España, el voto polarizado y los cambios que se esperan
"Si tuviese que hacer un retrato, diría que vamos a ver un Zapatero más reflexivo, más consciente de que no puede ignorar a la oposición de derecha, como hizo durante estos cuatro años en que deliberadamente intentó arrinconarlo", aventuró la periodista argentina Silvia Pisani, corresponsal de La Nación en Madrid. Respecto a Mariano Rajoy, recordó su promesa de quedarse si conseguía un diputado más. Y en esta elección consiguió cinco. "Lo que está pasando es un proceso político francamente interesante", analizó Pisano y recordó los desafíos que esperan al nuevo gobierno: mejorar la economía y "reconstruir un ánimo perdido".
(Emitido a las 7.57)
EMILIANO COTELO:
El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, se aseguró un nuevo mandato al vencer, ayer, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sobre el Partido Popular (PP) con 3,5 puntos de ventaja.
Con el 44% de los votos, el líder del PSOE se quedó con el triunfo, en los comicios parlamentarios que tuvieron lugar ayer domingo y será presidente del gobierno por cuatro años más.
Con el escrutinio casi finalizado, el PSOE obtiene 169 escaños, frente a 153 del PP, en tanto los dos partidos lograron cada uno cinco bancas más que en las elecciones anteriores, las de 2004.
En tercer lugar se ubicaron los catalanes de Convergencia y Unión, con 11 escaños, y se destaca el fuerte retroceso de Izquierda Unida y de Esquerra Republicana de Cataluña.
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EC - Estamos con Silvia Pisani, periodista argentina corresponsal del diario La Nación en Madrid, España.
El resultado se veía venir, las últimas tendencias marcaban el triunfo del PSOE.
SILVIA PISANI:
Eso nunca estuvo en discusión. Lo que estaba en discusión era el cómo, que es lo que determina el futuro. Se sabía que Zapatero iba a ganar, que era casi imposible como resultó que Rajoy pudiera cambiar ese estado de cosas. La cuestión es el cómo, y es aquí donde el escenario español de las próximas semanas o meses se convierte en francamente fascinante.
EC - Hablemos del cómo. ¿Qué destacas del resultado de ayer?
SP - Todos consiguieron algo. Es curioso. Yo siempre me pongo nerviosa después de una elección en la que todos festejan, no importa quién perdió.
Zapatero quería la reelección y la obtuvo. Pero no la obtuvo como quería. En los últimos días Zapatero había pedido un triunfo sin hipotecas, un triunfo con mayoría. No lo consiguió y se convierte en el primer presidente, desde Felipe González en adelante, que no puede convertir su segundo mandato en mayoría absoluta.
EC - Los resultados fueron 43,7% a 40%.
SP - Muy ajustado. En segundo lugar, Rajoy quería ganar, cosa que no consiguió, pero consiguió algo importante en este momento, que es mantener su cabeza en su lugar. No tuvimos anoche una renuncia de Rajoy. Por lo tanto hay un resultado, pero los actores no cambian, siguen siendo los mismos, y da la impresión de que el mensaje de las urnas para los dos, oficialismo y oposición, es que tienen mucho que reflexionar, porque ninguno consiguió exactamente lo que quería.
EC - Por otro lado, hubo un retroceso muy fuerte de los partidos chicos, sobre todo de los nacionalistas. ¿Qué lectura se hace de esa otra parte de la votación?
SP - Es casi una consecuencia del clima que se vivió aquí. Hubo una campaña francamente polarizada, de buenos y malos. Pero el juego al que estamos acostumbrados, de que en los últimos 15 días uno trata de imponer, de colocar su mensaje y de descolocar el mensaje del adversario, con ciertos trucos, con ciertas verdades a medias... Pero es parte del juego democrático, esto que suele ser la gimnasia de los últimos 15 días, en que todo lo que yo digo es bueno y lo que dice el otro es malo, esto fue durante los cuatro años.
Y esa polarización se vio en el resultado. Tengo la impresión de que el votante español apeló al viejo y conocido recurso del voto útil. Muy pocos eligieron poner su voto en una alternativa diferente y trataron de jugar a un voto que sirviera. La consecuencia es que si antes el Parlamento español tenía una cuarentena de legisladores de un colorido diferente, con el color PSOE, el color PP y en el medio toda una guirnalda de opciones intermedias, hoy esa guirnalda pasó a ser una guirnaldita deslucida. De 40 legisladores pasaron a 25, un mazazo importante para las opciones intermedias.
EC - En rigor, no estamos ante una consolidación o afirmación del bipartidismo. Estamos hablando de los resultados de una polarización extrema.
SP - Como resultado de esa polarización, la expresión de eso es un bipartidismo.
EC - La pregunta es si esto es algo permanente o coyuntural.
SP - No se sabe. Mi impresión recién estamos iniciando el primer peldaño de cuatro años es que es resultado de un gobierno de cuatro años muy atípicos, muy diferentes, muy específicos, con mucha falta de digestión interna todavía. Recordemos que el PSOE llegó al gobierno después de un atentado que ensució todo el proceso. Es parte del devenir. No creo que sea permanente. Esto puede llegar a modificarse con el tiempo, porque, de hecho, dentro de esta licuación de las opciones intermedias hay nuevas voces que han avanzado, que han llegado a plantar una semilla minoritaria, por supuesto, por lo tanto hay que ver cómo decanta esto.
