensar que las últimas cifras de balanza comercial conocidas esta semana, que mostraron un déficit récord en las cuentas, hayan recalentado toda esa polémica.

Lo concreto es que en esta misma semana el tema fue objeto de controversia en el Congreso. Acá en Uruguay eso pasó desapercibido y por eso nos pareció conveniente traducir para ustedes un resumen de esos debates, realizado por el ICTSD y basado en artículos del New York Times, del Washington Times y de la Agencia Reuters. Como ustedes notarán la síntesis incluye novedades importantes que incluso podrían jaquear las posibilidades uruguayas de lograr avances en este terreno.

Este reporte lleva por título: "Susan Shwab, representante de Comercio de los Estados Unidos argumenta a favor de la renovación de la TPA, mientras el déficit comercial de Estados Unidos llega a un nivel récord":

El lunes 12 de febrero, la representante de Comercio de Estados Unidos, Susan Schwab, solicitó a que el Congreso, ahora controlado por los demócratas, que le renovara a la administración presidencial la Autoridad de Promoción Comercial (TPA, por sus siglas en inglés) o el "fast track", advirtiendo que de lo contrario se "estaría enviando al mundo la señal que Estados Unidos ha perdido la fe" en las negociaciones de la Ronda de Doha. "Debemos evitar que ello suceda", dijo la funcionaria.

Al mismo tiempo, la política comercial de la administración Bush entró esta semana en la línea de fuego de los legisladores demócratas, cuando fueron revelados nuevos datos que indican que el déficit comercial de los Estados Unidos alcanzó un máximo histórico.

La nota recuerda que la TPA, el "fast track" del presidente Bush expirará a fines de junio. Sin una renovación, la administración perderá la posibilidad de negociar acuerdos comerciales y presentarlos al Congreso sin que éste efectúe modificaciones y sólo pueda limitarse a votar por sí o por no. Ocurre, además, que sin que esté vigente este mandato (sin el "fast track"), otros países son reacios a finalizar acuerdos comerciales con Estados Unidos, justamente por los retoques que en caso de no existir el "fast track" los acuerdos podrían tener en el Parlamento.

Hablando en Washington, en un evento organizado por empresarios que desean que este mandato se extienda, Schwab indicó que la administración trabajará cerca de miembros de la Cámara de Representantes y del Senado para aportar detalles e información sobre la Ley de Autoridad de Promoción de Comercio, el "fast track".

La mayoría de los demócratas votó contra la actual TPA en el 2002 y siete senadores han jurado oponerse agresivamente para extenderla en el presente año.

De todas maneras, legisladores con antigüedad que ahora controlan los poderosos comités parlamentarios responsables por la política comercial, han sugerido que estarían dispuestos a aprobar una nueva Ley de Autoridad de Promoción Comercial, un nuevo "fast track" si el Poder Ejecutivo presta atención a sus preocupaciones, sobre todo en lo relacionado a los derechos laborales y el medio ambiente.

Ciertamente, Schwab ha dicho que ella está entusiasmada respecto de las perspectivas de una renovación del "fast track" tras las conversaciones mantenidas con el presidente del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes del Congreso, Charles Rangel, un demócrata de Nueva York, y con el presidente del Comité de Finanzas del Senado, Max Baucus, un demócrata de Montana.

"Personalmente, creo que todo presidente debería tener la autoridad de implementar acuerdos comerciales tal como son en este momento.", agregó la jefa de Comercio de Estados Unidos. "Cuanto más amplio mejor, cuanto más largo mejor", aclaró luego, según la crónica de la agencia Reuters.

Algunos observadores han sugerido que los demócratas podrían ser más receptivos a otorgarle a la Administración Bush una extensión de corto plazo pero limitándola a la Ronda de Doha, es decir a un plano de negociaciones multilaterales. Este es uno de los detalles que nos alude directamente: ¿qué pasa si el "fast track" se renueva pero sólo limitado a la Ronda de Doha, no a acuerdos bilaterales?

