En su adolescencia, si la actriz Eva Longoria quería darse algún capricho tenía que ahorrar y pagárselo de su propio bolsillo, por lo que cuando alcanzó la edad para celebrar su fiesta de quinceañera por todo lo alto, según dicta la tradición latina, se puso a trabajar en un restaurante de comida rápida para poder costearse ella misma los festejos.

"Tenía muchas ganas de celebrar una fiesta de quinceañera cuando cumplí quince años, pero mi familia no podía permitírselo, así que conseguí un trabajo en Wendy's y me la pagué yo sola", recuerda la exitosa actriz, productora, diseñadora y filántropa en general a People.

En respuesta a la delicada situación financiera de su familia, Eva comenzó a buscar desde muy joven maneras de aportar su granito de arena a la economía de su hogar, algo que hacía de buena gana. 

"Tenía muchas ganas de trabajar y empezar a obtener mi propio dinero. No tuve ningún resentimiento porque veía lo mucho que trabajaba mi madre y todo lo que hacía por mi hermana [que tiene necesidades especiales], y quería hacer todo lo que pudiera para ayudar. Todos pensábamos igual", explica la guapa estrella acerca de su infancia.

La cultura del esfuerzo que los padres de la actriz inculcaron a todos sus retoños es la responsable de que ya en la cima de su carrera, tras alcanzar la fama con la serie 'Mujeres desesperadas', Eva decidiera ir a la universidad para obtener un título superior con el que dejar de sentirse la "fracasada de la familia".

"Crecí rodeada de unas mujeres increíbles. Mi madre es probablemente mi mayor ejemplo a seguir. Fue capaz de criar a cuatro hijos, uno de ellos con necesidades especiales, mientras tenía un trabajo a jornada completa. Y siempre tenía la cena puesta en la mesa a las seis en punto de la tarde para mi padre. Y eso sin contar a mis tres increíbles hermanas... He sido la última de todas en sacarme un máster, así que ahí lo tienes: soy la fracasada de mi familia", aseguraba la actriz en la revista Latina.