Internacionales

Postales desde la primera república negra (I)

Contacto con el periodista Mauricio Almada, desde Haití.


Estoy en la República Democràtica de Haitì, saliendo de la capital, Puerto Príncipe, y me dirijo hacia el norte del país, en medio de un gigantesco convoy que atravesará toda la isla por tierra, en un recorrido que nos insumirá 12 horas ladeando montañas.

Recordemos que Haití es muy pequeño, entra más de seis veces en Uruguay y tiene casi 10 millones de habitantes, la gran mayoría afrodescendientes. Es un país pobre, el más pobre del continente, aunque se ven barrios residenciales espectaculares y gente que tiene mucho dinero.

Estoy acompañando a los cascos azules uruguayos que vienen a relevar a otros soldados que ya cumplieron su período de misión con las Naciones Unidas.

Viajo junto a dos colegas de canal 4 y a 101 soldados, en un recorrido alucinante, a través de caminos sinuosos a cuyos costados hay piedra o precipicio.

El vértigo que estoy sufriendo es indescriptible.

Pero vayamos a lo importante de la actualidad, porque llegué a Puerto Príncipe el día en que se anunció oficialmente por parte del comité electoral provisional de Haití el resultado de las elecciones presidenciales.

El ganador fue el cantante Michel Martelly, que triunfó en segunda vuelta con el 67,57% de los votos.  Esto es un resultado primario, que se confirmará el 16 de abril. Los observadores de estas elecciones denunciaron innumerables irregularidades, fraudes de todo tipo. Pero igual se oficializó el triunfo de Martelly, un rapero, cultor de un ritmo llamado Konpa Direk, un género bailable en creole.
Presidió la Fundación Rose et blanc, a favor de los marginados.

Grabó 16 discos, tuvo una discoteca que parece tuvo mucha fama, llamada Le Garage, y cuentan que en varios espectáculos se desnudó e hizo gala de un descomunal miembro. Yo no lo vi. Y sus reseñas en la televisión haitiana ayer no hablaron de ese asunto.

Ayer, apenas se conoció el resultado de esta segunda vuelta que tuvo lugar en marzo, la gente salió a las calles. Hubo un alerta de seguridad por esta situación. Todas las oficinas de Naciones Unidas cerraron al mediodía, y la actividad comercial y educativa se detuvo por completo a media tarde, a medida que crecía la expectativa por el anuncio.

Así, a las 17 horas –hora local– se conoció que Haití tiene nuevo presidente. Un hombre que estudió en los Estados Unidos y que regresó a Haití para volcarse a la actividad musical primero y luego de lleno en la política de este país, que fue el primer país independiente de América Latina.

Ayer seguí los acontecimientos a través de la radio, fundamentalmente a través de la 90.5, que transmite en francés y en creole, la lengua local. Pude escuchar a Martelly en discursos y en su música y palpar esa expectativa que tenía esta gente sufrida.

En la capital se pueden observar las consecuencias del terremoto del año pasado, muchas de las edificaciones que cayeron siguen con los escombros a la vista. La gente sigue su vida, pero en medio de los escombros.

Pude ver decenas de campamentos de refugiados, con sus precarias carpas que ocupan predios grandes u otros pequeños, en cualquier rincón de esta alocada ciudad.

Me contaron que muchos se han ido sumando a los campamentos de refugiados porque reciben atención de la Cruz Roja.

La actividad de la ciudad es un hormiguero. Una interminable feria que se expande a lo largo de la avenida principal, Delmas 1, donde todo se vende.

Calles angostas y autos enormes, gente por todos lados, que habla gritando en creole, esta lengua que es africana en su sintaxis y francesa en su vocabulario.

Ahora me dirijo al norte, a la frontera con República Dominicana, país con el cual HaitÍ comparte la isla.

Mañana podemos repasar otros aspectos de la realidad de país que golpea los sentidos y la razón.

Les mando un abrazo, desde el corazón de la primera república negra del mundo.