Informes Especiales

Explotación sexual de niños y adolescentes en Uruguay

Explotación sexual de niños y adolescentes en Uruguay

La explotación sexual de niños y adolescentes es una realidad silenciada y oculta, pero no invisible. Informe del Servicio Informativo de Radio El Espectador.


Este tipo de violencia vulnera los derechos de sus víctimas y afecta seriamente su vida, en tanto les causa daños gravísimos que comprometen sus oportunidades futuras de desarrollo.

Dadas las características de clandestinidad e ilegalidad en la que transcurren estas actividades delictivas, aún no se conocen las verdaderas dimensiones que el fenómeno tiene en nuestro país.

Se estima que en los últimos dos años hubo 35 denuncias, aunque la realidad muestra que esta cifra es casi irrisoria si se toman datos de la realidad.

En Nueva Palmira, diferentes actores locales dieron su impresión, informaron sobre el tema e identificaron al movimiento portuario como uno de los mayores peligros.

Alrededor de un millón de niñas y niños se suman anualmente al mercado de la explotación sexual comercial en el mundo, algo que genera ganancias económicas multimillonarias.

Estos delitos se cometen por medio de la coacción, la coerción, el secuestro, la venta o engaño, con el propósito de explotar a las víctimas sexualmente en cualquiera de las modalidades, ya sea la explotación sexual comercial tradicional, la pornografía, el turismo sexual o la trata de niños para el comercio textual.
 
Se califica a la prostitución infantil como "la utilización de un niño en actividades sexuales a cambio de remuneración o de cualquier otra retribución".
 
La expresión "prostitución infantil" ha sido utilizada tradicionalmente para calificar estos hechos. Actualmente se esta revisando esta expresión y se prefiere sustituir por "explotación sexual tradicional", ya que el término prostitución oculta la naturaleza del comportamiento violento y puede querer insinuar que existe consentimiento de las victimas.
 
La cadena de explotación sexual de los menores puede partir de novios o familiares mediante la manipulación afectiva, la presión económica, las falsas promesas y el chantaje emocional. En estas situaciones u otras es común el uso de drogas.
 
Hay también otros actores claves que intervienen en la explotación. Estos son los intermediarios, mercaderes de niños, dueños de wiskerías o de casas de masajes.

La pobreza parece ser uno de los factores más fuertemente asociados.
 
Por otra parte la "victimización" sexual de los niños en su ámbito familiar y el maltrato los empuja a fugarse del hogar.
 
En la legislación nacional, Uruguay ha tenido avances significativos en los últimos años como la ley 17.815 de setiembre de 2004, que tipifica los delitos de explotación sexual comercial en sus diversas formas y facetas. Esta ley, casi inaplicada durante los primeros años de vigencia, ha dado lugar en los últimos dos años a varios procesamientitos.

Según datos que se recabaron en el libro "La explotación sexual y comercial de niños, niñas y adolescentes en Nueva Palmira en la percepción de los actores locales", las víctimas de esta situación son mayoritariamente mujeres y varones adolescentes. Los niños y niñas más pequeñas aparecen en menor medida y en general se circunscriben a medios marginales y promiscuos, donde la familia juega un rol clave en la explotación.

La publicación que antes mencionamos fue presentada ayer públicamente y comprende 27 entrevistas a diferentes actores de la ciudad coloniense de Nueva Palmira sobre su percepción sobre la explotación sexual.

El trabajo de campo fue realizado en el período comprendido entre noviembre del 2006 y febrero del 2007.

De los 27 entrevistados, seis afirman conocer hasta cinco casos; seis dicen que saben de hasta 15 situaciones de explotación sexual infantil y cuatro estiman conocer más de 200.
 
"La percepción es que, evidentemente, el problema existe. Nosotros lo vivimos desde el punto de vista profesional y no es nada que haya sido creado por nadie", dijo uno de los consultados.

Agregó que, en el negocio donde trabaja, si él quisiera podría ser unos de esos clientes. "La mayoría sería menores de 13, 14, 15 años. Te digo porque lo piden. Llegan y dicen ‘ayúdame, mándame un cliente, llámame fuera de hora’", expresó.
 
