Refugios para víctimas de violencia doméstica
Los refugios del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU) para víctimas de violencia doméstica son una alternativa a los infiernos que las madres viven puertas adentro de sus casas junto a sus niños. Informe del Servicio Informativo de Radio El Espectador.
Este informe se propone conocer en qué condiciones llegan las personas afectadas a estos lugares y qué tratamiento reciben.
En las situaciones de violencia intrafamiliar los menores se convierten en víctimas directas o presenciales de estos hechos y sufren sus consecuencias, pero no pueden tomar decisiones.
El INAU está obligado a actuar ante estas situaciones de crisis y desprotección de los niños, preservando la relación con su madre, de acuerdo a lo establecido en el Código de la Niñez y la Adolescencia (Ley 17.823).
A nivel del INAU, para trabajar con un caso de violencia doméstica existe el Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (SIPIAV).
El Espectador dialogó con María Elena Mizrahi, coordinadora de esta dependencia.
Mizrahi explicó que los niños y adolescentes que viven en contextos de violencia, aún cuando no sean objeto de agresiones físicas, sino emocionales, son igualmente víctimas de violencia doméstica.
En este sentido, el SIPIAV atiende a todo el núcleo familiar y parte de la base de que la violencia afecta el comportamiento del menor y eso se refleja en su rendimiento escolar y en el relacionamiento con los demás.
La jerarca explicó que los niños que ven a sus padres relacionarse de esa forma posiblemente entiendan que las relaciones humanas parten y se basan en la violencia.
"Consideran que la resolución de conflictos está dada por el intercambio violento", sostuvo Mizrahi.
El SIPIAV realizó una encuesta a adultos mayores de 18 años con niños a su cargo para sondear las prácticas de crianza y resolución de conflictos familiares. El universo de la encuesta es sobre 1.100 familias. Vea el cuadro.
Para los derechos vulnerados existe una asistencia integral. Se parte de la base de que la internación o los refugios deben ser el último recurso.
Si alguien de la familia les puede dar acogida, el INAU considera preferible apoyar a ese núcleo mediante el Departamento de Apoyo Socio-Económico del organismo.
Tanto las organizaciones no gubernamentales (ONG) en convenio con INAU, como los propios equipos del instituto, trabajan en conjunto en la atención del núcleo familiar.
Concretamente, se les da a los menores asistencia integral, atención psicológica y tratamientos de reparación de secuelas.
Los afectados concurren al menos una vez a la semana a servicios especializados con los que el INAU tiene convenio.
Cada situación es particular y de ella depende el tipo de tratamiento que requiere tanto el niño como su familia.
En algunos casos se trabaja con el Poder Judicial. Pero los procesos judiciales requieren cierto tiempo.
El Espectador consultó a Mizrahi cómo se actúa mientras duran los procesos.
"Nosotros tenemos cuatro refugios y por lo general tienen más de 40 cupos, pero ante situaciones de riesgo se ingresa de cualquier manera. A nadie se le niega el ingreso si hay una situación de gravedad. En el caso del Poder Judicial, a partir de la ley de violencia doméstica se crearon cuatro juzgados especializados de violencia doméstica que funcionan en Rondeau y Valparaíso. Esos juzgados atienden específicamente el tema de violencia domestica muy a corto plazo, el juez lo resuelve en el mismo momento. No es como en el caso de juzgados de familia, en los que los procesos judiciales son mucho más largos", dijo Mizrahi.
Existen otros agentes sociales involucrados como los docentes de Primaria, Secundaria y UTU, que muchas veces son conocedores y denunciantes de esta situación.
Para ello se elaboró el Mapa de Ruta de Primaria que funciona desde el año 2007 y ahora se trabaja en un "Protocolo" para Enseñanza Media, con el objetivo de que los docentes cuenten con una guía.
"Cuando se genera una situación de violencia extrema, el maestro o profesor debe informar y contactarse con los equipos de salud, INAU o con las redes que existen en esos territorios y se comienza a trabajar con la familia", dijo Mizrahi.
Si la situación es muy compleja y no se puede llegar a esas personas se realiza una denuncia a la línea azul del INAU (0800 5050) y se accede al domicilio.
Otra prioridad que establece el SIPIAV es la contención familiar para niños que quedan huérfanos.
