"El camino más difícil": el hijo de Pablo Escobar y su lucha por la pacificación de Colombia
Esta semana se estrena en Montevideo el documental Pecados de mi padre, del director argentino Nicolás Entel. El filme narra la historia del desaparecido narcotraficante Pablo Escobar desde la óptica de su hijo, quien pide perdón a las víctimas del ex "zar de la droga". Testigo de las facetas más brutales de quien liderara el famoso cártel de Medellín, pero también de los actos de filantropía con los que conquistó a parte de la población, Sebastián Marroquín -tal es el nombre que adoptó el primogénito de Escobar- relató sus vivencias junto al hombre que sembró de violencia las tierras colombianas. "A mis siete años empecé a darme cuenta de que mi padre no era el mismo hombre que yo acompañaba a sus obras benéficas", recordó. Dedicado a la arquitectura y el diseño de interiores, Marroquín dejó en claro por qué no eligió continuar con el legado familiar. "Las nuevas generaciones estamos cansadas de la violencia, no queremos repetir las historias y queremos buscar caminos alternativos de diálogo y de reconciliación [..] Así que emprender el camino a la paz era el camino más difícil, pero era lo único que nos brindaba alguna esperanza de superar ese pasado violento.", expresó.
(emitido a las 8.47 Hs.)
EMILIANO COTELO:
En la década de los ochenta, el narcotraficante colombiano Pablo Escobar fue uno de los hombres más poderosos, más ricos y más violentos del mundo.
Luego de una incursión en la política, que le permitió llegar a ser diputado y soñar con la Presidencia de la República, en 1983 debió pasar a la clandestinidad, cercado por las investigaciones policiales y judiciales, más el pedido de extradición de Estados Unidos.
Primero estuvo refugiado en Panamá y luego en Nicaragua, pero volvió a Colombia, donde se entregó en 1991 cuando logró que el Parlamento votara una reforma constitucional que lo protegía de la extradición. Pese a que consiguió que lo alojaran en una celda casi palaciega, solo estuvo en ella 13 meses, hasta que se fugó en julio de 1992.
Un año y medio después, una llamada desesperada que realiza a su familia, pese a que sabe que los teléfonos están intervenidos, permite que las fuerzas de seguridad lo localicen. La cacería culmina el 2 de diciembre de 1993, cuando Escobar muere acribillado a balazos en los tejados de su último escondite.
Ese día, como tituló el diario El Tiempo, terminó para Colombia "una de las fases más cruentas y angustiosas en la historia de la lucha contra el narcotráfico".
Ese final lo conocemos todos. Pero ¿qué ocurrió con la familia de Pablo Escobar? ¿Qué pasa con la esposa y los hijos de un narco muerto si ellos deciden no tomar la posta del capo mafioso? ¿Es posible emprender una vida nueva, a salvo de los otros narcos enemigos y de la predisposición en contra de la población del país e incluso de la comunidad internacional?
(Audio Sebastián Marroquín.)
"Sería muy sencillo para nosotros como familia salir a criticar con más pasión todavía a Pablo Escobar como persona. Nos haríamos de amigos más fácil. Pero no sería una salida honesta. La gente no nos puede prohibir que queramos a mi papá. No nos puede prohibir que hayamos tenido una relación afectiva con él, una relación familiar común. Yo creo más importante que salir a criticar a Pablo Escobar para caerle bien a todo el mundo, es salir a explorar esa historia, entenderla desde sus inicios hasta su final y hacer consciente a la sociedad para que no se repita".
(Fin.)
EC - Esta semana se estrena en Montevideo el documental Pecados de mi padre, del director argentino Nicolás Entel, que reconstruye la historia de Pablo Escobar a través de su hijo, Sebastián Marroquín, que hace pocos años decidió dar un paso estremecedor: pedirles perdón a los hijos de dos políticos colombianos que fueron asesinados por su padre.
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EC - Sebastián Marroquín es el nombre que Juan Pablo Escobar adoptó hace 17 años, luego de la muerte de su padre, cuando con su madre y su hermana abandonaron Colombia. Hoy tiene 33 años, desde 1994 vive en Argentina y es arquitecto y diseñador de interiores.
Esta mañana está en Montevideo y vamos a conversar con él.
¿Sebastián o Juan Pablo?, ¿cuál es la forma de dirigirse a ti?
SEBASTIÁN MARROQUÍN:
Sebastián, porque si yo utilizara mi nombre anterior estaría cometiendo el delito de falsear documentos.
