España busca profundizar su relación con Latinoamérica
Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado para Iberoamérica en el Ministerio de Relaciones Exteriores y de Cooperación del Gobierno de España, señaló que este es un "momento oportuno para impulsar las políticas latinoamericanas de la Unión Europea". Entrevistado por En Perspectiva, reconoció que hay que trabajar para mejorar las negociaciones entre el Mercosur y Europa, las cuales no son del todo satisfactorias, y se mostró contrario a las posiciones proteccionistas que se vislumbran en el viejo continente. Con respecto a las acusaciones de una creciente xenofobia en España, aseguró que se trata de hechos aislados, excepcionales que se dan dentro de una sociedad con alta integración social.
(emitido a las 8.49 hs.)
EMILIANO COTELO:
Hace 516 años y algunos meses, Cristóbal Colón cruzó el océano Atlántico en busca de las Indias. Pero en lugar de las Indias se encontró con un nuevo continente, desconocido entonces para Europa. Y fue así, casi por casualidad, que comenzó una larga relación entre España y América.
La relación de los americanos con la "madre patria" ha sido desde siempre muy estrecha. Existe toda una historia de migración hacia uno y otro lado, de gente que ha llevado y traído costumbres e identidades culturales que se han compartido durante centenares de años.
Pero hoy, en pleno siglo XXI, y cuando atravesamos una de las crisis globales más importantes de la historia, ¿en qué estado se encuentran esas relaciones? ¿Cuáles son los intereses que España tiene en el continente americano?
Vamos a conversar de estos temas con el embajador Juan Pablo de Laiglesia, secretario de Estado para Iberoamérica, en el Ministerio de Relaciones Exteriores y de Cooperación del Gobierno de España, que se encuentra en estas horas de visita oficial en Montevideo.
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EC - Lleva poco tiempo en el cargo, el nombramiento fue en el mes de abril, así que son apenas dos meses.
JUAN PABLO DE LAIGLESIA:
Eso es.
EC - Antes de hablar de la gira que usted viene realizando, ubiquemos qué es esta Secretaría de Estado para Iberoamérica.
JP de L - La Secretaría de Estado para Iberoamérica es una de las cuatro secretarías de Estado que existen en el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, y tiene la responsabilidad del impulso, el seguimiento y la coordinación de las relaciones de España con América Latina.
EC - En este caso en particular, ¿ha habido algún giro en esas políticas a partir de su nombramiento?
JP de L - No, mi nombramiento se produjo cuando en el curso de una remodelación del gobierno, la anterior titular de la secretaría de Estado, Trinidad Jiménez, fue llamada a desempeñar el puesto de ministra de Salud y Políticas Sociales, entonces el presidente de Gobierno y el ministro me ofrecieron ocupar esta importantísima secretaría de Estado.
EC - Para usted fue una sorpresa, porque muy poco tiempo antes lo habían nombrado embajador en Misión Especial para Asuntos Humanitarios y Sociales.
JP de L - Efectivamente; al término de un período de cinco años al frente de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) había pasado a esa responsabilidad de embajador en misión especial, y tan sorpresivamente como en el fondo se produjo el relevo en el equipo ministerial. Fue inmediatamente antes o coincidiendo con el período de Semana Santa cuando el presidente de Gobierno decidió el cambio en el ministerio que produjo este subproducto.
EC - ¿Entonces es un cambio de nombres, no de estrategias?
JP de L - Exacto, es importante resaltarlo: es un cambio de personas, pero no es para nada un cambio de políticas, ni de acentos, ni de orientación de la política. Es simplemente un relevo de personas para seguir desarrollando la política que desde el principio de la primera legislatura el gobierno del presidente Rodríguez Zapatero ha llevado adelante para fortalecer, para profundizar, para ampliar nuestras relaciones con América Latina.
EC - Veamos por dónde va esa política. Quizás la gira sea un buen punto de partida, una base para charlar. ¿Qué objetivos tiene esta minigira?
