Internacionales

Postales desde la primera república negra (IV)

Contacto con el periodista Mauricio Almada, desde Haití.


Buenos días oyentes de En Perspectiva, los saludo desde los caminos del norte de Haití.

Estoy en viaje de regreso a la capital, Puerto Príncipe, en una nueva travesía de 12 horas por tierra, a bordo de un jeep.

Ayer de mañana salí en una lancha rumbo al Triángulo de las Bermudas, a cuyo centro no pudimos llegar porque el océano Atlántico Norte estaba muy picado y la lancha timoneada por personal de la Armada no pudo avanzar más.

Bordeamos el legendario triángulo pendientes del GPS y sobre todo de la brújula. Todo fue tranquilo mientras salimos de la bahía natural de Manzanillo y pusimos rumbo hacia el puerto dominicano de Pepillo Salcedo.

De pronto, la brújula empezó a marcar una posición diferente a la del GPS. El capitán de fragata Juan Dominici, con quien iba en el puente de la lancha, me contó que en otras salidas que hicieron en los últimos meses le ocurrieron cosas inexplicables en las cercanías del Triángulo de las Bermudas, con la brújula totalmente enloquecida. Aclaro que yo no vi platos voladores ni barcos fantasmas. Solamente el hermoso Atlántico Norte.

Al recorrer la costa norte de Haití pasé frente a la playa a donde llegó Cristóbal Colón el 5 de diciembre de 1492. Esta vista me produjo sentimientos encontrados.

Por un lado, cierta admiración al navegante que fue Colón y que llegó hasta aquí en aquellas carabelas que hoy parecen de juguete y con instrumentos de cálculo tan limitados.

Y por otro lado una sensación de rechazo por todo lo que significó la conquista, sobre todo de esta isla, donde los indígenas fueron exterminados por la esclavitud y las enfermedades.

En las últimas horas presencié en la base del Batallón Uruguay N°5 en Fort Liberté el recambio del personal afectado a esta misión. Los que llegaron a hacer el relevo están todavía como sapos de otro pozo, recibiendo de parte de sus camaradas que se van los "piques" necesarios para empezar con sus tareas.

Los que se van están contentos y nerviosos. Increíblemente algunos me dijeron que quieren irse pero al mismo tiempo no quieren hacerlo. Ya se adaptaron a vivir aquí y están temerosos por lo que encontrarán a su regreso. Un soldado salió en misión el día que nació su primer hijo. Otro me contó que vino para acá para juntar dinero y pagar la operación de su señora, y no sabe cómo estará en realidad. Otros llegan para esperar la paga de Naciones Unidas (ONU), que siempre demora, y poder comprar los bloques para levantar la casa. Otro me contó que estando acá su pareja se fue con otro hombre y que pretende reconquistar a su chica. Y otros con los que hablé están radiantes de volver. Unos quieren ver a NacionaI en el Parque Central desde la tribuna, o a Peñarol en el Estadio Centenario y no a través de la TV.

Imaginen ustedes, atrás de cada una de estas mil personas que vuelven hay mil historias.

Por la tarde entrevisté al jefe regional de la Misión de la ONU en Haití, Emilio Castaneda. Es un canadiense que llegó a Haití cuando comenzó la misión el 1° de julio de 2004. Castaneda dijo que no hay fecha de finalización de esta misión, pero que Naciones Unidas empieza a preparar su salida. Otras agencias de la ONU, como Unicef, seguirán aquí cuando termine la Minustah.

Castaneda negó que esta misión fuera en realidad una fuerza de ocupación, como sostienen algunos partidos de la oposición en Haití. Dijo que los haitianos fueron comprendiendo que la presencia de la ONU era favorable para sus intereses.

También sostuvo que las fuerzas de Estados Unidos se fueron por completo de Haití, una vez que terminó su apoyo tras el terremoto.

Esta es mi última salida desde Haití, porque mañana ya volaré hacia Montevideo. Me espera un tortuoso regreso hacia la querida Montevideo, a bordo de la temible Jordan Aviation. La Jordan es una compañía jordana que ganó la licitación para hacer el traslado de las tropas uruguayas. Dicen que la diferencia en la licitación fue de más de un millón de dólares. Ya tuve oportunidad de comprobar cómo lograron esa diferencia: simplemente amontonando gente en el avión como si fuera ganado en pie, en aviones que basta verlos para sentir un escozor que recorre el cuerpo.

Creo que Uruguay debería tener algo más de peso en la ONU como para poder incidir en estos detalles como el traslado aéreo del personal uruguayo.

Recuerden que Uruguay es el país que tiene más cascos azules en relación a su población. Y que en cada misión en que participaron recibieron el reconocimiento de su servicio. Esto debería pesar más.
Es cierto que Uruguay no aporta dinero para estas misiones, pero aporta la carne de cañón. Los países ricos ponen el dinero y nosotros la gente.

Ojalá que llegue el momento en que los soldados uruguayos no tengan que salir más de misión por necesidad. Ojalá pudieran ganar lo suficiente en su país y no tuvieran que dejar a sus familias durante nueve meses para juntar unos dólares, mil por mes, para salir del apremio en el que viven.

Y por último expreso también mi deseo de que los haitianos puedan tener un futuro distinto a este presente lleno de penurias y humillaciones. Y que finalmente puedan manejar su destino.

Anuncio para mi regreso un informe más calmo y completo de esta cobertura. Admito, desde ya, que todo lo que conté en estos días lo hice desde mi corazón, desde la más absoluta subjetividad, y me hago cargo de todas mis palabras.

Digo también que otras cosas que viví y conocí de la intimidad de la gente con la que conviví, nunca verán la luz y las guardaré conmigo para siempre.

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