EC - Comencemos por aquel día en que tu padre, Pablo Escobar, es localizado y asesinado por las fuerzas de seguridad de Colombia. Tú tenías 16 años, ¿qué sabías de las actividades a las que se dedicaba Pablo Escobar?
SM - Yo me empecé a enterar de todo esto en el año 1984, a mis siete años, cuando murió el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla a manos de órdenes y sicarios de mi padre. Desde ese lugar no pude sino empezar a enterarme de que la historia estaba cambiando para nosotros como familia, y básicamente empecé a darme cuenta de que mi padre no era el mismo hombre que yo podía haber acompañado a sus obras benéficas en la ciudad de Medellín.
EC - Esa era una de las actividades que caracterizaron a Pablo Escobar durante buena parte de su vida, las obras sociales que hacía en Medellín.
SM - Sí, yo desde muy pequeño lo acompañé a llevar a cabo proyectos como la construcción de 5.000 viviendas para las personas que vivían en el basurero municipal de Medellín, un proyecto ambicioso que apuntaba a devolverles la dignidad a todas estas familias que habían sido literalmente abandonadas por el Estado, y la construcción de 50 canchas deportivas para que las clases populares pudieran tener derecho a la recreación y el deporte. Y así muchas otras actividades relacionadas con el bien público. Pero lamentablemente la violencia que terminó ejerciendo sobre el país borró todas sus buenas obras.
EC - En aquel momento, cuando tu padre muere, tú juraste públicamente que vengarías esa muerte. Eso está grabado incluso.
(Audio.)
"Periodista - La policía acaba de dar un dictamen ya. Una información oficial.
Juan Pablo - ¡Ah! ¡Hijaputa vida! Nosotros no queremos hablar en este momento. Pero al que lo mató, los voy a matar a todos esos hijos de puta. Yo solo los mato a los mal paridos".
(Fin.)
EC - Después, sin embargo, corregiste aquella amenaza. ¿Qué pasó?, ¿cómo se dio ese cambio?
SM - Ahí te das cuenta, yo colgué el teléfono, hacía 10 minutos me había enterado del fallecimiento de mi padre, había reaccionado con violencia, me había criado y había nacido en un epicentro de la violencia de Colombia, entendía que todas las cosas se resolvían con violencia. Y desde ese lugar emití esas amenazas. Pero 10 minutos después de haberlo hecho y de digerir mis propios dichos y palabras me pude dar cuenta de que definitivamente eso le iba a traer más terror a la familia y le iba a hacer más daño al país, y de ninguna manera, por muchas acciones que yo emprendiera, iba a recuperar a mi padre. Así que me di cuenta con claridad, ya sabía cómo comenzaba la historia y cómo iba a terminar si yo continuaba con sus pasos. Yo de pequeño me venía oponiendo de manera sistemática y permanente a la violencia de mi padre, y no era coherente adoptar esa postura violenta en el momento en que él había fallecido. Así que decidí llamar de nuevo a los medios de comunicación y decir que definitivamente no iba a vengar la muerte de mi padre, y hace 17 años que vengo cumpliendo esa promesa.
(Audio Juan Pablo.)
"Yo quiero, personalmente, dejar muy en claro que no vengaré la muerte de mi padre, porque ahora lo único que me preocupa es el futuro de mi sufrida familia. Voy a luchar por sacarla adelante y por educarnos. Por ser personas de bien y en cualquier oportunidad, si puedo hacer algo para que reine la paz por los siglos de los siglos en este país, lo haré".
(Fin.)
EC - Esa segunda declaración ¿la hiciste el mismo día?
SM - El mismo día, 10 o 15 minutos después de haber hecho las amenazas al país.
EC - Las circunstancias en las que tú te encontrabas eran particulares, tú y tu familia estaban bajo custodia de las fuerzas de seguridad. ¿Cómo era aquello?
SM - Estábamos en un hotel de las Fuerzas Armadas de Colombia custodiados por más de 150 efectivos del ejército, la policía y los departamentos de seguridad secreta del Estado. Habíamos sufrido reiterados atentados estando allí y en otros lugares en Medellín también.
EC - No estaban presos.
SM - No estábamos presos, pero estábamos muy bien vigilados y custodiados.
EC - ¿Cuáles eran las condiciones en ese lugar en particular? Era un hotel perteneciente a las Fuerzas Armadas.
SM - Es un hotel perteneciente a las Fuerzas Armadas y a la caja de retiro de las Fuerzas Armadas. En ese lugar teníamos un piso a nuestra disposición. Por seguridad, las habitaciones contiguas no estaban habitadas, pero eran permanentes las amenazas que recibíamos, incluso desde dentro mismo del hotel. Así que era muy probable que nuestros enemigos estuviesen un piso más abajo.
