Cuba, el "compañero" Fidel y una revolución ante el espejo
"Ya tenemos el primer editorial de Fidel, que es el `compañero Fidel´. Esto ya es un cambio", comentó la periodista argentina Silvina Santillán, que en diciembre terminó una corresponsalía de casi cinco años en Cuba. Con su experiencia allí, la periodista analizó, entre otros aspectos, las posibilidades de que se produzca un cambio en la isla, el papel de la "disidencia" y la sucesión de Castro. Aunque lo que más se señala es el nombre de su hermano Raúl, "de mi experiencia puedo decir que siempre hay que esperar con Cuba. Porque Cuba se encarga siempre de sorprender", sostuvo. "Raúl ha mostrado que la discreción y el segundo plano son lo suyo y no parece que esté con muchas ganas de seguir", apuntó y pronosticó que en los tiempos que vienen "la revolución se va a mirar al espejo".
(Emitido a las 8.57)
EMILIANO COTELO:
Después de casi 50 años en el poder, Fidel Castro anunció el martes que no seguirá al frente del gobierno de Cuba y que, por lo tanto, el Parlamento que se reúne este domingo deberá elegir otro nombre como presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe.
No fue algo totalmente inesperado. Después de todo, Castro tiene 81 años, llevaba 19 meses convaleciente de varias operaciones intestinales y no aparecía públicamente, salvo en fotos o videos que se daban a conocer cada tanto.
De todos modos, se instaló como una de las noticias internacionales impactantes de esta semana y provocó repercusiones de todo tipo entre los partidarios del régimen que Castro condujo y entre quienes critican o directamente rechazan las acciones que llevó adelante desde 1959.
Pero, mientras se desarrolla todo ese debate, ¿cómo se vive este proceso dentro de la isla? ¿Qué ha significado para los cubanos este período de interinato a cargo de Raúl Castro? ¿Existe entre la gente la sensación de que las cosas pueden cambiar, de que el "proceso revolucionario" que lideró Fidel se acaba?
Les propongo analizar estos temas, conversando con la periodista argentina Silvina Santillán, quien se desempeñara como corresponsal de la agencia de noticias ANSA en La Habana durante los últimos cinco años. Silvina dejó Cuba en diciembre pasado y desde hace un mes es la corresponsal jefe de ANSA aquí en Montevideo.
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EC - Antes de ingresar en el análisis de lo que ha pasado en estos días y del contexto, que tú conoces muy bien, me gustaría preguntarte brevemente por tu trabajo en Cuba. ¿Cómo fueron esos años? ¿Cómo trabajan los periodistas de agencias internacionales en Cuba?
SILVINA SANTILLÁN:
No llegaron a ser cinco años, faltaron unos dos meses, pero casi.
El trabajo en Cuba de un periodista extranjero es sumamente difícil. Uno hace un poquito de malabarismo a veces, intentando comprender un país que es un símbolo para muchos países, por una o por otra cosa. Desde hace medio siglo Cuba se distingue por su revolución y por lo que significa Fidel Castro no hay más que ver lo que ha pasado ahora con su renuncia a la Presidencia, y la labor del periodista se enmarca en esta situación de estar en un país complicado.
EC - Complicado, ¿en qué sentido?
SS - Con reglas de juego complicadas. Todo lo que es la prensa cubana está bajo el poder del Estado. Eso en sí ya es un dato. El tema de las críticas no es imposible pero sí de difícil tratamiento y sencillamente hay reglas que son complicadas de cumplir. Reglas que no están escritas en algunos casos sí, que llevan a que la labor sea un poquito difícil. Es una manera de hacer periodismo totalmente diferente, con fuentes que prácticamente no existen.
EC - ¿Pueden hablar con las fuentes directamente? Por ejemplo, con integrantes del gobierno, parlamentarios o del Partido Comunista...
SS - Es realmente complicado. Hay muchos congresos, muchos eventos a los que van visitantes de todo el mundo. En ese sentido Cuba es una gran promotora. Organiza encuentros contra la deuda, a favor del ambiente, contra el etanol, todo ese tipo de temas. Y en esos marcos también hay presencia de funcionarios cubanos, pero no es fácil el acceso y no es fácil obtener declaraciones. Esto no significa que sea imposible, pero es complicado.
