Los candidatos de Brasil despiertan el fantasma de la Guerra Fría
El ultraderechista Jair Bolsonaro y el progresista Fernando Haddad, candidatos a la presidencia de Brasil, han protagonizado una campaña para las elecciones del próximo domingo que ha despertado el fantasma de la Guerra Fría y se ha visto contaminada por un aluvión de noticias falsas en las redes sociales.
Por el lado del capitán de la reserva del Ejército, Bolsonaro, al que todas las encuestas le atribuyen un absoluto favoritismo, se abundó en la necesidad de "barrer al comunismo", mientras que la campaña del candidato del Partido de los Trabajadores (PT) se cansó de alertar sobre la vuelta de una dictadura si gana su adversario.
La propaganda del candidato de la ultraderecha alertó a diario de que el país "no puede ser obligado seguir el camino de Venezuela o de Cuba" y, desde la otra acera, la de Haddad presentó testimonios de personas que fueron torturadas durante la dictadura que gobernó en Brasil entre 1964 y 1985 y que Bolsonaro tiene como modelo.
En ese clima ideológico más propio de las décadas de 1960 o 1970, también hubo de uno y otro lado numerosas acusaciones de difusión de noticias falsas, que en el caso de Bolsonaro parecieron más evidentes y llevaron al PT a denunciarlo formalmente ante el Tribunal Superior Electoral (TSE).
La campaña de Haddad apoyó en parte sus acusaciones en un amplio reportaje publicado por el diario Folha de Sao Paulo, en el cual se denunció que empresarios ligados a Bolsonaro pagaron a compañías de tecnología por el envío masivo de mensajes a través de WhatsApp, en los que se denigraba y mentía sobre el candidato del PT.
El caso tomó tales dimensiones que el TSE abrió una investigación sobre el asunto y la Procuraduría General inició otra, pero desde el punto de vista penal, centrada sobre todo en los mensajes a través de WhatsApp, red con unos 120 millones de usuarios en Brasil que, en las últimas semanas, recibieron un "bombardeo" político virtual.
Según Bolsonaro, no existe forma de "controlar" a sus "millones de seguidores", pero esas maniobras no partieron de su campaña y hasta podrían haber sido orquestadas por el propio PT para "fabricar otras 'fake news'", de las que también se dice víctima.
Autoridades del TSE, del Gobierno y de la Policía Federal garantizaron que toda denuncia será investigada, pero dentro del "debido proceso legal", que no funciona a la misma velocidad que alcanza una noticia falsa difundida en internet.
El fuerte uso de las redes sociales fue reforzado en parte por Bolsonaro, que aún convaleciente en su domicilio de la cuchillada que sufrió durante un mitin el pasado 6 de septiembre se refugió en esos medios y esgrimió su situación médica para evitar participar en los cuatro debates con Haddad que estaban previstos en televisión.
Según Haddad, un intelectual con muchos más recursos de oratoria que el capitán, Bolsonaro se "escondió" con la excusa de su salud, pese a que los médicos le habían liberado para los debates, a fin de no exponer en la televisión su "escasa preparación" para gobernar.
Bolsonaro, por su parte, admitió que su negativa a debatir con Haddad era parte de una "estrategia política", pero también se valió de eso para meter el dedo en unas de las llagas de su adversario.
"No tendría problemas en debatir con el candidato del PT, pero no con el fantoche, sino con el verdadero, que está preso", declaró más de una vez en alusión a Luiz Inácio Lula da Silva, en la cárcel por corrupción y a quien Haddad sustituyó como abanderado del partido.
En cualquier caso, esa "estrategia" parece haber dado resultado y Bolsonaro llegará a las elecciones del próximo domingo como favorito indiscutible. Todas las encuestas coinciden en que ganará con cerca del 60 % de los votos, frente al 40 % que obtendría el candidato del PT. EFE