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Conferencia del ingeniero Juan Grompone

(Ciclo "Uruguay 2030. Tiempo de crecer" organizado por Cofac)

Nació en Montevideo en el año 1939. Obtuvo  el titulo de Ingeniero Industrial, opción comunicaciones, en la Facultad de Ingeniería en 1967. Sus áreas de trabajo son las telecomunicaciones y la informática, especialmente en el área comunicaciones de datos y gestión de proyectos informáticos. Director de Interfase S.A. y de Telsor S.A., es además consultor independiente y ganador del premio "Labor 50 años", organizado por la mencionada editorial de Barcelona, en el área electricidad o electrotecnia, otorgado al libro "Curso de Electromagnetismo" en España, en 1965. Jefe del equipo ganador del 2o. premio nacional de ingeniería por el diseño del conmutador de la Red Nacional de Datos URUPAC, Montevideo, 1989. Jefe del equipo ganador del 7o. premio de investigación de la Asociación Hispanoamericana de Centros de Investigación y Empresas de Telecomunicaciones, por el diseño del conmutador de la Red Nacional de Datos URUPAC en Asunción, Paraguay, 1990. Designado Ingeniero Eminente por la región latinoamericana de la IEEE en 1991. Ganador del 1er. Premio narrativo otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura en 1991, aquí en Montevideo. Miembro de la Academia Nacional de Ingeniería de Uruguay desde 1993. Miembro de la Academia Nacional de Letras desde 1996. Autor de más de 100 artículos o libros de lógica, epistemología, divulgación científica, política científica, literatura y otras áreas.

Buenas, buenos días a todos. Es un gusto estar en este seminario, en este coloquio, y es un gusto poder aportar sobre el tema que me apasiona, que es el tema del Uruguay del Futuro. En particular, lo que de alguna manera graciosa se puede llamar el Uruguay del Bicentenario.

Creo que mi punto de vista es un poco distinto a lo que se ha planteado anteriormente, creo que es muy difícil predecir el futuro. Hoy, una frase de los personajes más simpáticos de la Guerra de la Galaxias que dice: "ver el futuro es difícil por que está siempre cambiando". Creo que eso es un poco lo que sucede. Según cuando hagamos la predicción, vamos a tener una distinta predicción del futuro. De modo que a mi más bien lo que me va importar es como construirlo, que cosas creo que tiene que hacer el país para construir el futuro que a mí me gusta.

Que por supuesto que el futuro que a mi me gusta ofende a muchísima gente. Cada vez que he hablado de este futuro en los últimos 15 años, siempre han habido sectores que se han ofendido, ustedes los van a identificar perfectamente.

Creo que si miramos hoy el Uruguay vemos que hay un único sector pujante, desde el punto de vista económico, que es el sector de las tecnologías de información. Este sector exporta en este momento 10 veces más que el vino, por ejemplo, que siempre ha sido considerado una especie de paradigma del Uruguay moderno. Sin embargo, el sector de las tecnologías de información ya ha pasado 10 veces ese sector, y además sin ningún tipo de colaboración, básicamente con muy poca colaboración de los sectores públicos y con mucha dificultad de los demás sectores de la sociedad.

En contraposición de esto, creo que tenemos una de las más espantosas ideas que se han lanzado en el Uruguay en los últimos tiempos, que es la que se llama el Uruguay Natural. Cada vez que veo pasar un taxi me hierve la sangre cuando veo Uruguay Natural. Uruguay Natural, que fue una idea para fomentar el turismo en Rocha, se fue convirtiendo lentamente, sin que nadie lo resolviera, en una especie de política de estado.

Y contra esta política de estado estamos luchando, es nuestro sepulturero el Uruguay Natural. Por eso ya ven cuanta gente se va a enojar con lo que voy a decir. Básicamente de las políticas de estado del Uruguay Natural consisto en suponer que Uruguay tiene un futuro como productor de alimentos. El propio Enrique Iglesias lo decía, decía: el Uruguay tiene una gran oportunidad como productor de alimentos. Bien, creo que eso es equivocado, pensar que el Uruguay lo que va ser en los próximos años es producir comida me parece equivocado por un par de razones. En primer lugar porque hay países que lo producen mucho mejor, y en segundo lugar porque no creo en la existencia de esos mercados. Esos mercados consumidores son básicamente autosuficientes y siempre lo han sido.

