Política económica y el reto de la productividad - I
Intervención del ministro de Economía y Finanzas, Fernando Lorenzo, en el Foro Económico ACDE 2011.
FERNANDO LORENZO:
Es un gusto para nosotros estar nuevamente aquí, en este foro que organiza ACDE anualmente. Vaya un agradecimiento para las autoridades de ACDE; de nuestra parte, este encuentro implica anualmente una instancia en la que elegir el tema y trabajarlo intensamente desde el punto de vista de las ideas y de los hechos a resaltar constituye algo que también sirve mucho para orientar el diseño y la ejecución de las políticas.
La vinculación entre el esfuerzo intelectual, el trabajo de los profesionales y cómo esto se vuelca después en la práctica es un ejemplo que realizamos cotidianamente, y este tipo de instancias en las que nos obligamos a sistematizar, jerarquizar y ordenar ideas sobre temas relevantes hace una contribución a la calidad de las políticas, a la forma en que ellas se llevan adelante, y nos permite situarnos sobre algo que tiene especial relevancia cuando se trabaja en el diseño y la implementación de las políticas: fijarse en los resultados. Porque finalmente la calidad de las políticas, más allá del perfeccionismo y de la calidad técnica con que se diseñen, se valida, encuentran legitimidad desde el punto de vista del interés general en los efectos que tienen.
E insisto, estas instancias nos ofrecen una muy importante oportunidad para construir esa doble vía entre el análisis de la realidad y la forma en que las políticas pueden contribuir a continuar un proceso que afortunadamente nuestro país está viviendo en los últimos años de mejoras económicas, progresos sociales y sobre todo con una idea que tiene mucho que ver con el eje temático que elegimos este año, que es la idea de que la prosperidad es posible, que la equidad duradera es posible y que el trabajo conjunto sobre temas muy relevantes a lo largo y a lo ancho de todo el país y con todos los actores de la sociedad tiene enormes potencialidades para contribuir al bienestar de los uruguayos.
Permítanme una pequeña reflexión inicial antes de ir específicamente al papel de la política económica en esto que llamamos el reto o los retos de la productividad. Implica leer o tratar de entender cuáles son las claves fundamentales que encontramos en este trabajo empírico, en este aporte de evidencia que Andrés acaba de determinar.
¿Por qué el tema de la productividad adquiere a la luz de esa evidencia empírica una relevancia que en el pasado no tenía? Permítanme introducir el tema de la siguiente manera: en un Uruguay que crecía muy poco, en un Uruguay en el que había mucho desempleo, en un Uruguay que tenía procesos migratorios continuos, en un proceso económico caracterizado por capacidades instaladas subutilizadas y por infraestructuras muy modestas y muy poco exigidas para el crecimiento de la producción cuando este ocurría, los temas de la productividad aparecían decididamente alejados del centro de atención de la sociedad. Es más, toda vez que se quería introducir, creo que con mucha razón, porque el tema de la productividad tiene relevancia en sí mismo, en algún aspecto de la vida social o de la economía la relevancia de los temas de productividad, encontraba siempre un conjunto de excusas relativas a que había tanto subutilizado, había tan poca utilización de lo que había en sí mismo en nuestra sociedad y en nuestras capacidades que plantearse los retos de la productividad parecían temas de poca importancia.
Ahora cuando miramos la realidad actual de la economía implica una reversión muy drástica de ese escenario histórico, tasas de crecimiento muy elevadas y por encima de lo que cualquier medida de crecimiento potencial puede ofrecerle a nuestro país, Uruguay no tiene una tasa de crecimiento potencial a largo plazo de promedio anual superior al 6%, no la tiene, las estimaciones más razonables de crecimiento a largo plazo de nuestro país se sitúan en torno al 4%, con bajo nivel de desempleo y muy poco capital humano de los trabajadores que aún no se han incorporado al mercado de trabajo, con capacidades instaladas decididamente tensionadas en la mayoría de los sectores en los que el crecimiento económico está ocurriendo, con infraestructuras tensionadas como nunca, con utilizaciones muy superiores a lo que históricamente el país ha tenido y con una producción que cada vez más necesita de infraestructura.
En este escenario, y con una inversión productiva crecientemente importante, que empieza a tener niveles comparables a los de los países que pueden crecer a tasas razonables económicamente, los problemas vinculados a la productividad adquieren una relevancia singular. Porque la continuidad del proceso de crecimiento y del proceso de mejora de las condiciones de vida y la equidad tiene mucho que ver con lo que ocurra y lo que está ocurriendo con la productividad. Es muy difícil imaginar prosperidad duradera y equidad duradera, de la cual hemos hablado en muchas oportunidades aquí, sin que los temas de la productividad en el Uruguay de hoy adquieran una jerarquía muy superior a la que ha tenido históricamente. Este si se quiere es el centro medular de lo que la evidencia empírica nos dice, lo que la realidad nos indica y la forma en que todos los uruguayos y en particular los responsables gubernamentales tenemos que enfrentar los retos para en una jerarquización de estos temas hacer un aporte a la continuidad del proceso de crecimiento económico y mejora del nivel de vida de los uruguayos.