JP de L - El primero es completar una serie de establecimientos de contactos personales con los responsables de las políticas exteriores de los países latinoamericanos. A lo largo del mes de mayo y lo que va de junio he hecho un esfuerzo por establecer esa relación personal, que en algunos casos ya existía porque he tenido la fortuna a lo largo de mi carrera profesional de estar implicado en las relaciones con América Latina en otros momentos y desde otras posiciones, pero tenía interés en establecer este contacto personal, en aprovechar para dar un repaso a las agendas bilaterales, y para prepararnos para un acontecimiento que para nosotros es muy importante en el contexto también de las relaciones con América Latina, que es la próxima presidencia española de la Unión Europea en el primer semestre del año que viene.
EC - ¿Qué planes tienen para esa presidencia de la Unión Europea cuando le toque a España, sobre todo qué planes tienen en la relación con América Latina, con Iberoamérica?
JP de L - Tenemos la intención de que nuestra presidencia sirva para dar un impulso a los dossiers de la relación regional entre Europa y América Latina, y propiciar un avance cualitativo en esas relaciones. Desde que España ingresó en la Unión Europea hemos impulsado lo que hemos podido la agenda latinoamericana en Europa. Ahora el momento es particularmente exigente, en la medida en que la última ampliación ha llevado a la mesa de la Unión Europea la preocupación por una serie de países y de regiones que antes no estaban, que son exigentes y que corren el riesgo de distraer la atención europea hacia América Latina. Por lo tanto el momento es oportuno para dar un impulso a las políticas latinoamericanas de la Unión Europea.
EC - ¿Qué quiere decir eso, bajado a tierra?
JP de L - Bajado a tierra quiere decir: primero, fortalecer el diálogo político ya institucionalizado y acercarlo a las preocupaciones de los ciudadanos. Siempre hay el riesgo de que las relaciones políticas, las relaciones entre gobiernos pierdan el pulso de las necesidades de los ciudadanos. Y queremos aprovechar la ocasión de que tendremos la responsabilidad de organizar la cumbre Unión Europea - América Latina, la que se celebrará previsiblemente en mayo, y en la que está prevista la asistencia de los jefes de Estado y de Gobierno de los países europeos y de los presidentes latinoamericanos, para acercar esa cumbre a las preocupaciones de los ciudadanos, que son fundamentalmente la salida de la crisis, cómo hacerlo de una manera coordinada, pensando en el futuro, y trataremos los temas de ciencia, innovación, educación. Ese mecanismo de diálogo político y de establecimiento de un plan de trabajo para el futuro juega un papel importante en la relación entre las dos regiones. Por eso querríamos que no fuera un acontecimiento esférico, único en sí mismo, una explosión de interés político en un momento pero sin nada que lo siga. Queremos sacar de esa reunión un plan de acción y un programa de trabajo que nos permitan enlazar con la cumbre siguiente y por consiguiente institucionalizar la relación dotándola además de contenido.
EC - Usted decía que es importante que esas relaciones no se alejen de la gente, pero también debe saber que en general la gente, los ciudadanos ven con un poco de escepticismo estos ámbitos de las cumbres, tienden a considerarlos como lugares donde se produce el contacto personal entre líderes políticos ahí puede haber alguna utilidad, pero que en cuanto a resoluciones, a decisiones que se traduzcan en hechos, muchas veces dejan poco. ¿Qué respuesta da a ese escepticismo?
JP de L - Ese escepticismo es absolutamente real, y además estimulado por la cantidad de cumbres que hoy pueblan la agenda de los políticos de todos los países.
EC - Sí, para empezar es difícil seguir todas esas reuniones y tener una idea más o menos clara de lo que se resolvió. Pero después está la sensación de que es mucha conversación y poco hecho.
JP de L - De ahí que pretendemos responder a esa demanda ciudadana, a esa inquietud ciudadana por dos vías. La primera, que los temas de todas esas cumbres guarden una relación entre sí y se vayan solapando unas a otras en lugar de constituir recintos autistas de cada tema específico que se trate. De aquí a que termine el semestre de nuestra presidencia va a haber por lo menos dos importantes cumbres que van a reunir a los países latinoamericanos y en las que España va a estar presente. Una, la Cumbre Iberoamericana de Estoril, a finales de noviembre, principios de diciembre, y otra esta cumbre Unión Europea - América Latina. Nuestra intención es establecer sinergias entre ambas cumbres, en la Cumbre Iberoamericana se va a hablar también de temas de conocimiento, de innovación, de transferencia de tecnología; y luego vamos a volver a tratar esos mismos temas pero ya con una implicación del conjunto de la Unión Europea.
