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Naciones Unidas aprueba sanciones contra el régimen de Muamar Kadhafi en Libia

Contacto con Juan Rial, politólogo uruguayo radicado en Nueva York.


(emitido a las 8.34 Hs.)

EMILIANO COTELO:
Naciones Unidas aprobó sanciones contra el régimen que todavía gobierna en Libia y le encargó a la Corte Penal Internacional que investigue si la represión a los manifestantes prodemocracia puede ser considerada un crimen contra la humanidad.

El sábado los 15 países miembro del Consejo de Seguridad ordenaron un embargo de armas contra Libia, prohibieron los viajes de Muamar Kadhafi al exterior y congelaron sus cuentas. "El Consejo de Seguridad, que aprobó por unanimidad estas medidas en su segundo día de debate, exigió de nuevo que se ponga fin de inmediato a los ataques contra civiles incitados desde el más alto nivel del gobierno libio", dice textualmente el documento. Kadhafi ya respondió y le restó trascendencia a la resolución diciendo que una declaración como esa carece totalmente de valor. Además dijo que Libia está en calma y responsabilizó a Al Qaeda por los ataques de las bandas terroristas que han sido las que agredieron a los manifestantes, según dijo.

Estamos en diálogo con el politólogo uruguayo Juan Rial, radicado en Nueva York. Varios analistas han destacado la contundencia de esta resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. ¿Cómo la ves tú? ¿Realmente es algo poco frecuente?

JUAN RIAL:
Es poco frecuente. Previamente sólo se había aplicado para Sudán en el caso de Darfur. Al igual que en esa ocasión, sus efectos prácticos son bastante bajos, por no decir nulos.

EC - A ver...

JR - Naciones Unidas tiene capacidad de emitir declaraciones pero no mucho más. Ahora, para gente que sabe que en función de lo que ha actuado ya no tiene posibilidades de tener visas y no tiene posibilidades de manejar dineros en forma normal, sino que tiene que hacerlo por lavado, formas clandestinas y demás, todo este tipo de medidas caen en saco roto y son más o menos inútiles. Hay que tener en cuenta lo más importante: el Gobierno de Muamar Kadhafi no controla todo el territorio de Libia. Entonces, esto es simplemente uno de los tantos artificios que se están usando para tratar de contentar a una opinión pública que ve una cantidad de problemas que se han dado en el mundo árabe en los últimos dos meses y que no sabe cómo enfrentar.

EC - ¿Es quizás una declaración destinada a darle algún tipo de apoyo a la gente que en Libia está luchando por la democracia?

JR – Tampoco. Estas declaraciones son para uso en el mundo occidental. En Libia esto funciona de otro modo. Uno de los problemas más serios que tenemos es el hartazgo de la cobertura de prensa, tele y demás, que está constantemente pasando imágenes de una manifestación reprimida sin un contexto y no dice mucho. Sólo dice que hay una manifestación que se reprimió y punto. Y eso, pasados ya dos meses, no tiene el mismo efecto que en los primeros días.

Cuando comenzó lo de Túnez empezó a cubrirse de a poco en la tele, diarios y después llegó al punto máximo en Egipto, especialmente en los días de la caída de Mubarak. Quienes tienen internet pueden ver las páginas de The New York Times y ver la titulación que había en tiempos de Egipto: títulos grandes, más o menos de tres a cuatro centímetros en algunos casos. Ahora se pasa a uno o uno y medio para referir a la situación en Libia, que es un punto más entre las tantas cosas porque tampoco hay mucho nuevo para decir. Todo este esquema de cosas que está ocurriendo en el mundo árabe agarró a Occidente extremadamente mal parado y sin respuestas propias. Hay que tener en cuenta que muy pocos días atrás la señora ministra de Relaciones Exteriores francesa, la señora Michèle Alliot-Marie llega de vuelta a Francia y es destituida por haber pasado vacaciones apoyada por el régimen de Ben Alí en Túnez y por todos sus arreglos en esa zona. Occidente no previó esto.

EC - No lo previó y ahora está actuando de una forma que resulta contradictoria con actitudes muy recientes. Por ejemplo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo el sábado que Muamar Kadhafi debe dejar el poder ya, un planteo muy firme que no da lugar a dudas sobre qué es lo que piensa Estados Unidos con respecto a lo que está ocurriendo en este momento en Libia. Pero durante décadas Estados Unidos y otros países del hemisferio norte, también de Europa, toleraron y hasta directamente apoyaron al régimen de Kadhafi, que está en el poder desde 1969. ¿Cómo se entiende esto? ¿Ahora cambian porque la gente dentro del país se hartó y puso en marcha una rebelión?

JR - Es difícil mantener un discurso interno que habla de la promoción de la libertad y de los derechos humanos con una práctica en el exterior que no se condice con eso. Entonces se hace este tipo de cambio urgente de discurso, que no tiene ningún efecto práctico. Normalmente, cuando una potencia fuerte quiere imponer una posición, tiene palabras dulces para un lado, o sea, pone la zanahoria, como diría el primer Roosevelt que fue presidente al principio del siglo XX, pero al mismo tiempo lleva un gran garrote. Y el gran garrote no existe.

EC - ¿No existe? ¿Directamente no hay gran garrote?

JR - No, porque no hay posibilidad. Estados Unidos está metido en el fangal terrible de Afganistán y de Irak y no tiene posibilidad de plantear una operación militar en Libia. Europa carece de una fuerza armada para Libia. Hoy los diarios franceses están hablando de operaciones humanitarias para apoyar el rescate de la gente que llega a la frontera. Más de eso no hay.

