Mujeres en Afganistán: cuando la inmolación parece la única opción
A los 41 años, Alfredo García Morales, uruguayo, dejó su país natal y emigró hacia el corazón de Asia para incorporarse a la Asociación de Cooperación para Afganistán. Mediante su trabajo en esta ONG brinda apoyo a las mujeres locales que, oprimidas por una sociedad fuertemente machista, intentaron autoinmolarse. Entrevistado por En Perspectiva, dijo que esta práctica ya es una tradición en el país centroasiático aunque lentamente parece ir menguando. Señaló que existe una protección legal hacia la mujer pero no social, y que hay una absoluta falta de voluntad política para cambiar esta desesperante situación.
(emitido a las 9.01 hs.)
(Audio mujer afgana. Traducción.)
"He hecho esto para morirme porque en casa no estaba bien. Ahora Dios me ha salvado y no volveré a hacerlo".
(Fin.)
JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
Esto que escucharon, estos 10 segundos, son parte de un simple, sencillo y terrible testimonio. Es el de Sarah, una mujer que vive en Herat, Afganistán, y que se salvó de una autoinmolación.
Es parte de un documental llamado "Las hijas del silencio", un título perfecto para una realidad que está lejos de nuestro país, pero que tiene a un uruguayo como protagonista de historias que suelen resumirse en el hospital de Herat.
(Audio hospital de Herat.)
"El eje fundamental del trabajo de Asociación de Cooperación para Afganistán (ACAF) se sitúa en el hospital de Herat, y sobre todo en su unidad de quemados. El impacto visual que causa este lugar es tremendo. Hay decenas de camas repartidas en tres habitaciones. Se oyen lamentos, pero también risas de los más pequeños, que ajenos al dolor de sus madres intentan hacer lo que cualquier niño."
(Fin.)
JAE - No es lo habitual escuchar cosas como estas sobre Afganistán, generalmente la información es sobre talibanes, fuerzas internacionales lideradas por Estados Unidos, combates entre tribus afganas, la búsqueda de Osama Bin Laden o la reconstrucción de un país arrasado por la violencia. Todo esto suele ocultar, como un velo, el rostro de la mujer denigrada.
Les proponemos viajar al otro lado del mundo para conversar con Alfredo García Morales, un ingeniero de 42 años que emigró a Afganistán para trabajar en ACAF, una organización cuyo objetivo es dar a conocer la situación actual de la población afgana después del derrocamiento del régimen talibán, desde la perspectiva de sus mujeres y con especial atención hacia los colectivos marginados.
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JAE - Son las 16.34 ahí, ¿no?
ALFREDO GARCÍA MORALES:
Exactamente, estoy terminando el día.
JAE - ¿Cómo llegaste a Afganistán? ¿Cómo se dio tu situación particular para tomar la decisión de dejar Uruguay e ir a trabajar allí en una ONG?
AGM - Yo estuve trabajando ahí en una empresa de computación durante 10 años, y a su vez me vinculé con ACAF vía internet, ayudándolos a hacer la página web y demás. Hoy hace un año exactamente que ellos me invitaron a venir a dar unos talleres acá. En Uruguay estoy trabajando con el grupo SER, que es un grupo de pacientes hospitalarios en el Pereira Rossell, y esta invitación a dar unos talleres me trajo cómo relacionarse de otra manera con respecto a lo sensitivo. Di esos talleres en junio del año pasado, parece que mi trabajo gustó un poco, y como acá no había una dirección estable en el proyecto, me ofrecieron el cargo de director de proyecto, que asumí en noviembre del año pasado.
JAE - ¿Cómo es un día común para ti? ¿A qué hora te levantás?, ¿cómo es tu rutina?
AGM - Lo menos que tenemos que hacer es generar una rutina, por problemas de seguridad. Por lo tanto me despierto generalmente a las ocho, tomo un desayuno, veo cómo está la situación en la ciudad, y si está todo normal voy a mi oficina, que está en el Ministerio de Asuntos de la Mujer, en las afueras de la ciudad, así que no es fácil llegar hasta allí todos los días. En esa oficina tenemos nuestro centro, donde damos educación y talleres a las mujeres autoinmoladas.
