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El papel de Uruguay en la partición de Palestina

Se cumplen 60 años de la aprobación de la resolución 181 de la ONU, conocida como la partición de Palestina, en la que Uruguay jugó un papel importante. El protagonismo le correspondió al representante uruguayo en las Naciones Unidas: el profesor Enrique Rodríguez Fabregat. La corresponsal Ana Jerozolimski, recordó hoy la importancia de esa resolución oficial para un conflicto que permanece y que por estos días exploraba soluciones en Annapolis.

(Emitido a las 8.18)

EMILIANO COTELO:

Hoy, 29 de noviembre, se cumplen 60 años de una de las decisiones más importantes que tomó la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU). Eran los primeros años de la posguerra cuando se aprobó la resolución número 181, que disponía la partición del territorio de Palestina para crear un Estado árabe y un Estado judío. Un total de 33 de los 55 países que integraban en ese entonces la ONU –entre ellos Uruguay– votó a favor de la resolución.

EC - ¿Cuál fue la importancia de esa decisión en la historia de Medio Oriente? ¿Qué papel jugó Uruguay en aquella determinación? ¿Cómo se conmemora la fecha en aquellos territorios?

Vamos a conversarlo con nuestra corresponsal, Ana Jerozolimski.

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EC - Hoy se cumplen 60 años de la aprobación de la resolución 181 de la ONU, conocida como la partición de Palestina. Ante todo, ¿qué significa eso en la práctica? ¿Qué fue lo que se decidió en ese momento?

ANA JEROZOLIMSKI:
Como bien dice el nombre de la resolución, se decidió repartir el territorio de la entonces llamada Palestina en dos estados. La recomendación era que se creara un Estado árabe y un Estado judío. Cabe aclarar que ese territorio no incluía lo que incluye hoy el Estado de Israel –como las zonas de Galilea y el desierto del Necker– y se determinaba un tercer territorio que estaría bajo régimen internacional, llamado Corpus Separatum, que incluía tanto la ciudad de Jerusalén como la ciudad de Belén y las zonas aledañas. Fue el ámbito internacional que hizo posible la creación del Estado de Israel, aproximadamente medio año después, el 14 de mayo de 1948.

EC - Sería bueno aclarar algunos términos. Porque la resolución habla de la "partición de Palestina". Seguramente muchos lo asociarán con los árabes palestinos que, como sabemos, todavía no tienen un Estado.

AJ - Es una pregunta importante porque las palabras tienen su peso y pueden confundir cuando no están bien aclaradas. En aquel momento, todo el territorio de esta tierra era conocido como Palestina. De hecho, también el actual reino de Jordania, creado en el año 22 como una escisión del mandato británico, era parte de la Palestina histórica. El término no tenía que ver originalmente ni con los judíos ni con los árabes locales, todo esto era llamado Palestina, tanto los judíos como los árabes que vivían en esta tierra en aquel entonces eran llamados palestinos. La que fue después primera ministra de Israel, Golda Meir, siempre decía que en su pasaporte decía Palestina. El periódico The Jerusalem Post, que sigue saliendo ahora en inglés acá, originalmente se llamaba The Palestine Post. El término se aplicaba a esta tierra toda, tanto a los judíos como a los árabes. En diferentes comunidades judías del mundo había comisiones de judíos activos a favor de la creación de un Estado judío independiente, también en la colectividad judía de Uruguay. Y se llamaban Comités pro Palestina Hebrea. El término se refería a todos.

EC - La resolución hablaba de dos estados: uno judío y otro árabe. El Estado judío se creó el 14 de mayo de 1948 –es el actual Estado de Israel–, aproximadamente medio año después de la decisión de partición. ¿Qué ocurrió con el Estado árabe?

AJ - El Estado árabe no se creó, porque tanto la Liga Árabe como el liderazgo de los árabes locales de entonces se opusieron. No porque no quisieran un Estado sino porque no querían que se creara el Estado judío. La posición era o todo el territorio para ellos o nada. Hay algo casi anecdótico pero que expresa el contenido de la problemática de fondo.

Hace años entrevisté a una figura conocida como uno de los principales líderes de los árabes de Jerusalén, Huseimi, que lamentablemente falleció a fin de 2000 de un ataque cardíaco –digo lamentablemente porque era una de las figuras en pro del diálogo y de las negociaciones de paz para lograr una solución con Israel–, y hablando de toda la situación me decía: "Fíjese qué falta de justicia histórica que hay: se aprobó la resolución 181, se creó el Estado judío pero el Estado árabe no", y yo le dije: "Pero señor Huseimi, no se creó porque los árabes rechazaron la partición. ¿No cree que eso fue un error?". Él se sintió medio incómodo en el momento y me dijo: "Sí, bueno, la verdad, creo que eso puede haber sido una equivocación. Si no, quizá ya ahora tendríamos el Estado palestino".

EC - Uruguay jugó un papel importante en la recomendación de partición de Palestina. El protagonismo le correspondió a quien era nuestro representante en la ONU, el profesor Enrique Rodríguez Fabregat. Era miembro de la Comisión Especial de la ONU para Palestina (Unscop), que se trasladó al terreno a estudiar la situación y luego presentó sus conclusiones en agosto de 1947. ¿Cuál fue, concretamente, su aporte?