La segunda variante es decir Uruguay Natural. Uruguay es un productor de alimentos de lujo. También no creo en esa alternativa ni me gusta, no me gusta la idea de que el Uruguay va a producir buenas costillas de carne de vaca o inclusive esturiones como se están produciendo en Río Negro.  Si tengo que pensar que el Uruguay del 2030 va a ser un país de productores de alimentos de lujo, conmigo no cuenten. Si es así yo no quiero colaborar, quiero proponer otro futuro para el Uruguay.

Y para eso quiero citar dos ejemplos históricos. Uno que muestra lo que puede pasar por la negativa y otro lo que puede pasar por la afirmativa.

El primer caso es el caso de Madagascar. Madagascar tenía, hacia fines del siglo XIX, el monopolio de la producción de la vainilla. La vainilla a pesar de que era un producto americano había encontrado mejores condiciones de producción en Madagascar, y Madagascar y las zonas circundantes se convirtieron en el principal productor en condiciones de monopolio de la vainilla. Porque la vainilla era muy importante, porque el  mercado norteamericanos es un ávido consumidor de vainilla porque es el sabor preferido del helado de crema, de modo que estaban en condiciones inmejorables. Prosperaba fantásticamente con un alimento de lujo, específico, monopólico, mucho más monopólico que nuestras costillas de vaca. Sin embargo, ¿qué le pasó a Madagascar? Vinieron los biólogos. Los biotecnólogos crearon una bacteria que era capaz de sintetizar la esencia de vainilla y entonces Madagascar, en un período de 2 ó 3 años, quedó sin su producto monopólico, porque la esencia de vainilla se produce ahora por métodos biotecnológicos en forma sintética. Entonces esta es la historia negativa. Tenemos que mirarnos en Madagascar porque es uno de nuestros espejos, uno de nuestros espejos es la esencia de vainilla. Es decir, yo pienso que es lo que le puede pasar a nuestra vaca. Enseguida lo voy a retomar el tema.

El caso contrario por la afirmativa es el caso de Finlandia, que ha sido citado hasta el exceso de modo que no me voy a ocupar. Finlandia fue tradicionalmente un país agrícola-forestal que hacia 1980 se dio cuenta que eso no tenía más futuro. Esa no era una manera de prosperar en la Comunidad Europea ni en la zona en la cual estaba inmersa. De modo que se decidió a explorar los caminos tecnológicos y en particular la empresa NOKIA, que es una empresa estrella del mundo, exploró muchos caminos, muchos de los cuales fracasaron. Es decir, fabricó computadores, fabricó monitores, fabricó televisores, hasta que finalmente dio con los teléfonos celulares y hoy es el No.1. El productor más importante del mundo en teléfonos celulares, inclusive mucho más que EEUU. Es decir desplazó a EEUU como tal. Creo que hoy es una potencia tecnológica y eso lo hizo en 30-40 años. Ese es el ejemplo positivo que hay que pensar. En otras palabras, yo quiero que Uruguay sea Finlandia y no Madagascar y creo que el futuro de Madagascar es absolutamente negro. De modo que el dilema básico ahora es: ¿queremos que nuestra economía vaya en la dirección del Uruguay Tecnológico o que nuestra economía vaya en dirección del Uruguay Natural?

A veces pienso dos cositas que son mis pesadillas favoritas: ¿qué va a pasar cuando la biotecnología logre hacer un cebú que produzca una costilla de carne tan buena como el Aberdeen Angus? ¿Dónde va a ir la producción de Argentina, la producción de Uruguay?

Cuando Brasil, que tiene un territorio gigantesco, pueda producir en regiones relativamente tropicales carne de excelente calidad, dónde va a quedar ese artículo de lujo del Uruguay Natural? Se lo va a reemplazar por un artículo biotecnológico, o peor. Si los perversos biólogos están hoy diseñando tejidos humanos para uso de medicina, están fabricando trozos de piel, piensan fabricar trozos de hígado, piensan fabricar una cantidad de cosas en el laboratorio porqué no van a poder fabricar una costilla de vaca? Es decir, ¿porqué el bife de lomo no se va a poder hacer en un laboratorio en 30 años?