JAE - ¿De qué modo se vive la guerra allí? Porque Herat queda en el oeste del país, en las montañas de Afganistán central, sobre el lado de Irán, y no de Pakistán, que puede ser la zona más conflictiva.
AGM - Es cierto, pero hace un año se podía caminar tranquilo por la ciudad, y hoy no, los rebeldes están en casi todas las puertas del país, y hace un mes más o menos Estados Unidos hizo un bombardeo bastante fuerte en un pueblo, mató a muchísimos civiles, y eso está a 100 kilómetros de acá. Es decir, no estamos ajenos a la guerra aunque no estemos en el sur. En el día a día eso afecta la forma de ir a trabajar, hay que cambiar los horarios, no generar rutinas y estar siempre atento a lo que está pasando, si bien dentro de las ciudades todavía se está seguro, no hay que perder de vista que la guerra no está tan lejos.
Trabajo en el Hospital de Herat. Alfredo jugando con niños. |
JAE - ¿Atento de qué manera? ¿De qué manera te informás o estás advertido de riesgos mayores que los habituales?
AGM - Por lo pronto, la mía es una ONG chica, que no tiene recursos para muchas cosas, pero en general las ONG grandes tienen gente especializada en seguridad y demás, entonces trato de ponerme en contacto con ellas a través de amistad y de gente que uno va conociendo, y también están los reportes de los militares. Hay una ONG especializada en temas de seguridad para las demás ONG, que nos envía reportes de seguridad a diario, entonces tratamos de llevar el tema lo mejor posible.
JAE - La ONG trabaja con las prácticas de autoinmolación, con las mujeres que han intentado suicidarse por esta vía quemándose, pero no lo lograron y están heridas. ¿De dónde viene la práctica de autoinmolación en Afganistán?
AGM - Aunque parezca mentira, todavía no he podido descifrar exactamente de dónde viene esa práctica, pero es una tradición. Es una tradición que trae una intención atrás. En la sociedad patriarcal, con el machismo establecido, el hombre tiene control sobre su mujer y sobre su núcleo familiar, es el dominante, y no está bien visto que alguien se rebele contra esa autoridad. Por lo tanto cuando una mujer intenta suicidarse es muy mal visto, y si lo hace a través de este método está trasmitiendo la idea de que su jefe o su pareja no la está tratando bien. Eso afecta al hombre en su nivel social. Por lo tanto también es una venganza de la mujer que es víctima de muchísima violencia doméstica y sobre todo social.
JAE - ¿Con qué frecuencia se producen estos hechos?
AGM - Por suerte es una acción que se hace cada vez menos. Es cierto que todavía la violencia contra la mujer es muy fuerte, pero la mujer está tratando de salir de esta situación, aunque es muy difícil, porque no hay intención ni política ni social para que esto suceda. La mujer quiere tratar de salir de esta opresión que está viviendo, y los datos reales y crudos que nos llegan es que cada vez hay menos casos de inmolación en la ciudad de Herat. No tenemos acceso a las demás provincias que abarca nuestro proyecto, no podemos ir por razones de seguridad, pero se está viendo una notoria disminución de este tipo de casos, lo que no implica que haya menos violencia. Pero la mujer lo está viendo de otra manera, está empezando a aparecer la idea de solucionar estos problemas, se animan un poco a ir más a las autoridades, a plantear los temas. Eso está sucediendo y es bueno para la situación de la mujer acá.
JAE - Esa situación de violencia contra la mujer no es exclusiva de Afganistán. Comentábamos más temprano que las cifras en Uruguay sobre violencia doméstica han aumentado, porque hay una práctica de mayor intención de denunciar ante la justicia hechos de este tipo. ¿Cómo es en Afganistán? Cuando se producen hechos de violencia del esposo o del jefe hacia la mujer, ¿existe la posibilidad de ir a la justicia a pedir protección?
