El voceador de papas
Claudio Invernizzi pudo haber sido diseñador de modas. En su equipo de Baby Fútbol se preocupaba más por las camisetas que por el partido. También pudo haber sido basketbolista. De hecho, así terminó en Montevideo, cuando se mudó desde Pirlápolis para jugar en Welcome. Sin embargo, su afinidad por la publicidad apareció bastante temprano. Antes del primer ensayo con una de sus bandas de la adolescencia ya pegaba afiches de conciertos que ni se concretaron; y cuando compartió celda con su hermano, durante la dictadura, inventaba jingles. El azar lo llevó a convertirse en redactor junior de la agencia Nivel, donde después de algunos años de trabajo descubrió que era su vocación.