Internacionales

"En este momento, Haití prácticamente no es un país"

"En este momento, Haití prácticamente no es un país"

Contacto con Mauricio Rabuffetti, jefe de redacción de AFP y colaborador de En Perspectiva


(emitido a las 7.34 hs.)

EC: En medio de nuevas réplicas, continúa en Haití la dramática búsqueda de sobrevivientes tras el devastador terremoto.

VIRGINIA RUGLIO: Las autoridades lanzaron una estimación inicial de más de 100.000 muertos, pero también se alienta la esperanza de ubicar sobrevivientes entre los escombros de numerosos edificios dañados por el sismo.

EC: La capital, Puerto Príncipe, se transformó en un gigantesco cementerio. Y por si fuera poco, este jueves por la madrugada circularon rumores de un tsunami.

VR: Miles de haitianos presas del pánico están tratando de encontrar refugio en los suburbios de la ciudad, especialmente en Petion-Ville, una zona alta cercana de las inmediaciones.

EC: Entre las versiones, se indica que una ola gigantesca borró prácticamente del mapa la ciudad costera de Jacmel, pero nadie logra la confirmación oficial de los rumores.

VR: 2.000 personas gravemente heridas fueron atendidas el miércoles en hospitales ubicados en la zona fronteriza con la República Dominicana, luego de ser trasladadas en vehículos de todo tipo que se alejaban de Puerto Príncipe.

EC: "Mi palacio colapsó". Así comenzaba respondiendo el presidente de Haití, René Preval, en una entrevista que la cadena CNN le hizo al mandatario en el aeropuerto de Puerto Príncipe.

VR: Preval explicó que tanto su propia casa como el Palacio Presidencial fueron destruidos por el terremoto, al igual que muchas otras casas particulares, hospitales y escuelas.

EC: "Es increíble. Tienes que verlo para creerlo", aseguró Preval. El mandatario llamó a la comunidad internacional a que envíen toda la colaboración que sea posible para enfrentar la crisis. "Necesitamos médicos, necesitamos medicinas, necesitamos ayuda médica en general. Algunos hospitales colapsaron. Los hospitales (que quedaron en pie) están llenos. Pusieron gente fuera de los hospitales. Así que necesitamos hospitales, medicinas y médicos".


***

EC: Ustedes conocen a Mauricio Rabuffetti. Es un periodista uruguayo, jefe de redacción de la Agencia France Presse (AFP) en Río de Janeiro, Brasil, colaborador habitual de En Perspectiva. Hace muy poco, a mediados del año pasado, visitó Haití. Estuvo en Puerto Príncipe realizando un reportaje para la AFP sobre seguridad y pobreza a propósito de los cinco años de la presencia de los Cascos Azules de la ONU en esa nación.

Mauricio por estas horas está en Uruguay descansando, pero nos parece bueno conversar con él a partir de esta tragedia.

JUAN ANDRÉS ELHORDOY:
Si te parás en Puerto Príncipe en algún lugar estratégico, en algún lugar muy concurrido, ¿con qué nos encontramos desde el punto de vista visual?, ¿qué se puede ver en Puerto Príncipe en cuanto a infraestructura, en cuanto a movimiento?

MR – Primero que nada es un lugar extremadamente pobre y te confieso que uno de los aspectos más difíciles de esta salida es saber cómo describir lo que se ve cuando uno llega a Puerto Príncipe. A mí me ha tocado escribir mucho sobre pobreza y violencia y me ha tocado recorrer barrios muy pobres y muy violentos en América Latina, en ciudad de México, en Caracas, en Colombia, en ciudad de Panamá, en Uruguay también, en las favelas de Río de Janeiro –que es la ciudad donde yo vivo en este momento–, y de ver tanta desgracia a uno "se le va secando el lagrimal", como dice un escritor español que me gusta mucho, Arturo Pérez Reverte. Y la verdad es que si por algo recuerdo Puerto Príncipe y Haití en general es porque varias veces se me hizo un nudo en la garganta, porque el nivel de pobreza y de falta de medios que uno observa sólo es comparable con África.

EC – Lo peor es que tú estás relatando lo que fue tu experiencia del año pasado; a esto que ahora te dispones a resumir hay que empeorarlo quién sabe cuántas veces si pretendemos imaginarnos cómo se vive hoy en Haití, ¿no?

MR – Es que hay que imaginarse una situación de miseria, de pobreza y de falta de esperanza absoluta y a eso ponerle la tragedia de un terremoto que prácticamente, por la información que uno lee y por las imágenes que uno ve, terminó con una ciudad que tiene condiciones absolutamente precarias.