Lo que no es tan complicado, paradójicamente, para los corresponsales extranjeros es acceder lo cual no significa que sea fácil luego publicar este tipo de noticias a todo lo que es la oposición en estos momentos, que en los últimos años se ha fortalecido... Todo lo que se llama la disidencia cubana o este movimiento crítico, opositor, que ha surgido en torno al tema de los derechos humanos y las libertades individuales. Si bien ellos denuncian hostigamiento, lo que en algunos casos es visible y es real, se puede acceder a ellos telefónicamente.
EC - Y ese tipo de contactos, ¿es monitoreado, espiado?
SS Sí. La labor que desarrollan los corresponsales extranjeros es monitoreada. Todo nuestro caudal informativo es visto, muchas veces criticado y muchas veces cuestionado. Toda la labor del corresponsal de prensa en Cuba es controlada o está bajo el paraguas "protector" del Centro de Prensa Internacional, integrado por autoridades cubanas dependientes de Cancillería. Ellos son los encargados de facilitar toda la labor del periodista extranjero. Para pedir una entrevista, para trasladarte a otra provincia, para conocer alguna actividad cubana oficial se pasa por el tamiz del Centro de Prensa Internacional.
EC - Pero cuando ustedes van a entrevistar o contactar a un dirigente o a una figura de la oposición, ¿cómo juega el control del gobierno?
SS - En ese caso no. Uno va por la libre. Llama por teléfono y puede hacer la entrevista telefónica si no se cae la línea o pasa algo. De hecho, es muy habitual este tipo de entrevistas entre los colegas. Y también se puede ir hasta la casa. Pueden pasar cosas, algunas cosas inusuales, pero uno puede ir a la casa, tocar a la puerta y hacer la entrevista.
EC - En particular, en estos últimos meses, ¿cómo accedían a la información sobre el estado de salud de Fidel Castro?
SS - El comandante, ahora compañero, ha hecho del misterio un signo de su vida que está manteniendo hasta el final. Es muy consecuente en ese sentido. El tema de la enfermedad de Fidel, todo lo que ha sido su convalecencia increíblemente invisible ha sido secreto de Estado y lo han mantenido a rajatabla.
EC - Por ejemplo, ¿llegaron a saber dónde reside Fidel Castro?
SS No. Por supuesto hay versiones. El Palacio de la Revolución es una estructura monumental, tiene un montón de departamentos y lugares, y ahí existe o funciona algún centro hospitalario. Esto no es nada descabellado, es obvio que es así. Pero también hay otro centro, el Simec, un lugar de prestigio médico. Y después está una de las tantas casas que se cree que son de Fidel pero nadie lo puede confirmar, en Saimanita, al Oeste de La Habana. Todos estos lugares han sido mencionados indistintamente a lo largo de estos 19 meses como los lugares donde residió en algún momento. Nadie lo puede confirmar. Todos hablan, el caribeño habla un montón, le encanta hablar y podemos especular un montón, pero este es uno de los puntos que me parecen más increíbles y extraordinarios de todo este episodio, de toda esta vivencia de casi dos años que ha significado y significa la convalecencia del ahora ex presidente cubano.
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EC - Fidel Castro apareció en público por última vez en una tribuna el 26 de julio de 2006. Fue en Bayamo y Holguín, en el Oriente de Cuba, donde realizó una jornada maratónica de discursos con motivo del Día de la Rebeldía. Y cinco días después, el 31 de julio de 2006, entregó provisionalmente el poder a su hermano Raúl Castro, tras someterse a una cirugía intestinal de emergencia.
Desde entonces, las especulaciones sobre su futuro político se dispararon. Incluso, varias veces se llegó a hablar, directamente, de la muerte de Fidel Castro. ¿Cómo se vivió esa situación entre la gente?
SS - Hay puntos a destacar. Lo primero que sorprendió, al menos a nosotros, fue que el último acto fue el 26. El 27 fue operado, pero nos enteramos el 31, cuando anunció, a través de su secretario personal, la delegación del mando. Lo que sorprendió en el pasaje del 31 de julio al 1 de agosto primero fue la calma absoluta al otro día en La Habana. Los corresponsales y los medios extranjeros son prácticamente los primeros en enterarse de todo, pero el cubano medio empezó su jornada. El Granma no se agota en los kioscos, la gente no está prendida. Está, como ellos dicen, "resolviendo", resolviendo sus cosas, viviendo, y en muchos casos trabajando. Lo primero fue la tranquilidad. Nadie había especulado con la enfermedad. Todo el mundo había especulado con que se iba a morir, pero nunca con un proceso de la envergadura y las características que ha tenido y que tiene.