AGM - Sí, existe una protección legal hacia la mujer, pero no social. Depende de la mujer o del nivel socioeconómico y cultural de la mujer la respuesta que pueda tener. Si es una mujer de un nivel muy bajo no le dan ninguna bolilla, no les importa lo que le está pasando. Todo depende de quién seas para recibir la ayuda que corresponde. Para las mujeres que no tienen ningún derecho, cuando se animan a denunciar estos hechos, lo que ocurre en muy pocos casos, muy probablemente la policía deje el asunto en manos del líder tribal o de la zona, y este no le dé mucha bolilla a lo que dice la mujer y la obligue a volver a la misma situación. Por eso el índice de autoinmolación es altísimo, porque cuando te pasa esto, vas a pedir ayuda, no te llega esa ayuda y además te obligan a seguir viviendo en la misma situación en que estabas es tremendo. Entonces esa es la respuesta de las mujeres.
Volviendo a la pregunta, las mujeres todavía no tienen mucha protección. Si sos de un nivel alto sí, pero porque sos alguien en el país; si no, no tenés mucha ayuda.
JAE - Estaba mirando que el 30% de las mujeres autoinmoladas sobrevivieron a las quemaduras, estuvieron en el hospital unos días y luego fueron obligadas a regresar al hogar de donde quisieron escapar, que esto sucede en la mayoría de los casos. Entonces, ¿qué hace después esa mujer que no logró morir?
AGM - Te cuento el caso de una chiquilina que estamos ayudando. Se autoinmoló hace dos años, porque, aunque parezca mentira, la mujer acá también es victimaria. Tenía muchísimos problemas con su suegra, que no la consideraba digna de su hijo y por lo tanto le hacía la vida imposible, entonces ella tomó la decisión de intentar suicidarse pero sobrevivió. Hoy, dos años después, tiene 16 años y hace cuatro que está casada y tiene dos hijos; hace dos días estuve con ella, le pregunté por la situación, cómo estaba la familia, y me contó que después de dos años del intento de suicidio la situación sigue exactamente igual, que su suegra le hace la vida totalmente imposible, que su marido no la escucha y no tiene soluciones económicas, porque además viven en extrema pobreza. Yo le hice una pregunta quizás un poco loca, para ver el real estado de ánimo, le dije: "Si yo te doy a elegir entre 10.000 dólares y un revólver, ¿qué elegís?", y ella me dijo: "Sin duda, el revólver". Está viviendo exactamente la misma situación y no tiene otra opción ni otra salida que vivir como está viviendo.
JAE - Y frente a eso, ¿qué hacés tú, que trabajás con estas mujeres, siendo hombre y occidental, en una sociedad marcadamente machista?
Mujeres en un reparto de comida de ACAF |
AGM - Lo que puedo hacer para solucionar el problema es poco. En este caso en particular convoqué al marido para que venga a hablar conmigo, y le voy a proponer ponerlo en contacto con otras ONG que están haciendo viviendas, porque el problema es que están viviendo todos juntos en una misma casa y no tienen posibilidades económicas de mudarse. Y si esta familia, la mujer, el marido y los niños, van a vivir a otra casa, seguramente se minimicen mucho los problemas con la suegra. Mi trabajo en este caso es tratar de solucionar este problema, pero específicamente el trabajo es tratar de darle ánimo y fuerza a la chica para que trate de ver los problemas de otra manera, no como que eso es el fin de su vida sino como algo que se puede superar, porque si bien es muy difícil, todos sabemos que cuando uno enfrenta un problema depende de la cara con que lo mire si lo va a poder solucionar o no. Nuestra ayuda pasa por estos dos lados, tratar de darle ánimo y esperanza a ella para que solucione ese problema desde el punto de vista emocional, y buscar una solución material a través de vinculaciones con otras ONG.
