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Negociaciones entre China y Tíbet: "Una señal de inteligencia y sentido común"

Mientras la llama olímpica recorre las calles del país que albergará a los Juegos Olímpicos en agosto de este año, el gobierno chino y el Tíbet vuelven a las negociaciones. Esta "es una señal de inteligencia y de sentido común", según Rafael Poch de Feliú, corresponsal del diario español La Vanguardia en China, quien consideró que si bien hay un "propósito coyuntural de bajar la tensión de esta tremenda situación internacional que rodea los Juegos", estas conversaciones contemplan "otro tipo de motivos más de fondo que habrá que valorar a largo plazo".

(Emitido a las 8.33)

EMILIANO COTELO:

A esta hora la llama olímpica recorre la ciudad de Haikou, capital de la provincia de Hainan, en territorio chino. Desde el sábado, la antorcha está en el país que será sede de los Juegos Olímpicos en agosto de este año. El acontecimiento no ocurre sin inconvenientes y polémicas, sino todo lo contrario: aún suenan fuerte en todo el mundo las críticas y condenas por el manejo que el gobierno chino ha hecho de las protestas en el Tíbet, donde los monjes budistas buscan una mayor autonomía del gobierno de Pekín.

Ayer, en Nepal, las fuerzas de seguridad de ese país reprimieron a un numeroso grupo de personas que protestaban contra Pekín, tras arrestar a 125 manifestantes que intentaron forzar la entrada a la embajada china demandando "libertad para su tierra tibetana".

Estos disturbios ocurren cuando se da una negociación entre las autoridades chinas y el gobierno tibetano. Esa posibilidad, que hace poco se veía muy difícil, se ha concretado. El portavoz del Dalai Lama saludó ayer la entrevista que el domingo mantuvieron responsables chinos y emisarios del líder en el exilio y se congratuló por que Pekín se haya comprometido a continuar estos contactos sobre la situación en el Tíbet.

¿Cómo están las cosas?

Vamos a trasladarnos a China, para seguir de cerca lo que sucede y conocer las expectativas que se abren en las próximas semanas en torno a estas tratativas. Estamos en diálogo con el periodista español Rafael Poch de Feliú, corresponsal del diario La Vanguardia, de Cataluña.

La antorcha olímpica está en China; ¿cuál es el programa previsto para ella en las próximas semanas y en los próximos meses?

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RAFAEL POCH DE FELIÚ:
Ha empezado la fase fácil de este polémico y muy incidentado recorrido por el mundo. La antorcha va a recorrer todas las provincias chinas, entre enormes multitudes, con gran fervor popular. Este recorrido incluye la subida al monte Everest y su paseo por Lhasa, la capital del Tíbet, donde podría tener algún problema. El acceso al Everest ha sido prácticamente cerrado por las autoridades chinas para prevenir incidentes.

Eso es todo lo que hay, no parece que vaya a haber ninguna sorpresa en China, donde el apoyo a los Juegos es total.

EC - ¿Cómo evalúan los analistas el gesto del gobierno chino de reiniciar conversaciones con representantes del Dalai Lama?

RP de F - Es una señal de inteligencia y de sentido común. En primer lugar, porque el problema del Tíbet no tiene una solución sin un diálogo con este sector del exilio, que es muy pequeño pero que tiene a su cabeza al líder nacional tibetano, que es líder no solo para el exilio sino también para los tibetanos que viven en China, en el Tíbet. Por tanto, para solucionar este complejísimo problema con medio siglo de historia es necesario llegar a un acuerdo con él. Desde este punto de vista es una buena noticia.

Desde el punto de vista inmediato, de la situación actual, también, porque China tiene un problema muy serio, el asunto del Tíbet ha hundido la operación Juegos Olímpicos. La ha hundido de una manera muy amarga para la población china y para las autoridades, que veían en todo esto una operación de buena voluntad y de amistad hacia el mundo y se sienten maltratados por esta campaña.

La gran mayoría de la sociedad china no considera que haya una situación injusta en el Tíbet, en parte por falta de información y en parte porque tiene sus propios puntos de vista y argumentos. Por tanto para ellos esta campaña es injusta y les recuerda otros agravios que el país ha sufrido de las potencias occidentales.

EC - ¿Qué sinceridad hay en el gobierno chino en estas conversaciones que se han retomado? ¿Existe la posibilidad de acercar posiciones, de llegar a entendimientos, o se trata de una agenda de negociaciones destinada a aplacar las protestas, a "ceder" a las presiones internacionales?

RP de F - El propósito coyuntural de bajar la tensión de esta tremenda situación internacional que rodea los Juegos forma parte indiscutible de la decisión china de retomar las conversaciones. Pero hay otro tipo de motivos más de fondo que habrá que valorar a largo plazo.

Después de medio siglo de política china en el Tíbet, la revuelta que se produjo a mediados de marzo y que continuó durante aproximadamente un mes en casi todo el Tíbet ha demostrado de una forma muy cruel que el problema existe y no se puede ignorar. Puertas afuera, China ha dicho que todo esto es una especie de conspiración del grupo del Dalai Lama, ignorando los motivos de fondo. Pero puertas adentro, la dirección china comprende perfectamente que algo no funciona en el Tíbet y hay que buscar una solución. Quiero pensar que esas conversaciones incluyen también este segundo propósito.

EC - ¿Hacia dónde puede ir la negociación? ¿Qué tipo de acuerdos se pueden alcanzar?

