Inevitable e irrefrenable: el nacimiento del Kosovo independiente
"Sea lo que sea lo que ocurra en los años venideros, la independencia de Kosovo no va a dar marcha atrás. Esos procesos son prácticamente irrefrenables", opinó el profesor Carlos Taibo, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid. El especialista cree que los reconocimientos del nuevo estado serán rápidos, con excepción de los de Serbia, Rusia y algunos países de la órbita de influencia rusa. "No creo que las circunstancias que acompañan al nacimiento de este nuevo Estado sean más dramáticas que las que se revelan tal vez en 150 de los 200 países independientes que hay hoy en el globo", comentó Taibo, y analizó el mapa de posibilidades que se abren en esta zona y en la Unión Europea.
(Emitido a las 8.37)
EMILIANO COTELO:
Un día después de haber proclamado su independencia, Kosovo logró el reconocimiento de Estados Unidos y de los cuatro grandes de Europa. Pero al mismo tiempo, obtuvo fuertes críticas de parte de Rusia y resistencias de España y otros países.
Ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el presidente de Serbia, Boris Tadik, advirtió que la declaración de independencia de Kosovo sienta un precedente peligroso, que podría causar un daño irreparable al orden mundial.
¿Cómo se distribuyeron los países a la hora de reaccionar ante la independencia de Kosovo? En Europa, reconocieron oficialmente al gobierno de Pristina Francia, Alemania, Italia y Gran Bretaña, además de Estados Unidos. Pero otros países, como España, Grecia y Rumania, se negaron a dar ese paso diplomático por entender que el nuevo régimen no tiene la base suficiente de legalidad internacional.
El Parlamento ruso sostuvo que a partir de ahora Moscú tiene derecho a revisar su política con los estados autoproclamados en el territorio de lo que fuera la Unión Soviética.
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EC - Vamos a analizar esta situación con el profesor Carlos Taibo, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en estudios rusos, autor del libro "Guerra en Kosovo. Un estudio sobre la ingeniería del odio".
¿Para usted la declaración de independencia de Kosovo era algo inevitable? ¿Este era el desenlace que tenía que tener esa situación de transición en la que se encontraba la provincia serbia?
CARLOS TAIBO:
Habida cuenta de cómo se habían encadenado los hechos en los últimos dos decenios, era inevitable. Después de la política de represión muy severa del régimen de Milosevic entre 1989 y 1997, estaba cantado que la mayoría albanesa de la población de Kosovo en modo alguno iba a aceptar una reintegración al Estado serbio. Si además los últimos ocho años de protectorado internacional a duras penas han servido para tender puentes entre los elementos de las dos comunidades, albanesa y serbia, que podían servir de elementos de unión, pues tenemos un panorama en el cual era difícil que el horizonte de la independencia no se abriese camino.
EC - ¿Es viable esta provincia que ahora aspira a ser un Estado? ¿Kosovo es viable política y económicamente?
CT - Es tan viable o inviable como muchos estados del planeta, no lo olvidemos. Pudiera parecer que el planeta está lleno de estados que discurren en la vida política y económica sin mayores problemas. Kosovo tiene en primer lugar un problema de credibilidad democrática, tanto más cuanto que los derechos de las minorías no parecen plenamente garantizados. Y tiene problemas económicos severos, en la medida en que el país depende en demasía de la ayuda foránea, o en su caso de las remesas que envían los emigrantes kosovares que residen ante todo en la Unión Europea y en Estados Unidos. Pero no creo que las circunstancias que acompañan al nacimiento de este nuevo Estado sean más dramáticas que las que se revelan tal vez en 150 de los 200 países independientes que hay hoy en el globo.
EC - Se lo preguntaba, entre otras cosas, a raíz del tipo de independencia que Kosovo adquiere. ¿Es una independencia plena? ¿Es una independencia segura? Pienso en empresas, inversores, que puedan tener que tomar decisiones para desarrollar determinado tipo de actividades en ese país... ¿Es confiable el futuro del marco jurídico, por ejemplo?
CT - No es más ni menos fiable que el que caracteriza a la situación de otras repúblicas independientes en los Balcanes Occidentales, en la propia Serbia, por ejemplo. A menudo se subraya, con razón, la omnipresencia de circuitos mafiosos en Kosovo, pero esos circuitos mafiosos están presentes también en las vecinas Albania, Macedonia, Serbia y Bosnia, con lo cual, si problemas hay en estos países, los habrá también en el escenario kosovar. Al margen de lo anterior, no olvidemos que aunque el proceso de independencia se describe como tutelado internacionalmente, no tiene vuelta atrás, no nos engañemos. Sea lo que sea lo que ocurra en los años venideros, la independencia no va a dar marcha atrás. Esos procesos son prácticamente irrefrenables.
EC - Usted dice que el proceso es irrefrenable. Pero en ese análisis es legítimo incluir algunas dudas a partir de las reacciones de la comunidad internacional. ¿Cómo observa el comportamiento dispar que se ha dado dentro de la Unión Europea, por ejemplo?