Tenemos que lograr que los programas de trabajo dominen sobre las declaraciones, y que esos programas de trabajo sean complementarios en una y otra cumbre. Evidentemente, la Cumbre Iberoamericana tratará más un tema que hace a las necesidades de los países latinoamericanos, que es cómo aplicar todo esto para un modelo de desarrollo que además promueva la sostenibilidad y la inclusión social. En el ámbito de la Unión Europea serán más las transferencias tecnológicas, la difusión del conocimiento, la utilización de las nuevas tecnologías de cara al desarrollo las que dominen el planteamiento, pero tenemos que conseguir que aparte de las declaraciones políticas que se hagan, salgan de ambas cumbres programas de trabajo concreto, que en un caso serán programas de cooperación entre países iberoamericanos, y en otro programas de cooperación entre Europa y América Latina, que caminen en la misma dirección, que se apoyen unos en otros y que vayan dando respuesta coordinada y cada vez más sólida a las inquietudes de los ciudadanos.
EC - Usted tiene años trabajando en estos temas en otras dependencias del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. ¿Pueder dar algunos ejemplos concretos de programas en ese vínculo Iberoamérica-España que se hayan traducido en hechos, cuyos resultados se noten en la vida cotidiana de la gente?
JP de L - En el ámbito de la Comunidad Iberoamericana, pilotado por la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), que dirige Enrique Iglesias, hay toda una serie de proyectos de cooperación, los llamados proyectos cumbre, programas cumbre, que abarcan una gama amplísima de materias. Quizás los más importantes sean los que tienen lugar en el ámbito de la cultura, el programa Ibermedia, el programa de intercambio de orquestas juveniles según el modelo venezolano, los programas de realización de audiovisuales, de realización de películas de cine entre producciones de la Comunidad Iberoamericana; programas de cooperación científica y tecnológica, el programa Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CTD), que ha establecido una amplísima red de contactos entre investigadores de toda la Comunidad Iberoamericana. Luego está el programa de colaboración entre las universidades. Hay un tupido entramado de programas que se están ejecutando con la cooperación financiera de todos los gobiernos, y en particular de gobiernos como los de México y España, que tenemos un fondo de cooperación establecido con la SEGIB para la financiación de estos proyectos.
Esos son ámbitos de coordinación que han surgido al calor de las cumbres y que se desarrollan y se van perfeccionando a ese mismo calor. Un último ejemplo en el terreno de la cooperación al desarrollo es el estímulo a las acciones de triangulación, de cooperación con terceros países mediante la puesta en común de esfuerzos de dos o más países iberoamericanos, que salió de la Cumbre de San Salvador.
Y luego en el ámbito europeo, aparte de los programas específicos de cooperación económica y financiera y de cooperación al desarrollo con los distintos países, querríamos concretar durante nuestra presidencia el esquema de la conclusión de los acuerdos que la Unión Europea lleva negociando desde hace no pocos años con las distintas entidades subregionales. Hay un acuerdo con América Central, un acuerdo con la Comunidad Andina de Naciones y un acuerdo con el Mercosur.
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EC - El embajador De Laiglesia tiene 60 años, es licenciado en Derecho, e ingresó en la carrera diplomática en 1973. Ha sido embajador en varios países; en América Latina estuvo en México y en Guatemala. En 2004 el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, lo designó secretario general de la AECI, y en 2008 director de la AECID. Desde abril pasado es secretario de Estado para Iberoamérica.
Ya de gira, usted formuló algunas declaraciones. Por ejemplo, el martes comentó en Paraguay que "la crisis financiera mundial debería propiciar un salto adelante en las negociaciones del acuerdo de asociación Unión Europea - Mercosur, unas negociaciones que llevan ya 10 años, se iniciaron en 1999 y bloqueadas tienen unos cuatro o cinco años". ¿Qué puede proponer España en esta materia cuando presida la Unión Europea? ¿Qué puede hacer?