Casi la totalidad de las personas que fueron entrevistadas manifestaron conocer situaciones de explotación sexual infantil.
 
Respecto a la ubicación, los entrevistados destacaron sitios como la explanada de camiones, la zona del Puerto, la Zona Franca y en menor medida el Barrio Golondrinas, el barrio Asencio, y la playa y sitios de diversión nocturna.
 
El movimiento portuario y las actividades que de allí surgen parecen estar ligadas a la estacionalidad del problema, con el agravante de que la llegada de buques y el movimiento de camiones –entre 400 y 500 por día–, adquirió una creciente demanda.
 
"Donde se ven más es en verano. Los ves más expuestos, ves a los barqueros sentados en confiterías rodeados de gurises", dijo uno de los actores.

En Nueva Palmira se considera que la génesis del problema tiene mucho que ver con el crecimiento de la actividad portuaria y las actividades vinculadas a ella, que atraen a una población masculina "extraña y en tránsito".
 
"Tenemos un problema, y es que somos una ciudad donde va y viene mucha gente desconocida, cada vez más. A los padres, hoy por hoy, les sirve que los chiquilines vayan a la calle y traigan determinadas cosas que ellos mismos no consiguen", manifestaron.

Estas personas declararon que muchas veces la madre de las chicas es encubridora de la hija, ya que tienen asumida la pobreza de una manera que ven a sus hijos como una fuente de inversión.

Los niños que sufren la explotación sexual se caracterizan por tener un bajo nivel socioeconómico. La socióloga Cristina Prego, investigadora que trabajó en la publicación, nos dio detalles sobre qué tipo de menores recurren a estas prácticas.
 
"Son, básicamente, chicas adolescentes de entre 10 y 14 años, (aunque) sí se identifican algunos varones. Provienen de familias empobrecidas de zonas concretas de la ciudad de Nueva Palmira que están identificadas como zonas pobres. Vienen de familias con situaciones de violencia doméstica y abuso sexual intrafamiliar, y vinculadas a algunas situaciones delictivas y consumo de sustancias psicoactivas. En general han abandonado el sistema educativo, no están insertos en espacios de socialización con pares, y que básicamente viven aislados en situación a este tema", dijo la socióloga.

Prego explicó a El Espectador de qué manera se genera el contacto entre los menores y  los explotadores.

"En realidad se acercan para ofrecer otro tipo de servicios, como de alimentación", dijo Prego. Llegan "vendiendo comida y se acercan a la plaza de camiones. También hay otro problema que aparece allí en la zona de camiones y es que en los momentos de descarga de soja hay muchas semillas que caen en el momento en que el camión deja la mercancía. Los gurises van, la recogen para venderla, y son momentos en los que hay contacto entre estas personas y los niños y niñas", explicó Prego.

Respecto a las retribuciones que perciben los menores no se logró identificar un precio concreto aunque se maneja que el pago puede ser tanto en dinero como "un refuerzo" o un "surtido" de almacén.
 
Si bien existe bastante heterogeneidad entre los actores identificados como parte implicada en el problema, mayoritariamente se trata de hombres adultos, principalmente camioneros y tripulantes de los barcos, pero también actores que se identificaron como "jubilados en el día de cobro o viejos con plata".
 
Los entrevistados mencionan múltiples aspectos vinculados con este problema y en todos se repite el vinculo con la exclusión y la pobreza, la falta de espacios para los jóvenes, la dinámica del puerto y el tránsito de bienes y personas.
 
También se señala que Nueva Palmira no tiene un prostíbulo.
 
De las entrevistas surgen descripciones de algunos casos: uno es "Las Paraguayas" y otro "La Brasilera". En el primero se muestra la situación de adolescentes paraguayas que eran prostituidas en forma ilegal, sin documentos, en un local. Y el otro es el de una menor brasileña que trabajaba en una parrillada pero que salía con camioneros y su patrón se quedaba con el dinero que ella les cobraba.
 
Desde el ámbito comunitario las acciones emprendidas en defensa de estos niños se expresan en denuncias policiales y en los medios de comunicación. Las respuestas institucionales, según advierten los profesionales, son tardías.

Foto: www.flickr.com // vietna