Renuncias de supervivencia y estrategia en EEUU
La administración Bush es frecuentemente catalogada como la peor de la historia. Y todos quienes quieren tener un futuro político en Washington están tratando de desligarse de ella lo antes posible. Por otro lado, se busca aliviar la presión que el gobierno está sintiendo desde el Congreso, analizó el corresponsal en Boston Roberto Porzecanski.
Emitido a las 8.33.
EMILIANO COTELO:
En Estados Unidos se suceden las renuncias de estrechos colaboradores del presidente George W. Bush.
Primero fue Donald Rumsfeld, secretario de Defensa. Hace dos semanas Karl Rove, principal asesor político del presidente. Y el último en dimitir a su puesto dentro de la administración Bush fue Alberto González, secretario de Justicia, que anunció su retirada el pasado lunes 27. Estos son algunos de los nombres de los integrantes de un éxodo que comenzó después de las elecciones de 2006 y que ha dejado al presidente Bush cada vez más solo dentro de la Casa Blanca.
Para un análisis de las razones y las consecuencias de este éxodo, el contacto es con Roberto Porzecanski, corresponsal de En Perspectiva en Estados Unidos.
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EC - ¿Cómo se entiende esta última renuncia, la de Alberto González?
ROBERTO PORZECANSKI:
Sin duda esta renuncia tiene que ver en parte con la tendencia más amplia de la que hablabas en la introducción. Pero también obedece a razones muy específicas que tienen que ver con el desempeño de González frente al Departamento de Justicia.
EC - Empecemos hablando de la tendencia más amplia, la que se ha cobrado los cargos de tantos asesores cercanos al presidente.
RP - Lo interesante de esta sucesión de renuncias de personas muy cercanas al presidente no son las renuncias en sí mismas. De hecho, es un denominador común en casi todas las presidencias de Estados Unidos que en el segundo mandato muchos de los actores centrales del primer período se alejen. Lo llamativo en este caso es que las renuncias hayan llegado tan tarde.
EC - ¿A qué te referís?
RP - A que es inusual que Rumsfeld, uno de los principales arquitectos de la guerra en Irak, haya sobrevivido en su puesto hasta fines de 2006. Lo mismo se puede decir de Karl Rove y Alberto González, dos de las figuras más polémicas de esta administración.
EC - ¿Y eso cómo se explica?
RP - Es un resultado directo de la forma en que Bush ha manejado estos temas. El presidente valora y recompensa la lealtad, e insiste mucho en que toma decisiones con base en sus convicciones y no con base en sondeos de popularidad. Eso explica su adhesión a Rumsfeld a pesar de la oposición de la mayoría del país, de gran parte de las Fuerzas Armadas y del evidente fracaso de la estrategia utilizada en Irak.
Eso también explica que Rove y González, que acompañaron a Bush desde sus tiempos como gobernador de Texas, hayan permanecido en sus cargos a pesar de ser serios impedimentos para que la administración Bush pueda trabajar con la mayoría demócrata en el Congreso para lograr algo que sirva de legado a esta administración a la que le quedan 18 meses de vida.
EC - Si eso es así, ¿como se entiende la sucesión de renuncias que estamos presenciando en este momento?
RP - Las renuncias se deben a dos razones. La deserción masiva de funcionarios de la Casa Blanca que no son tan cercanos como Rove y González, de los que no hemos hablado en detalle, se explica por un mero instinto de supervivencia. La administración Bush se termina. Muchos aquí la catalogan como la peor administración de la historia y todos quienes quieren tener un futuro político en Washington están tratando de desligarse lo antes posible.
EC - ¿Y qué pasa con las renuncias de las personas más cercanas, como Rove y González?
RP - Ahí la clave está en algo de lo que hablábamos hace unos momentos: en aliviar un poco la presión que la administración Bush está sintiendo del Congreso y que a todos los efectos hace que la agenda esté 100% marcada por la guerra en Irak y por los escándalos que rodean a esta administración. Es muy probable que Bush aún conserve la esperanza de avanzar en otras áreas de política y no ser recordado solo por la guerra en Irak.
El hecho de que las renuncias se materialicen ahora es una señal de eso. Estamos sobre el final del verano y con el Congreso de receso. Con Rove y González fuera del panorama, tanto el Legislativo como el Ejecutivo tendrán, cuando vuelvan a trabajar, una nueva oportunidad de dedicarse a algunos sustantivos.
EC - Te propongo repasar los principales nudos de controversia en torno al último de los renunciantes: Alberto González. Se sabe poco aquí en Uruguay de González, alguien que tiene una historia muy interesante.
RP - Sí, González es descendiente de inmigrantes latinoamericanos que probablemente hayan ingresado a Estados Unidos ilegalmente; lo cual en el contexto actual lo hace muy interesante. Se crió en una familia pobre y sin conexiones pero llegó a estudiar Derecho en una de las mejores universidades del país.
EC - De hecho, el lunes, al renunciar, González dijo que llegar a ser secretario de Justicia fue para él "vivir el sueño americano". Y agregó que sus peores días en el cargo fueron mejores que los mejores días laborales de su padre.
RP - Un obrero de la construcción en Texas. Eso explica en parte la lealtad de González hacia Bush. Su carrera gubernamental siempre estuvo vinculada al presidente, para el que primero trabajó como asesor legal cuando era gobernador de Texas. Su nombre incluso fue mencionado como posible candidato a la Suprema Corte de Justicia...Habría sido el primer latino en llegar a ese puesto.
EC - ¿Y por qué ha sido una figura tan polémica?
RP - Esencialmente a raíz de tres episodios. En primer lugar, cuando era asesor legal de la Casa Blanca el cargo que desempeñó antes de ser secretario de Justicia escribió unos memorandos acerca de la legalidad de la tortura, en los que dejaba la puerta abierta a prácticas consideradas como tortura en todos los estándares. González también jugó un rol central en el despido de ocho fiscales generales aparentemente por motivos políticos, y también en instaurar un programa de espionaje doméstico.
EC - "Yes, Sir", parece que era su respuesta automática ante los distintos requerimientos del presidente Bush. Consideraba viable cualquier actitud o acción compleja que el presidente le planteaba...Le encontraba una justificación desde el punto de vista jurídico.
RP - Como secretario de Justicia su obligación era con la Constitución, pero decían que para Alberto González la única obligación era con el presidente.
EC - Teniendo en cuenta todos esos antecedentes, es una sorpresa que se haya mantenido en el cargo hasta ahora.
RP - Sí, además hubo unos testimonios ante el Congreso que dejaron mucho que desear. Se le preguntaba qué rol había cumplido en el despido de los ocho fiscales y se lo escuchó decir entre 25 y 30 veces "No me acuerdo", en una performance bastante lamentable.
EC - ¿Qué viene ahora?
RP - Lo único que queda por ver es si su renuncia, junto con la de Karl Rove, hace posible un poco de cooperación bipartidista, en los meses que le quedan a esta administración, para llevar adelante algunas reformas que aún no se han hecho y que son bastante urgentes. Parece muy difícil.
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