Argentina: ¿Militares para los desafíos del siglo XXI?
La reforma de las Fuerzas Armadas argentinas impulsada por Macri levanta ampollas y plantea incógnitas sobre su puesta en marcha.
Enfrentar "los desafíos del siglo XXI": esa esa es la justificación -al menos, oficial- con la que el presidente de Argentina, Mauricio Macri, se ha atrevido a romper un tabú. El resultado: críticas prácticamente unánimes desde la oposición y las organizaciones de derechos humanos. Una vez más. Aunque esta vez, defienden algunos, Macri ha ido mucho más lejos.
La polémica gira en torno a la implicación de las Fuerzas Armadas en asuntos de seguridad interior argentina. Un terreno efectivamente vedado desde el inicio del último período democrático en el país.
"Los crímenes de la dictadura están bastante vivos en la sociedad argentina actual, y esta memoria histórica hace que cualquier concesión que se haga a los militares se politice más que con otros grupos", explica en entrevista con DW Leonardo Bandarra, politólogo del grupo de investigación alemán GIGA, con sede en Hamburgo.
Adiós a una tradición de la democracia argentina
Mediante el decreto 683, publicado este martes (24.07.2018) en el Boletín Oficial, pero cuyo contenido fue adelantado un día antes por el mandatario y su ministro de Defensa, Óscar Aguad, se introducen una serie de cambios que forman parte de un plan de reconversión de las Fuerzas Armadas. Entre las modificaciones más destacadas se encuentra la posibilidad de que las fuerzas armadas den "apoyo logístico" a las fuerzas de seguridad, sobre todo en relación con los problemas del narcotráfico y el terrorismo, y especialmente pensando en la situación en la frontera norte, según han aclarado posteriormente ambos cargos. Además, los militares podrán custodiar "objetivos estratégicos". Un giro copernicano respecto al consenso democrático existente hasta ahora de mantener a los miliares encargados de la defensa del país.
Este consenso ha quedado, además, plasmado en tres leyes de 1988, 1992 y 2001, respectivamente. "Tres leyes distintas, tres gobiernos distintos que acordaron un núcleo básico de conciencia por el cual las Fuerzas Armadas no pueden ser utilizadas en seguridad interior salvo en situaciones excepcionales", aclara a DW el doctor en Ciencias Políticas Sergio Eissa. "El Estado no renuncia a utilizarlas", continúa, "en la Ley de Seguridad Interior está previsto cuáles son esas situaciones". Por eso este profesor de la Universidad de Buenos Aires no entiende el sentido de este decreto: "¿Para qué sacan un decreto que no modifica lo que está previsto en la ley? Ahí nace la duda sobre lo que realmente quieren hacer".
De hecho, la propia naturaleza de esta norma ya ha provocado controversia incluso entre sus críticos más tibios. En su presentación, Macri apeló a la necesidad de un "debate genuino y sincero sobre la reforma del sistema de defensa". Pero recurriendo a un decreto pasó por alto el filtro del debate público y parlamentario. "No es la mejor manera. Lo ideal sería hacerlo a través de un proyecto de ley", concede Barranda. Sin embargo, insiste en verlo asimismo desde otra óptica: "Es importante tener en cuenta que en un sistema presidencial, el presidente tiene el poder de decidir sobre la agenda pública, sobre el orden de discusión en el Parlamento. Una manera de hacerlo es a través de decretos, porque la norma será discutida con mayor prioridad por la cámara".
Eissa, por su parte, es mucho más contundente y afirma que debe convocarse un "debate amplio" de la misma forma que ahora mismo se está debatiendo en el Congreso la legalización del aborto. "Es un debate que nos debemos los argentinos. ¿Queremos Fuerzas Armadas? Y, en caso afirmativo, ¿qué Fuerzas Armadas queremos para el siglo XXI?".
¿Política del tero?
En cualquier caso, la controversia va más allá del aspecto formal. El citado "apoyo logístico" a las fuerzas de seguridad suscita opiniones encontradas. El Ejecutivo insiste en que los militares solo prestarán apoyo, nada de sustituir a la Policía. Para Bandarra, esto "también es una manera de cambiar la imagen de los militares en Argentina, de convertirlos en un grupo que apoya". Y cree que la falta de concreción respecto a cómo funcionará esto a nivel operativo se especificará en una fase posterior, cuando comiencen las discusiones entre ambos cuerpos.
Pero Eissa es mucho más crítico y subraya que la legislación actual ya permite ese apoyo logístico en situaciones excepcionales, como podría ser la de la complicada frontera norte. "O están escondiendo algo, o hay ineficiencia", apunta. La tercera opción, sugiere, sería la "política del tero", que, según dice, pega los gritos en un lado, pero pone los huevos en otro: "Caricias y buenas palabras para los militares, pero después no creo que eso se vea reflejado en las cuestiones materiales del presupuesto".
¿Saben los militares hacer el trabajo de la policía?
Otra de las cuestiones que más críticas ha suscitado es la protección de los mencionados "objetivos estratégicos". La pregunta que se hacen muchos es qué pasa si tiene lugar una protesta social en un lugar que recibe este tratamiento, ya que en ningún lado se especifica qué se entiende por este concepto. Eissa pone un ejemplo: "Frente a una protesta que se produzca ante a una central atómica, por ejemplo, donde los trabajadores han protestado por los despidos, ¿qué hacen los militares? ¿Qué es lo que saben hacer los militares? No porque sean malos, sino porque están formados para disparar, no saben hacer lo que hacen la Policía o la Gendarmería. ¿Los quieren preparar para eso? Bueno, pero eso les va a llevar un tiempo".
Estos son algunos de los problemas que siguen sin tener una solución clara, como el de la Justicia. "La justicia militar no es la misma que la civil", recuerda Bandarra. "Si los militares matan en combate, tienen un tratamiento diferente al de la Policía". Por eso insiste en una ley que explicite dónde podrían actuar los militares, hasta qué punto y qué sistema judicial se les aplicaría.
El decreto ya está en vigor, ahora queda por ver cómo se pone en práctica y si efectivamente se produce ese debate al que llama el presidente Macri. Y si el debate lleva a algún lado. Para el profesor Eissa, sin embargo, el problema está en el enfoque: "Lo que estamos haciendo es seguir con discusiones del siglo XX".DW