Internacionales

Honduras: una solución atascada entre dos visiones antagónicas

Contacto con Gonzalo Kmaid, en Honduras


(emitido a las 8.32 hs.)

JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
La crisis política-institucional en Honduras se cobró ayer sus dos primeras víctimas. Se trata de dos jóvenes que murieron en los disturbios que se generaron cuando miles de manifestantes que apoyan al presidente derrocado, Manuel Zelaya, intentaba llegar al aeropuerto de Tegucigalpa, al aeropuerto Toncontín, en el centro de la capital de Honduras. Estaban allí para esperar su arribo, un arribo que finalmente se frustró luego de que militares obstruyeran la pista de aterrizaje.

Desde San Salvador, capital de El Salvador, hacia donde Zelaya se dirigió más tarde, el mandatario hondureño lamentó lo ocurrido, acusó al gobierno de facto de ‘criminal’ y pidió al ejército que no reprima al pueblo.

(Audio)

"En nombre de Dios, hermanos de la patria hondureña, policías, en nombre de Dios les pido, les suplico y les ordeno que no repriman más al pueblo hondureño".

(Fin del audio)

Zelaya volvió a reclamar que se le permita regresar a su país donde fue expulsado el domingo anterior.

(Audio)

"Para que vuelva la calma a las sociedades y para que vuelva la calma a Honduras, tiene que estar el presidente que eligieron los hondureños llamando a un diálogo, a concertar las fuerzas, a ver dónde están las disidencias, dónde están las inconformidades, y tratar de abrazarnos todos en una forma cristiana, democrática e inmensamente humana, como nosotros lo estamos demostrando".

(Fin del audio)

Zelaya estuvo acompañado en San Salvador por varios presidentes sudamericanos y representes de organismos internacionales a quienes les agradeció su solidaridad en estas circunstancias.

(Audio)

"Cristina Kirchner, Rafael Correa, Fernando Lugo, el presidente de la Asamblea de Naciones Unidas, Miguel D’Escoto, igual que nuestro querido secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, merecen de mi parte, como ciudadano del mundo, un aplauso y un reconocimiento por el esfuerzo, la dedicación, la entereza y la firmeza con que han dado un mensaje a las sociedades. Hoy creo que sí es cierto, estamos golpeados inmensamente por lo que sucede en nuestro país, también nos llenamos de fuerza espiritual y esperanza; ¡qué haríamos si estuviéramos solos!".

(Fin del audio)


Esta mañana les proponemos otra vez poner una mirada sobre Honduras, y para eso vamos a volver a conversar con el doctor Gonzalo Kmaid, que es uruguayo, doctor en sociología, trabaja en la consultora Cifra aquí en Montevideo, es consultor internacional y como tal se desempeña regularmente desde 2002 para Naciones Unidas junto al politólogo Luis Eduardo González. Viaja tres, cuatro y hasta seis veces en un año hacia ese país para trabajar en investigaciones sobre opinión pública, política y desarrollo institucional de Honduras.


***


JAE - ¿Cómo observa esta realidad ya con los dos primeros muertos tras el derrocamiento del presidente hondureño?

GONZALO KMAID:
Con mucha preocupación y con bastante tristeza además, porque los sucesos del domingo dieron a confirmar una situación de tensión, de problemática y que ya tiene sus dos primeras víctimas en dos jóvenes hondureños: uno de 19 años, el otro no está confirmada la edad pero también es un joven, que mueren en un enfrentamiento en los alrededores del aeropuerto, en los disturbios que se producen cuando los simpatizantes del presidente intentan acercarse a la pista que estaba custodiada por los militares que trataban de impedir que el avión en el cual venía Zelaya pudiera bajar en el aeropuerto de Toncontín.

EMILIANO COTELO:
¿No era previsible que estos incidentes se dieran?, ¿no era previsible el riesgo de sangre, de muertes? ¿La jugada de Zelaya de intentar regresar a su país no era algo demasiado audaz?

GK – Sí, claramente era previsible y por eso digo con mucha preocupación que la situación de Honduras en este momento es una situación como de choque frontal entre dos trenes, donde hay dos lecturas de la situación completamente antagónicas y que no están reparando en las consecuencias que pueda tener. La ida de Zelaya, o eventualmente el nuevo intento que ahora se está discutiendo por parte del presidente depuesto, está básicamente poniendo en riesgo de nuevo a un nuevo enfrentamiento armado. Era y es previsible que puedan haber más problemas si la lectura del problema sigue siendo esta de colisión por completo entre dos interpretaciones que no tienen entre sí ningún punto en común.

JAE – ¿Quién puede romper esa lectura?, ¿quién puede cambiar su postura para acercar posiciones y salir a una negociación civilizada de lo que está pasando?

