60 años de Bossa Nova: un homenaje a la "Chica de Ipanema"
La Bossa Nova es la mejor embajadora de Brasil: una declaración de amor a Río de Janeiro y un ritmo convertido en éxito mundial, hace 60 años.
La Bossa Nova, "la nueva ola", se ha extendido, hasta hoy, por todo el mundo. En aeropuertos y cruceros, bares y ascensores, en salas de espera y estadios, la Bossa Nova suena en todas partes. "Garota de Ipanema" es la canción más escuchada en el mundo después de "Yesterday", de los Beatles.
Extrovertida y suave, melancólica y alegre, poética y plena de percusión: la Bossa Nova es la mejor muestra de la dialéctica brasileña. En la Bossa Nova se fusionan melodías deslumbrantes y armonías disonantes, aparentes contradicciones en un estilo único de música que deja ver en profundidad el alma brasileña.
Los extraños acordes de João Gilberto
Nadie personificó la mezcla de samba, jazz y música clásica tan auténticamente como el tímido guitarrista João Gilberto, que llegó a Río, proveniente de la provincia a mediados de la década de 1950. Su voz grave, casi parlante, parecía deslizarse sobre los acordes, y su toque rítmico creó un sonido extraño que cautivó.
El compositor y concertista Antonio Carlos "Tom" Jobim le escribía las melodías a Gilberto, y el poeta Vinicius de Moraes la letra. La Bossa Nova significó el fin del patético y tremulante estilo anterior, para dar comienzo a un futuro prometedor.
La historia de la creación de la Bossa Nova la plasmó en la literatura el escritor Ruy Castro. Su libro "Bossa Nova: la hitoria y las historias", publicado en 1990, es una obra meticulosamente investigada que traza esta emocionante era de la música brasileña.
"Samba negra, bossa blanca"
Pero, ¿qué es exactamente la Bossa Nova? ¿Una especie de samba moderna? ¿Una variante brasileña de "Cool Jazz" estadounidense? ¿O una mezcla de ambos? El mismo Tom Jobim insistía en que había "dedicado el 80 por ciento de su vida a la samba negra". También veía su música como una especie de suave ataque a la clasista sociedad brasileña.
Junto con el poeta, diplomático y crítico social Vinicius de Moraes, Jobim anhelaba superar las brechas entre pobres y ricos, blancos y negros, favelas y barrios sofisticados, como Ipanema. "Cuando los pobres en las colinas tienen una oportunidad, entonces canta toda la ciudad", predijo en la canción "O morro não tem vez" ("La favela no tiene ninguna oportunidad").
Niemeyer, Costa y Pelé
El anhelo de cambio, impulsado primero con la samba, fue continuado con la Bossa Nova. Brasil estaba lleno de optimismo en 1958: los visionarios arquitectos Oscar Niemeyer y Lucio Costa diseñaron la nueva capital, Brasilia. Y con el rey del fútbol Pelé, el país se convirtió en campeón mundial, por primera vez.
La Copa del Mundo en Suecia contribuyó al lanzamiento de la Bossa Nova, que se prolongó durante meses. Cuando la versión deJoão Gilberto de "Chega de Saudade" (No More Blues) salió al mercado, en agosto de 1958, nadie parecía interesado en dichos ritmos. En cambio, el himno de victoria de la "Seleção" sonaba en todas las emisoras.
Peor aún, la interpretación de João Gilberto de la canción de Jobim y Moraes fue rechazada por muchos. "El intérprete no tiene voz y canta completamente desafinado", dijo el entonces gerente de ventas de la compañía discográfica Odeon en Sao Paulo, Oswaldo Gurzoni.
"Mierda de Rio"
Hasta el gerente de la gran cadena minorista "Lojas Assumpção", Álvaro Ramos, estaba molesto. No quería vender el disco en sus tiendas. En su libro, Ruy Castro describe su legendario ataque de ira: "¡Esa es la mierda que recibimos de Río! ¿Por qué graban una canción con alguien que está resfriado?".
Afortunadamente, sus clientes no pensaban lo mismo. A ellos les gustó el nuevo sonido. "Chega de Saudade" se convirtió en un éxito en ventas unos meses después de la Copa del Mundo. De agosto a diciembre de 1958, se vendieron 15.000 copias en São Paulo. En 1990, las ventas aumentaron a más de medio millón.
Orfeo de la favela
La nueva música brasileña se hizo internacionalmente conocida solo un año después, con la canción "Black Orpheus". El título pertenecía a la música de la película del mismo nombre, galardonada con la Palma de Oro en 1959 en el Festival de Cine de Cannes. Según Guinness, la composición de Luiz Bonfá es una de las piezas más interpretadas de todos los tiempos.
Después de eso, la ola fue imparable. Solo Tom Jobim compuso más de 400 piezas de Bossa Nova, incluyendo "La chica de Ipanema", "Corcovado", "Desafinado" y "Wave". Después del triunfal espectáculo "Bossa Nova", del 21 de noviembre de 1962 en el Carnegie Hall de Nueva York, comenzó la historia de amor musical con el jazz estadounidense, que perdura hasta hoy.
Elogio de Miles Davis
Miles Davis, que asistió al concierto, alabó al guitarrista Joao Gilberto, diciendo que este, con su voz y su sentido del humor, podía cantar hasta los textos de los directorios telefónicos.
Pero aún hay una disputa entre críticos musicales: ¿influyó la Bossa Nova en el jazz o este en la Bossa Nova? Una cosa es cierta: todos los músicos de jazz famosos, incluyendo a Stan Getz, Charlie Byrd, Chet Baker, Thelonius Monk, Ella Fitzgerald, Frankt Sinatra, Sarah Vaughan, Gerry Mulligan y Henri Mancini grabaron piezas de Bossa Nova, y reintepretaron otras.
El triunfo de la Bossa Nova continúa. Sus acordes ya no son extraños, sino suaves y sincronizados. Sus acordes son equilibrados y livianos. La Bossa Nova influye en la música popular brasileña e internacional. "Cuando Tom Jobim empezó a componer, comenzó a cambiar todo", dice el guitarrista brasileño Joao Bosco y concluye que "él trajo consigo una especie de belleza que antes no existía".