EC - ¿Por qué Pablo Escobar llama a ese lugar, conociendo que los teléfonos estaban intervenidos, y habla con ustedes en más de una ocasión?
SM - En principio lo hace porque quería saber cómo estábamos. Nosotros habíamos sido expulsados hacía 24 horas de Alemania, adonde habíamos emprendido un viaje en busca de la posibilidad de exiliarnos y recuperar nuestra seguridad, que estaba muy expuesta en Colombia. Le recuerdo que éramos dos menores, mi hermana y yo, mi madre y la en aquel entonces era mi novia, ahora mi esposa, y queríamos escapar de esa violencia. Pero no se nos permitió el ingreso a Alemania, como parte de la estrategia del gobierno colombiano para utilizarnos como carnada para ubicar a mi padre. Y efectivamente funcionó.
EC - De algún modo tu padre se entregó. Llamar en esas condiciones era dar su posición, revelar dónde se encontraba; era muy fácil seguirlo a partir del rastreo de la llamada telefónica.
SM - Sí, como yo digo en el documental, él lo hacía a sabiendas de que estaba violando su regla de oro, que era no utilizar el teléfono.
EC - ¿Por qué?
SM - Creo que por el amor a su familia, definitivamente.
EC - ¿O porque ya la lucha no tenía sentido, porque ya no iba a poder escaparse, porque daba por perdida esa lucha?
SM - Mi padre nunca se dio por perdido, tenía mucha confianza en que iba a salir airoso en todas sus batallas.
EC - Algo ya dijiste al respecto, pero ¿en algún momento manejaste la posibilidad de relevar a tu padre y dedicarte también al narcotráfico?
SM - Esa es una elección diaria y personal, no es que nadie te lo ofrezca sino que simplemente eliges tomar o no determinados caminos.
EC - Hubiese sido el camino natural.
SM - Por supuesto que sí, hubiese sido el camino más fácil para mí, el más conocido, pero definitivamente habiendo sido testigo de tanta violencia, de tanto dolor en el país, y habiendo visto cómo desaparecían familiares, amigos, personas a nuestro alrededor, nuestros profesores, la señora del servicio doméstico, todos desaparecieron, entonces te das cuenta de que la violencia solo genera más violencia todavía, y que ninguna de las acciones que mi padre emprendía como tal surtían efecto reparador, sino al contrario, venía mucho más daño hacia la familia y los seres queridos. Así que emprender el camino a la paz era muy difícil, era el camino más difícil, por supuesto, pero era lo único que nos brindaba alguna esperanza de superar ese pasado violento.
EC - ¿Habías llegado a discutir eso con tu padre?
SM - Siempre, de manera permanente lo hice, de frente, en discusiones muy airadas pero respetuosas en las que le manifestaba mi rechazo por la violencia que él emprendía contra el país de manera indiscriminada, le dije que yo no estaba de acuerdo con las bombas que explotaba ni con la violencia que ejercía. Pero era un hombre que estaba lleno de excusas para la violencia, que quizás conocía una realidad bastante más oscura que todos acerca del país y su corrupción. Sin embargo yo nunca acepté como válidas sus excusas, él me recordaba que las primeras víctimas del narcoterrorismo en Colombia habíamos sido nosotros cuando explotó en la puerta de nuestro edificio una bomba con 700 kilos de dinamita que destruyó un kilómetro a la redonda todos los vidrios de la ciudad, a la cual sobrevivimos milagrosamente, y estaba mi hermana con pocos meses de edad.
EC - ¿Por qué tu madre, tu hermana y tú deciden, luego de la muerte de Pablo Escobar, que lo mejor es cambiar sus nombres?
SM - Es la única alternativa que nos queda después de tocar las puertas del 100% de los países del planeta en aquel entonces, todos nos negaron la posibilidad de acceder a sus territorios para salvar nuestras vidas. Así que nos sentimos de alguna manera extraterrestres en nuestro propio planeta.
EC - ¿Cuánto duró ese período?, ¿cuánto duraron esos intentos?