EC – ¿Por qué no haces un punteo rápido de las cosas que te impresionaron en esa visita a Puerto Príncipe?

MR – Yo creo que la imagen que simboliza el colapso de Haití con este terremoto sin duda es el derrumbe del Palacio Presidencial. El Palacio Presidencial es muy bonito, es uno de los pocos lugares de Puerto Príncipe que tiene la característica de parecerse a una ciudad más o menos instalada, y está derrumbado. Eso no solamente es un golpe a la infraestructura del país, es un golpe a un Estado que lucha por consolidarse con la ayuda de la comunidad internacional y que en este momento se ve completamente aplastado por una tragedia que si hubiera pasado en un país como el nuestro por ejemplo, que tiene un cierto nivel de desarrollo a pesar de situaciones de pobreza puntuales, hubiera sido calamitoso, terrible. No hay palabras para describir lo que puede estar pasando en este momento en un país en el que no hay hospitales, en el que acceder a la salud, tener contacto con un médico, es el lujo que muchos no se pueden permitir en toda su vida. Si Haití ya era una desgracia caminante y dependía de la comunidad internacional, en este momento prácticamente no es un país.

JAE – Estamos hablando además de una zona, la capital de Haití, sin saneamiento. ¿Recorriendo por las calles uno ve el agua y la mugre por el costado?

MR – Sí. Tú vas caminando por las calles de Puerto Príncipe –si se pueden llamar calles– y no solamente no hay saneamiento, las viviendas que uno encuentra, sobre todo en las zonas aledañas de Puerto Príncipe, son de una precariedad total, son viviendas de chapa en las que la gente vive hacinada. No solamente no hay saneamiento, no existe una situación por ejemplo de seguridad, de presencia mínima del Estado en las calles. Recordemos que ha sido un país azotado por un montón de crisis políticas que lo han dejado completamente derruido y derrumbado. Haití es prácticamente como un gran cantegril, una gran villa miseria pero trasladado a todo un país.

JAE – El Banco Mundial ha advertido ayer que esos segundos que duró el terremoto significan para el país una caída del PBI de 15% por lo menos; un país que tiene un 70% de desocupados y con un 80% de su población por debajo de la línea de pobreza.

EC – Sí, además es un país con una población muy alta en comparación con el territorio, con una densidad muy fuerte porque Haití tiene más de 9 millones de habitantes en 27.750 metros cuadrados; en una superficie que es la décima parte de la del Uruguay hay el triple de la población.

MR – Eso se ve en las calles. En Puerto Príncipe tu llegas a un aeropuerto, que es muy precario, como cualquier aeropuerto de cabotaje del resto de América Latina, y lo que se ve al llegar es como si uno aterrizara en una olla. Para quienes conocen Santiago de Chile es más o menos parecido, pero en vez de tener montañas alrededor tiene pequeñas colinas. En un lado de las colinas se ven pequeñas casitas, una encima de la otra. Del otro lado está todo desforestado, porque en Haití no hay energía eléctrica –no existe el concepto de prender la luz y que la luz esté ahí– y la gente cocina con carbón vegetal que consigue de los árboles, entonces los alrededores de Puerto Príncipe están deforestados. En las calles lo que se ve –y esto es muy reciente, desde que en el año 2004 llegaron las fuerzas de la ONU, las fuerzas de la Minustah (Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití)– es un pequeño comercio informal, muy incipiente, que es de lo que vive el común de la gente. Y el comercio no se hace siempre en dinero, se hace a través de trueque, es un nivel absolutamente básico. Por supuesto hay personas que tienen otras posibilidades porque hay pequeños esbozos de inversión privada que permiten que una parte de la población más o menos se las arregle para vivir dignamente, pero el común de los haitianos, que son gente muy trabajadora y con muchas ganas de salir adelante, lo que tienen para poder vivir es la informalidad. Personalmente, ese 70% de desempleo que mencionaba Juan Andrés me parece que es una cifra muy conservadora, yo diría que si se consideran los niveles de informalidad seguramente la cifra sea superior. Hay una cifra que seguramente sea mucho más fuerte: hay lugares de Haití que tienen índices de mortalidad infantil de 60%, esencialmente debido a la falta de saneamiento.

EC – Dijiste bien el número, ¿no?

MR – 60%, más de la mitad de los niños que nacen.

EC – Claro y hago la puntualización porque cuando hablamos de mortalidad infantil para el caso de Uruguay por ejemplo estamos habituados a manejarnos en índices de 10 a 15 por mil, y tú acabas de hablar de 60%.