El tema de cómo la gente lo fue digiriendo fue realmente sorpresivo. Todo el mundo esperaba una revuelta, que pasara algo, que la gente saliera las calles o que la inquietud se manifestara de otra manera. Inquietud hubo, por supuesto. La gente estaba preocupada o más preocupada que lo acostumbrado. Ese es uno de los puntos que han llamado la atención.
EC - En un informe tuyo fechado en julio pasado decías que se vivía "una aparente calma social" y que la gente estaba concentrada en "resolver sus acuciantes problemas de transporte, vivienda y comida".
SS - Son los tres problemas que la revolución ha ido cargado a lo largo de su casi medio siglo de existencia. El tema económico es el talón de Aquiles de la revolución, o uno. Luego están las libertades personales, por supuesto. Pero de cara a la gente, lo que uno observa conversando con el cubano medio, con el cubano de a pie, es el tema del transporte, que realmente es una calamidad, el tema del alimento, que no es como uno lo entiende aquí. Uno no va a ver postales como las que estamos acostumbrados a ver en nuestras ciudades latinoamericanas. Hay otro tipo de pobreza extrema, que es una de las graves faltas que enfrenta la gente y que tiene que resolver a diario. Y luego está la vivienda.
EC - ¿Cómo es el problema de la alimentación? ¿Cómo lo ubicas, en comparación con la pobreza de países de América Latina?
SS - No es que la gente se muera de hambre por supuesto, alguno me va a salir a discutir, no es para polemizar, lo que yo observé es que la gente sufre graves problemas para llevar la comida, para resolver, tener carne, tener pescado, pollo... Pero hay una base, está la libreta de racionamiento y hay una suerte de asistencia que hace que uno no observe gente feneciendo de hambre en las calles. Es un punto no voy a decir a favor o en contra, pero al menos un punto para considerar cuando se analiza lo que ha sido la política social de la revolución, que en los últimos años, tras la caída del campo socialista, se fue en picada. Yo no estuve en esos años, pero basta con leer y todos los cubanos tienen una memoria muy fresca de todo lo que sufrieron en esa época.
EC - La gente estaba concentrada en resolver esos problemas.
SS - Y está concentrada.
EC - ¿Qué atención se le prestaba a la evolución de la enfermedad de Fidel Castro?
SS - Hay cosas generacionales también. En Cuba, que tiene una población de algo más de 11 millones de personas, hay mucha gente de la tercera edad o mayores de 60 años, muchos jóvenes, y esta sangría terrible de mucha gente que vive fuera. Hay mucha gente que no ha conocido otra cosa. Siete de cada 10 cubanos están o estaban acostumbrados a levantarse y ver qué decía Fidel y ahora lo está diciendo de otra manera. Hoy ya tenemos el primer editorial de Fidel, que es el compañero Fidel. Esto ya es un cambio. Para mí es un cambio... No me quiero imaginar para gente que desde hace 45 o 47 años no sé cuánto tiene el diario Granma está acostumbrada a este tipo de cosas. Para la gente de esa edad es un hábito, Fidel ha sido su compañero de ruta, de alguna manera, y para los más jóvenes es como el padre o el abuelo amado y odiado, para traerlo a lo personal, el hombre que se odia o que se critica y a la vez es lo único que se ha conocido. La gente fluctúa entre estos estados anímicos, pero es inobjetable que quiere cambiar, quiere un cambio.
EC - Más allá de las restricciones a la libertad de expresión, ¿se hablaba en esos meses sobre el futuro institucional en Cuba? ¿Los disidentes lograban un mayor espacio en lo público, en el debate? ¿Cómo era esta parte de las conversaciones?
SS - Los disidentes no van a lograr espacio en lo público con esta forma de gobierno, con esta estructura, porque simplemente son negados. Son ilegales para el gobierno, aunque tolerados, con mayor o menor grado de rigurosidad. Hay agrupaciones que son más críticas, más activamente críticas, y otras más moderadas. Ellos han sido consultados por toda la prensa extranjera y desde fuera... desde Miami ni hablar. Sobre todo en La Habana, porque allí es donde llega más rápidamente todo esto. El resto de Cuba está mucho más "revolucionario" porque donde van pasando las cosas, donde está la percepción de lo que está sucediendo es en la capital.