SM - Estuvimos un año intentándolo, recurrimos a la Cruz Roja Internacional, al Vaticano, a las Naciones Unidas, a la OEA, y a nadie le importamos, así que recurrimos de vuelta a las autoridades colombianas para solicitarles un cambio de identidad porque entendíamos que era la única manera de encontrar alguna oportunidad para rehacer nuestras vidas. Y así lo entendieron, se dieron cuenta de que no nos iban a poder custodiar toda la vida, y nosotros tampoco estábamos dispuestos a vivir en ese encierro permanente. Queríamos educarnos, éramos muy jóvenes, mi hermana no estaba pudiendo estudiar porque nadie le quería dar clases, todo el mundo tenía miedo. Hay una ley que permite a todos los colombianos corregir su nombre o llamarse como deseen, y se hizo el proceso de cambio de identidad con ayuda de la Oficina de Protección a Víctimas y Testigos de la Fiscalía General.
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EC - De ningún modo se puede culpar a un hijo de los crímenes de su padre. Sobre todo cuando ese hijo decide, como tú contabas, cortar drásticamente con el pasado y se dedica a otra cosa. Pero mucha gente sin duda piensa que ustedes (tu madre, tu hermana y tú mismo) tienen escondida en algún lugar buena parte de la plata sucia que Pablo Escobar acumuló. ¿Cómo te manejas frente a esa suposición?
SM - Debido al escándalo desatado por nuestra presencia en Argentina cuando un contador intentó extorsionarnos y robarnos, las autoridades se abocaron a resolver esa pregunta. Autoridades estadounidenses, colombianas, argentinas e incluso uruguayas participaron en la extensa investigación que duró siete años en la que se quería probar que nosotros todavía teníamos acceso a esos dineros. Finalmente la Corte Suprema de Justicia argentina resolvió la totalidad de nuestros cargos a nuestro favor y nos declaró inocentes por todo ello.
No es una pregunta fácil de responder, tardamos siete años en poder explicar a las autoridades cómo vivíamos y de dónde venía nuestro dinero. Pudimos demostrarlo ampliamente, esa investigación, que duró siete años, abarcó un período de 16 años, se analizaron los orígenes de nuestro dinero. Quedó claro después de esas investigaciones que todas las propiedades están en manos de distintos gobiernos, y lo mismo algunos dineros.
EC - ¿Qué ha hecho en particular el gobierno de Colombia con la parte del patrimonio de Pablo Escobar que confiscó?
SM - Lamentablemente esos bienes han sido mal administrados, se han beneficiado algunos pocos, y no las víctimas, como debería, no se han utilizado para reparar el daño causado por mi padre a gran parte de la sociedad, sino que han servido para intereses de la industria privada o de algunos políticos en particular. Así que lamentablemente eso no ha hecho más que deslegitimar la manera como se han administrado esos bienes. Es también una ofensa a las víctimas que esos dineros no hayan servido para reparar a ninguno de ellos.
EC - La película que ahora se estrena en Montevideo llevó cinco años de filmación, así que, por lo menos, hace seis años que te propusieron este proyecto. Por lo tanto hay que remontarse al año 2003, cuando tú llevabas nueve años en Argentina. ¿Por qué aceptaste que te filmaran para este documental? ¿Por qué te involucraste en este proyecto?
SM - En principio yo rechacé muchísimas ofertas relacionadas con esta historia, porque todas ellas pretendían utilizar el estilo gángster para hacer un gran negocio con todo esto.
EC - Hubo varias propuestas de película a propósito de Pablo Escobar y con la participación de ustedes.
SM - Sí, yo te diría que recibimos más de una docena de propuestas a lo largo del tiempo. Todas ellas millonarias, en las que siempre nos negamos a participar porque pretendían utilizar la historia para hacer un gran negocio y nada más. Así que me convenció la propuesta de Nicolás Entel, el director argentino que la llevó a cabo.
EC - ¿Qué tenía de diferente?
SM - La diferencia era que quería contar esta historia desde la perspectiva de los hijos, pero no solamente desde mi perspectiva, sino que quería incluir a los hijos de las víctimas. Me pareció una visión muy amplia, interesante, y además equilibrada, que permitía que todos tuviésemos una voz, que todos pudiésemos contar cómo habíamos vivido esos momentos, cómo se había visto desde todas esas perspectivas, desde cada uno de esos zapatos.
EC - Es el director quien propone que la película incluya también a los hijos de algunas de las víctimas de Pablo Escobar.
SM - En principio había propuesto uno solo de los hijos, que era el senador Juan Manuel Galán, hijo de Luis Carlos Galán, candidato a la Presidencia asesinado también por órdenes de mi padre. Desde ese lugar empezamos a acercarnos a otros hijos con el proceso, recién tres años después de que iniciamos el proyecto como documental se hizo posible este acercamiento con ellos.