En ese sentido, la política económica tiene un papel. Pero antes de introducirnos en los temas vinculados a la política económica, es importante mencionar que jerarquizar el tema de la productividad, decir que es importante en el Uruguay de hoy, no implica transformarla en un fin en sí mismo. La productividad es un vehículo fundamental, es una dimensión fundamental de lo que tenemos que asegurar que ocurra: mejoras en la productividad, para mejor producir, para competir mejor y para que ello redunde finalmente en el bienestar de los uruguayos. Si perdemos el foco y hacemos de los temas vinculados a la productividad algo que no está directamente vinculado a las mejoras en el bienestar de los uruguayos, estaremos equivocando el camino. Porque ¿cuál es el problema? Hay evidentes, bastante evidentes muestras de dilemas o conflictos entre las dimensiones productivas y las dimensiones que tienen que ver con el nivel de vida, la calidad de vida de los ciudadanos.
Permítanme señalar algunos ámbitos en los que esa tensión producto de una visión que solo mira la productividad y no mira otras cosas puede implicar en términos de la sociedad en la que estamos viviendo y la dimensión de cómo contribuyen las mejoras económicas al bienestar de los ciudadanos.
Tómese por ejemplo el caso de los mercados de capitales. Si uno tuviera un enfoque exclusivamente sesgado en las mejoras de productividad y vaya si hemos visto esta argumentación durante muchísimo tiempo, los procesos de desregulación serían los aconsejados para favorecer que los instrumentos financieros, el financiamiento de los proyectos, permitan mejoras en la productividad. El problema es que nosotros sabemos que hay un dilema entre desregulación financiera y solidez del sistema y la forma en que la solidez del sistema financiero contribuye al bienestar de la sociedad.
Algo parecido podríamos encontrar en el mercado laboral. Si uno toma el camino equivocado y cree que la flexibilización en materia laboral es fundamental para contribuir a una mejor asignación del trabajo y de los trabajadores de las actividades que realizan y pierde de vista el problema de la protección de los derechos de los trabajadores, estaremos nuevamente poniendo una suerte de tensión, de dilema, que tiene que ser resuelto necesariamente en equilibrio entre la preocupación por la preservación de derechos y el bienestar apoyado sobre la necesidad de conseguir mayores niveles de eficiencia y productividad.
Otro tanto en el sistema tributario, en el que equilibradamente, al diseñar un sistema tributario, tenemos que poner en una balanza en forma adecuada la eficiencia y el estímulo a la inversión, tan vinculados a la mejora de la productividad, con la equidad del sistema tributario. Si nosotros sesgáramos e inclináramos todo el diseño de un sistema tributario en una o en otra dirección estaríamos yendo a una solución que no contribuiría al bienestar general de nuestra sociedad.
Otro ejemplo y podría mencionar muchos más es en materia de ordenamiento territorial. La tensión, ese dilema nuevamente, esa suerte de conflicto entre el libre uso de los recursos naturales, de los suelos, y los problemas vinculados a la preservación de los recursos naturales, los renovables y los no renovables, y la adaptación al cambio climático como temas absolutamente fundamentales. Obsérvese que esta tensión que puede tener una mirada sola, aislada de los temas de la productividad, sin vincularlos con otros temas que tienen que ver con el bienestar, sería un enfoque decididamente pobre y que no nos permitiría entender cuál es el reto que tenemos en términos del avance de la productividad y la forma en que esa dimensión puede contribuir a la mejora del nivel de vida de nuestra población.
Y cuando nos disponemos a analizar cuál es la contribución de las políticas públicas a estos retos de la productividad y aceptar que no los vamos a entender en ningún caso como una suerte de dilema que se resuelve inclinando completamente la balanza sobre determinado tipo de argumentaciones y desechando otras, sino que el centro está en el bienestar de la población, tratamos de distinguir en los esfuerzos que la sociedad uruguaya tiene que realizar, para avanzar en materia de productividad, algunas cosas que están decididamente en la órbita de las políticas públicas y en particular de las políticas en las que nosotros tenemos un trabajo más directo en el ámbito de la política económica, y otras cosas que dependen esencialmente de lo que ocurra en las empresas, en los mercados, en la organización de la producción. Porque los retos de la productividad son multidimensionales, no por la cantidad de temas que ellos abarcan, sino por la cantidad de actores y dimensiones, de las acciones de esos actores que intervienen en la eficacia que se tiene para avanzar en esta materia.
