Coreas: la vida cotidiana en una Guerra Fría no cerrada
Contacto Mauricio Rabuffetti, colaborador de En Perspectiva.
(emitido a las 08.31 horas.)
Juan Andrés Elhordoy:
El ataque de Corea del Norte a la isla surcoreana de Yeonpyeong ayer, no sólo desató la condena unánime de la comunidad internacional sino que mostró nuevamente cuán frágil es la situación en esa península asiática. Dos marineros surcoreanos murieron y Corea del Sur ensayó una respuesta que hasta el momento ha sido moderada. Se trata de uno de los últimos grandes conflictos remanentes de la Guerra Fría. Y genera gran preocupación porque Corea del Norte asegura tener armas nucleares.
¿Qué fue exactamente lo que ocurrió ayer y cuáles son las consecuencias de este ataque? ¿Cómo viven los surcoreanos la coexistencia con un Estado, con una tierra que alguna vez fue hermana y hoy es enemiga?
Para abordar este tema estamos en contacto con Mauricio Rabuffetti, Jefe de Redacción de la Agencia France Presse en Brasil quien acaba de volver de esa región del mundo y de visitar la zona fronteriza entre las dos Coreas.
JAE: Hace poco más de una semana estuviste en la zona desmilitarizada que separa a las dos Coreas. Me gustaría aprovechar para conversar de la vida cotidiana en una región del mundo que aún no ha cerrado el capítulo de la Guerra Fría. Pero primero vamos a repasar lo que ocurrió ayer. ¿Se vislumbra la perspectiva de una guerra entre las dos Coreas?
MR: La información que tenemos hasta el momento indica que Corea del Sur ha respondido de forma limitada a pesar de la muerte de dos de sus soldados. El objetivo es claramente evitar una escalada militar. La razón es comprensible desde el punto de vista político y desde el punto de vista militar. La parte política es bastante intrincada, la tratamos enseguida, y vamos a la parte militar que es la más urgente. Corea del Norte ha realizado varios ensayos nucleares desde el año 2006 en base a la utilización de plutonio como combustible. Sin embargo ha señalado que ya alcanzó la etapa final de enriquecimiento de uranio, lo cual en otras palabras quiere decir que tiene capacidad de fabricar combustible para armas atómicas. Es una perspectiva que preocupa a los surcoreanos, por supuesto.
JAE: De hecho, si repasamos la información más importante de los últimos días sobre Corea del Norte, antes del ataque de ayer, se trata del testimonio de un científico estadounidense al diario The New York Times señalando que vio una nueva usina nuclear norcoreana a base de uranio.
MR: Esa información suscitó como es lógico mucha preocupación. Y de hecho hay jerarcas norteamericanos como el secretario de Defensa Robert Gates que afirma públicamente que creen que Corea del Norte tiene de hecho armas nucleares. Corea del Sur no puede permitirse, por más alianzas que tenga con Estados Unidos, el riesgo de que una bomba nuclear estalle en alguna zona de su geografía. Recordemos que estos dos Estados están pegados y comparten frontera terrestre y marítima. La isla que ayer fue objeto de este ataque está en una zona del mar Amarillo que está en disputa entre las dos Coreas. El problema es que está al norte de la línea que Corea del Norte considera su frontera marítima, que no es la misma que la ONU estableció después de 1953 cuando terminó la guerra de Corea. De hecho los principales choques entre los dos Estados han sido en el mar, y no en el territorio porque están, repito, uno al lado del otro y las pérdidas de vidas podrían ser enormes.
JAE: Tú mencionabas también razones políticas para una respuesta moderada de Corea del Sur...