EC - Ese es un punto interesante, porque una de las dudas que se me dispararon al ver la película era tu decisión de ir en busca de los hijos de dos políticos asesinados por tu padre y pedirles perdón. ¿Era una decisión que ya tenías tomada antes de que empezara el rodaje de la película, o surgió a partir de la película?
SM - Yo le decía a Nicolás, el director, desde que empezamos a conocernos, mi deseo de acercarme a estas familias. No sabía cuál era la manera correcta de hacerlo, y el documental fue una grata excusa para hacerlo con mucho respeto hacia ellos. Te aclaro que esto no es un pedido de perdón exclusivo para dos familias y nada más, sino que lo he hecho siempre extensivo a la totalidad de las víctimas de mi padre, que incluyen policías, familiares de policías, transeúntes, personas que estuvieron en el lugar equivocado y simplemente a su paso explotaba una bomba puesta por mi padre.
EC - Esa es otra puntualización importante, la lista de homicidios que se atribuye a Pablo Escobar es tremenda. Yo tengo acá un resumen: el director del diario El Espectador, Guillermo Cano; el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, en 1984; el líder del Partido Liberal y candidato presidencial Luis Carlos Galán, en 1989; ocho periodistas secuestrados, de los cuales uno murió; los candidatos presidenciales Carlos Pizarro Leongómez, líder del M-19, y Bernardo Jaramillo Ossa, líder de la Unión Patriótica.
SM - Esos dos los puedes sacar de la lista.
EC - Pero suelen atribuirse.
SM - No, muchos años después de la muerte de mi padre grupos paramilitares asumieron la responsabilidad de esos crímenes que siempre se le habían atribuido a mi padre, porque en un momento era mucho más cómodo para las autoridades, antes de que cayera una persona asesinada ya estaban acusando a mi padre de tener responsabilidad de eso.
EC - Asimismo, se le atribuyó el asesinato de Marina Montoya, hermana del secretario de la Presidencia durante el gobierno de Virgilio Barco, en enero de 1991. También se lo acusó de haber organizado una gran industria ilegal, responsable indirectamente de gran parte de los 25.000 crímenes que se cometían anualmente en Colombia. Se lo vinculó con el atentado al edificio DAS, en el que perdieron la vida alrededor de un centenar de personas. Y se lo señaló como responsable de haber pagado a terroristas de ETA para que pusieran la bomba que hizo estallar un avión de Avianca en el que perdieron la vida 107 personas.
La lista es incompleta, tú recién incorporabas otros muertos y heridos anónimos a partir de determinados hechos de violencia en los que no tenían nada que ver.
SM - Absolutamente, y en la ciudad de Medellín perecieron en esa guerra más de 500 policías por órdenes de mi padre.
EC - ¿Tú te dirigiste a los hijos de Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán como símbolos?
SM - Por supuesto que sí, en algún punto creíamos que eran referentes, y como Rodrigo había sido la primera víctima de esa guerra, sin duda que a nivel simbólico podía representar a la mayoría de las víctimas de esa violencia perpetrada por mi padre. Pero en la carta que yo les escribo a ellos, mi perdón no es exclusivo hacia sus familias, sino hacia la totalidad de las víctimas, porque por supuesto no puedo salir a discriminar a la hora de pedir perdón, tiene que ser para todos y con el máximo de los respetos, porque puedo entender el dolor que han sufrido estas familias por la injusta violencia que fue perpetrada en contra de ellas.
EC - Desde la audiencia llegan varios mensajes con una pregunta que también es obvia: pedir perdón ¿no implica asumir culpas que no te corresponden?
SM - Lo hago porque creo que es mi deber moral acercarme a las víctimas de mi padre, creo ser la única persona viva con autoridad para representar la voz de mi padre y pedir perdón en su nombre. Y esa familia siente la responsabilidad moral de enfrentar la realidad de la situación con mucho respeto, no solamente por la memoria de las víctimas, sino también por la memoria de mi padre.
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EC - El documental Pecados de mi padre, del director argentino Nicolás Entel, será estrenado comercialmente este jueves en Montevideo en el cine Casablanca, y en Colonia en los cines del shopping, y permanecerá en cartelera durante una semana. Después, a mediados de agosto se exhibirá en un circuito cultural que recorrerá el departamento de Maldonado.
Con esta película debuta en Uruguay el proyecto "El documental del mes" que desde el año 2004 se desarrolla en España y este año comenzó en Chile y Argentina. El proyecto va a presentar todos los primeros jueves de cada mes una película documental de calidad, de temáticas y procedencias diversas, que se proyecte dentro y fuera del circuito comercial cinematográfico.