Argumentando a favor de la renovación de la TPA, Schwab dijo: "La ecuación es simple... los acuerdos comerciales significan más exportaciones, y más exportaciones significan mejores puestos de trabajo". Agregó que las exportaciones de los Estados Unidos a los países con los cuales se han implementado acuerdos bilaterales de libre comercio entre 2001 y 2006, han aumentado el doble que con el resto de los países del mundo. Además, vinculó los acuerdos de inversión y comercio, específicamente el NAFTA, Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con el aumento de empleo, la producción industrial y los salarios.

El mismo día, en una carta al Congreso, el presidente Bush reiteró el pedido para extender su mandato como negociador, diciendo que "es el único camino con el que podemos completar la Ronda de Doha y progresar hacia otros acuerdos comerciales".

Al día siguiente

El 13 de febrero, el tono del debate sobre el comercio devino más agudo, después que la Oficina del Censo de Estados Unidos anunciara que el déficit comercial del país alcanzó, por quinto año consecutivo, un récord histórico, llegando en 2006 a los 763.000 millones de dólares, lo que implicó un aumento de 6.5% con respecto al año anterior.

Los datos encendieron una nueva chispa en la pelea entre el congreso demócrata y la Administración Bush acerca de lo acertado o no de su política comercial. Funcionarios del Departamento de Comercio de Estados Unidos prefirieron destacar que el 2006 fue un año en el que por primera vez en la última década las exportaciones crecieron más que las importaciones y abogaron por continuar con el rumbo actual.

La presidenta de la Cámara de Diputados, Nancy Pelosi, junto con otros demócratas, incluyendo a Rangel y el presidente del Subcomité, Sander Levin (de Michigan), respondieron con un llamado por una "nueva dirección en la política comercial de Estados Unidos". El 13 de febrero, en una carta dirigida a Bush, culparon a las políticas del Poder Ejecutivo por los profundos déficit comerciales así como por la pérdida de puestos de trabajo. Además, argumentaron que el estancamiento en los salarios experimentado por la mayoría de los ciudadanos estadounidenses fue causado, al menos parcialmente, por la "globalización y el comercio".

Sin embargo, estuvieron lejos de demandar un freno a la negociación de acuerdos comerciales. De hecho, mientras criticaban a la administración por haberse enfocado en la firma de TLC con países que representan menos del 5% del comercio de Estados Unidos, instaron a perseguir oportunidades de liberalización comercial significativas, especialmente a nivel multilateral.

"El Congreso está preparado para aprobar un fuerte y ambicioso acuerdo con la Organización Mundial del Comercio que alcance objetivos centrales de los Estados Unidos, incluso en las áreas de agricultura, manufacturas –que incluye el desmantelamiento de barreras no arancelarias- y de servicios", decía la carta.

Los 19 representantes apuntaron a las tres grandes economías de China, la Unión Europea y Japón (las "big three") y le dieron 90 días a la administración para desarrollar y presentar al Congreso un plan para eliminar el déficit comercial con el que corre Estados Unidos con cada una de ellas. Pare eso, dijeron, hay que "derribar las barreras de acceso a los mercados y eliminar las injustas prácticas comerciales".

Ellos señalan que, para perseguir sus objetivos, Estados Unidos no debería dudar en llevar a estos países a resolver las controversias en la Organización Mundial del Comercio y que se debe presionar a China y Japón para que aprecien sus monedas.

Los legisladores también hicieron un llamamiento para expandir la inversión en educación, investigación e innovación en los Estados Unidos para ayudar a sus ciudadanos a adaptarse a los mercados abiertos.

El resumen termina apuntando que, además, varios sindicatos y grupos ambientalistas y sindicatos, han sido muy críticos con el pedido de la administración Bush para renovar la TPA. Por ejemplo, los trabajadores metalúrgicos de Estados Unidos y la central AFL-CIO están reclamando al Congreso que no le delegue en el presidente su autoridad sobre asuntos comerciales en el presidente.

Lea el artículo original en inglés

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A partir de estos debates que se dieron en Estados Unidos, resumidos por la newsletter del ICTSD, que es el Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sustentable, les propongo agregar algunos comentarios desde nuestro país.

Vamos a conversar con el doctor Jorge Sienra, licenciado en Comercio Internacional en la Londos School of Economics, ex director general de Comercio en el Ministerio de Economía y Finanzas, hoy director de la Escuela Uruguaya de Comercio Exterior de la Fundación BankBoston.