GK – Hay un inicio de negociación en curso. El gobierno de Roberto Micheletti, que fue impuesto por el Congreso, hace un llamado a una negociación de bajo nivel, o sea a tratar de involucrar a la OEA con funcionarios que no impliquen un reconocimiento de la OEA hacia el gobierno de Micheletti –que para la OEA es ilegítimo–, y en principio ahí podría haber una punta de negociación. Yo creo que el punto central y del que todo el mundo está esperando una definición más clara con respecto a la situación es el gobierno de Estados Unidos. Es la administración Obama la que probablemente termine de poner con cierta discreción una señal más definida de cuál pueda ser el rumbo de una negociación política que pueda encauzar esta situación que ahora no luce nada bien.

JAE – ¿Y por dónde sería esa solución? Porque por ejemplo el gobierno de Obama ya ha dicho que no reconoce al presidente Micheletti.

GK – Sí, es difícil saber por dónde sería la solución porque lo que ha adelantado Micheletti como un escenario de negociación, adelantar el calendario electoral, probablemente no sea un elemento de recibo para Zelaya. No sólo porque es el presidente constitucional hondureño y no acepta su remoción, y de hecho la remoción es un golpe de Estado, sino porque además adelantar las elecciones no le significa ganancia ninguna.

Zelaya se encuentra enfrentado con el Partido Liberal –su propio partido– y adelantar el calendario electoral lo único que haría sería eventualmente –asumiendo que él no va a ser candidato de nada porque no era parte de los candidatos que están votados– poner en carrera a la oposición y a uno de sus adversarios con quien él se enfrentó en el pasado y fue quien ganó las elecciones del Partido Liberal. O sea que eso no es solución para Zelaya.

EC – Tú decías que Estados Unidos tiene un papel clave a jugar acá. Veía en ese sentido unas declaraciones del director de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, que entiende que la solución a la crisis de Honduras depende de Estados Unidos y dice: "Retiro de embajadores, cancelación de visas para los golpistas, confiscación de bienes, suspensión de ayuda. Si la administración Obama diera un paso de esa naturaleza, una declaración y una resolución de esa naturaleza, un gobierno de facto no resistiría más de unas horas". Claro, Vivanco tiene presente que el gobierno de Obama se propone actuar de manera multilateral, incluso como forma de marcar un contraste con la administración anterior –la de George W. Bush– pero igual agrega: "Yo soy partidario del multilateralismo pero Estados Unidos debe mostrar liderazgo; es urgente porque el tiempo juega a favor del gobierno de facto". Hay todo un brete para Obama acá, ¿no?

LR – Claramente, si uno miraba la situación de la región y la nueva administración Obama en Centroamérica y el Caribe, uno pensaba que los nuevos gestos y la nueva evaluación de la administración Obama hacia esa región iban a ser básicamente la política de Estados Unidos hacia Cuba y los nuevos gestos de relacionamiento, los signos de apertura, el nuevo diálogo que se iba a instaurar. O sea, el test ácido de la administración Obama iba a ser su nueva política con respecto a Cuba. Y esto es una piedra en el zapato porque ahora el test es un pequeño país cuya situación geopolítica ha puesto a discutir a la administración Obama conjuntamente con la Venezuela de Chávez, la Nicaragua de Ortega, el Ecuador de Correa, la Argentina de Kirchner, un conjunto de socios que precisamente no eran de la simpatía de la administración previa y con los cuales la administración Obama está construyendo sus nuevos lazos de relacionamiento. Y todo esto lo tiene que hacer en un escenario muy complejo, con un enorme protagonismo del presidente Chávez y del ALBA y en un escenario donde se le está demandando liderazgo. Realmente tiene una prueba ácida de cuál va a ser su nueva política de relación con la región.

JAE –  También es cierto que la gran mayoría de los países de todo el mundo han condenado este golpe de Estado y de algún modo han dicho que no reconocen al presidente Roberto Micheletti. De algún modo se ha manifestado ya la OEA, que no ha reconocido, ha desafiliado momentáneamente a Honduras de su asamblea; el presidente de Venezuela Hugo Chávez ha dicho que no va a enviar más petróleo; el Banco Mundial ha dicho que suspende los créditos que tiene otorgados al país. ¿Cuánto puede resistir una Honduras aislada de la comunidad internacional?

GK – No demasiado. Es interesante notar entre esa sucesión de hechos que tú anotas que Estados Unidos no ha retirado el embajador; aún habiendo cancelación de préstamos del Banco Mundial, del Banco Interamericano y demás medidas, el embajador americano en Honduras no se ha ido. Esa situación no es demasiado sostenible en el tiempo, principalmente si además Zelaya sigue intentando por distintas vías volver a Honduras y generar un hecho político de esa naturaleza, ya sea por aire o por tierra.