MR – La cifra que te estoy dando figura en los datos que tienen la CIA y la misión de estabilización de la ONU en Haití. Sin ir más lejos, si hay una imagen que yo me traje de ese tiempo que estuve en Haití es la de un barrio que se encuentra muy cerca de otro barrio prácticamente famoso llamado Cité Soleil (la "Ciudad del Sol"). Hay un pequeño barrio que se llama Ti-Haití, que en creole –la lengua local– quiere decir "Pequeño Haití". Allí fui a visitar una fábrica de bizcochos de barro que consistía esencialmente en dos tanques y dos personas fabricando bizcochos de barro. Las personas utilizan esos bizcochos para comer, se desgranan en la boca y agregándole agua se hinchan en el estómago y con eso muchos niños haitianos que no tienen lo que comer en todo el día se inflan la barriga y engañan la sensación de hambre.

JAE – Es barro, tierra.

MR – Bizcochos de barro, de tierra, de arcilla. En ese Ti-Haití, que es una zona de chabolas, de casas muy precarias de lata, totalmente contaminada, donde no existe nada, no hay baños, no hay agua, no hay electricidad, la gente camina 10 kilómetros para tener un balde de agua y con eso arreglarse durante el día. Ti-Haití es el lugar más pobre de uno de los países más pobres del mundo y sin duda un lugar en donde la gente lo único que tiene para mostrar es desesperanza.

Yo vi –como nunca me tocó en ningún país– niños desnutridos, que no tenía lo que ponerse, caminando por el medio de zonas totalmente encharcadas, compartiendo sus casas con cerdos. Tengo las imágenes en fotos, son absolutamente indescriptibles con palabras y no quiero ni imaginarme lo que puede llegar a ser en este momento todo eso derrumbado, inundado, porque es una zona muy cercana al océano. Realmente la situación tiene que ser absolutamente desesperante.


***


EC – Al Uruguay Haití le interesa en especial por un detalle: hay Cascos Azules de nuestro país destacados allí. Sería bueno que te extendieras aunque sea unos minutos sobre la importancia del trabajo de las tropas de la ONU en ese país.

MR – La Minustah llegó en 2004 a Haití, luego de una crisis política muy fuerte que terminó con la partida de Jean-Bertrand Aristide –que en este momento vive en Sudáfrica– y la llegada por primera vez en muchísimos años de un intento de gobierno que comenzara a ocuparse de los problemas del país. Hoy la misión de la ONU cumple una función fundamental, son 9.000 efectivos militares y muchos efectivos civiles, algunos de los cuales han perdido la vida en este terremoto, que esencialmente tienen la misión de estabilizar –como lo dice el nombre de la misión– pero también ofrecen alternativas de infraestructura. Para explicarlo bien claramente, suplen al Estado...

EC - ...sí, porque el Estado casi no existe en Haití.

MR – El gobierno en este momento es formal, poco a poco se está conformando la idea de un gobierno democrático. Haití tuvo más de 30 años de dictadura de los Duvalier, luego una serie de crisis subsecuentes. En este momento lo que está haciendo la misión de la ONU en Haití es fundamental. El contingente uruguayo, que tiene oficialmente un efectivo menos que el contingente más grande, que es el brasileño, que tiene 1.260 efectivos, cumple una función fundamental que es la de vigilancia de fronteras. La Minustah además hace obras de infraestructura para poder sustentar su trabajo, hace algunas pequeñas carreteras, pequeños puentes, tiene hospitales de campaña que en los hechos atienden a parte de la población aunque no es su misión y la atienden de forma muy esporádica; Haití es un país que no tiene hospitales y esto es muy importante en el contexto actual. Además las Naciones Unidas brindan seguridad, ejercen tareas de vigilancia y hoy cualquier persona con la que uno se cruce en Haití, salvo algunos críticos muy acérrimos de la misión, reconocen que en un país que no tiene ejército desde el año 94, sin la presencia de los Cascos Azules de la ONU, sería un caos total, porque existen pandillas de origen político y además es un país de tránsito de drogas hacia Estados Unidos. Los Cascos Azules de la ONU, además de securizar la vida de las personas, tienen que vigilar el pasaje de droga entre algunos países sudamericanos productores y el consumidor más grande, que es Estados Unidos. El trabajo que hacen las tropas de la ONU es absolutamente fundamental, es parte indisoluble del gobierno de turno y del Estado incipiente que se está constituyendo en el país más pobre de América Latina.


***

(Foto: flickr.com)