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EC - La película es muy interesante. Nos permite a nosotros los uruguayos tener una visión global de la vida de Pablo Escobar, y en especial nos permite entender algunos de los hechos más espectaculares que lo tuvieron como protagonista. Pero a mí me conmovieron especialmente los relatos de los dos encuentros que tú tuviste con hijos de víctimas, con los hijos de quien fue ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, asesinado en el año 2004, y los hijos de quien fue el líder del Partido Liberal y candidato presidencial, Luis Carlos Galán, muerto en 1989. El primer encuentro fue en Buenos Aires, en un jardín en la zona de El Tigre, y el segundo, en 2008, fue en un hotel de Bogotá cuando tú resolviste regresar a Colombia por primera vez.
En especial, el registro de la reunión en El Tigre es muy impactante, porque son dos, tú y tu visitante, que se mostró dispuesto a ir a la Argentina, que quedan sentados muy juntos, casi tocándose, en ese banco de jardín debajo de los árboles. ¿Cómo fue aquel mano a mano?
Sebastián Marroquín y Rodrigo Lara Restrepo |
SM - Fue un momento muy intenso, muy difícil de enfrentar. Quisiera recalcar el cuidado que tuvo el director de no permitir que ocurriese entre nosotros ningún encuentro o comunicación previo, lo que le agrega al documental una transparencia absoluta en cuanto a los encuentros y a la lectura misma de la carta.
EC - Incluso la toma está hecha de lejos, con teleobjetivo, de modo que ustedes no se vieran influenciados por la presencia de la cámara, aunque hay un micrófono que registra el audio.
SM - Por supuesto, el director fue muy prudente, quería brindarnos la mayor intimidad posible, no quería que los camarógrafos estuviesen cerca; las cámaras estaban muy lejos de donde estábamos sentados para tener la mayor intimidad posible. Lamentablemente el tiempo que se muestra en el documental de aquel encuentro es muy breve, apenas algunos minutos, cuando el encuentro duró aproximadamente dos horas, y se dijeron cosas muy, muy bonitas para ambos. Entiendo que el director tenía que meter 30 años de historia en 90 minutos y tenía que sacrificar algunas cosas de allí.
EC - Es interesante saber que está grabado completo, que eventualmente se puede acceder a todo el diálogo.
SM - Sí, yo quisiera que en algún momento la gente pudiera acceder a ese material, porque hablamos con la más absoluta franqueza, desde el corazón. Así sentí yo a Rodrigo hablarme a mí y de la misma manera yo le respondía, en un momento que fue difícil de enfrentar porque había una carga moral muy fuerte de por medio, y ver reflejado en él su dolor por la ausencia de su padre a causa de las órdenes del mío es muy difícil enfrentar, nadie te prepara para eso.
EC - El segundo encuentro fue casi una asamblea en ese hotel en Bogotá, tú de un lado, y del otro Rodrigo Lara Restrepo y Carlos, Juan Manuel y Claudio Galán.
(Audio.)
"Galán - Estábamos diciendo que para nosotros hay ansiedad. No nos imaginamos que...
Marroquín - ...No, pues te imaginarás... Estamos todos así. Yo creo que son historias difíciles para todos y tan tristes. Sobre todo a ustedes les ha tocado vivir la pérdida del padre y de un hombre que iba a rescatar este país, ¿no?
Sebastián Marroquín, Rodrigo Lara Restrepo, Carlos Lara Restrepo, Juan Manuel Galán y Claudio Galán |
Galán - Bueno, pues mil gracias por ese reconocimiento...
Marroquín - Mira, Juan Manuel, y se lo digo a todos, lamento profundamente lo que la familia de ustedes sufrió. Lo mismo la de Rodrigo. Tanta violencia y tanto dolor. Y yo estoy aquí para pedirles perdón y para mirarlos a los ojos a cada uno, justamente porque creo que así debe ser".
(Fin.)
EC - En ese momento uno de tus interlocutores te dice que tú no tienes por qué pedir perdón, y agrega que tú y tu familia también son víctimas del narcotráfico. Pero tú contestas: "Puede ser, pero nosotros somos los últimos con derecho a reclamar". ¿Cómo es eso?
SM - Muchas de las víctimas han querido reclamar al Estado colombiano por la responsabilidad que puede llegar a tener en estos hechos, pero yo inmediatamente manifesté que seríamos los últimos en la lista de colombianos con una intención como esa. Nos manifestamos absolutamente respetuosos de todas las víctimas y jamás haremos reclamo alguno. Consideramos que tenemos una responsabilidad muy grande frente a estos hechos. Cuando murió el padre de Rodrigo yo tenía siete años, y 12 cuando murió Luis Carlos Galán, está claro que ahí no hay responsabilidad de nuestra parte, pero sin embargo nos sentimos con esa carga moral que siempre vuelve a nosotros, y actuamos de la manera más prudente y respetuosa en ese sentido.
