¿El gobierno debería sostener una política fiscal más contractiva para combatir la inflación?
Análisis del economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.
(Emitido a las 8.35)
EMILIANO COTELO:
En los últimos meses ha quedado claro que la inflación está siendo más alta que la deseada por el gobierno. En respuesta a eso, en marzo el Banco Central anunció que implementaría una política monetaria más restrictiva. Sin embargo, al mismo tiempo, comenzaron a surgir desde los analistas y dirigentes empresariales opiniones acerca de que en este contexto sería conveniente que la política fiscal fuera menos expansiva. Algo que no parece estar alineado con los anuncios de expansión del gasto público que se está preparando para la próxima rendición de cuentas.
Entonces, ¿cómo hay que evaluar los anuncios de expansión del gasto público realizados recientemente por el gobierno? ¿No deberíamos estar ahorrando más en estos momentos de crecimiento económico fuerte? ¿Un mayor ahorro fiscal no ayudaría a contener la inflación en lugar de que el combate a la inflación descanse solamente en una política monetaria más restrictiva (que en última instancia podría hacer caer el tipo de cambio)? Vamos a conversar de estos temas en diálogo con el economista Pablo Rosselli, de Tea Deloitte & Touche.
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Pablo, para comenzar, ¿cómo están evaluando ustedes los anuncios de mayor gasto público realizados recientemente por el gobierno?
PABLO ROSSELLI:
El ministro de Economía, Danilo Astori, anunció que para 2008 se prevé expandir el gasto público en un monto equivalente a 285 millones de dólares. Esa cifra involucra un aumento del gasto de 100 millones de dólares que ya se había resuelto en la Ley de Presupuesto de 2005 y una suba adicional del gasto de 185 millones que se aprobaría este año, a través de la Rendición de Cuentas y de algunos proyectos específicos.
Se trata de una cifra importante. Esos 285 millones de dóalres equivalen a aproximadamente un 1,5% del PBI. Esto no quiere decir que el gasto público al final de 2008 suba un punto y medio del PBI porque si bien sube el gasto, también va a subir el producto por inflación y por crecimiento en términos reales.
De todas maneras, Emiliano, si te parece bien sugiero que para ordenarnos consideremos dos perspectivas de análisis: consideremos en primer lugar esos anuncios en relación a las necesidades de mantener un resultado fiscal primario (antes de intereses) importante para poder bajar la deuda pública y consideremos en segundo lugar estos anuncios desde la perspectiva de sus posibles repercusiones en el comportamiento de la inflación.
EC Empecemos entonces por cómo evalúan entonces estos anuncios desde la primera perspectiva de análisis. ¿Con el nivel de endeudamiento que tiene el país, no se debería estar aprovechando este momento para ahorrar más?
PR - Ciertamente, esa es una opción Emiliano. Varias veces en el programa hemos señalado que la política fiscal debía administrarse con un carácter contracíclico. Para un país que sigue teniendo un alto nivel de endeudamiento público en relación al PBI, eso quiere decir que los momentos de crecimiento más fuerte se deberían aprovechar para generar un "colchón", un mayor resultado primario que permita eventualmente bajar el resultado primario en momentos de recesión.
El problema es que no hay una forma objetiva, indiscutible, para determinar el resultado primario que debería tener el país. Un resultado primario mayor permitiría bajar más rápido la deuda pública, pero significaría postergar en alguna medida algunos otros objetivos. Por lo tanto, estamos ante un dilema entre dos objetivos en conflicto: bajar más rápido la deuda pública o incrementar más rápido el gasto en áreas que puedan ser consideradas claves por el gobierno en sentido amplio, por el Poder Ejecutivo y por el Parlamento.
EC - Queda claro el dilema, Pablo, pero ¿cómo lo ven ustedes? ¿Qué debería hacerse en estas circunstancias?
PR - Es claro que al momento de elegir entre esos dos objetivos en conflicto ingresan consideraciones de carácter técnico pero también pesan argumentos de tipo político. De todas maneras, a nuestro juicio parece muy razonable pensar que el país está de lleno en la fase expansiva del ciclo económico y eso quiere decir que parte de los ingresos fiscales deberían ser considerados de algún modo transitorios, y por tanto deberíamos ir pensando en tener un resultado primario mejor, que nos permita pasar sin zozobras un eventual contexto recesivo en el futuro. Desde esta perspectiva, con un criterio contracíclico, la política fiscal debería ser algo menos expansiva de lo que en principio está anunciado. Y a su vez, eso podría contribuir a contener las presiones inflacionarias, que era la segunda perspectiva de análisis que te planteaba.