Está muy claro que las políticas públicas tienen un conjunto de dimensiones que en muchas oportunidades hemos compartido con ustedes. Hemos jerarquizado durante mucho tiempo, a falta de ella, el valor de la estabilidad macroeconómica, de la estabilidad financiera, de la estabilidad monetaria, la calidad de las instituciones, la calidad del sistema jurídico, del marco de derechos. Pero hay otro conjunto de temas que tienen que ver específicamente con políticas públicas que en este momento, ya superado el debate sobre el aporte que estas dimensiones anteriores realizan, tienen que ser priorizadas y jerarquizadas. Es a ellas que pretendo referirme.
Pero no quiero pasar por alto que los retos de la productividad, los motores del crecimiento y la posibilidad de que esos motores del crecimiento contribuyan al bienestar de la sociedad involucran un conjunto muy amplio de acciones en las que los principales actores están fuera del Estado y fuera del diseño de las políticas públicas. En el Estado no se hacen los procesos de renovación tecnológica, no se adaptan tecnologías, no se difunden esas tecnologías. Se pueden hacer políticas de estímulo a la innovación, pero quienes realizan las innovaciones son quienes tienen a su cargo las decisiones empresariales. La gestión eficiente de los recursos, por supuesto, invade a la administración pública, pero es un tema que desborda ampliamente lo que el Estado tiene que hacer. Involucra a las empresas y a los mercados en los que operan las empresas. Las decisiones de inversión no las toman los gobiernos salvo las inversiones públicas, la capacidad de emprender, la cultura emprendedora, el avance en materia de toma de riesgos y de apuesta a procesos productivos nuevos, a emprendimientos nuevos, todo eso y muchos otros temas está en manos del sector privado.
Por tanto, cuando miramos la síntesis de los avances en materia de productividad tenemos que entenderla como una confluencia de aportes. Por supuesto que hoy nos podemos sentir muy satisfechos con que por primera vez en nuestra historia no solo crecemos mucho más de lo que lo veníamos haciendo, sino que el aporte de las mejoras de productividad, entendidas estas en sentido amplio, hoy ya tiene un papel relevante en nuestra realidad económica, no es una quimera. No es algo que tenemos que esperar que ocurra, no es algo que decimos que va a ocurrir si nos esforzamos. Está ocurriendo hoy. La mitad del crecimiento económico registrado en los últimos siete años, ese 6,4% anual que tenemos registrado hasta este momento, la mitad del aporte no es atribuible ni a la incorporación de trabajadores ni a la incorporación pura y dura de capital físico. Son mejoras en la eficiencia, mejoras en la relación entre el uso de recursos y la producción que se realiza. Esto es un hecho de una tremenda significación y que no puede explicarse exclusivamente por la acción pública y en absoluto exclusivamente por la acción privada. Es la confluencia de los aportes de unos y otros.
Permítanme centrarme entonces en algún subconjunto de las políticas públicas que tratan de asumir el reto de la productividad. En primer lugar una que va ganando mucho espacio en nuestro país es el estímulo a la innovación. Va ganando espacio y por supuesto, uno cuando lo mira desde las políticas públicas dice: qué es lo que las políticas públicas están poniendo de nuevo en materia de innovación. Y yo diría: están aplicando más recursos que nunca, hoy tenemos dos veces y media más de inversión pública en apoyo a la innovación que la que teníamos en el año 2004, o en los años anteriores, porque elegir el 2004 sería simplemente por elegir un año. Uruguay tenía bajísima utilización de recursos públicos en la promoción y el apoyo a la innovación que se realizaba en el Estado o fuera del Estado.
Hoy tenemos, primera dimensión, mucho más apoyo financiero a estas políticas, y muchas más instituciones especializadas en las labores de producir innovación, producir ciencia y producir tecnología, y al mismo tiempo instrumentos para aplicar las capacidades que se gestan en las instituciones. Esto es un cambio muy importante que ha ocurrido en el país y que viene ocurriendo. Y el incremento cuantitativo de los recursos aplicados sobre estímulos a la innovación no debe impedir ver otras cosas que son tan importantes como ellas, como el propio fortalecimiento de estas instituciones y las capacidades que hoy tiene el Estado, la administración mediante por ejemplo la Agencia Nacional de la Investigación y la Innovación, para asistir y crear instrumentos, para asistir a las empresas y a quienes participan en los procesos de innovación para que se involucren en forma más decidida y más eficaz.
Prácticamente todas las dimensiones de la innovación, todas las que es necesario que se activen, hoy cuentan con más respaldo económico y con muchas más agencias especializadas para llevarlas adelante: financiamiento de empresas, fortalecimientos institucionales, apoyo a la investigación básica, coordinación y apoyo del sistema de innovación. Hoy podemos empezar a hablar de un sistema de innovación. Hace mucho tiempo no podíamos hablar de innovación, y hoy tenemos la preocupación por articular de manera sistémica todo, las instituciones y organizaciones públicas y privadas que están vinculadas a la innovación.
