Entrevistas

Argentina: Si hay una salida al conflicto del campo, será política

El discurso de este martes de la presidenta argentina Cristina Fernández frustró cualquier posibilidad de diálogo con los empresarios del campo y crispó los nervios del sector. El conflicto se profundizó, el paro amenaza el abastecimiento en todo el país y los piqueteros se sumaron a las protestas. "Si hay una salida, va a ser de carácter estrictamente político, con la renuncia de algún funcionario", aseguró el politólogo argentino Miguel de Luca, y agregó que a pesar de la alarma desatada luego de los hechos violentos de ayer, esto no se compara con la crisis del gobierno de De La Rúa en 2001.

(Emitido a las 7.51)

EMILIANO COTELO:

Si ustedes cruzan el río y miran la oferta de los kioskos de la ciudad de Buenos Aires, se podrán encontrar por ejemplo con el título del diario Página 12, que: "Campo minado. Fuerte escalada en el conflicto con los empresarios del campo. Los dirigentes de las organizaciones agrarias anunciaron la continuación del lockout por tiempo indefinido. A su vez, la presidenta Cristina Fernández respondió: ‘No me voy a someter a ninguna extorsión’. Lo hizo en un duro discurso donde definió la protesta como ‘piquetes de la abundancia’. Por la noche hubo cacerolazos en varios barrios porteños y una concentración opositora en plaza de Mayo".

Estamos con el politólogo Miguel de Luca, que se desempeña en la Universidad de Buenos Aires.

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¿Cómo examinan en Argentina estos hechos de las últimas horas? Desde aquí se visualiza como algo francamente serio, grave. ¿Tienen la misma impresión?

MIGUEL DE LUCA:

Efectivamente, lo que en principio era un conflicto limitado a un sector específico, a la producción rural, se ha extendido a manifestaciones de protesta en grandes centros urbanos y a una réplica de sectores alineados con el gobierno, específicamente los piqueteros. Esto se desata básicamente a partir del discurso de la presidenta en el día de ayer, que en vez de tender algún puente o alguna posibilidad de diálogo, directamente marcó un límite, cerrando cualquier posibilidad de negociación con el sector.

EC - ¿Quiénes fueron los manifestantes de ayer? Porque en principio cabía esperar que salieran a la calle familiares, personas vinculadas con productores agropecuarios. De hecho, esa era una parte de la muchedumbre en el centro de Buenos Aires. Pero no fue sólo ese público.

M de L - No, las principales manifestaciones se dieron en los barrios desde el centro hacia el norte de la ciudad, que son sectores que no han votado y que no están identificados con el peronismo histórico. Por eso digo que se ha ampliado a sectores que no están directamente involucrados en el conflicto entre el gobierno y el campo.

EC - ¿Pero sí son sectores de las clases económicas más altas? ¿O están involucradas también clases medias, clases bajas? ¿Cuál es el análisis?

M de L - Son sectores medios-altos que, más que manifestarse a favor del campo o en contra de las medidas tomadas contra el gobierno, se manifestaron repudiando el estilo del discurso presidencial. En la protesta de ayer se combinaron la continuidad de una reacción contra las medidas del gobierno con relación al campo y una especie de hastío o de cansancio de un estilo de confrontación del gobierno. El detonante fue el discurso de la presidenta, que no dejó ningún margen para la negociación o el diálogo.

EC - ¿Cuán extendido está ese malestar? Porque la presidenta Cristina Fernández lleva poco más de 100 días en el gobierno.

M de L - Depende de cómo se cuente. Por un lado, sí, asumió el 10 de diciembre del año pasado, pero por otra parte se presenta como la continuidad del gobierno de su esposo, con lo cual deberíamos contabilizar más de cuatro años. Por eso digo que es una manifestación contra un estilo de hacer política que, si bien no ha sido cuantitativamente numerosa –porque no fue demasiada la gente que se volcó a las calles– de todos modos marca un punto de inflexión, al menos con respecto a los grados de apoyo al gobierno central en los grandes centros urbanos.

EC - Llaman la atención –y genera preocupación– algunas similitudes con manifestaciones en las calles de Buenos Aires que tuvieron lugar en los momentos más críticos del gobierno de De la Rúa: los cacerolazos, los enfrentamientos entre bandos a favor y en contra del gobierno. ¿Cómo hay que tomar en cuenta esos aspectos?

M de L – Hay una gran diferencia, en primer lugar, por la cantidad de gente volcada a las calles; en segundo lugar, porque la coyuntura económica del país es fuertemente distinta; y también por los grados de apoyo y legitimidad política. La presidenta fue electa hace poco tiempo con un gran apoyo, tiene un sostén bastante extenso en las cámaras parlamentarias en las gobernaciones de provincia. Eso marca contrastes bien fuertes con lo que fue el final del gobierno de De la Rúa.