CT - Hay división de opinión. No sólo entre partidarios de reconocer un Kosovo independiente y hostiles a ese reconocimiento. Dentro de la posición de los hostiles hay a su vez varios criterios diferentes. Por ejemplo, Grecia tiene una relación histórica muy sólida con Serbia. En el caso de Bulgaria y Rumania sospecho que el hecho de que sean estados fronterizos con la misma Serbia aconseja mantener la prudencia en el reconocimiento. Por lo que a España se refiere, intuyo que el dato fundamental es una lectura un tanto mezquina de lo que ocurre en Kosovo en virtud de los problemas nacionales internos que arrastra. De todas maneras, nos encontramos ante un juego de artificios. Estos estados que acabo de mencionar hoy no se muestran dispuestos a reconocer un Kosovo independiente, pero acabarán por hacerlo dentro de unas semanas o, como muy tarde, dentro de unos meses.
EC - Usted está convencido de que Kosovo terminará siendo un Estado reconocido de manera mayoritaria en el ámbito internacional...
CT Sí. Probablemente quedarán sin reconocerlo Serbia, Rusia y algunos países en la órbita de influencia de Rusia, pero al margen de lo anterior, intuyo que los reconocimientos serán rápidos. No olvidemos que en las últimas horas un buen puñado de países árabes y musulmanes han dado también un paso adelante al respecto, con lo cual no parece que esta dinámica de reconocimientos internacionales sea el principal problema del Kosovo independiente.
EC - ¿Cómo observa en especial las reacciones de Serbia y Rusia, los países que más se han opuesto a la posibilidad de la independencia de Kosovo? Serbia por razones obvias, porque pierde una de sus provincias, y Rusia por su tradicional influencia geopolítica en la zona. ¿Cómo observa la forma en que han respondido ahora que la declaración de independencia es un hecho?
CT - Conviene distinguir los dos casos. En el de Serbia, lo fundamental es que era inevitable que los gobernantes rechazasen agriamente un Kosovo independiente, pero han acatado de buen grado no hacer uso de medidas de fuerza alguna. Esto significa que la mayor amenaza vertida por Serbia es la de generar un embargo económico sobre el nuevo Estado. Sin embargo intuyo que incluso esta amenaza responde más bien a necesidades de pronunciación ante la opinión pública serbia. Porque antes o después las empresas locales perjudicadas harán valer sus intereses, con lo cual probablemente las relaciones económicas y comerciales recuperarán poco a poco la normalidad.
El escenario es muy diferente en el caso de Rusia. En este caso me limito adelantar una hipótesis: aunque Rusia se ha opuesto taxativamente al reconocimiento de un Kosovo independiente, indirectamente ese proceso de independencia beneficia a Moscú, en la medida en que puede mover piezas en escenarios geográficos mucho más próximos, en los cuales los intereses del Kremlin son mucho más claros. Estoy pensando en la llamada República de Transdnieper, en Moldavia, Ossetia del Sur y Abkhazia, en Georgia. En las últimas horas se han hecho valer ya noticias que anuncian la posibilidad de que procesos más o menos similares al kosovar cobren cuerpo, en este caso alentados por Moscú, en recintos como los tres que acabo de mencionar.
EC - ¿Qué puede ocurrir con lo que a veces se denomina "efecto dominó"? ¿Qué procesos puede desencadenar la independencia de Kosovo en otros lugares de Europa?
CT - Esa posibilidad existe. Conviene mantener las distancias con respecto a cualquier criterio de franca demonización de esos procesos, como si necesariamente fuesen perversos. Lo digo porque el debate político con relación a estas cosas en España está marcado por la idea de que la aparición de nuevos estados es por necesidad irracional y manifiestamente negativa. Deberíamos reservarnos una capacidad independiente de juicio que permitiese calibrar si esos procesos son negativos o si, por el contrario, en determinados escenarios responden racionalmente a los problemas.
En cualquier caso, no hay que ir tan lejos, al espacio ruso, para adivinar que existen algunos riesgos en el propio espacio balcánico. Me refiero a dos países, Macedonia y Bosnia, que han sido asiento de acuerdos de paz no precisamente convincentes. La minoría albanesa, que es mayoritaria en la parte más occidental de Macedonia, podría reclamar un derecho a la autodeterminación y a la secesión. Y otro tanto podría ocurrir en el caso de la llamada República Serbia de Bosnia.
EC - ¿Qué escenario puede terminar encontrando la Unión Europea o Europa más en general, dentro de pocos años? ¿Cómo funcionaría ese continente ante un estallido de procesos independentistas como estos?
CT - Depende de cómo se desarrollen los acontecimientos. Es verdad que el reconocimiento de un Kosovo independiente les da alas a demandas similares que puedan surgir en muy diversos escenarios. Y la Unión Europea al respecto no parece tener ninguna política clara, ninguna respuesta unificada y convincente. Al margen de eso, la Unión Europea fía buena parte de su futuro en la perspectiva de que la rápida incorporación de nuevos estados frene estos procesos de secesión y otorgue un escenario de estabilidad a escenarios hasta el momento marcados por una confrontación más o menos aguda. Intuyo que este tipo de creencias es más mitológico que otra cosa. La Unión Europea no es una panacea que resuelva de la noche a la mañana los problemas asentados en espacios geográficos tan convulsos como estos.
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Edición: María Eugenia Martínez