JP de L - Algo debemos hacer, porque la situación actual no es satisfactoria para los intereses de ninguna de las partes, ni a Europa ni al Mercosur nos interesa tener una negociación trancada, trancada además por su vinculación con otras negociaciones como la ronda de Doha, que no han concluido en los plazos previstos ni han ofrecido los resultados que esperábamos. Por consiguiente ha llegado el momento de examinar de qué manera podemos desatascar estas negociaciones y propiciar a través de ese acuerdo una relación más estrecha entre el Mercosur y la Unión Europea. Para ello lo primero que hay que hacer es comprobar si existe en uno y otro lado la voluntad política necesaria para ir adelante con estas negociaciones en este momento en particular.
EC - Si no recuerdo mal, había un par de temas que eran los que bloqueaban estas conversaciones. Por un lado el Mercosur veía mal que la Unión Europea no propusiera una rápida liberalización del comercio agrícola, y por otro lado la Unión Europea estaba insatisfecha con lo que el Mercosur estaba dispuesto a aceptar en el capítulo Compras estatales y propiedad intelectual. Ahí estaba el choque de trenes. ¿Entonces?
JP de L - Ese choque de trenes estaba además complicado porque había otra negociación paralela y mucho más amplia en el marco de la ronda de Doha, que sigue...
EC - ...O no sigue...
JP de L - ...Pero que en todo caso tiene una dinámica que está produciendo el subproducto indeseable de paralizar la negociación entre la Unión Europea y el Mercosur. Por consiguiente, lo primero que tenemos que ver es si existe voluntad política de darle un impulso a esta negociación y revisar en ese contexto qué es lo que podemos añadir, si cambios de formato, o cambios de contenido, o aprovechar las experiencias que ha habido en la negociación de la Unión Europea con otras regiones, en particular con la Comunidad Andina, con la que se ha llegado a un mecanismo que permite atender el conjunto de la agrupación de países, pero incluir las peculiares necesidades, exigencias o intereses de cada uno de ellos, mediante una ingeniosa combinación de negociaciones multilaterales y bilaterales. Es uno de los objetivos de mis conversaciones en esta gira y en otros contactos anteriores y en los que tenemos con la Unión Europea.
Eso desde el punto de vista del formato. Por otra parte, ver si desde el punto de vista del contenido existe materia que estemos dispuestas ambas partes a poner sobre la mesa en la negociación en este contexto de crisis y de estancamiento de la ronda de Doha. Lo primero es constatar la voluntad política y constatar que ambas partes consideramos que un instrumento como un acuerdo, de las características que vayan a resultar, sirve para fortalecer la relación bilateral.
EC - ¿Eso no es algo obvio? ¿No es obvio que las dos partes consideren necesario, válido un acuerdo de este tipo?
JP de L - Sí y no; sí, porque la declaración política siempre será a favor de fortalecer las relaciones, pero no porque esa declaración política tiene que ir acompañada de un principio de compromiso con los contenidos. Esta negociación estancada ha producido una sensación de cansancio en ambas partes, en particular en la Unión Europea, que además en ese tiempo se ha ampliado y ha incorporado nuevas sensibilidades, nuevas necesidades, nuevas exigencias, el marco ha cambiado incluso dentro de la Unión. Por consiguiente no se trata de una voluntad política genérica y declarativa, sino constatar si existe voluntad para llevarlo adelante. Y si hay voluntad de compromiso, por consiguiente, con un calendario, con una agenda, con un mecanismo de negociación. Desde luego, en el plano declarativo la voluntad política existe en ambas partes.
EC - ¿Incluso ahora que la correlación de fuerzas en el Parlamento Europeo ha cambiado? Acaban de tener lugar las elecciones para el Parlamento Europeo, y se ha producido un avance de los partidos conservadores y un retroceso de los partidos socialistas. El gobierno que usted representa, el de Rodríguez Zapatero, es un gobierno socialista. ¿Ese contexto cambia algo?, ¿puede incidir en algo en estas intenciones?