JAE - Y en este caso o en otros en general, ¿cómo reaccionan los maridos de las mujeres que son asistidas por el programa? ¿Lo toman a mal? ¿Has recibido amenazas, por ejemplo, por tratar de ayudar a la mujer que vive este sufrimiento?
AGM - Si se pueden considerar amenazas determinadas formas de hablar y de expresar, sí las he recibido. No son amenazas para mí, yo no las entiendo como amenazas, pero de parte de ellos lo son. Se niegan absolutamente a que sus mujeres vengan a nuestro programa o a nuestro proyecto, es una forma de decirnos "no te metas con mi familia, porque vas a tener problemas". De esos casos he tenido muchos, y no puedo hacer nada, no puedo ir más allá, porque sería un problema para mí y para la ONG, y también para ellas. Hay más o menos un 20% de mujeres a las que no hemos podido llegar y no creo que podamos llegar, por más esfuerzo que hagamos, porque sus maridos tienen la concepción de que su mujer tiene que estar en la casa lavando los pisos. Tenemos que aprender a lidiar con ese problema, siempre con la mentalidad de saber con quién nos estamos metiendo, de pedir permisos, de explicar bien lo que se está haciendo y demás, porque si no, sí se pueden tener problemas.
JAE - ¿Con la presencia militar de Estados Unidos cambió algo la dinámica social? Por ejemplo, el actual presidente, Hamid Karzai, ¿qué ha hecho con respecto a esta situación?
AGM - Con respecto a la situación Estados Unidos exigió que se occidentalizara un poco, por lo tanto se abrió un Ministerio de la Mujer y se pusieron cargos políticos para mujeres, pero eso ha dejado de funcionar, son instrumentos obsoletos que no sirven para nada, porque lo más importante es que ni el gobierno afgano ni la infinidad de gobiernos provinciales, de distritos y demás, más abajo, tienen la voluntad política de hacer un cambio en esto. Es una tradición que está arraigada en la sociedad y va a ser muy difícil cambiar. Entonces no se ven intenciones de cambio para la situación de la mujer actualmente.
JAE - ¿Qué planes tenés a nivel personal? ¿Hasta cuándo te vas a quedar en Afganistán? ¿Pensás volver?
AGM - Sí, tengo un contrato de tres meses de trabajo acá y un mes de vacaciones en Uruguay. Me voy de vuelta para allá en agosto, y después vuelvo acá para cerrar el año y quizás mi contrato, porque mi contrato termina en noviembre, aunque me ofrecieron otro año. Lo estoy considerando porque ahora en agosto son las elecciones acá en Afganistán y el panorama puede cambiar sustancialmente según quién gane, puede ser radicalmente distinto, y nuestra ONG, que es muy chica, no provee tanta seguridad y demás, es difícil tomar una decisión ahora de continuar un año más si la situación empeora. No tiene pinta de mejorar mucho, por más que Estados Unidos dijo que iba a mandar más tropas. El problema es que no solo con tropas se arregla la cosa, porque el bombardeo que hicieron el otro día, en el que mataron a 90 niños, ha generado un descontento y un enojo muy grande contra los internacionales, sean de donde sean. Entonces esto se está volviendo difícil desde ese punto de vista. No te estoy hablando de lo militar, porque no lo sé, si bien sé que está difícil la cosa. Pero el mar de fondo que se está armando con el malestar del afgano común contra los internacionales es muy fuerte, entonces no sé si voy a poder seguir otro año más acá.
JAE - Tenés un tiempo para resolver eso que supongo que es un dilema para vos, porque tomaste una opción para ir hasta allá y hacer ese trabajo social. En definitiva se te acerca una encrucijada.
AGM - Exacto. Este trabajo colma mis expectativas y mi vocación, es lo que más disfruto, pero quizás me llegó un poco tarde en la vida y en un lugar equivocado. O no, quizás sea este el lugar, pero es difícil.
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Transcripción: María Lila Ltaif