Entrevistas

"Si uno apuesta a la crueldad y estupidez de las FARC, siempre le va bien"

En Colombia "la gente está harta. No quiere que le hablen más. No cree que el acuerdo humanitario sea posible", comentó hoy la profesora Laura Gil, desde Bogotá, luego de que fracasara el anunciado operativo y se conocieran detalles del periplo que ha sufrido Emmanuel, el hijo de la secuestrada Clara Rojas. "Si uno apuesta a la crueldad y la estupidez de las FARC siempre le va bien, porque han tenido el escenario político más propicio en estos últimos meses para validarse políticamente y lo único que han hecho es un error tras otro", agregó Gil.

(Emitido a las 8.43)

JOSÉ IRAZÁBAL:
Finalmente se confirmó que el niño de tres años y medio que está en un orfanato de Bogotá es Emmanuel, el hijo de Clara Rojas, secuestrada por las FARC en 2002. La noticia fue confirmada a través de un examen de ADN que se le practicó al niño y también por un comunicado de las FARC en el que reconocen que el niño del que habló el presidente Álvaro Uribe la semana pasada es Emmanuel. Este hecho provocó el fracaso de la operación que había anunciado el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que habría terminado en la liberación de Clara Rojas, su hijo Emmanuel y la ex congresista Consuelo González.

¿Qué otras consecuencias ha traído para la relación entre el gobierno colombiano y las FARC esta situación? ¿Cómo queda ubicado Hugo Chávez en su papel de mediador?

Estamos en contacto con la politóloga uruguaya Laura Gil, profesora e investigadora de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, en Bogotá.

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JI - Es inevitable preguntarse por qué las FARC, como símbolo, como señal de desagravio hacia el presidente Hugo Chávez por su mediación frustrada porque el presidente colombiano lo dejó fuera de la mediación, prometieron la liberación de alguien que no tenían.
 
LAURA GIL:
Todo apunta a que el alto mando de las FARC, el secretariado, no sabía que el niño estaba perdido. En las últimas semanas el gobierno colombiano confirmó que interceptó llamadas de radio en las que los comandantes de las FARC se pedían mutuamente localizar al niño.

JI - ¿Eso es porque están diseminados en muchos grupos en la selva?

LG - El gobierno ha venido diciendo que su política de seguridad democrática está funcionando, y esto mostró que es verdad, está funcionando mejor de lo que creíamos desde Bogotá. En el sentido de que las FARC están aisladas, sus grupos están aislados, no fluye la información entre ellos y tienen muchas dificultades de movilidad.

JI - Eso habría pegado fuertemente en toda esta situación. Las FARC quedaron muy mal paradas...
 
LG - Está claro que este pulso que lleva cinco años, desde que Uribe asumió el poder, de tratar de sacar este acuerdo humanitario, en el que tanto el gobierno como las FARC siempre han dicho que la culpa es de la contraparte. Definitivamente lo ganó el gobierno. Ha quedado claro que las FARC embarcaron al país y a siete gobiernos más en una gran mentira.

JI - ¿Cuánto hacía que Uribe sabía que ese niño no estaba en manos de las FARC?

LG - Se habría enterado mediante estas interceptaciones de radio. Cuando las FARC anunciaron que iban a liberar a estas tres personas y empezaron a buscar al niño para poder entregarlo, el gobierno empezó a sospechar que no tenían al niño. Entonces empezó a hacer revisiones en la zona de todos los registros civiles y de todos los niños que fueron entregados a Bienestar Familiar, que es la agencia que se ocupa de los niños abandonados.

JI - Hay versiones de que este niño estaba muy enfermo, que habría sido maltratado. ¿Qué hay de cierto en eso?

LG – Todo. El niño tuvo paludismo, tuvo leishmaniasis, que es una enfermedad de la piel, de la selva, provocada por un parásito, y fue entregado con signos muy claros de abuso, de maltrato. El niño fue entregado en condiciones terribles y hoy está en condiciones relativamente buenas de salud.

JI - ¿A quién se lo habían entregado?

LG - Es toda una historia. Un día las FARC llegaron a lo que en Colombia se llama un raspachín, un cultivador de coca de la zona de San José del Guaviare, que es una zona tradicionalmente de control de las FARC, y se lo dejaron a uno de estos pobres señores que producen muy poquito dinero, un sector muy vulnerado de la población. El señor tenía otros cinco hijos en condiciones también lamentables. Se lo dejaron y desaparecieron. Él dice que lo recibió de poquitos meses. A los siete u ocho meses se le enfermó y lo llevó a un hospital. En el hospital un juez de familia intervino, a pedido de un trabajador social, porque vieron al niño en muy malas condiciones. Entonces, cuando el señor volvió a buscar al niño, el juez de familia ya lo había pasado a la protección del Estado y de hecho lo enviaron a Bogotá para que fuera operado, porque el niño había tenido una fractura del brazo en el momento del parto. Lo operaron y lo ubicaron en un hogar de Bienestar Familiar en Bogotá. Pero este señor, por miedo, nunca dio cuenta a las FARC de que el niño ya no estaba con él. Las FARC se enteraron de esta situación hace muy poquito, el alto mando. Uno pensaría que la descomposición dentro de las FARC es muy grande.