RP de F - Es un tema muy difícil, el problema es sumamente complicado, tiene muchos componentes. Comencemos por el menos conocido en Occidente, donde se tiende a poner el énfasis en los problemas de la política china en el Tíbet y se ignora que también hay problemas del otro lado. El exilio tibetano es un grupo de unas 130.000 personas que hace 50 años perdieron contacto con el Tíbet, porque huyeron. Su origen era el sector más reticente, más antichino y más conservador de la sociedad tibetana; son los que huyeron a la India, los que más sufrieron físicamente la represión china cuando la situación derivó en enfrentamientos.

Esta gente reclama, entre otras cosas, un gran Tíbet, no solo la región autónoma que organizó China después del año 59, sino todas las partes de China donde hay población tibetana, es decir, un territorio aproximadamente el doble del Tíbet actual, una cuarta parte de la extensión del territorio de la República Popular China. No solo quieren una autonomía real sobre todo ese territorio, que incluye trozos de cinco provincias chinas, sino que además exigen que el Ejército chino se retire de esas zonas, lo cual es muy poco realista si se tiene en cuenta que esas zonas incluyen frontera con la India (donde hay pleitos fronterizos y un precedente de guerra en el año 62), fronteras con Birmania, zonas muy delicadas.

Por lo tanto, además de corregir la política china en el Tíbet, cuyos defectos son notorios y conocidos, haría falta que el sector del exilio tibetano propugnara un programa más realista para que este encuentro se pueda realizar.

Hasta ahora lo que hemos visto ha sido una campaña de extraordinario éxito de relaciones públicas del Dalai Lama y el exilio tibetano en Occidente, pero sin ningún resultado en el escenario central de juego, que es China, el Tíbet chino, donde vive la mayoría de los 6 millones de tibetanos que hay en el mundo. Cuanto más exitoso es el Dalai Lama ante la opinión pública occidental, tanto menos lo es en su relación con China. Ese es el drama de la situación.

EC - Cuando se resolvió que los Juegos Olímpicos tuvieran lugar en China, las señales de disconformidad de la comunidad internacional no se centraron solo en la situación del Tíbet, también se ha cuestionado a China más en general por las violaciones a los derechos humanos contra buena parte de la población. ¿Qué gestos hay del gobierno chino para atender ese otro tipo de críticas?

RP de F - Hay un problema que no es tanto un problema chino como un problema de la opinión pública occidental sobre China. Se reduce China a una especie de infierno de derechos humanos, una especie de Estado totalitario donde los derechos humanos se violan de una forma espectacular. Es verdad que China tiene muchísimos problemas de derechos humanos, pero es completamente absurdo reducirla a eso. Es un país con muchísimos éxitos en el bienestar de la población y derechos humanos esenciales de tipo material.

China no es una democracia homologable, es un régimen autoritario, pero cada vez lo es menos, se va abriendo, tiene una evolución y una política bastante inteligente, y se merece bastante respeto teniendo en cuenta que administra el destino de 1.300 millones de seres humanos. Reducir todo eso a las miserias de China como país opresor es un poco caricaturesco. Si se debe o no conceder las olimpíadas a un país con estas características, es una decisión que se discutió en el año 2001 y se resolvió afirmativamente. Y si he de expresar mi opinión, China tiene muchos méritos para ser un país respetado y respetable.

EC - ¿El gobierno chino hace gestos en esta materia?

RP de F - No veo demasiado tema por ahí, mi pregunta es más bien por qué están convirtiendo a China en un monstruo con motivo de los Juegos Olímpicos.

EC - Mi consulta era si desde el gobierno chino se realizan gestos en esta dirección y a propósito de estos cuestionamientos.

RP de F - El gobierno chino siempre ha considerado que los derechos humanos han mejorado en el país, que vienen mejorando desde hace 30 años. Hace 30 años se adoraba como a un dios al presidente Mao y la actual sociedad china no tiene nada que ver con aquella, ha cambiado de una forma espectacular, se está democratizando socialmente. No en el sentido de que la gente vaya a votar cada cinco años, sino en el sentido social, mucho más profundo, en el sentido de la vida de cada día, de que los niños en las escuelas eligen a sus delegados, que antes eran nombrados a dedo por el profesor, en el sentido de que en 600.000 pueblos y localidades de menos de 10.000 habitantes de todo el país las autoridades se eligen por sufragio universal. La prensa es cada vez más libre, es una sociedad que se está modernizando en el área de las telecomunicaciones, con una opinión pública que está naciendo. Es una sociedad que reconoce las libertades individuales, cuando hace 30 años no existía el concepto de individuo. En Pekín hay bares de homosexuales, de lesbianas, es un país absolutamente efervescente.

¿Cuál es la pregunta? ¿Si van a soltar a los 53 periodistas detenidos por derecho de opinión que hay en este país de 1.300 millones? Es un tema lamentable, pero no es particularmente significativo. La lista de derechos humanos conculcados en China que se maneja con frecuencia en Occidente, a excepción de la pena de muerte, aplicada con más ejecuciones en China que en el resto del mundo, son problemas bastante nimios. Se me ocurren 200 problemas de derechos humanos mucho más importantes que hay en China y que no se suelen tocar, por ejemplo las decenas de poblados de cáncer que hay en la provincia de Henan, donde la gente sufre unas tasas de cáncer tremendas porque consume agua contaminada y está prácticamente abandonada; los problemas de sida en esa misma provincia; los problemas de acceso a la sanidad pública. Hay enormes listas de derechos humanos conculcados y de situaciones sociales tremendas. En este contexto, Occidente mira a China con sus propios ojos, con sus propios anteojos. No creo que sea muy apropiado.