EC: - Pasemos entonces a esa segunda perspectiva. Varios analistas y dirigentes empresariales han señalado que el gobierno debería gastar menos para frenar las presiones inflacionarias. ¿Cómo ven ese tema ustedes? Ya adelantabas que una política fiscal menos expansiva podría ayudar.
PR - Sí. Cuando el Estado incrementa su gasto, en alguna medida, eso repercute en la economía en la forma de una mayor demanda agregada. Y a su vez, la mayor demanda agregada deriva en incremento de los precios de los bienes y servicios no transables internacionalmente, que en esta situación recogen el hecho de que la demanda crece más rápido que la oferta. Por esa razón, una política fiscal menos expansiva ayudaría en alguna medida a contener las presiones inflacionarias. Además, si el gobierno central obtuviera un mayor superávit primario, se podría evitar alguna suba de tarifas públicas o se podría promover algún descenso de las tarifas. Esto contribuiría, por una sola vez, a frenar la inflación. De todas maneras, se debe ser cuidadoso en este tema. No deberíamos concluir de los comentarios anteriores que la política fiscal debería ser la principal arma para frenar las presiones inflacionarias actuales.
EC - ¿Por qué hacen esa advertencia?
PR - Por dos tipos de razones. Hay razones que tienen que ver con la coyuntura actual y razones más estructurales o permanentes.
EC - Veamos primero esas razones más coyunturales a las que hacías referencia. ¿A qué te estabas refiriendo concretamente?
PR - A que debemos tener presente que estamos observando presiones inflacionarias que provienen en parte del mercado doméstico pero también de los mercados internacionales. En lo que tiene que ver con el mercado doméstico, la reactivación de la economía, el crecimiento del empleo, la recuperación de los salarios y, en alguna medida, la suba del gasto público, son todos factores que alimentan presiones inflacionarias de demanda. No se trata solamente ni siquiera principalmente de que esté aumentando el gasto público. Toda la demanda interna está aumentando. Pero además, estamos observando una inflación internacional muy significativa cuando medimos los precios en dólares. Los commodities continuaron subiendo; las monedas de nuestros principales socios comerciales se están apreciando frente al dólar en términos reales. En otras palabras, tenemos inflación en dólares en Argentina, en Brasil, en Europa. Con un tipo de cambio relativamente estable como el que hemos tenido, los mayores precios internacionales medidos en dólares se traducen en un aumento de los precios transables medidos en pesos en nuestro país.
En los últimos 12 meses, los precios transables subieron 6% aproximadamente. Con la economía en crecimiento, es lógico pensar que los precios de los no transables suban más que los precios transables. Y si estos últimos suben un 6% anual, entonces se hace muy difícil cumplir el objetivo de inflación, salvo que la política monetaria se haga más restrictiva y que eso determine un descenso del tipo de cambio nominal, que en principio no tendría por qué generar mayores inconvenientes para los sectores exportadores porque estaría recogiendo el hecho de que los precios de venta medidos en dólares han subido.
EC - Queda clara esa explicación, Pablo, pero hablabas también de razones más estructurales, que hacen que la política monetaria sea la clave para controlar la inflación. ¿Podemos explicar mejor este punto?
PR - Sucede que las decisiones en materia de política fiscal suelen ser demasiado lentas para reaccionar a tiempo ante cambios en las tendencias inflacionarias. Además, las fluctuaciones de las presiones inflacionarias a veces son muy significativas en relación a lo que, en forma realista, podría cambiar el nivel de gasto público. Recién mencionábamos que la inflación internacional es muy significativa en estos momentos y eso hace muy difícil que solamente con una contención del gasto público se puedan frenar las presiones inflacionarias. Por eso vemos a nivel internacional que en general la tarea de mantener la inflación bajo control recae principalmente en la política monetaria.
Eso no quiere decir, sin embargo, que no nos deba importar el signo de la política fiscal. Un aspecto clave que no siempre es debidamente ponderado en el debate público en torno de las políticas económicas es justamente el de la consistencia entre las distintas políticas macroeconómicas. En el caso actual de nuestro país, si el gasto público continuara subiendo en los próximos años y si los consejos de salarios no moderaran a partir del año que viene las pautas de incremento salarial en términos reales, la expansión de la demanda interna generaría presiones inflacionarias que, para ser compensadas, exigirían el mantenimiento de políticas monetarias muy restrictivas, que ejercerían nuevas presiones para el descenso del tipo de cambio, lo que a su vez podría en algún momento volverse inconveniente para nuestras exportaciones. Por esa razón, es clave que las políticas macroeconómicas (la política fiscal, la monetaria y las pautas salariales en los consejos de salarios) resulten razonablemente consistentes entre sí, de forma de evitar que signos muy expansivos en algunas de ellas obliguen a que las otras deban ser simultáneamente muy contractivas.