JP de L - Creo que no, porque el Parlamento, si entra en vigor el Tratado de la Unión Europea, a finales de año tendrá unas más importantes competencias en materia de colegislación y de gestión presupuestaria. Este es un tema que compete al Consejo de Ministros y a la Comisión.
EC - No es un tema del Parlamento.
JP de L - Será un tema del Parlamento cuando haya que ratificar el acuerdo, pero hasta entonces es un tema de decisión política de los estados, del Consejo y de negociación en el ámbito comercial y en el ámbito financiero, por la Comisión que tiene las competencias transferidas.
La voluntad declarativa la tenemos, y tenemos la constatación de que esta situación no nos sirve, hay que superarla, y merece la pena explorar algún mecanismo, ya sea por la vía del cambio de formato, ya sea por la vía de la identificación de contenidos.
EC - Hace pocos días, Uruguay, junto con un grupo de países latinoamericanos y de otras regiones, presentó ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) una comunicación en la que señala que es "urgentemente necesaria una conclusión de la ronda de Doha", y pide además "resistir el proteccionismo". ¿España está dispuesta a promover la liberalización del comercio agrícola y a beneficiar de ese modo a los países productores? ¿Cómo manejan ese punto tan delicado en estas negociaciones de la OMC?
JP de L - La política agrícola de la Unión Europea ha sido siempre un elemento en el que no hemos estado de acuerdo ambas regiones. Es evidente que la crisis genera una tentación proteccionista, un regreso al nacionalismo, a las políticas nacionales, que en el caso de la Unión Europea es imposible, es una tentación que los estados podemos tener pero que nos es fácil resistir porque no tenemos la competencia ni los instrumentos para caer en el proteccionismo. Por eso nuestra demanda de resistir coincidimos plenamente con el gobierno uruguayo las tentaciones proteccionistas viene acompañada del ejemplo de que no se han tomado medidas proteccionistas por la parte europea.
EC - Está ocurriendo, de todos modos. Un informe del Banco Central Europeo difundido hoy reconoce eso.
JP de L - No he visto ese informe. Pero la política de defensa de la apertura de los mercados como un elemento que no debe sufrir de ninguna manera con la crisis, porque habrá que retornar en todo caso a la libertad de mercados, es el modelo con el que todos creemos que es mejor gestionar el desarrollo de nuestras economías. Es un elemento central en la política de la Unión y en la política del gobierno español frente a la crisis, la resistencia ante cualquier tentación proteccionista y, al revés, el impulso a la concertación para tratar de paliar de una manera concertada y con visión de futuro, no coyunturalista, los efectos indeseables de la crisis. La crisis requiere solidaridad, y el gobierno español quiere demostrar su compromiso con la solidaridad en estos momentos manteniendo el esfuerzo de ayuda oficial al desarrollo. Somos uno de los pocos países que en circunstancias críticas como las actuales, y a pesar de lo que nos está golpeando la crisis en términos presupuestarios y de empleo, hemos mantenido nuestro esfuerzo de ayuda oficial al desarrollo, que actualmente se cifra en 0,5% del Producto Bruto Interno. Mantenemos ese esfuerzo y estimulamos a otros países donantes a que lo hagan.
Nos parece injusto y contraproducente que quienes no han tenido nada que ver en la gestación de la crisis, que son víctimas de la crisis, sufran doblemente por la caída de la solidaridad. Cuando además esos países, en particular en América Latina, que recogen el 40% de nuestro esfuerzo en cooperación al desarrollo lo que supone una cifra en el entorno de los dos mil millones de euros anuales, que no han estado en el origen de la crisis pero están soportando sus consecuencias, son parte de la solución, no del problema. Por consiguiente, en estos momentos de crisis, ampliar la concertación para la libertad de comercio, para la búsqueda de soluciones a la crisis financiera y a la caída del crédito a disposición de las empresas, y buscar una arquitectura de las instituciones financieras internacionales capaz de responder mejor a una situación como la que enfrentamos son tres maneras de hacer de la necesidad virtud, y tres ingredientes imprescindibles para nuestra salida de la crisis.
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(Mañana se podrá acceder al texto completo de la entrevista)