MR: Sí. Quedó claro ayer una vez más que el respaldo de la comunidad internacional es hacia Corea del Sur. La mayoría de los pronunciamientos, incluido el de Uruguay por mencionar a nuestro país, fueron de condena a la acción norcoreana. Y Corea del Sur no puede arriesgar ni un centímetro de ese respaldo tomando medidas de retaliación demasiado fuertes porque depende de la comunidad internacional para lograr un acuerdo que permita por un lado desarticular el programa nuclear norcoreano, y por otro, en un futuro, eventualmente dialogar con su vecino del norte con el cual, recordemos, aún están en guerra ya que lo que existe es un armisticio que permitió detener las hostilidades pero no sellar la paz. El diálogo sobre el tema nuclear con Corea del Norte quedó totalmente estancado el año pasado cuando los norcoreanos se retiraron de la mesa de negociaciones que también integraban Estados Unidos, Rusia, China, Japón y por supuesto Corea del Sur.
JAE: Y a pesar de las sanciones y amenazas de sanciones de la comunidad internacional, el programa y los ensayos de Corea del Norte siguen avanzando, por lo cual no hay alternativa de diálogo.
MR: El principal aliado de Corea del Sur es Estados Unidos, que incluso tiene militares en Corea del Sur bajo el paraguas de las Naciones Unidas, casi 30.000 soldados. De Washington, no solo pero principalmente de Washington, depende el reinicio de las conversaciones sobre el programa nuclear norcoreano. Y para ello el presidente Barack Obama ha señalado que Corea del Norte debe dar muestras de que quiere negociar. Ese es un escenario que está lejos de constituirse en este momento.
JAE: Mientras tanto vemos algo así como el recordatorio de que este conflicto que de alguna manera es el último gran-conflicto de la Guerra Fría entre la Corea del Norte comunista y la Corea del Sur democrática, está latente. ¿Cómo se vive eso, por lo menos del lado surcoreano que fue el que tú pudiste ver durante tu estadía en Seúl?
MR: Sin duda es una parte que define la identidad nacional de Corea del Sur. La existencia de un vecino al cual consideran una amenaza pero, al mismo tiempo, una población hermana de la que están separados desde 1945. Existen muchos grupos que reivindican la unificación de las dos Coreas, múltiples demostraciones de que esto es un sentimiento presente en buena parte de la sociedad surcoreana. Es inevitable la comparación con lo que ocurría con las dos Alemanias antes de la caída del muro del Berlín. Más allá de esta cuestión llamémosla así ideológica, existe también una presencia física del conflicto: una frontera alambrada, con garitas militares de vigilancia, al borde de la cual corren rutas y se erigen poblados. Es un recordatorio constante de que esta división existe. Y algunos lugares de esa frontera alambrada son zonas de peregrinación prácticamente para los surcoreanos.
JAE: ¿Es una zona que se parece a qué exactamente...? Me gustaría que abundaras un poco en la descripción de esa situación tan particular que se produce en la frontera entre las dos Coreas en donde existe además una zona desmilitarizada que no está bajo jurisdicción de ninguna de las partes sino de Naciones Unidas.
MR: Exactamente. Es lo que los coreanos llaman la DMZ, que son las iniciales para Zona Desmilitarizada en inglés. Hay varios puntos de la frontera que pueden visitarse y a los que de hecho van muchos turistas porque es una forma de entender lo que pasa en esa península. Existen instalaciones para turistas, existen largavistas para ver la otra Corea, hay túneles subterráneos bloqueados que vienen de Corea del Norte que están habilitados a visitas. Como digo yo es el "turismo de guerra". Pero la realidad es que para los surcoreanos hay muchos puntos en los que hay caminos o puentes cortados, por los que no pueden pasar hacia el otro lado, y en los que colocan ofrendas recordando, por ejemplo, a parientes que quedaron del otro lado. El otro lado que es muy pobre y sobre el cual tienen en los hechos muy pocas noticias porque el de Corea del Norte es un régimen extremadamente cerrado. Entonces, para resumirte la respuesta es un lugar que recuerda un capítulo de la Historia del siglo XX que todavía está lejos de cerrarse.