Apostar a que eso no suceda es una apuesta terrible.  Creer eso es un acto de fe absolutamente irracional que contradice todo lo que viene pasando. De modo que creo que nuestro destino no tiene alternativa: tiene que ser el Uruguay Tecnológico y bueno. ¿En qué consiste ese Uruguay Tecnológico? El Uruguay Tecnológico consiste en cosas distintas. Yo veía que en el momento actual el Uruguay Tecnológico consiste básicamente en desarrollar todo lo que tiene que ver con las tecnologías de la información. Esa es la realidad. En el Uruguay de hoy, tenemos que decir: "señores, estos 100 millones de dólares que se están exportando en tecnologías de la información.  Éstos se tiene que convertir, dentro de una década, en 1000 millones y pasar por lejos a ser el primer rubro de exportación". Ese es el primer objetivo.  El objetivo tiene que estar ahí.  Entonces todas las fuerzas sociales, económicas y políticas tienen que estar dirigidas a ese objetivo y no a pensar que vamos a hacer una mejor costilla de vaca.

Creo que en el largo plazo, posiblemente hacia el 2030, la tecnología reina de todas las tecnologías va a ser la biotecnología. Creo que no cabe la menor duda. No es una opinión personal, se pueden leer en todas las revistas que estudian el problema del futuro. Todos apuestan a que la biotecnología es la rama central de la producción de los próximos 20-25 años. Hoy está creciendo a una velocidad inusitada. Su campo de acción es primariamente la medicina pero muy rápidamente se va a convertir en un campo de aplicación para la producción industrial. Rápidamente, la fábrica va a ser reemplazada por el rector, por el rector bioquímica. Rápidamente los diseñadores en lugar de diseñar máquinas van a diseñar bacterias o seres más complicados.

Bien, creo que entonces ese es otro punto que tenemos que tener en cuenta. Es posible que en el año 2030 nos estén agrediendo con productos biotecnológicos y por lo tanto nosotros tenemos que estar dentro de ese circuito biotecnológico.  Para eso tenemos que tomar acciones hoy. Creo que hay un tercer sector, que es un sector intermedio, que no tenemos que despreciar.  Es el sector de las industrias culturales. Las industrias culturales son las industrias que producen entretenimientos, que producen contenidos. Son industrias de una enorme importancia. Son tal vez primas lejanas o primas importantes de la tecnología de la información porque emplean recursos cada vez más mayores las tecnologías de información.

Hoy, cada vez y más, el cine es producto de una computadora: de muy pocas cosas reales y de muchas cosas virtuales. El Uruguay tiene una larga tradición de producción de entretenimientos: de entretenimientos y de contenidos.  Es decir, el Uruguay tiene una enorme cantidad de creadores, artistas plásticos y escritores en proporción a su población. Es decir, es un elemento a destacar. No sólo somos inteligentes sino somos creadores de contenidos desde siempre.

Yo recuerdo siempre el ejemplo de los libros de Copetti.  Los libros de Copetti de matemáticas de los años 30,40 y 50 se vendían en toda América Latina. Es decir, Copeti enseño matemáticas a toda América Latina. Eso es un antecedente válido e histórico de producción de contenido de Uruguay y de una intrépida industria cultural que se ha abandonado y no fomentado.

Si yo tuviera que decir de los cientos de programas - y acá voy a ofender a otra cantidad de gente--  de todos los programas que se han hecho para desarrollo de ciencia y tecnología en el Uruguay en los últimos años, en los que se han invertido cientos de millones de dólares;  todos esos cientos de millones de dólares han ido para la ciencia y no para la tecnología, y casi todos han terminado en destinos universitarios.