EC - Desde tu punto de vista personal, estos encuentros, este pedido de perdón, este diálogo con víctimas de la violencia protagonizada por tu padre ¿qué te han dejado?, ¿paz, una mayor tranquilidad de espíritu? ¿Cómo podríamos definirlo?
SM - Yo diría que ambas, pero más importante que lo que yo pueda sentir en lo personal es el mensaje que enviamos todos como jóvenes al país, a aquellas personas que todavía creen en la venganza, en la retaliación y en el deseo de continuar con esos ciclos de violencia que vienen repitiéndose, 150 años de guerra, después de 200 años de independencia que tenemos en Colombia. Es un mensaje que propone un cambio cultural en lo que tiene que ver con la violencia, pedimos transformarla e invitamos a muchos a que transformen ese rencor y ese dolor en una posibilidad de convivencia pacífica y de tolerancia entre nosotros. Las nuevas generaciones estamos cansadas de la violencia, no queremos repetir las historias y queremos buscar caminos alternativos de diálogo y de reconciliación que permitan definitivamente tener una Colombia en paz, que tanto necesitamos. Lo más importante es el mensaje que podemos en conjunto enviarle a la sociedad para que reflexionemos y podamos entender que hay otros caminos posibles y que el camino del perdón y la reconciliación es muy necesario para que Colombia pueda encontrar la paz en una guerra que ha sido fratricida además, porque nuestros peores enemigos no están fuera de Colombia, somos nosotros mismos los colombianos quienes nos hacemos tanto daño.
EC - Ese gesto tuyo, esa aproximación que buscaste y las dos reuniones ¿se difundieron en su momento, o se revelan recién ahora con la presentación de la película?
SM - Por suerte tuvimos muchísimo cuidado y no se filtró nada de ello hasta el momento en que el director lo permitió.
EC - El segundo de los encuentros ocurrió hace dos años.
SM - Exactamente, de eso no se tuvo noticias, en algún momento se filtró lo de la carta que yo les había enviado a ellos, pero nadie sabía muy bien en qué contexto, había muy poca información. Pero finalmente cuando salen a la luz mi encuentro con Rodrigo y el abrazo, algunos medios lo calificaron como un hecho histórico para el país.
EC - Eso iba a preguntarte, ahora que se sabe todo esto, porque la película se estrenó en Colombia...
SM - ...El 8 de diciembre pasado.
EC - ¿Qué consecuencias tuvo que la gente se enterase de cómo te estabas moviendo, en qué actitud estabas y qué eco habías tenido de parte de los hijos de Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán?
SM - Diversos sectores de la sociedad reaccionaron y escribieron al respecto en sus columnas de opinión, tanto la extrema izquierda como la extrema derecha manifestaron su beneplácito y su complacencia de que proyectos como este de reconciliación y de perdón existieran en el país como camino y como vehículo para que se generaran nuevas posibilidades de encuentro entre la misma sociedad colombiana y como una invitación a abandonar el camino de la violencia. Por supuesto que mi padre además es un hombre que despierta muchísimas pasiones, depende a quién le preguntes por él, si le preguntas a una de las personas que recuperaron su dignidad en los barrios que él construyó, seguramente vas a encontrar elogios, y si le preguntas a una de sus víctimas vas a encontrar comentarios adversos. Es un tema que no deja de despertar polémicas y voces también en contra, pero fueron muy pocos quienes se opusieron a que esto se llevase a cabo.
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EC - Uno de tus interlocutores, uno de los hijos de una víctima de tu padre es senador en Colombia. A nivel político, en el Congreso, ¿esto repercutió de alguna forma?
SM - Algunos congresistas sí acompañaron esa propuesta, pero la mayoría de políticos se mantuvo al margen de opinar sobre todo esto. Quizás pensando que cualquier fantasma del pasado los podía llegar a alcanzar y tendrían que salir a dar explicaciones que nadie quería escuchar o dar.
(Audio Pablo Escobar cantando "La donna è mobile" de Rigoletto. En un momento en que se interpreta una parte instrumental y Escobar no canta, se escucha a Marroquín que dice: "Mi papá".)
EC - Esta es una de las grabaciones del archivo de la familia de Pablo Escobar que se incluye en la película, Pablo Escobar cantando "La donna è mobile". ¿De qué época es eso?