EC - Las opiniones de los disidentes no aparecen dentro de Cuba.
SS - No, casi no los conocen. Ese es el problema para ellos, para los opositores.
EC - Y la población, ¿discute esos temas? ¿Discute el futuro institucional de Cuba? ¿Lo discutía durante la enfermedad de Fidel?
SS - ¿Te refieres a los cambios políticos, al cambio de presidente o al cambio de sistema?
EC - A un eventual cambio de sistema, a una transformación hacia otra cosa a raíz de la enfermedad y el alejamiento de Fidel Castro.
SS - Si es por cambiar, tengo la idea y la percepción de que la gente discute desde hace mucho. Lo que sucede es que se puede discutir mucho pero luego cómo impacta eso... hay decisiones que no dependen.
EC - Mi pregunta era a propósito de las conversaciones en la calle... las conversaciones habituales de la gente.
SS - La gente habla de lo que le pasa, claro que sí, puertas adentro de su casa... Del tema económico, de las dificultades que enfrenta a diario y de Fidel. No solamente lo discute en su casa, uno no lo escucha por la radio, pero los trovadores más jóvenes cantan estos problemas. Hay letras muy críticas. Lo que pasa es que no salen por los medios de comunicación. Circulan de una manera rudimentaria. Todo lo que sea el signo de pregunta de cómo seguimos y las críticas. Esto también es muy cubano, el cubano es un hombre instruido, educado, educado en este sistema. Ya Cuba era de por sí, antes, todo un país muy importante en la región y a partir de la revolución ha tenido sus peculiaridades, pero el cubano es un tipo y una tipa que se preguntan, se cuestionan y critican. Si uno les pone el grabador quizás no, pero sí, esto está a la orden del día.
EC - ¿Son reclamos de cambio de sistema de gobierno o de retoques al sistema vigente?
SS - Hay de todo, seguramente los más jóvenes quieren cambios, quieren poder comprar el jean que quieran, quieren poder viajar, quieren poder ir a vivir con su novia. Y hay otros que no. Y también está el problema creado en sí mismo: como la mayoría de la gente no ha salido, hay una idealización del mundo occidental, es una tierra prometida. Van a tener que andar su camino y descubrir qué tan así era. Pero hay toda una parte que es consciente de lo que son ciertos beneficios o logros sociales que aunque están muy venidos a menos con respecto a lo que eran antes de los 90, aún persisten. El tema de la educación, todo relativizado porque está dañado, pero está.
EC - ¿Y la demanda de libertad cómo figura en las conversaciones?
SS - En rueda de amigos, por el modo de ser cubano. Ellos tienen esta facilidad de reírse de todas estas situaciones, pero eso no quiere decir que no las padezcan. Es uno de los grandes puntos débiles del entramado revolucionario. Es uno de los grandes temas en los cuales se concentran las protestas de la gente. Es lo que sabemos. No poder salir fácilmente del país a estudiar, lo que nuestras sociedades con otras características y con otros dolores sí tenemos, o montar un negocio propio... Ese tipo de cosas lo viven de una manera frustrante, por supuesto.
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EC - El sucesor de Castro va a ser designado este domingo por el Parlamento. ¿Tú consideras como un hecho que quien tomará la posta será Raúl Castro, hermano de Fidel?
SS - Es lo que mayormente se señala. De mi experiencia modestamente puedo decir que siempre hay que esperar con Cuba. Porque Cuba se encarga siempre de sorprender. Pero todo parece indicar que va a ser Raúl. En su última carta, cuando aún era presidente sin renunciar, Fidel habla de las viejas generaciones y de las nuevas, de la joven y la vieja guardia. Uno supone que va a ser Raúl el nuevo presidente de Cuba. Suena realmente raro. Es histórico.
EC - Raúl Castro tiene 76 años, es más joven que Fidel pero no tanto.
SS - Además Raúl mismo se ha encargado de decir, durante estos meses de provisionalidad, que ellos están terminando su misión. A diferencia de Fidel, Raúl ha mostrado que la discreción y el segundo plano son lo suyo, y no parece que esté con muchas ganas de seguir. Hay que ver cómo va a quedar la composición del poder a partir del próximo lunes, en qué lugar queda Carlos Lajes, si queda como primer vicepresidente constitucionalmente el primer vicepresidente es el sucesor, es lo que ha pasado con Raúl, ver en qué lugar quedan los demás y a partir de ahí se podrá hacer algún análisis un poco más en firme.