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Doctor Sienra, en primer lugar le pido un comentario general sobre lo que acaba de escuchar.

JORGE SIENRA:
Básicamente volvemos a la historia, cuando hay un gobierno de administración republicana y un congreso demócrata o eventualmente cuando hubo viceversa, se vuelven sobre los viejos temas que ya llevan más de un siglo de debate en los Estados Unidos. Básicamente el tema de la política comercial, el tema de las negociaciones externas, ha sido una línea que se ha mantenido durante más de 100 años en una suerte de chequeos y balances entre lo que es la Administración y el Congreso. Una vez más con el último resultado de la elección del pasado mes de noviembre se vuelve al mismo debate. Esa es una primera reflexión.

La segunda reflexión y que creo que es interesante de lo que usted mencionaba es que en esta carta que le plantean los 19 legisladores demócratas al presidente, un punto que usted mencionó específicamente vale la pena porque afecta a la parte del Uruguay. Concretamente a las expectativas que podamos tener.

EC – Usted se refiere cuando critican a la administración Bush por haberse enfocado en la firma de TLC con países que representan menos del 5% del comercio de Estados Unidos.

JS – Exacto. Ese es uno de los párrafos... A veces no es bueno sacar cosas fuera de contexto pero este es un punto que vale la pena mencionar porque aquí son intereses bilaterales de cada uno de los países con los cuales Estados Unidos celebra negociaciones.

Obviamente que Uruguay está dentro de esta categoría. Es decir, ahí hay una crítica implícita de este grupo de legisladores o del Partido Demócrata en definitiva, porque estos legisladores están representando a todo el partido. En esta presentación que se le hace a la administración, se habla específicamente de que ellos verían con mayor agrado, con mayor impacto y con lo que implicara, volcarse a una negociación multilateral y eventualmente seleccionar aquellos países que en forma bilateral tienen un grado de representatividad en el comercio americano mucho más alto. Ya hay como dos lecturas.

EC – Concretamente apuntan a las "big three", ¿no? China, Unión Europea y Japón. Está la preocupación muy fuerte por ese déficit comercial que Estados Unidos presenta y una vez más alcanzó un record histórico.

JS – Correcto. Además eso también es parte de la otra historia. Estados Unidos tiene negociaciones permanentes con cualquiera de esos tres más otros porque también está la India que no está mencionada específicamente en esta carta pero de cualquier manera hoy al mundo lo estamos viendo por esos lados: India, China por un lado. Inclusive aquí están todos estos "big thee" pero hay otros también que los americanos están siguiendo: Brasil, India y China. Como le llaman ellos: BRIC. Ahí se está hablando también del tema de inversiones, instalación de empresas americanas en esos países.

El número "tres" aparece por varios lados. Lo interesante es ver que ellos a su vez –Estados Unidos- mantiene una relación bilateral permanente, una negociación absolutamente abierta, tanto con Japón como con la Unión Europea como con China. Hace pocos días fue prácticamente lo más selecto de la administración americana, desde el presidente de la Reserva Federal hasta el secretario del Tesoro, más un grupo de congresistas, a ver un poco la situación en China, hablar de temas de moneda y finanzas en China, del tipo de cambio. Hubo un seminario de un día y medio en el cual esa negociación si bien no se hace formalmente sino bajo el formato de un seminario, una conferencia es parte de una negociación.

EC – Por lo que dice este resumen de los debates de esta semana, a partir de la posición dura en la que se han plantado los legisladores demócratas, puede llegar a ocurrir que se renueve el "fast track" pero limitado a las negociaciones multilaterales, a las negociaciones en la Organización Mundial de Comercio. ¿Qué podría implicar eso para las negociaciones que están en curso entre Uruguay y Estados Unidos después del TIFA?

JS – Yo no sé si hay negociaciones en curso entre Uruguay y Estados Unidos, más allá del acuerdo que se acaba de firmar con el TIFA.

EC – Se supone que el TIFA daba pie al comienzo de tratativas.