Y no solo con la política o los sostenes en el ámbito institucional, sino también con lo que ocurre en las calles. Así como el gobierno de De la Rúa finalizó con una amplia manifestación popular, en este caso la manifestación fue mucho más reducida, y además salieron a la calle grupos de apoyo al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Esto también marca una diferencia con respecto al final del De la Rúa, los grupos piqueteros liderados por Luis D’Elía o Emilio Pérsico han salido a contrarrestar la movilización de apoyo al campo.

EC - Pero eso tampoco es muy sano, porque han salido a contrarrestar la manifestación con violencia.

M de L - Por supuesto, eso es así, y no le hace bien a las prácticas políticas democráticas y civilizadas. Pero esta es una cierta manera de cómo se concibe hacer política en la Argentina actual, que no empezó con las protestas del campo sino que se vienen arrastrando de situaciones anteriores.

Por otro lado, hay una cierta simplificación del problema. De parte del gobierno al abarcar al conjunto de empresarios del campo como una sola cosa y también de parte de los gobernadores provinciales, que no salen a decir nada con relación a este tema, o muestran una actitud más bien de apoyo a ciertos sectores rurales, despegándose del propio gobierno.

EC - ¿Por qué los gobernadores están en esa postura?

M de L - Porque las retenciones son medidas fijadas por el gobierno nacional, sin ningún tipo de aprobación parlamentaria y son recursos de que dispone el gobierno nacional, que no vuelven de manera institucionalizada y efectiva ni en el presupuesto ni en inversiones hacia las provincias. Es lo que reclaman los sectores del campo y los gobernadores de provincia, que no pueden contar con estos fondos de manera directa, sino que dependen de la discrecionalidad del gobierno nacional.

EC - Entonces, ¿cómo puede continuar esta crisis? Porque el paro agropecuario, las medidas de piquetes en las rutas, van a proseguir. ¿Cuentan con un buen nivel de adhesión?

M de L - Sí, y más a partir de lo que ocurrió ayer. La única posibilidad de que esto se resuelva de una manera pacífica o encauzada es sentarse a negociar, pero ayer se mostraron fuertes tensiones de ambos sectores y, al menos en el corto plazo, esto va a ser difícil. Sobre todo por la trayectoria y los estilos exhibidos por las partes.

EC - Información de último momento en la versión en internet del diario Perfil, citando fuentes de Casa de Gobierno, decía que en el gobierno de la presidenta Cristina Fernández se analiza la posibilidad de entregar la cabeza de Martín Lousteau, el ministro de Economía, que se encargó de fustigar a los dirigentes rurales cuando comenzó el conflicto. "Con el tiempo en contra, el propio Néstor Kirchner entró a tallar en las reuniones en el más alto nivel, pero el gobierno guarda una carta secreta difícil de jugar. Si la hipotética renuncia de Lousteau no fuese suficiente, Alberto Fernández presentaría también su renuncia a la jefatura de gabinete. Ese gesto, que sería recompensado con algún cargo en el exterior, dejaría muy debilitado al gobierno. Claro que si los cacerolazos continúan pasada la medianoche, los Kirchner se verían obligados a entregar un peón...".

¿Qué dice usted de estas posibilidades?

M de L - Son posibilidades que se barajan, porque el gobierno cometió un error de cálculo, pensó que apelando a la estrategia en la que se siente más cómodo, que es la confrontación, podía poner un límite al paro agropecuario. Y se vio sorprendido por la reacción de sectores de Capital Federal, de Córdoba, de Rosario, que salieron a las calles. Ese tipo de alternativa seguramente ha estado en los cálculos del propio gobierno para descomprimir la situación.

EC - ¿Otras salidas posibles?

M de L - Por el momento no veo una negociación en torno al tema de las retenciones. A menos que se introduzca algún tipo de contemplación para los sectores rurales que no forman parte del gran empresariado del campo. Más bien la salida va a ser de carácter político y no estrictamente de intereses o en el terreno específicamente económico.

Por otra parte, también es complejo de resolver, ya que se da la paradoja de que muchos de los sectores que ayer salieron a protestar en contra del gobierno o apoyando las medidas del campo, se verían en gran medida perjudicados si se levantaran o se redujeran las retenciones, porque aumentarían en forma directa varios de los productos de la canasta básica.

EC - ¿Entonces?

M de L - Si hay una salida, va a ser de carácter estrictamente político, con la renuncia de algún funcionario, con algún grupo de actores políticos sentados a la mesa como mediadores, como pueden ser el gobernador de la provincia de Santa Fe, Hermes Binner, o el de Córdoba, o algo por el estilo.