Juegos riesgosos entre jóvenes suman muertes por accidentes
La muerte de dos jóvenes en Tacuarembó mientras participaban de una picada removió la preocupación por este tipo de prácticas en varios niveles.
A nivel cultural y social surgen entonces dos interrogantes: ¿qué es lo que lleva a los jóvenes a exponerse a este riesgo?, ¿qué hay detrás de estos juegos?
Hemos informado en las últimas semanas sobre las cifras impactantes de muertes en accidentes de tránsito. La Policía Caminera tiene registradas 10 muertes en rutas nacionales a las que se suman las que tuvieron lugar en las ciudades, sobre las cuales aún no hay una cifra específica, según informaron a El Espectador desde la Unidad Nacional de Seguridad Vial (Unasev).
Pero en esta oportunidad queremos centrar la atención, no en los accidentes, sino en las picadas y sus diversas modalidades, como el juego de la "gallinita ciega", en el que el conductor de una moto se tira a toda velocidad sin importar el color en que estará el próximo semáforo; una especie de ruleta rusa sobre ruedas. Allí la exposición al riesgo es deliberada y premeditada.
El caso más llamativo fue el de dos jóvenes de Tacuarembó, uno de 15 y otro de 20 años, que se mataron en Ruta 5 cuando participaban de una picada particular que consiste en ponerse enfrentados sobre la franja amarilla que divide la ruta. Allí comienzan a acercarse a toda velocidad y gana el que no se desvía. En este caso ninguno de los dos se separó a tiempo y chocaron. Pero antes, tal como informó El Espectador, en el mismo lugar el propio intendente de Tacuarembó encontró heridos a dos jóvenes por participar en este tipo de picadas.
Para tratar de entender este fenómeno consultamos a dos especialistas, un antropólogo que centró varios de sus estudios en la seguridad vial y un psicólogo.
En primer lugar hablamos con Pablo Wright, un antropólogo argentino que fue panelista en el primer Congreso Nacional de Educación y Seguridad Vial.
Wright realizó trabajo de campo en distintas ciudades de Argentina y Estados Unidos para tratar de comprender el "tránsito" dentro de una sociedad de que lo determina y lo condiciona.
En diálogo con El Espectador, el especialista y docente de la Universidad de Buenos Aires intentó explicarnos este fenómeno desde la perspectiva de los jóvenes y su relacionamiento con un vehículo. Afirmó que cultural y socialmente tanto los autos como las motos están asociados al hombre más que a la mujer y, por lo tanto, cualquier operación que se haga sobre estos objetos, refuerza la masculinidad.
"El tema de las picadas se relaciona básicamente con la juventud, con cierta necesidad de una identidad social, una identidad de grupo. Hay un elemento tecnológico que es simbólico en nuestra sociedad, el automóvil o la moto uno queda como corajudo y gana cierto prestigio haciendo estas pruebas", explicó Wright.
El especialista también se refirió a la relación que tienen los jóvenes y los adolescentes con el peligro y el riesgo; afirmó que a esa edad persiste una seguridad de que se va a ser eterno, de que uno va a vivir toda la vida y por eso el miedo no es un factor que esté presente.
Para sumar otra visión del asunto, hablamos con el psicólogo Álvaro Alcuri, quien afirmó que para comprender este fenómeno es fundamental entender una de las características de la adolescencia: una etapa en la que el ser humano tiene la necesidad de probarse a sí mismo.
Señaló que el error está en que los adolescentes encuentren en este tipo de conductas (picadas-gallinita ciega) la oportunidad para ponerse a prueba y afirmó que los responsables son los adultos que no han sabido brindar otro tipo de desafíos concluyentes y claros que permitan ver el paso de la niñez a la adultez.
El psicólogo explicó que el hombre tuvo siempre esta necesidad de marcar con una actividad riesgosa el paso de una etapa a la otra.
"Este cruce entre tres cosas complicadas como son: demostrarse el poder y el valor, la ignorancia de las herramientas con las que lo hacen y cierta desvalorización de las circunstancias en las que se encuentran", comentó Alcuri.
Para empezar a cambiar esta realidad es necesario un cambio cultural.
Wright afirmó que cambiar la conducta vial es muy difícil porque es producto de un complejo entramado cultural que debe ser atacado desde muchos lados.
"Es una larga cadena de razones: los autos, que son de determinadas características; la publicidad, que apunta a hacia cierto universo; los valores que uno va recibiendo en la familia... Y eso es la cultura, cómo uno aprende el manual. La conducta vial está relacionada con muchas cosas, como el valor de la velocidad y de la trasgresión de la norma. Muchas variables que hay que modificar y eso es con educación y una política pública muy coherente. No tiene rédito político 10 minutos, por eso es tan difícil en países como los nuestros, donde la política es como la pólvora, entender que esto es para la calidad de vida de los que nos sucederán", dijo Wright.
Alcuri, por su parte, no hizo tanto énfasis en la necesidad de políticas públicas, sino en la importancia que tiene para la sociedad toda lo que los niños y los jóvenes aprenden en sus hogares.
"Se exagera con pedirle al Estado que haga todo. Tenemos que mirar para adentro y fijarnos qué es lo que está haciendo cada uno en su casa. Estamos con familias bastante ausentes, con figuras parentales que no ponen límites, que gratifican, que compran, pero que no entrenan, que no educan. Hay que sensibilizar a la opinión pública, hay que entrar desde lo público a lo privado para que después cada familia ponga límites, haga un entrenamiento y un seguimiento de cómo los muchachos van haciendo sus primeras armas manejando un vehículo", indicó.
El presidente de la Unasev, Gerardo Barrios, dijo a El Espectador que los casos son muchos más de los que se conocen porque no existe un registro que refleje con realismo la realidad.
Señaló que las cifras que maneja la Unasev son de accidentes de tránsito en general, no se especifican las causas. Todo, incluso este tipo de casos, figura bajo el rótulo de accidente.
En este sentido, Barrios informó que la Unasev está trabajando en la creación de un registro que permita tener, entre otros datos, la causa de la muerte en el tránsito.
El jerarca señaló que en las estadísticas uruguayas sólo figuran las muertes por accidentes que se producen dentro de las primeras 24 horas, es decir que una muerte a las 48 horas o después no es tomada dentro de los registros. Esto nos hace pensar que la realidad es aún mucho peor de lo que nos imaginamos. El objetivo de la Unasev es que se registren las muertes dentro de los 30 días.
Barrios agregó que le propondrán al Ministerio del Interior la creación de una Policía Nacional de Tránsito que trabaje a nivel nacional junto a Policía Caminera.