Sin embargo creo que el único programa efectivo que ha incidido sobre la economía del país o que tiene posibilidades de incidir sobre el país, es un programa maltrecho, pequeño, que nadie se acuerda de él y que yo reivindico todas las veces. Es el Fona. El Fona ha hecho más por las industrias culturales que todo lo que han hecho todos los programas de desarrollo de nuestro país. Fíjense por ejemplo, ahora todos nos maravillamos que, en el día de hoy, hay dos películas uruguayas en los cines de estreno. Eso es el resultado de una campaña de muchos años de simplemente invertir unas cifras ridículamente pequeñas en proyectos audiovisuales. Eso no es una tontería. Es decir, la industria audiovisual,  la industria del entretenimiento es una de las industrias de más futuro del mundo por la simple razón de que el tiempo libre aumenta. Es decir, en el mundo desarrollado el tiempo libre aumenta. Entonces cada vez necesita más contenidos, más programas de entretenimientos y más cosas de ese estilo. De modo que eso que estamos viendo, que pasamos de no producir cine a producir lentamente cine, o lentamente productos audiovisuales de televisión. Eso es una industria de extraordinario futuro que estamos ignorando olímpicamente. En otras palabras, creo que si miramos nuestro escudo, el problema que tenemos en nuestro escudo es la vaca. Bien, por cierto yo no quiero decir: "hay que abandonar la agropecuaria". La agropecuaria, que dé todo lo que pueda dar, porque nos tiene que servir para la transición.

Pero no podemos seguir pensando que el Uruguay es el reino de las vacas.  Eso es una cosa espantosa! Tenemos que pensar en un Uruguay tecnológico que se ocupa hoy de las tecnologías de la información que se están desarrollando, las que pueden crecer, que pueden multiplicarse por diez en unos pocos años.  Tenemos que pensar en la industria del entretenimiento, en las industrias de contenido cultural. Las industrias culturales que están desarrollándose en forma embrionaria y que tienen una enorme capacidad para crecer. Y tenemos que pensar que el futuro se encuentra en la biotecnología. Ahora, ¿qué es lo que sucede? Lo que sucede es que, haciendo una pequeña cuenta, el Presidente de la República que va a presidir los festejos de 2030 está saliendo de la enseñanza media y entrando en la universidad. Eso es trágico. Es decir, el presidente de 2030 posiblemente esté empezando sus estudios universitarios en la universidad actual que tenemos; y tal vez, ande en esos taxis que hablan del Uruguay Natural; y tal vez, se le ametralle con estas ideas de que la vaca es lo más importante: si no es por la vaca, nos morimos.

Entonces eso es lo terrible. Creo que en ese momento, lo que hay que hacer...  estamos en el momento que hay que cambiar de rumbo. Y no sé si no es un poco tarde para cambiar de rumbo, porque ya se han hecho carne muchas de estas cosas.
Por supuesto, cada vez que hablo de esto, imagínese toda la cantidad de gente que se siente ofendida!

¿Ahora, qué es lo que hay que hacer para cambiar este rumbo?  Yo diría que hay dos grandes rubros, los principales que hay que fomentar: en primer lugar la educación. Es muy importante cambiar la educación, no sólo la educación universitaria sino de la educación primaria en adelante para que cambie esta imagen de país vacuno.

En segundo lugar, la financiación. Es decir, nuestro país no tiene... no tiene ciertamente mecanismos de financiación de empresas nuevas. Una empresa nueva que dice: "tengo una buena idea, necesito un millón de dólares", se les matan de risa. Y perdónenme, estoy hablando en un evento organizado por banqueros. Pero se le matan de risa! Y mucho más! Mucho más, si una empresa de software que pide dinero!  Porque examinan los activos: " ah! porque ustedes alquilan 400 metros y tienen 25 computadoras ahí adentro. ¡El capital de ustedes es nada! ¡No les puedo prestar nada!" 

Es decir, no existe el inversor de riesgo en nuestro país. La función del inversor de riesgo, que fue diseñada por Eduardo Acevedo en  1915 y que eso era lo que se suponía que era el Banco de la República, nunca ocurrió. Es decir, no hay inversores de riesgo. No hay nadie que diga: "esa idea me gusta estoy dispuesto a poner ese milloncito de dólares o estos cien mil dólares". Necesitamos inversores de riesgo para estas industrias de riesgo como son: producir software, producir contenido o meterse en aventuras biotecnológicas que, como muy bien se dijo, demoran años en producir resultados. Pero hay que reconocer que existe historia de industrias biotecnológicas muy exitosas. Por ejemplo, tenemos que pensar que fue una industria biotecnológica uruguaya la que erradicó la aftosa en este país.

Bien, esto es lo que quería decir. Lo que yo quiero, es construir un nuevo país y no seguir en este país vacuno.

Gracias.