JI - Es raro que no hayan hecho un seguimiento de un niño que era hijo de una rehén...

LG - Yo llevo 15 años en Bogotá y lo que me siempre me sorprende es que si uno apuesta a la crueldad y la estupidez de las FARC siempre le va bien, porque las FARC han tenido el escenario político más propicio en estos últimos meses, el escenario para validarse políticamente, tanto doméstica como internacionalmente, y lo único que han hecho es un error tras otro.

JI - Y si uno piensa en la situación de Clara Rojas, si uno ordena la información, se encuentra con que tuvo un hijo en el medio de la selva con uno de los guerrilleros, que le quitaron el niño, se lo sacaron de los brazos para entregarlo a esta persona, y ella quedó aislada en medio de la selva. Seguramente se le anunció que iba a ser liberada y que se iba a reencontrar con su hijo y todo terminó frustrándose...

LG - Sí, horrible. Les cuento algo más. Porque esto realmente ha sido un triunfo político tremendo, por lo menos a nivel interno, para Uribe. Un soldado que se les escapó a las FARC hace más o menos un año volvió con información sobre las condiciones en las que mantenían a los secuestrados. Contó que los mantenían encadenados y describió las malas condiciones en que estaban. En ese momento había un escenario muy parecido al que se dio en las últimas semanas y no se le creyó. La actitud de gobiernos extranjeros y de la oposición dentro de Colombia fue: esto no puede ser verdad, las FARC no pueden tratar de una manera tan cruel a sus secuestrados más importantes. Pero las pruebas de supervivencia que fueron entregadas hace un mes muestran que sí, que en efecto, las FARC tratan a sus secuestrados, incluso a Ingrid Betancourt, de esa manera, que los mantienen encadenados las 24 horas.

Es el escenario que se dio con Emmanuel. El gobierno salió a decir "creemos que este niño es Emmanuel" y nadie le creyó, ni dentro ni fuera. En Villavicencio, donde estaban todos los gobiernos, el gobierno de Rafael Correa empezó a mover una declaración contra Uribe, diciendo que el problema de la no entrega era culpa del gobierno, no culpa de las FARC. Al final todo mostró que la razón por la cual no entregaron a nadie era que no tenían al niño.

Aquí hay una sensación muy mezclada, por un lado una alegría muy grande al saber que el niño está libre y en buenas condiciones, y por otro lado mucho pesimismo ante lo que viene.

FERNANDO ROSENBLATT:
Tú repasabas las distintas repercusiones de este hecho en los actores centrales. Por un lado, señalabas cómo quedaban malparadas las FARC después de todo esto y cómo queda el gobierno de Álvaro Uribe. Nos falta comentar qué sucede con la otra figura involucrada en todo este proceso, que es Chávez como mediador. ¿Cómo crees que ha impactado todo este hecho? Porque ha quedado un poco descolocado.

LG - No sé cómo lo ven ustedes desde Montevideo. Mi sensación es que es todavía muy temprano para hablar sobre Chávez. Porque Chávez es impredecible. Uno tiende a pensar que esto podría ayudar a encarrilar las relaciones colombo-venezolanas de manera más serena. Han sido muy fuertes los insultos que han cruzado Chávez y Uribe en las últimas semanas. Uno pensaría que esto acallaría al presidente Chávez para que las relaciones fueran un poco más normales de aquí en adelante. Pero no me atrevo a decir eso, porque con Venezuela todo es un poco impredecible.

Lo otro es que en Colombia hay una sensación de que este capítulo no se ha cerrado. Mucha gente está muy esperanzada en que las FARC liberen a las dos mujeres, Clara Rojas y Consuelo González, para recuperar algo de credibilidad. Si las liberaran, uno pensaría que Chávez podría reclamar eso como una contribución importante. Entonces hay que esperar. Todavía es muy temprano.

JI - ¿Qué se espera después del anuncio de Marulanda, uno de los jefes de las guerrillas de las FARC, de que este año van a ir con todo, van a llevar adelante una ofensiva militar importante?

LG - Se espera mucha guerra. Pero yo siento que el país llegó a un momento como en 2002. En 2002 la gente se cansó de lo que se conocía como la zona del Caguán, que era una zona de desmilitarización para mantener diálogos con las FARC. Como no se lograba nada la gente se aburrió de que esa zona fuera utilizada solamente para ganar militarmente, y eso fue lo que disparó al presidente Uribe. Uribe tenía un 2% de popularidad cuando empezó una campaña electoral contra esta zona del Caguán. El hastío de la gente era tal que se disparó en las encuestas y finalmente fue electo presidente, con un discurso de guerra, diciendo "no hay posibilidad alguna de negociación".

Siento que en esta semana el país está en la misma situación. La gente está harta del acuerdo humanitario, se hartó. No quiere saber más nada, no quiere que le hablen más, no cree que el acuerdo humanitario sea posible. Siento que llegó al mismo punto, que el único lenguaje es el de las armas, que es el único que entienden. En ese sentido el país no se sorprende para nada del anuncio de Tirofijo y, más aún, creo que lo recibe con beneplácito, "si toca hacer la guerra, se hará la guerra".

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Edición: María Eugenia Martínez