Cuando hay una situación de muerte de la madre se busca la protección de algún familiar, e incluso se puede requerir el apoyo de los equipos multidisciplinarios del INAU.
Si no hay ningún familiar que pueda hacerse cargo, los jueces determinan la protección en establecimientos del INAU.
Mizrahi explicó que es preferible trabajar con una tía u otro familiar cercano para que no pierdan su condición familiar, porque de lo contrario sería un abandono enorme para ese niño.
El acceso a los refugios en convenio con INAU existen otros pertenecientes al MIDES es a través del Centro de Estudios y Derivación de INAU, que es la "puerta de ingreso".
A veces se puede captar una situación de violencia doméstica en los territorios donde se trabaja a través de las "Casa Amiga" del INAU, los Centros de Referencia Familiar o los Regionales de INAU.
Los refugios o albergues son centros en modalidad de 24 horas que brindan atención integral a madres y sus hijos menores de 18 años, que han tenido que abandonar su hogar por una situación específica de violencia doméstica.
"La idea es que el equipo multidisciplinario que trabaja con la familia busque alternativas", explicó Mizrahi.
Se promueve la construcción de un proyecto con cada núcleo familiar que sea viable y sustentable en un plazo máximo de 12 meses, para el logro de una autonomía progresiva que le permita sostenerse fuera del círculo de violencia.
Mizrahi dijo que junto al Ministerio de Vivienda e Inmujeres del Mides se buscan soluciones habitacionales o alquileres subvencionados para este tipo de situaciones, pensando en que el refugio sea sólo un lugar de tránsito.
El Espectador habló con Mónica, una mujer de 29 años de edad, con cuatro hijos, que vivió el "infierno" de la violencia en su hogar.
"Yo era víctima de violencia doméstica. Todo empezó de forma verbal hasta que un día llegamos a las manos, por decirlo de alguna forma. Uno se pone a pensar en un montón de cosas, más cuando uno tiene hijos. Lo que yo me planteaba más que nada era ¿el resto de mi vida va a ser así? Porque si iba a ser así había que terminarlo de alguna forma. Una vez, mediante una pelea que tuvimos llegó la policía, y uno de ellos me preguntó si quería hacer la denuncia. En ese momento yo no quise hacerla porque me pareció que no ameritaba; había sido una pelea que para mí no tenía mucha importancia. El policía me preguntó: ¿pero qué vas a esperar? Un día tus hijos te encuentran en un charco de sangre y no pueden hacer nada y quedan solos", contó Mónica.
Mónica pasó por este periplo y acudió a los refugios del INAU.
Se fue con sus hijos y se llevó la ropa que tenían puesta. En el refugio vivió un año y medio.
Mónica dijo que al principio fue "difícil" porque estaba acostumbrada a vivir sola. Tener que compartir con otras familias y sus hijos fue un tanto estresante, según dijo a El Espectador.
También dijo que "en los refugios está todo muy resuelto". Detalló que hay una persona que cocina para todos durante todo el día.
A la noche, muchas veces la cena la resuelve una de las madres, como parte de las tareas que se les asigna.
El lavado de la ropa corre por cuenta de cada madre.
Es común que suceda que algunas mujeres, a pesar de haber dado el paso de irse de su casa, ante la vulnerabilidad que sienten al principio quieran volver con su marido o pareja.
En los refugios hay equipos técnicos integrados por psicólogos, asistentes sociales, maestros para los niños y psiquiatras infantiles.
Mónica vivió allí hasta que, superada la instancia y restablecida la autoestima, y luego de haber culminado el proceso y sentirse capaz de autogestionarse, ya hace seis meses que vive sola con sus hijos.
"Ya no tengo miedo. Supongo que en algún momentote lo encontraré, la ciudad es muy chica. No me da miedo para nada. Para nada. He crecido muchísimo como persona. He hecho cosas que jamás en mi vida pensé que podía hacer en cuanto a mi trabajo y a otras cosas. Estoy muy segura de mí misma", dijo Mónica.
El INAU y el Mides le consiguieron casa y trabajo. Le pagarán el alquiler por dos años.
Mónica sostiene que aún existe desinformación en la ciudadanía con respecto a estas posibilidades y a dónde acudir.
También afirmó que falta aún más celeridad en los procesos frente a la gran demanda que existe por este problema.