Creo que en ese papel compartido, en esa responsabilidad compartida entre sector privado y sector público en esta materia tenemos buenas noticias: hoy el gasto en innovación en empresas industriales, comparado con el que teníamos tan solo seis o siete años atrás se ha prácticamente duplicado. El sector privado, el sector industrial en este caso, entendió el mensaje y está trabajando en esta dirección. Usa los instrumentos de las políticas públicas o no, pero está haciendo el esfuerzo. Y hay una preocupación creciente porque la primera que entiende el reto de la productividad es la empresa, en los negocios y en las actividades que se están organizando. Ahí se siente muy claramente. Y la reacción no es pasiva, no es de temor, la reacción es ser parte de esto. Esta es la parte buena, quizás la parte que nos queda, es parte de los retos, solo una de cada tres de nuestras empresas desarrolla actividades de innovación.
Y esto es algo que tenemos que asumir como que estamos moviéndonos en la buena dirección, pero como en tantas otras cosas, importa más lo que falta que lo caminado. Lo auspicioso de lo que estamos señalando en materia del aporte de la innovación al avance de la productividad no debe ocultar que todavía tenemos que contagiar a muchos que no han sido contagiados e incentivar a muchos para quienes hasta hoy los incentivos no son suficientes para asumir los retos de la innovación y el cambio.
Hoy tenemos mucho más que un conjunto corto de anécdotas en materia de experiencias de innovación exitosas en el país. Podemos hacer ya un buen número de estudios de caso exitosos sobre el papel de la innovación en nuestro país y sobre la forma en que las empresas están utilizando la innovación para competir mejor y desplegarse mejor en los mercados nacionales, regionales e internacionales.
Obviamente, en materia de retos no se puede perder de vista que el reto de la productividad es uno en una economía cerrada y otro en una economía abierta. En una economía abierta en buena medida la calidad de la inserción internacional va a estar dada por muchos instrumentos de política comercial. Pero la posición que efectivamente encontremos en la economía regional y en la economía internacional va a estar directamente vinculada a la situación de la productividad y a la forma en que ella evolucione hacia el futuro. Porque ella va a determinar en buena medida la forma en que accedemos a los mercados, la forma en que valorizamos nuestra producción, la forma en que se toman las decisiones de inversión. Pero sin lugar a duda, en una economía integrada, crecientemente integrada a los mercados internacionales, el papel de la productividad se jerarquiza.
Fíjense qué ha ocurrido en materia de apertura en nuestro país. En los últimos 25 años se ha más que duplicado el grado de apertura de la economía. Esto es un hecho que transforma radicalmente el modo en que las empresas compiten y toman sus decisiones y avanzan o no. Esta duplicación del grado de apertura de la economía es uno de los hechos que han tenido más relevancia para entender lo que ha ocurrido en materia de productividad.
Hoy tenemos más empresas que nunca que internacionalizaron una parte sustantiva de sus negocios. La internacionalización de nuestras empresas les implica retos en materia de adaptación y exigencias de los mercados en los que participan y de las realidades comerciales nuevas que enfrentan en mercados de exportación. Pero al mismo tiempo cambia radicalmente la forma en que esas empresas están expuestas a shocks domésticos, a las cosas que ocurren en nuestro país, y claramente la búsqueda por mejorar sus condiciones de acceso y de penetración en mercados externos tiene muchísimo que ver con la productividad. Probablemente el conjunto de empresas más exitosas que tenemos en los mercados internacionales explica en buena medida esa inserción. Y esa historia la podemos contar porque su productividad ha evolucionado mejor que la de sus competidores y que la de otros productores en otros mercados con los que están en competencia.
Esto no se limita a los mercados de bienes. Lo hemos dicho en más de una oportunidad, los uruguayos conocemos o creemos conocer bastante de lo que ocurre en los mercados de bienes, en las exportaciones, en las importaciones. Los uruguayos sabemos bastante de nuestro comercio exportador y del comercio importador de bienes. Pero el comercio de servicios es crecientemente importante y está produciendo aún más transformaciones competitivas e imponiendo más retos de competitividad y de productividad que muchos de los sectores de bienes. Porque en algunos de los sectores exportadores de bienes nuestras ventajas están debidamente asentadas en los mercados de servicios en los que estamos ganando importancia. Es el trabajo, el esfuerzo de los uruguayos el que está haciendo más para que esas posiciones competitivas mejoren. Hay todo para construir y se está construyendo, y ese es trabajo de quienes hoy están liderando esos procesos en sectores muy diversos: en el software, en logística, en lo que se refiere a los servicios turísticos, a los servicios profesionales. Hoy Uruguay tiene una plataforma de servicios internacionalizados como nunca tuvo.
Hoy esas lógicas que siempre vinculamos, lógicas competitivas propias del sector industrial o de sectores comercializables, se extienden decididamente a todos los ámbitos de la economía. Y eso es muy bueno, porque las mismas reglas y los mismos desafíos que tiene el sector exportador de bienes son los mismos que tiene el sector exportador de servicios o el sector que tiene que competir internamente con servicios o bienes importados.