EC - ¿Qué impresión tienes a partir de tu experiencia? A partir de estas nuevas designaciones, ¿puede venir una mayor apertura económica y política?
SS - Sí.
EC - Hay quienes entienden que los cambios de fondo sólo se producirán cuando Fidel Castro muera...
SS - Ahí entramos en una discusión sobre qué son cambios de fondo, qué son los maquillajes o cambiecitos. En definitiva son cambios. Es un proceso paulatino, quizás el mejor proceso para Cuba estoy hipotetizando, el tiempo lo dirá, si Fidel hubiera muerto el 27 de julio de 2006 otra habría sido la historia y otras las reacciones. La enfermedad de Fidel ha dado la oportunidad al país y a la revolución de ver si este es el camino que van a seguir transitando, si realmente es expresión de un pueblo. La revolución se va a mirar al espejo. Va a ver si está eso en lo que tanto confía Fidel Castro, que hay elementos y gente lo suficientemente numerosa y convencida como para seguir este proceso socialista, o no. Hay un congreso del Partido Comunista pendiente desde el año 97. Si lo convocan también marcará si hay un afán de seguir ese camino. O si, como siempre ha sido en Cuba, sigue su socialismo caribeño, su socialismo a la cubana o fidelista.
Ya empezaron los cambios desde el momento en que Fidel desapareció de la escena físicamente, si bien siguió mediáticamente y va a seguir. Por supuesto que mientras esté vivo el compañero Fidel es muy importante, más allá de que ya no sea el comandante va a seguir siendo su voz la que se escuche, no va a haber una definición sin que la haya aprobado. Es una persona que no va a estar mirando la televisión o mirando por la tele lo que pasa, sino que va a estar en la mesa de decisiones desde la cama, desde la silla, desde el sillón, pero va a estar. Y va a ser muy apasionante seguir y ver cómo se mueve Estados Unidos. En las reflexiones de hoy el compañero Fidel genio y figura habla de Estados Unidos, de cómo Estados Unidos ha reaccionado ante su renuncia. Es un proceso muy interesante de ver, es un debate político-ideológico muy interesante. Pero creo que los cambios ya comenzaron.
EC - ¿Y cómo juega Estados Unidos en este cuadro? Está pendiente el embargo comercial de tantos años. Está el desafío de aceptar o no una oferta de diálogo que Raúl Castro lanzó hace unos meses. ¿De qué manera incidirá ese factor en el cuadro de los próximos tiempos?
SS - Estados Unidos a lo largo de estos años ha demostrado una gran falta de entendimiento de lo que sucede en Cuba. Nunca se pudo anticipar tácticamente a nada. Es increíble que durante cinco días Fidel Castro haya estado entre la vida y la muerte y nada... todos nos desayunamos el mismo día en que él entregaba provisionalmente el poder. Estados Unidos va a la zaga, hace lo que puede, pero le habla más al mito Fidel que a lo que realmente significa Cuba.
Y paralelamente hay un movimiento comercial y económico muy fuerte con los ganaderos y los empresarios agrícolas de los estados de la unión que no se ha detenido. Esta es una de las tantas paradojas. Está el bloqueo y por otro lado los comerciantes estadounidenses, que no quieren perderse ese mercado natural que tienen ahí. Han seguido negociando, incrementando negocios y firmando contratos. Están las dos cosas. Por un lado está la obcecación política de ambos lados, esta tozudez de las dos partes... Porque el bloqueo, por más que la ONU lo rechace masivamente, significa mucho más que el bloqueo en sí. Son cosas que tienen que ver con símbolos. Para Estados Unidos Cuba ha sido una incomodidad permanente en el vecindario. Y hay que ver qué pasa en Estados Unidos políticamente, con otro signo político en la Casa Blanca. Puede ser que pasen otras cosas. Pero también se juegan cosas que tienen que ver no con la gran política, sino también con símbolos, con lo que ha sido este enfrentamiento histórico de estos adversarios. Por un lado siempre el mismo y por el otro lado los otros cambiantes, pero en el fondo... con caras distintas. Siempre Estados Unidos.
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Edición: María Eugenia Martínez