Entrevistas

El Bundestag, el parlamento más visitado del mundo

El edificio es un emblema de la Alemania unificada y uno de los símbolos de Berlín. La sede del parlamento alemán conserva señas de su pasado, mezcladas con la última tecnología y las últimas tendencias arquitectónicas. Emiliano Cotelo recorrió el Budenstag.

(Emitido a las  7.50)

ANDRÉS GIL:
Vamos a viajar algunos kilómetros y ver cómo está Berlín.

EMILIANO COTELO:
Estoy instalado en uno de los laterales de la Puerta de Brandenburgo, donde me puse a cubierto porque llueve. Tenemos un día bastante frío, nublado, con precipitaciones desde la madrugada, una mínima prevista de cinco grados y una máxima anunciada de nueve grados para hoy.

AG - Estás en una ubicación realmente privilegiada, en uno de los puntos neurálgicos de la historia contemporánea, del Siglo XX. Es uno de esos lugares que estremecen la piel.

EC - Sí, además por el contexto. Estoy frente al Tiergarten, el parque más amplio de la ciudad, que en estos días es un espectáculo aparte, con los colores de las hojas de otoño. Y acabo de salir de mi visita al Bundestag, la sede del Parlamento Federal, un edificio, como tantos otros de Berlín, cargado de historia.

El edificio, de estilo neorrenacentista, se construyó en el entorno de 1890, para sede del Reichstag, el Parlamento del imperio alemán de la época. Pasó a ser el Bundestag (Parlamento Federal) luego de la fundación de la República de Weimar, cuyo nacimiento se proclamó justamente desde este edificio. Por eso el espacio enorme que está a su frente se llama Plaza de la República. Luego ocupó un lugar decisivo en la historia del ascenso del nazismo. Si, porque su incendio, ocurrido en febrero de 1933, fue atribuido por Hitler a militantes comunistas. Con esa excusa (y aunque otros piensan que fue un atentando fraguado), a partir de ese momento comenzó la persecución de esa ideología en este país y a los pocos se fueron dictando disposiciones de emergencia, por ejemplo la censura; es decir, se inició el camino al régimen nazi. Por eso mismo –por aquel valor simbólico- fue un objetivo central de las tropas soviéticas cuando estas llegaron a Berlín para liberarlo en 1945.

Más tarde, cuando Berlín fue dividida en Este y Oeste, el Bundestag quedó en el lado Occidental, pero con el muro pasando a pocos metros de sus paredes. En ese tiempo, la Plaza de la República fue escenario de numerosas protestas y manifestaciones a favor de la unificación.

A mediados de los años 60 el edificio fue objeto de una primera reforma, a cargo del arquitecto Paul Baumgardner, que venía de la escuela de la Bauhaus. Pero no pudo ser utilizado como congreso, debido al estatuto que tenía Berlín Oeste en ese momento, bajo mandato de las cuatro potencias que tenían a su cargo ese lado de la ciudad. Aquella fue, de algún modo, una reforma simbólica destinada a preparar el local para cuando, alguna vez, Alemania volviera a ser una sola. En él sólo tenían lugar sesiones de comisiones, no podía sesionar la Cámara de Diputados en si misma, que estaba instalada en Bonn, la capital oficial de la, entonces, Alemania Occidental.

AG - Un edificio que hoy se presenta como uno de esos ejemplos paradigmáticos del eclecticismo arquitectónico de la ciudad.

EC - Sí, porque después de la caída del Muro de Berlín, se encargó una segunda reforma del edificio a Norman
Foster, un arquitecto británico contemporáneo que hizo una maravilla. Se conservaron las paredes exteriores, pero no las ventanas y las puertas, que son de última tecnología. Y se reformó todo el interior.

En los interiores Foster decidió eliminar la intervención que se había hecho en los años sesenta que, entre otras cosas, había cubierto las paredes originales con otras terminaciones. Se optó por revestimientos modernos aunque, de todos modos, en varios sitios se dejó a la vista algunos de los bloques de piedra iniciales. Algunos de esos muros muestran las huellas de los bombardeos que tuvieron lugar durante la Segunda Guerra. Y lo más impresionante es toparse con graffitis y mensajes escritos por los soldados soviéticos como demostración de que habían estado allí y habían sido protagonistas de la liberación.

Por otra parte, y visto desde afuera, la seña de identidad más fuerte de este Bundestag aggiornado es su cúpula acristalada, que se divisa desde buena parte de la ciudad, y que es en si misma un excelente mirador para disfrutar de Berlín a 54 metros del suelo. Está ubicada sobre la sala de sesiones y reemplaza a la cúpula que tenía el edificio original, que debió ser demolida antes de la reforma de los años 60.

La cúpula diseñada por Foster fue muy polémica en su momento porque alteraba mucho el aspecto exterior del edificio. La autoridades de la época admitieron aquellas críticas, pero siguieron adelante con la obra, porque no solo querían poner a punto aquella casa; querían sobre todo marcar un nuevo comienzo de Alemania, ya reunificada, mirando hacia el futuro. Parece evidente que esa idea logró ser impregnada entre los alemanes, porque el Bundestag es hoy el lugar más visitado de toda la ciudad. Las cifras son impresionantes, llega a recibir 250 personas por hora; casi tres millones de visitantes al año. Parece que no hay otro parlamento que genere tanta atracción en el mundo.

AG - Fuiste uno más de esos 250 por hora.

EC - Sí, acabamos de hacer la recorrida. Y me llamo especialmente la atención la "transparencia" que el arquitecto quiso impregnar en todo el local al pensar su actualización. Eso tiene su máxima expresión en la cúpula en si misma, que ilumina el plenario de la cámara con luz natural, con un complejo sistema de espejos y parasoles. Pero además se nota en que también son de vidrio las paredes que circunvalan la sala de sesiones. Así, ya desde que el público ingresa al edificio, apenas traspasa la puerta, puede ver lo que está ocurriendo dentro, por ejemplo si hay un debate en ese momento. Ni que hablar que esa transparencia también tiene que ver con trasmisiones de televisión por canales del propio Parlamento.

Y un detalle más que me llamó la atención. Pese al despliegue de última tecnología que caracteriza todo lo que se ha instalado acá, en la cámara no existe el voto electrónico. En las sesiones, cuando llega el momento de votar, los dos secretarios del presidente de la Cámara hacen una estimación del resultado. Estamos hablando de una cámara de 613 miembros, sin embargo la votación se "estima" siguiendo las tradiciones originales del Reichstag. En caso de que haya polémica en torno al resultado se hace un segundo intento. Y si se mantiene la controversia, los diputados son invitados a salir y tienen que volver a sala ingresando por las tres puertas principales (todas ellas de vidrio, por supuesto), de las cuales una corresponde al sí, otra al no y la última a la abstención. Es en ese momento que se procede al recuento uno por uno para laudar la controversia.

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Edición: Mauricio Erramuspe