Uruguay tiene, además, una situación en materia arancelaria de bajos niveles de protección. Uruguay es hoy una economía abierta y con una política comercial que discrimina muy poco entre producción doméstica y producción externa. Esto tiene dimensiones muy relevantes porque es parte de la plataforma sobre la que se toman las decisiones de inversión. Hoy es barato acceder a insumos de calidad, a equipamientos de calidad, pero esos insumos de calidad y esos equipamientos de calidad no son los portadores del cambio en la productividad. Son las decisiones de inversión que los involucran, que tienen componentes en la calidad de los insumos y en la calidad de los bienes de capital las que permiten que ocurran también las otras mejoras en las organizaciones de la producción, en la forma en que los procesos productivos ganan en eficiencia. Y eso tiene que ver también con la dimensión relevante que tiene la política comercial en materia de estímulo a la productividad y a la competitividad.
Probablemente es el mercado laboral donde en más oportunidades en nuestro país se ha tratado de instalar la relevancia del tema de la productividad como un elemento clave en la negociación colectiva. Nosotros cuando preparamos los lineamientos para las últimas rondas de negociación, en esa intención del gobierno de ayudar a la negociación, jerarquizamos mucho el papel, el vínculo creciente que iba a tener que haber entre negociación salarial, determinación de remuneraciones y productividad. Y hablar de productividad y de remuneraciones implica salirnos de la lógica macroeconómica y ponernos en una lógica estrictamente microeconómica. Es muy difícil implementar una lógica de negociación colectiva basada en la productividad sobre la base de indicadores macroeconómicos, sobre la base de lógicas macroeconómicas, porque la productividad se materializa, se entiende y adquiere jerarquía para determinar remuneraciones del trabajo exclusivamente en los ámbitos directos en los que ocurre la producción y en la forma en que ella ocurre.
Obviamente, la dimensión de la productividad en la negociación colectiva es una dimensión a jerarquizar. Pero cuidado que hay un dato muy relevante. Los niveles de productividad en el sector formal son muy superiores a los niveles de productividad en el sector informal. Continuar reduciendo la informalidad es absolutamente fundamental, porque esa reducción de la informalidad no es solo protección de los trabajadores, no es solo combate a la evasión, no es solo un tema de igualdad entre los iguales, de combate al evasor, de combate a la informalidad, no es solamente esa dimensión, la amplitud del sector informal es un indicador claro de la amplitud de los sectores de baja productividad en nuestra economía. Y el combate a la informalidad, la lucha contra la informalidad, es también una dimensión absolutamente relevante en materia de productividad. En ningún período de gobierno se instaló con tanta relevancia el papel de la capacitación, de la formación y su relevancia para el trabajo y para el mundo del trabajo como en este.
Estamos verdaderamente asistiendo a un debate intenso en la sociedad sobre esto, y a la aplicación de una multiplicidad de programas e instrumentos para avanzar en esta dirección. Esa amplitud del debate y de los instrumentos que se están llevando adelante muestra claramente la forma en que el gobierno entiende el reto de la capacitación también para apoyar a la productividad.
Obviamente hay aspectos que tienen que ver con productividad y políticas laborales, que tienen que ver con adaptar mejor, tener un mejor diseño de la estructura de seguro de desempleo, adoptando formatos como los que se intentaron aplicar en ocasión de la crisis del 2008. Y probablemente hay otros temas que tienen que ver, como modificar los regímenes de retiro. Fíjense que estos planteos que se reciben con buen fundamento de llamar a hoy jubilados a que ayuden en los procesos de capacitación, es un problema vinculado directamente a la productividad, a la formación y a la capacitación de los trabajadores, se busca quién puede hacer ese aporte para bien de la actividad que se esté realizando. La mala noticia es que quizás no conseguimos que el mensaje de que es muy relevante en la negociación colectiva el tema de la productividad no ha tenido mucho éxito hasta ahora. Apenas algo menos de 100.000 trabajadores en el sector privado están hoy con convenios que involucran o tienen dimensiones de indicadores sectoriales. Ya no necesariamente de medidas de productividad. Y sí podemos decir que el sector público está instalando ahora la jerarquización y la utilización de indicadores de productividad y de remuneración por desempeño en la mesa de entes, es decir, en los entes industriales y comerciales del Estado.
Pero esta es una tarea pendiente y que involucra que el gobierno ofrezca colaboración para perfeccionar el conjunto de información y el análisis de esta que permite de que los indicadores sectoriales y de productividad sean utilizados confiablemente en la negociación colectiva. No decimos que es todo un problema en el sector privado. No decimos que es un problema de la calidad de la negociación entre trabajadores. La información, la calidad y la confiabilidad de la información sobre la que se asientan las evaluaciones sectoriales o de productividad importan muchísimo para que esa negociación pueda ocurrir. Ya hemos ofrecido públicamente en más de una oportunidad, tanto al movimiento sindical como a las cámaras empresariales, el apoyo del MEF para construir indicadores y para ayudar a que cuando volvamos a la mesa de negociación puedan jerarquizarse estos temas a la luz de información confiable. Sin información confiable y respetada y sin que se sepa cómo funcionan la producción y la utilización de esa información por los actores de la negociación jamás lo vamos a lograr.