SM - Eso data aproximadamente del año 88. Eran grabaciones que él solía enviarle a mi hermana, a ella le gustaba mucho el canto, le gustaba que mi padre le cantara para dormirse, así que él solía hacer esas grabaciones en la clandestinidad y se las enviaba a ella para que las escuchara antes de dormir.
EC - Ahora que la película circula, todas las personas con las que tú venías tratando en Argentina desde 1994 y que te conocían como Sebastián Marroquín se enteran de que eres Juan Pablo Escobar, hijo de Pablo Escobar. ¿Qué consecuencias ha tenido eso en tu nueva vida?
SM - Las consecuencias han sido gracias a Dios pocas. De hecho muchas de las personas que se enteraron de nuestra verdadera identidad lo hicieron en el año 99, cuando se destapó el escándalo en Argentina. Así que para muchos de ellos no fue una sorpresa este proyecto, simplemente se enteraron de que estábamos llevando a cabo esta historia para un documental. Los cambios han sido pocos, nos ha ayudado también la maravillosa amnesia del pueblo argentino, que olvida rápido.
EC - Además de dar la cara en esta película, tú participas en conferencias y seminarios sobre el narcotráfico. ¿No es ese un cóctel demasiado peligroso? ¿Puedes moverte libremente, o llevas custodia?
SM - La única custodia que llevo es Dios, es el único que me ha acompañado en todos estos años, y no ha permitido que nada malo me ocurra. Creo que muchos han comprendido que 16 años dedicados a estudiar, a transformar nuestra vida en una posibilidad y a ejercer la no violencia dan fe de que definitivamente hemos abandonado para siempre el camino de la venganza y que no representamos ningún peligro para la sociedad. Al contrario, quizás nuestro testimonio y nuestras historias puedan servirles a muchos jóvenes para que abandonen el camino de la violencia y el narcotráfico. Yo puedo dar testimonio de todo ello porque viví y nací en el epicentro de la violencia del narcotráfico en Colombia. Desde ese lugar he sido invitado por universidades, instituciones educativas de nivel secundario, también en Buenos Aires, con el ánimo de brindar testimonio a los jóvenes, alertarlos para que se mantengan al margen de esas actividades y continúen adelante con sus estudios y sus proyectos de vida.
EC - ¿Qué impresión tienes sobre la forma como los gobiernos combaten el narcotráfico? Según la síntesis que he visto de algunas de tus charlas, tu visión es muy crítica.
SM - Sí, mi visión coincide con la visión que tienen los hermanos Galán y el mismo Rodrigo Lara. Ellos con elocuencia dicen que en 25 años de lucha contra el narcotráfico no se ha avanzado siquiera un milímetro, el narcotráfico desde que se ha venido combatiendo lo único que ha hecho es fortalecerse con su prohibición. Los narcotraficantes tienen basado todo su negocio en la prohibición, no le temen a la prohibición, al contrario, le agradecen, porque mientras más se prohíba y más se combata más va a mejorar su negocio, porque los precios se van a elevar.
EC - ¿Cuál es la alternativa?
SM - Esto se ha tratado como un problema militar y en realidad es un problema de salud pública. Tenemos que ser conscientes de que el tabaco y el alcohol matan 30 o 40 veces más personas cada año que las drogas, los seres humanos tenemos que aprender de nuestras propias experiencias, pero tenemos una ceguera casi voluntaria de no querer mirar y ver en la historia que cuando en la época de la ley seca se prohibió el alcohol hubo guerras, masacres, muertes, hubo un enfrentamiento de los traficantes de alcohol para enfrentar a los gobiernos. Lo mismo con el tabaco. Creo que si mañana prohibimos el vino tinto, también habría una guerra por ello. Los narcotraficantes de hoy, comparados con el poder militar y económico que pudo llegar a tener alguna vez mi padre, hacen ver muy pequeño a mi padre. Con esto no le resto responsabilidad a mi padre en sus actos violentos, de ninguna manera, sino que quiero poner en evidencia, como con mucha elocuencia lo dice Mario Vargas Llosa en el artículo que escribe sobre Pecados de mi padre, que ellos tienen hoy el poder de desestabilizar las democracias de América Latina, es un negocio más rentable que el petróleo y el gas en el planeta. Y justamente ese enorme poder económico, que además no tributa, está en manos de los narcotraficantes y no del Estado o de los estados que han hecho la vista la gorda frente a ese problema, al declarar la prohibición nadie se hace cargo del problema y este crece cada vez más.
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Transcripción: María Lila Ltaif
Vea el tráiler de la película