Es una situación paradojal porque hay una situación de aislamiento total –la OEA, Naciones Unidas, la Unión Europea, una cantidad de países de América Latina han condenado el golpe de Estado– y sin embargo hay una situación interna de mucha cohesión en torno al gobierno golpista. En torno a Micheletti hay una comunión de intereses nacionales que respaldan lo hecho por el gobierno, excepto por un grupo que respalda –un grupo que no es demasiado numeroso además pero es muy movilizado y muy activo– al presidente Zelaya. Basta leer la declaración de la Iglesia Católica liderada por el cardenal Oscar Rodríguez, que si ustedes recuerdan fue uno de los cardenales ‘papables’ en la elección del Papa que tenemos ahora, es un hombre de un inmenso prestigio en la Iglesia Católica en América Latina. La declaración de una de las principales iglesias evangélicas, que también tienen un peso muy importante en la opinión pública hondureña. Edilio Méndez es uno de estos pastores evangélicos de mucho predicamento y también se ha pronunciado en el mismo sentido que la Iglesia Católica. No estamos hablando del Congreso, la Suprema Corte de Justicia, el Tribunal Supremo Electoral, sino también de una organización como las iglesias en general. Esto genera un clima de paradoja: por un lado la comunidad internacional, por otro lado la mayor parte de la ciudadanía y los representantes de esa ciudadanía en el país.

JAE – ¿Tienes alguna explicación para esta muy marcada diferencia que hay entre lo que se vive adentro y lo que se vive afuera de Honduras?

GK – Yo tengo la impresión de que la lectura que se hace en Honduras está informada y precedida por un análisis muy crítico de la gestión de Zelaya y de las formas en que Zelaya venía jugando en el margen de la legalidad, poniéndose eventualmente al borde de la legalidad o directamente en la ilegalidad cuando impulsa esa consulta, esa cuarta urna o encuesta que quería llevar a cabo el 28 de junio. Mientras que en el exterior el mayor énfasis está puesto desde el 28 de junio en adelante, entonces la lectura es la de un presidente constitucional depuesto por las fuerzas armadas, de manera brutal, sacado de su casa a la madrugada. La historia del golpe empieza el 28 de junio para la lectura internacional, mientras que para la población hondureña empieza mucho antes.

EC – Es interesante cómo en este caso concreto de Honduras se produce ese consenso en la comunidad internacional en cuanto a decirle a los hondureños "está bien, habrá diferencias, habrá enfrentamiento con la presidencia de Zelaya, se considerará incluso que había en su forma de gobernar intenciones de violar la Constitución o directamente hechos que pueden considerarse como violatorios de la Constitución, pero todo eso ustedes lo tienen que arreglar dentro de la Constitución, no desalojando al presidente y expulsándolo del país". No hay muchos antecedentes de una reacción tan uniforme en ese sentido, ¿no?

GK – No, yo no recuerdo una respuesta tan contundente y tan unánime en ese sentido. El mensaje de que no se puede solucionar una inconstitucionalidad con una inconstitucionalidad mayor me parece muy claro y muy transparente por parte de la comunidad internacional.


***


JAE – Una cosa a tener en cuenta que tiene que ver con la geografía, con las vías de comunicación que tiene Tegucigalpa: el aeropuerto de Toncontín, que es adonde se dirigía ayer el presidente depuesto, Manuel Zelaya, se encuentra en el centro de la capital de Honduras, es como Aeroparque para Buenos Aires.

Sin embargo, es bueno destacar que hay otro aeropuerto que queda a unos 50 kilómetros al norte de Tegucigalpa, Palmerola, que fue una base militar americana, que es mucho más seguro que Toncontin y que también está disponible. Es como Ezeiza para Buenos Aires, siguiendo ese paralelismo.

Es bueno mencionar que, en el marco de las posibilidades, ayer el presidente depuesto podría haber ido a otro aeropuerto cercano a Tegucigalpa para llegar a su país como había prometido; sin embargo, la única opción que se manejó fue la de Toncontín que terminó con la aglomeración de manifestantes apoyándolo y con la represión durísima que se pudo ver en televisión.

EC – Está claro que lo que se buscaba era facilitar el acceso de los manifestantes a ese aeropuerto; si el punto de llegada era otro más distante no iban a ser tantos, parece bastante obvio.

JAE – Por eso es bueno ver las posibilidades o las otras chances que pudo haber tenido la delegación de Zelaya para llegar finalmente a Honduras.

Ahora se abre la posibilidad de que llegue por tierra, vamos a ver cómo sigue esta historia.