Khadafi volvió a hablar y culpa a Bin Laden por revueltas

Khadafi se aferra al poder y afirma que todas las protestas son fruto de una conspiración internacional mientras la revuelta avanza aceleradamente y varias ciudades cercanas a Trípoli caen en manos de la oposición. El coronel cargó contra los manifestantes a los que acusa de estar bajo la influencia de las drogas y manipulados por Bin Laden.
A pesar de que el cerco se estrecha sobre él, Muamar Khadafi no piensa renunciar. A través de una conexión telefónica transmitida por televisión, el coronel acusó a los manifestantes que desde hace diez días reclaman su renuncia de estar manipulados por la red terrorista internaiconal Al Qaeda de Osama Bin Laden y de estar actuando bajo el efecto de las drogas.
Por otro lado, el líder llamó a los ciudadanos a tomar las armas contra los insurgentes. "La Constitución es clara: agarrad sus armas", lanzó durante su alocución y añadió que él sólo tiene autoridad moral", que siempre se ha presentado como el guia de la revolución más que como un jefe de Estado.
Khadafi intenta resistir al avance imparable de los opositores que controlan el este y varias ciudades del oeste cercanas a Trípoli donde el coronel está atrincherado junto a fuerzas leales y mercenarios. Al mismo tiempo que Khadafi hablaba se estaban produciendo enfrentamientos por el control de las ciudades de Zauiya y Sabratha, a menos de 80 Kilómetros de Trípoli.
El yugo con el que Muamar Khadafi tiene sometido desde hace 42 años a su pueblo se está abriendo. Trabajadores egipcios que huyen de Libia afirmaron este jueves que Zuara está en manos de la oposición. Ni el Ejército ni la policía tienen el control, precisaron los egipcios. Zuara, ubicada al borde del Mediterráneo, es la ciudad más importante del oeste de Trípoli, la capital.
El este del país está ya totalmente controlado por los insurgentes, por lo menos hasta la ciudad de Bengasi, la segunda localidad más importante del país. El Ejército, en el que aumentan los disidentes, apoya a los manifestantes según afirman periodistas, testigos civiles y miembros de organizaciones humanitarias presentes en el terreno.
Algunos representantes de la prensa extranjera, que por fin consiguieron entrar en Libia, describen el alborozo del pueblo y de los insurgentes, en su mayoría armados, enarbolando la bandera de la Independencia y haciendo el signo de la victoria a lo largo de la ruta que bordea el Mediterráneo hasta la ciudad de Derna, a 1250 km de Trípoli.
Incluso Saïf el-Islam, hijo de Kadafi, reconoció este miércoles en la televisión libia que "en el este hay un problema".
Pese al avance de los insurgentes, la batalla continúa. Testigos afirman que ayer, en Misrata, tercera ciudad del país, fieles a Kadafi atacaron a los manifestantes con ametralladoras y cohetes anti tanques.
En Trípoli, Muamar Khadafi continúa controlando la situación apoyado por mercenarios y milicias armadas que "estarían dispuestas a disparar contra cualquier manifestación", según la Federación Internacional de ligas de Derechos Humanos (FIDH).
En cuanto al número de víctimas que se ha cobrado por ahora la revuelta, las cifras varían. La FDIH estima que han muerto por lo menos 640 personas. Unos 400 cadáveres estarían acumulados en una escuela de Trípoli transformada en morgue. Un médico francés que acaba de regresar de Bengasi, asegura que en esa ciudad perecieron 2.000 personas.