La informalidad se ha reducido. Uruguay es el país de la región que tiene menos informalidad, ha reducido la informalidad laboral de manera muy significativa. Queda un largo trecho por recorrer, pero nuestro país ha tenido año tras año mejoras en materia de formalización. En la lucha contra la pobreza los temas de la informalidad tienen que cobrar una importancia mayor, porque nos vamos a encontrar con que con los instrumentos formales no vamos a poder avanzar en lo que se refiere al combate a la pobreza, porque si la pobreza está fuera de lo formal, y fuera por tanto de los ámbitos de negociación colectiva, difícilmente podamos utilizar esas herramientas para mejorar aspectos distributivos muy esenciales para nuestro país.
Hoy el Instituto de Formación Profesional tiene más recursos y más actividad que nunca. Queda mucho por hacer, sí, pero se está trabajando y se necesita mucho involucramiento del sector privado. Hoy están los recursos y la disposición para hacer mucho más de lo que se está haciendo. Si se quiere, eso es una invitación permanente de parte nuestra a participar en estos elementos.
Sobre incentivos a la inversión, las políticas de incentivo a la inversión tienen un papel fundamental. En estos últimos años Uruguay ha empezado a tener niveles de inversión productiva que no nos ponen en el furgón de cola en el continente y en el mundo. Pero Uruguay hoy apenas está alcanzando niveles de inversión productiva cercanos a 20 puntos del PBI, cuando todos sabemos que si queremos sostener niveles de crecimiento a los que decimos que es posible crecer, con estos guarismos de inversión no los vamos a poder sostener. Que nuestra economía pueda crecer al 4% anual no implica necesariamente que eso sea posible, quiere decir que la inversión productiva tiene que estar por lo menos en niveles de 20% del producto.
Claro, ¿cómo era el Uruguay del crecimiento magro? Teníamos 5 o 6 puntos menos de inversión productiva que hoy. Pero esta propia lógica de mayor inversión jerarquiza aún más el papel de la inversión, que tiene que, además de incorporar capital, traer cambios tecnológicos, traer cambios en los procesos de organización del trabajo, asumir el reto de hacer un aporte más sustantivo al crecimiento del país y a las potencialidades de crecimiento del país. Tiene que hacer lo que ha estado haciendo estos últimos años, tiene que generar mejoras en la productividad total de factores. No es solamente invertir más, es invertir más y al mismo tiempo hacer que esa inversión contribuya más al uso eficiente de los recursos y a la mejor organización de la producción.
Hemos puesto instrumentos promocionales sobre la mesa. Hoy el país tiene un régimen de promoción de inversiones que ha cumplido un papel muy importante. Y yo sinceramente creo que si hay un consenso en materia de políticas activas en materia de estímulo al Uruguay productivo, sin lugar a dudas los cambios en el régimen de promoción de inversiones han tenido un papel fundamental.
El decreto actualmente vigente, sus modificaciones y las que puedan ocurrir tienen una motivación fundamental, y es entender que también es multidimensional el proceso de toma de decisiones en materia de inversión. Y que hay que atacar todos los problemas, pero en particular hay que hacer incentivos directos, no solo incentivos específicos sobre tales o cuales aspectos que tengan que ver con la producción, sino incentivos más decididos y direccionados en materia de promoción de inversiones.
Claramente la experiencia reciente a nuestro país dice que vamos por el buen camino, que seguimos por el buen camino, pero que el reto de sostener y elevar los actuales niveles de inversión productiva, y perfeccionar y adaptar a las circunstancias nuestro régimen de promoción de inversiones, es fundamental. Partiendo de una base que es fundamental: en el régimen de promoción de inversiones se están utilizando recursos públicos que podrían tener fines alternativos, y si pueden tener fines alternativos la calidad de lo que se está apoyando, la calidad de la inversión y sus repercusiones es clave para legitimar el esfuerzo que la sociedad hace de ayudar a quien toma riesgo de invertir para que ese proyecto se lleve adelante. Hay que evaluar la calidad del régimen de promoción de inversiones por la calidad de lo que ese régimen aporta a la mejora en los niveles de productividad y al nivel de vida de nuestra población.
En materia de clima de negocios, por supuesto que ha habido avances muy notables en estos años, pero permítanme detenerme en cuatro aspectos sobre los cuales estamos trabajando en este momento y que son un aporte en sí mismos del gobierno a instaurar, implantar mejoras decididas en algunos ámbitos.
En materia aduanera el proyecto de ventanilla única de comercio exterior está andando, es complejo, pero me animo a decir que el año 2012 nos encontrará con avances muy sustantivos y que en el año 2013 vamos a ver instalado a plenitud este cambio decisivo en lo que se refiere a los costos económicos y de transacción vinculados a la operativa de comercio exterior. En un Uruguay crecientemente abierto, crecientemente vinculado al exterior, lo que ocurra de mejoras en el ámbito aduanero es fundamental, y los procedimientos aduaneros tienen mucho que ver con la forma en que las empresas se conectan con los mercados externos.