JS – Claro, el TIFA en realidad lo que está marcando es que allí se van a congregar una serie de temas, de agenda, en los cuales los dos países van a mostrar sus prioridades, sus asignaturas pendientes y sus temas de interés. En ese marco se va a avanzar hasta donde cada uno de los países quiera avanzar. Yo no en este momento no sé si eso es una negociación, es un ajuste. En el marco de un convenio, hay un ajuste de agendas donde ambas partes van a ir poniendo cuáles son los temas que les interesa desde el punto de vista del comercio y desde el punto de vista de las inversiones. Ese es el formato.

Ahora, lo que uno está imaginando o supongo que usted mismo cuando está incursionando en esto y trayendo todos estos temas, es porque el 9 de marzo el Presidente Bush visita el Uruguay. Creo que todo eso hay que ponerlo en ese contexto.

Permítame hacer una reflexión sobre el punto de la vía rápida o el fast track. Nosotros siempre estamos mirando –por eso fue buena la introducción que usted hizo- el tema como que nosotros estamos en el centro. En este caso nosotros vamos a ser tomadores de cosas que pasen, no solamente Uruguay, el mundo comercial internacional.

La vía rápida tiene una larga historia porque antes del Siglo XX era el Congreso el que tenía la potestad exclusiva de manejar todas las áreas de política comercial. El presidente lo único que podía hacer era cobrar los aranceles y negociar tratados de amistad, comercio y navegación. Eso fue antes del Siglo XX. En el año 1934, la ley comercial aprueba la autorización al presidente para bajar aranceles por primera vez, dentro de ciertos límites, y además negociar alguna reducción en las tarifas con otros países. Estamos hablando de 1934.

Esa misma ley del año 34 fue prorrogada 11 veces hasta el año 62 porque obviamente no se llegaban a esos acuerdos. Por eso yo le decía cuando comencé estamos nuevamente frente a un escenario, que es un escenario que si uno lo mira históricamente, es lo que ha venido sucediendo. En el año 62 el Congreso le dio al presidente una autoridad adicional para poder eliminar aranceles en la rueda Kennedy y el GATT, que era cuando se estaban terminando una de las tantas ruedas que se manejaron en el marco del GATT.

Y en el año 67, cuando termina la rueda Kennedy, es la primera vez que se incluyen dos temas que no fueron solamente de aranceles, que fueron temas del área no arancelaria, que fueron la valoración aduanera y los derechos anti dumping. En ese momento se le dio al presidente una autorización para que pudiera firmar en nombre de Estados Unidos y el Congreso de alguna forma quedaba enganchado igual porque era quien tenía la supervisión final.

En los últimos 20 años, la vía rápida operó solamente cinco veces. No es que se haya utilizado el mecanismo en forma frecuente. Esas cinco veces fueron: la Rueda de Tokio del GATT 1979, el acuerdo de libre comercio Estados Unidos-Israel 1985, el acuerdo de libre comercio Estados Unidos-Canadá 1988 y el NAFTA -Estados Unidos, Canadá, México- 1993 y finalmente cuando finaliza la ronda Uruguay allá por abril del 94 bajo la Presidencia de nuestro canciller Sergio Abreu de la época, se utiliza la vía rápida. El 60% de los demócratas en el Congreso apoyaron esa vía rápida.

Entonces hubo vía rápida cinco veces en 20 años. Y en el año 97-98 previo a la aquella fallida reunión de Seattle de la OMC, el "fast track" no pasó en el Congreso. Quiere decir que en el último período del presidente Bill Clinton no hubo "fast track".

¿Mi tema cuál es? Hay cuentas pendientes internas entre republicanos y demócratas. Por eso el presidente Clinton no tuvo "fast track" en los últimos años de su mandato. Eso es parte del juego interno de política. Es muy importante en esta nueva recomposición, en esta nueva visión que el Partido Demócrata junto con estas dos centrales sindicales –la AFL-CIO es una de las centrales sindicales más importantes-. Están oponiéndose a este acuerdo. Fíjese que los argumentos de oposición son los mismos argumentos que de alguna forma se hacen por parte de distintos grupos de presión cuando tienen lugar estas reuniones como pasó en Hong Kong o como pasó en Génova, cuando hay reuniones de la Organización Mundial de Comercio que están hablando sobre la anti globalización. Es la misma línea argumental que están utilizando estos 19 demócratas legislativos.

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Edición: Mauricio Erramuspe