EC - Ayer Estados Unidos informó que está pronto para suministrar cualquier tipo de ayuda a los rebeldes en Libia. ¿Qué puede significar eso?

JR - Retórica, no mucho más. Porque ¿quiénes son los rebeldes? ¿Quién es su mando? ¿Quién es su control sobre el territorio? Ese es el otro gran problema. Mientras que en último término en el caso de Túnez el ejército se podía hacer cargo de la situación, y ocurrió en forma más marcada en Egipto, no ocurre lo mismo en Libia porque allí no hay una fuerza armada unificada. Lo que hay son bandas armadas tribales con adhesiones más o menos poco claras que pueden estar a favor o en contra del Gobierno. De ahí que en un país bastante grande –Libia tiene alrededor de 1.700.000 kilómetros cuadrados de superficie, algo así como 10 veces Uruguay– el Gobierno sólo tiene control en la zona de Tarabulus, que es el nombre de Trípoli. El resto no lo controla en lo más mínimo. O sea, en una costa mediterránea de aproximadamente 1.200 kilómetros, el régimen libio sólo está controlando unos 120 o 130 kilómetros. Y más grave aún es todo el problema petrolero.

EC - Ese es un gran telón de fondo en toda esta controversia, sobre todo a propósito de la actitud del Gobierno de Estados Unidos, de países de Europa, Rusia, China, etcétera.

JR - En la práctica, a los que más les importa es a los europeos. De la masa del petróleo libio, alrededor del 28 % va para Italia, un 15% a Francia, un 11% a China, un 10% a Alemania, un 10% a España, un 5% a Grecia, un 4% al Reino Unido, y sólo un 3% a Estados Unidos. Además hay otro problema: todo ese petróleo está controlado por una compañía estatal que tiene un acuerdo público-privado con muy diversas empresas, algunas muy conocidas, como la francesa Tutal o la italiana Ene. Hasta ahora el flujo no ha parado, pero hay que tener en cuenta que el petróleo se encuentra en el desierto, en zonas totalmente vacías que están a aproximadamente 400 kilómetros de la costa. La población de Libia es de seis millones de habitantes, apenas el doble de la de Uruguay, y aun la población urbana no es demasiado grande. Si uno ve las ciudades de donde sale el petróleo, Tobruk tiene apenas 50.000 habitantes, Benghazi alrededor de 300.000 y Trípoli tiene más de medio millón en su zona central. El gran problema que hay ahí es quién puede mandar. Estamos ante una situación en la cual es posible que eso derive en una suerte de Somalia, pero una Somalia situada en el Mediterráneo, a pocos kilómetros de Italia, Malta y Grecia.

EC - Tú dices que el gran problema es quién puede mandar. Estabas hablando de la posibilidad de comparar con lo que ha ocurrido en Somalia. ¿En esa comparación estás pensando en la caída de Kadhafi en el camino o todavía no?

JR - Sí.

EC - Para ti es un hecho la caída del régimen de Kadhafi.

JR - Puede durar relativamente mucho tiempo y no importa por cuánto Kadhafi y sus hijos puedan controlar su zona de influencia, pero es un hecho. Ya no hay un Gobierno central en Libia.

EC - Entonces esa incertidumbre que mencionabas con respecto al flujo de petróleo tiene que ver con lo que está pasando con los precios en estos últimos días.

JR - Claro, fundamentalmente son precios especulativos. En este momento la OPEP está produciendo por arriba de los márgenes que se ha establecido. Arabia Saudita ha llevado la producción muy lejos, previendo los problemas que podrían plantearse en todas estas rebeliones. Pero hay una sensación de que puede haber problemas más grandes. Acá en Estados Unidos, el galón de petróleo –acá se vende por galón, o sea unos 2,7 litros– está a 3,5 dólares y subiendo, y es probable que el barril de petróleo alcance nuevamente los 100 dólares.

EC - Hemos estado hablando sólo de Libia, una pieza nada más de todo este rompecabezas de los países árabes en rebelión. ¿Cómo observas todo el contexto? Y sobre todo, ¿cómo lo está manejando la comunidad internacional?

JR - El problema es que la comunidad internacional no lo está manejando.

EC - ¿Cómo está reaccionando?

JR - Está tratando de entender qué pasa, pero no lo está manejando. Porque el problema se da desde menores medidas, como puede ser en Marruecos, con un poco de mayor intensidad en Argelia, el problema fuerte del Yemen, el problema de Jordania y de la propia Irak. La cuestión es que no se entiende muy bien de qué se trata. En Occidente mucha gente cree que es una demanda por libertad y democracia al estilo occidental. No es eso, se trata prácticamente de hartazgo, de gente que dice: "¿Cómo puede ser que sigamos viviendo así?". Es prácticamente un reclamo de dignidad, de que debe vivirse de alguna otra forma, sin saber muy bien a dónde se apunta y a dónde se va, por eso tampoco hay liderazgos.

EC - ¿Por qué está pasando todo esto en este momento?

JR - Es una buena pregunta. Casi nadie tiene claro por qué empezó. Aparentemente uno puede indicar que hay un problema de empleo; la mayoría de estos países tiene entre un 20 y un 30 % de desempleo abierto. Hay una nueva generación; en muchos de estos países la población joven menor de 15 años es de entre un 40 y un 60% del total de la población y no ve un futuro. Ven la vidriera de lo que es el mundo afuera. La gente más hábil de casi todos estos países ha emigrado y envía remesas, y dentro de las remesas a veces también envía cosas materiales, que pueden ser desde un jean hasta un televisor. Esto influye demasiado.

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Transcripción: María Lila Ltaif