En materia de impuestos se ha lanzado hace poco la experiencia piloto de la factura electrónica de la DGI, y vamos por más cambios. Cambios que van a tratar de simplificarle la vida al contribuyente, por supuesto a aquel que cumple sus obligaciones; con el que no cumple sus obligaciones vamos a seguir la línea de conducta que se ha mantenido en estos años y que ha puesto a Uruguay en la vanguardia regional en materia de niveles de evasión de los principales impuestos nacionales. Los niveles de evasión de IVA en este momento en este país son los más bajos de todo el continente. Esto es el resultado de procesos en los que los uruguayos también invirtieron, los cambios introducidos en la Impositiva, los cambios introducidos en la organización del trabajo en esta importante dependencia del MEF han sido verdaderamente costosos, pero la sociedad hoy está mejor pertrechada para hacer que los ciudadanos cumplamos con nuestras obligaciones cuando esas obligaciones son impuestas por vía de leyes y normativas que emiten los poderes democráticos.
En los temas vinculados a acceso a la información, todo lo que está haciendo en materia de gobierno electrónico la Agesic va a tener impacto directo por ejemplo en la forma de conexión de los proveedores del Estado con la administración y con los entes que adquieren. Aquí las garantías de transparencia de información, el acceso a la información y la rapidez con la que se va a poder actuar en esta materia van a ser decisivos para mejorar el clima de negocios. Y por supuesto que las mejoras que ya han ocurrido en materia de apertura de empresas y el portal de empresas son fundamentales. Buena parte de la mejora en estos indicadores internacionales a los que hacía referencia Andrés tiene que ver con las mejoras que se han introducido con el proyecto Empresa en un día. Hay mucho más para hacer, esto no es una historia terminada.
Finalmente querría detenerme en un aspecto que probablemente en la intervención de Luis se desarrolle con más precisión, con más profundidad, pero que tiene que ver con que también importa en el reto de la productividad lo que pase en materia de infraestructuras. Digamos que por buenas razones Uruguay hoy tiene exigencias nuevas en materia de infraestructuras. No es por obsolescencia ni por inacción en materia de infraestructuras que tenemos las exigencias actuales. Es porque hoy tenemos más exigencias, porque hoy tenemos mucha más producción a lo largo y ancho de todo el territorio nacional que exige nuestras infraestructuras, las exige como nunca.
En el Uruguay del estancamiento, en el Uruguay del crecimiento magro, las infraestructuras y el mantenimiento que se necesitaban eran para ese Uruguay. Para el Uruguay creciendo como lo está haciendo y con prosperidad en todos los rincones de la patria, se necesitan infraestructuras, calidad de esas infraestructuras y costos de mantenimiento absolutamente superiores. Me parece que importa decir que el reto en materia de infraestructura está asumido por parte del gobierno que multiplica instrumentos para atender el problema. Necesitamos que también aquí penetren criterios de eficiencia y de mejora de productividad. También quienes producen infraestructuras tienen que tener una preocupación por ser eficientes y obtener y lograr mejoras de productividad. Si vamos a gastar mucho más, si los uruguayos necesitamos invertir mucho más en infraestructuras, necesitamos no solo que el sector privado nos acompañe en esas inversiones, necesitamos además que las tecnologías que se utilizan para producir esas infraestructuras sean más eficientes. El mismo reto que tiene el resto de la actividad económica expuesta a la competencia internacional. Porque si las infraestructuras nos van a dotar de capacidades para competir mejor, ellas tienen que ser competitivas, no solo tienen que estar. Y si son costosas, el reto va a ser más difícil. Y si los niveles de mantenimiento de esas infraestructuras son muy costosos, tendremos más esfuerzo todos los uruguayos para realizar y se estará comprometiendo el esfuerzo de otros en este sentido.
El tema en lo que se refiere al tránsito vial es muy simple. Si tomamos cualquier indicador de crecimiento del nivel de actividad económica en los últimos cinco o seis años y lo comparamos con el tránsito pesado que pasa por nuestras rutas, nos encontramos con que hay una bifurcación formidable de trayectorias. La economía crece muy rápido, pero la exigencia en materia de tránsito pesado sobre las infraestructuras viales se multiplica mucho más que la producción. Esto es un cambio en la forma en que estamos produciendo y en la forma en que se usan las infraestructuras para eso. Eso requiere también cambios en nuestra cabeza en los modos de financiamiento de estos desarrollos infraestructurales. No es lógico que razonemos sobre el financiamiento para la construcción y el mantenimiento de esta infraestructura con la misma lógica que la del Uruguay donde los camiones pasaban de vez en cuando. Esto tiene que cambiar radicalmente nuestra cabeza, nuestra visión sobre cómo contribuir responsablemente a que estos procesos mejoren.