EC - ¿A qué te refieres con nuevas voces?
SP - Por ejemplo, una de las grandes sorpresas de este nuevo Parlamento es Rosa Díez sería muy interesante que un día de estos hablaran con ella, que en seis meses y con dos monedas, porque no tenía nada, creó un partido político nuevo, que se llama Unión por el Progreso y la Democracia. Viene a ser un desprendimiento del socialismo, muy crítico hacia los dos y sobre todo muy crítico hacia esta especie de polarización absoluta. Rosa Díez sacó dos diputados, uno está peleando la banca, pero lo cierto es que la primera vez, hace 15 días, que yo vi un póster de ella en la calle, dije: "Uy, caramba, Rosa Díez existe". Y aun así consiguió 350.000 votos. Pequeñas voces que están diciendo que de la nada algo más puede hacerse. Eso es lo que me hace pensar que no está absolutamente consolidado esto del bipartidismo, sino que es expresión de una polarización.
EC - ¿Cómo viene la gobernabilidad? ¿Qué es lo que cabe esperar del segundo período a cargo de José Luis Rodríguez Zapatero? Ayer, en su discurso asumiendo el triunfo, dijo:
"Los españoles han hablado con claridad y han decidido abrir una nueva etapa. Una nueva etapa sin crispación, una etapa que excluya la confrontación, una etapa que busque el acuerdo en los asuntos de Estado. Gobernaré profundizando las cosas que hemos hecho bien y corrigiendo los errores. Gobernaré este nuevo tiempo con el diálogo social y con el diálogo político. No ahorraré esfuerzos para lograr siempre el apoyo social y político más amplio que sea posible".
¿Esto puede darse?
SP - En esta primera etapa lo mejor para Zapatero es que se ha liberado de la alianza que requería hasta ahora con sectores políticos que le complicaban el gobierno. Por ejemplo, no va a necesitar la alianza con Esquerra Republicana de Cataluña, un partido independentista. Porque era muy difícil para un gobierno moderado negociar con independentistas; ahora se libera de esta servidumbre.
EC - Pero ¿con quién va a gobernar, con quién va a obtener mayoría? Porque mayoría propia no tiene.
SP - Con un partido experto en esto, que tiene años de oficio en la materia de brindar la llave del Parlamento, que es el nacionalismo moderado de Cataluña, Convergencia y Unión. Es gente que sabe muy bien de qué se trata, cómo hacerlo poniendo un poco de humor en la mañana por un módico precio. Lo saben hacer, lo han hecho con el socialismo, con el PP, tienen toda una trayectoria en ser aliados del gobierno desde la moderación, y en esto Zapatero gana mucho, gana tranquilidad, gana previsibilidad. Por esto creo que vamos a ver un Zapatero menos audaz, menos riesgoso, menos lanzado. Si yo tuviese que hacer un retrato del Zapatero que vamos a ver, diría que vamos a ver un Zapatero más reflexivo, más consciente de que no puede ignorar al PP, a la oposición de derecha, como hizo durante estos cuatro años en que deliberadamente intentó arrinconarlo. Creo que vamos a ver un hombre de este tipo.
La gran pregunta es a quién vamos a ver del otro lado. Ayer, cuando terminaba el recuento de cómputos, sobre la medianoche, el último en aparecer, el último en comparecer, fue Mariano Rajoy, del PP. La pregunta era, dicho en criollo: Mariano, ¿te quedás o te vas? ¿Qué vas a hacer? Y Mariano no dijo ni lo uno ni lo otro, como buen gallego. Todavía no hay pistas muy claras sobre cuál va a ser su futuro. Lo cierto es que por el momento se queda.
EC - Y lo hace "festejando" el crecimiento que tuvo su partido.
SP Absolutamente. Él siempre había dicho que si conseguía un diputado más se quedaría. Y consiguió cinco, la misma cantidad que consiguió el PSOE. Es interesantísimo lo que está pasando, un proceso político francamente interesante.
EC - ¿Por dónde vienen los desafíos del gobierno de Rodríguez Zapatero? ¿Cuáles son las áreas críticas?
SP - El área crítica fundamental es la economía. El dinero no alcanza. Aquí hay un término que es el "mileurismo", que es vivir con 1.000 euros. Yo sé que 1.000 euros en nuestros países suena fantástico, pero vivir aquí con 1.000 euros es imposible. Por el costado económico los problemas son reales. Depende de los ojos con que se mire, desde nuestros países puede parecer una panacea, pero aquí los ruidos se escuchan. Eso va a ser lo primero.
Y lo segundo es reconstruir el clima de sociedad colectiva, de que no somos unos contra otros, terminar con esto que se ha vivido estos cuatro años, en que había dos veredas. Está bien, las dos veredas existen, pero la carretera es una sola.
Esos son los desafíos: economía, porque la economía duele y mucho, y altera los ánimos, y reconstruir un ánimo perdido.
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Edición: María Eugenia Martínez