AJ - Ante todo, no fue sólo que Uruguay levantó la mano para dar el voto del sí a favor de la partición sino que tanto el profesor Rodríguez Fabregat (como su par guatemalteco Jorge García Granados) desarrolló una labor de intento de convencimiento de aquellos miembros de la Unscop –11 países en total– que dudaban, que no sabían si manifestarse a favor del plan de partición. Rodríguez Fabregat y García Granados lograron convencer a otros miembros de la comisión. Un discurso histórico de Rodríguez Fabregat en la ONU el 29 de noviembre de 1947, hace exactamente 60 años, muestra su convicción de que esa era una causa justa que debía ser aprobada. Por eso hoy se destaca tanto el rol de Uruguay.

EC - Pero Uruguay no estuvo solo. ¿Cómo era la distribución de votos en la ONU en aquel momento? Porque esa ONU era muy distinta de la actual.

AJ - Así es. Incluso cuantitativamente era muy diferente de la actual. En ese momento la ONU tenía 55 países y el bloque de países latinoamericanos estaba compuesto por 20 países, lo que significaba, aritméticamente hablando, que era clave para aprobar cualquier resolución que exigiera una mayoría especial de dos tercios, como la resolución de partición. Sin América Latina no había partición.

Al respecto se refirió explícitamente hace pocos días, en una entrevista que me concedió en Jerusalén, quien fuera el quinto presidente de Israel, Itzjak Navon, que también fue el segundo secretario de la embajada de Israel en Montevideo en los años 49 y 50. La de Uruguay fue la primera embajada que tuvo Israel en América Latina.

Esto nos dijo Navon con referencia al rol de América Latina.

(Audio Itzjak Navon)

"Si no fuera por los países de América Latina no existiría el Estado de Israel. Fue gracias al apoyo, al entendimiento, a la identificación de esos países de América Latina que dieron sus votos por la creación del Estado de Israel y un Estado árabe. Era una partición. Es decir, no era a favor únicamente de un Estado judío, sino que también tomaron en cuenta a la población árabe. Fue una decisión justa, correcta."

(Fin del audio)

EC - Aquí en Uruguay el Parlamento desarrollará hoy una sesión especial para conmemorar los 60 años de aquella resolución. Es una de las actividades previstas, no la única. Al mediodía va a haber un homenaje en la plaza Rodríguez Fabregat. ¿Qué ocurre en Israel? ¿Cómo se destaca esta fecha?

AJ - Es el tema principal en los medios, en las coberturas especiales de hoy, tanto en la radio como en los principales periódicos, aparte del seguimiento de lo que pasó en Annapolis hace unos días. En la radio se han leído fragmentos de un libro del destacado escritor israelí Amos Oz, en los que recuerda lo que vivió de niño aquel 29 de noviembre del 47: las calles que se llenaban de gente que salía a bailar, las confiterías que regalaban tortas y bebidas para festejar y el padre que le decía: "Hijo, de esta noche no te olvidarás en toda tu vida".

Por supuesto, también hay actos. El lunes próximo, habrá una sesión especial en el Parlamento en homenaje a la fecha y ha llegado una delegación de familiares de aquellos latinoamericanos que hicieron posible el plan de partición, invitados por la cancillería israelí para homenajearlos en este aniversario. Entre ellos está nuestro compatriota y colega, el periodista Daniel Rodríguez Oteiza, de El País, hijo de Enrique Rodríguez Fabregat.

EC - Estos 60 años de la resolución de la ONU que dispuso la partición del territorio de Palestina se cumplen justo en la semana en la que se convocó a la conferencia de Annapolis, que fue presentada como un nuevo comienzo, como una posible apertura hacia la paz en Medio Oriente. ¿Cómo se dio esta coincidencia?

AJ - Fue una coincidencia. No creo que Bush, que fue quien convocó a la conferencia, haya pensado en este sexagésimo aniversario. Pero los periodistas buscamos el simbolismo y es inevitable encontrarlo aquí. Aunque, por supuesto, uno no puede vaticinar que de la conferencia de Annapolis vaya a salir algo. De todos modos, tampoco del 29 de noviembre del 47 salió todo lo querían los que concibieron ese sueño. El Estado árabe no se creó por las razones que ya expliqué y también hay dudas sobre qué va a pasar después. Ahora comienza el trabajo verdadero, pero sería la concreción de la otra parte del sueño de Rodríguez Fabregat y todos los que impulsaron la resolución 181, que se cree también el Estado árabe, que estaba concebido junto con el Estado judío. Aquí el Estado árabe se refiere al Estado Palestino, el término que usamos desde hace años. Ambos estados estaban concebidos como una unidad incluso económica, como dos estados que iban a vivir en paz.

Si a raíz del proceso que quizás se inicie tras la conferencia de Annapolis se cumpliera esa otra parte del sueño, no simplemente la creación del Estado Palestino sino la garantía de una convivencia en paz con Israel y quizás llegar a esa unidad económica, sería el mejor homenaje a aquellos latinoamericanos, a nuestro profesor Enrique Rodríguez Fabregat, que hicieron posible lo que el profesor Navon llamó una causa justa y correcta.

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Edición: María Eugenia Martínez