Se está trabajando en materia de rehabilitación ferroviaria, se sigue trabajando y se apuesta a que con instrumentos como los contratos de asociación público-privado podamos terminar en este período de gobierno algo fundamental, que es la rehabilitación del modo ferroviario para que vuelva a contribuir como otrora lo hizo al desarrollo del país. Volvemos a necesitar de aquello que creímos que ya no necesitábamos más. Los que dieron por enterrado el papel del modo ferroviario en la base infraestructural del país cometieron probablemente uno de los errores históricos más importantes. Hoy tenemos el costo de ese abandono. El costo del abandono era el costo de no tener la expectativa de que el Uruguay pudiera atravesar por una etapa como la que está atravesando. Finalmente quienes abandonaron el modo ferroviario no creían que era posible que llegáramos a este momento. Este es un elemento a tener muy en cuenta.
En materia de generación de energía el país está haciendo esfuerzos, abandonó el quietismo y está haciendo esfuerzos fundamentales. Lo está haciendo desde las empresas públicas, desde la propia inversión pública, pero está convocando como nunca a la iniciativa privada en materia de energía no renovable. Uruguay va a disponer más temprano de lo esperado con una proporción inédita en el continente de recursos eléctricos renovables para la producción de energía. La energía eólica y la biomasa están progresando y van a seguir progresando de una manera inédita en el país. Sabemos que ya llegamos a los límites en materia de utilización de energía hidráulica y que necesitamos sumar, a costos razonables, nuevas fuentes de energía, y que además sean renovables. Y lo estamos haciendo. Se está haciendo con una participación privada muy importante y con una respuesta en términos de costos muy buena. Hoy estamos multiplicando el esfuerzo en materia de energía eólica porque los precios a los cuales están ofreciendo a la red, a la distribución en red los productores de energía eólica son 30 o 40% más baratos que los que teníamos hace un par de años. Esto es parte de lo que tenemos que apoyar, parte de lo que tenemos que continuar.
En materia de fuentes no renovables, la mejora en la central de ciclo combinado de Punta del Tigre es una responsabilidad exclusiva de nuestra empresa eléctrica y claramente la interconexión con Brasil es estratégica y fundamental. La integración al mercado brasileño y la disponibilidad de esta interconexión son absolutamente fundamentales, porque nosotros necesitamos, para apoyar los crecimientos de la productividad, reducir vulnerabilidad en materia de energía, dar la visión a quienes van a arriesgar para mejorar la productividad de que en nuestro país no hay riesgo de vulnerabilidad de acceso a la energía y además a costos razonables. Que estemos incorporando hoy fuentes energéticas renovables cuyo costo por megavatio es inferior al costo promedio de abastecimiento de la red me parece un hecho de una enorme significación y muestra que también en la generación energética se entienden el reto de la productividad y el reto de la eficiencia.
En el área de comunicaciones estos días tuvimos la buena noticia de que nos poníamos a la cabeza en la región en materia de penetración de internet. Lamento decirles que nos queda trabajo por hacer, porque tenemos más penetración de internet, pero no estamos bien posicionados en lo que se refiere a la velocidad de acceso. Uruguay está hoy embarcado, y Antel y otros operadores están trabajando intensamente para mejorar algo que es fundamental, no solo acceso, sino acceso a costos razonables y a velocidad adecuada. Se está trabajando intensamente, vamos a tener inversión pública en telecomunicaciones en áreas tan importantes como la fibra óptica en los hogares. En el 2012 ya va a haber 240.000, más del 20% de los hogares uruguayos van a tener acceso a fibra óptica. Esto es un cambio muy importante en lo que se refiere a la potencialidad de acceso a las tecnologías de información. Inversiones cuantiosas se están realizando en el sector público en esta materia, y van a redundar de manera formidable en los negocios y en las capacidades de mejora tecnológica.
Otro aspecto fundamental es la conectividad por cable submarino, que va a mejorar decididamente la disponibilidad, la velocidad y el costo de acceso a la información. Un mayor acceso a la sociedad de la información depende en buena medida de lo que ocurra en estos sectores, y se está haciendo mucho y hay que seguir haciendo mucho más. Estas inversiones son además una oportunidad de desarrollo formidable para nuestras capacidades ya bien asentadas en materia de industria de software, en materia de audiovisual, en materia electrónica.
No tratamos en esta reseña de algunas contribuciones que hacen las políticas públicas a los retos de la productividad de abarcar la totalidad de los temas involucrados. Seguramente muchos de ustedes identifican que en estas cinco áreas que hemos elegido hemos cometido alguna omisión, hay algunos otros aspectos que importan tanto o más que estos. No es por quitarles importancia a otros factores, sino por jerarquizar aspectos en los cuales hay un camino recorrido. Insisto, y que este sea el mensaje final: queda mucho por recorrer.
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Transcripción: María Lila Ltaif